Vuelvo a Maiduguri por segunda vez

Dos meses de licencia viviendo en África, sexta etapa

(Continuación de Ibadan, otra gran ciudad yoruba)

10 de febrero

Aunque todavía no puedo creérmelo, vuelvo a Maiduguri. Después de haber dejado atrás el miedo, las noches insomnes y el temor, vuelvo a esta ciudad, en otro siniestro avión de la compañía, “Max Air”.

Hoy me he levantado con malos presentimientos y presagios. Pienso que hemos tomado una decisión equivocada regresando de nuevo.

Nos empuja mejorar nuestro trabajo. Nos quedan cosas pendientes, asuntos incompletos que hay que acabar pero ahora que se acerca el momento, negros nubarrones rondan mi cabeza con los peores pronósticos.

Nos ha caducado la clerance o permiso de trabajo como periodistas porque sólo tenía validez para diez días (los que estuvimos trabajando en Maiduguri). En aquella ocasión, no tuvimos problemas pero ahora con la clerance caducada, todo se puede volver contra nosotros.

Este país es complicado e imprevisible.

Estoy deseando llegar y tranquilizarme. Comprobar que no pasa nada y poder comprar el billete de vuelta a Lagos.

En “The Blowfish Hotel” de Lagos hemos dejado nuestra maleta roja y un lienzo enorme del pintor Enmanuel Duduque compramos ayer tarde en “The Nike Art Gallery”.

Enmanuel Dudu

El pintor Enmanuel Arugha Dudu nació 1974 in Benin City, en el estado de Edo State. Se formó en Lagos participando en numerosas exhibiciones. Desde el primer momento me fascinó su pintura, fresca, llena de vida y con sabor a África. Dudu sobre todo se centra en pintar grupos de mujeres bailando, llenas de color y de imaginación nigeriana de la buena.

Dejar a mis negritas bailando en manos del chico de la recepción del “Blowfish Hotel” hasta nuestra “vuelta”, ha sido un dolor. No estoy segura de poder recuperar el cuadro ni el resto de mis cosas pero era inviable cargar con el lienzo de Dudu en un vuelo a Maiduguri.

Con el cuadro de Dudu en The Blowfish de Lagos

El cuadro nos ha costado un pastón pero me engancho desde el primer momento.

Antes de llegar a Dudu y de mi frustración en el taller de Mavua Lessor, me he dejado caer por algún que otro taller de pintores nigerianos. Encontrar un cuadro que te seduzca cada mañana, arrancandote una sonrisa, conlleva un esfuerzo.

11 de febrero

De nuevo en Maiduguri

Estar en Maiduguri es tener permanentemente un nudo en el estomago, una angustia que no te abandona.

Estar en Maiduguri es pensar que cualquier persona con la que te cruzas es un delator o chivato de Boko Haram.

Una niña de Maiduguri

Estar en Maiduguri es sentirte permanentemente observado desde cada esquina, cientos de miradas inquietantes, te acechan. Es tener siempre temor.

Cualquier atasco de tráfico en la ciudad, un semáforo que se cierra añade más presión. En cada uno de las decenas de vendedores y desarrapados que aprovechan para rodear tu coche piensas que hay un suicida que va cargado de explosivos porque Maiduguri es una ciudad castigada por el terrorismo. Una ciudad rodeada por una trinchera que puedes ver con nitidez cuando aterrizas en el avión.

Venir a Maidiguri o estar aquí hiela el alma.

Unos hombres mirándome en Maiduguri

El vuelo desde Lagos ha sido de traca y de infarto.

Bajar del avión y el primer susto

Un tío se nos acerca y nos pide que le sigamos. Es un funcionario de inmigración y llevamos la clerance o permiso para trabajar en zona de guerra caducado.

Nos ha conducido a su despacho desde la pista del pequeño aeropuerto y nos que preguntado

¿que venimos a hacer a Maiduguri?

Esta vez Xaquín ha contestado con seguridad que venimos a hacer turismo y que estamos recorriendo varias ciudades de Nigeria. Yo con cara de cordero degollado y cabeza gacha, espero la peor de las noticias, deportación o algo peor.

Acaban de traer al despacho a la otra chica blanca que venía en el avión. Nos hemos intercambiado miradas de “a ver como acaba esto”. No nos atrevemos ni a hablar porque los de inmigración no nos quitan ojo, mientras a Xaquín le estan haciendo un tercer grado.

Aunque parezca increíble, el tipo mira nuestros visados apunta los nombres y nos deja ir. A mi el corazón se me sale por la boca

Lo mejor de volver a Maiduguri, es Sunday, nuestro driver, asistente, amigo, cabeza, manos, pies, tranquilidad, serenidad y responsabilidad. Nos está esperando a la salida del diminuto aeropuerto con su amplia y fresca sonrisa.

Desde que he llegado, el corazón me va a mil por hora. El miedo me sale por las orejas

Vamos a entrevistar al portavoz de las familias de las chicas de Chibok, secuestradas por Boko Haram en un internado muy cerca de aquí. La entrevista se hace en nuestra habitación del “Hotel Pinacle” el hotel de un generalote nigeriano.

Con las mujeres paramilitares de Maiduguri

Acabo el día hecha puré.

El día en Maidugiri se vive con miedo pero todavía es peor la noche

Los amigos que nos hicimos en Maiduguri ya se han enterado de que estamos de nuevo en su ciudad. Nos quieren ayudar en nuestro trabajo y nos mandan al teléfono, videos con las imágenes más atroces que uno se pueda imaginar, torturas, decapitaciones, asesinatos, etc, Los últimos acontecimientos vividos en el Estado de Borno.

Hay una imagen de una mujer que degüellan los yihadistas de Boko Haram ante la cámara por chivata. No he podido verlo completo. Si es que logro salir de aquí, intentaré reunir las fuerzas necesarias para poder ver el video.

Las imágenes, relatos, historias que me llegan durante el día, se convierten en demoledoras durante la noche

Ayer se produjo uno de los atentados más sangrientos de los últimos tiempos, reivindicado por Iswap, una de las facciones de los yihadistas que operan por aquí. La otra facción es Boko Haram. La estrategía de ataque de cada grupo es diferente. El atentado de ayer se ha saldado con 30 muertos calcinados a 10 km de la trinchera que rodea Maiduguri.

Cuando el agotamiento me puede, me quedo dormida pero al primer ruido, pienso que los terroristas han burlado la trinchera y entrado en el hotel donde siempre hay algún blanco.

Las ONG’s tienen sus búnkers privados pero nosotros no tenemos derecho a dormir bajo sus tejados antibombas porque no somos miembros de ninguna. No nos queda otra que hospedarnos en el “Hotel Pinacle. El hotel, por lo menos, es el único en esta ciudad que tiene ambiente, vino y cerveza que ayudan a contener el temor.

Interior del Hotel Pinacle

12 febrero

Todo es presión en Maiduguri. Trabajar, rodar, trasladarte, hablar con gente.

Tengo la sensación de que en cualquier momento me van a detener. En Nigeria y en concreto en esta ciudad (en estado de guerra), el ejercito representa todavía un riesgo mayor.

Contener a Xaquín también tiene su merito. Su pasión por el buen periodismo le hace olvidar que se juega el pellejo.

Un guardian de una escuela en Maiduguri

El atentado reivindicado de ayer ha llenado la ciudad de policía y ejercito lo que añade más presión a nuestra delicada situación por tener el permiso de trabajo como periodistas caducado.

Me quiero ir, ya no lo soporto más. Me doy un plazo de 48 horas o me vuelvo loca

Hay que aprovechar el tiempo. Por la mañana, nos acercamos a una reunión de jueces y magistrados que luchan contra el terrorismo yihadista. Por la tarde, hemos entrevistado al director de la “Cruz Roja” en Maiduguri, un tipo suizo alemán que se deleitaba escuchándose a si mismo. Nos ha regalado uno de sus speechs y se ha enfadado mucho cuando le hemos preguntado por los derechos humanos. “Ese ya no era su negociado”.

Una niña de Maiduguri

Nos ha cundido el día. Sunday nos deja en el hotel a media tarde. Se ha hecho casi de noche intentando localizar algún testigo de la masacre de ayer. Xaquín lo ha conseguido. Es un crack. Andar por esta ciudad cuando oscurece es una temeridad. Hay secuestros y a los blancos se les distingue desde cualquier lugar.

Uno de los reyes locales de Maiduguri

Al llegar al hotel estamos para que nos recojan con pala. El día te agota y mucho más el estrés. El hotel Pinacle siempre esta hasta arriba de soldados que aprovechan las horas de la noche para ponerse hasta arriba de cervezas, imagino que también para olvidar su propio miedo. Desde la terraza del hotel siempre se escuchan helicópteros de aquí para allá. Hoy hay más movimiento que cualquier otro día.

La cena es el mejor momento, consigues olvidar por un rato en que lugar te encuentras, mientras te comes unas espectaculares tortillas de vegetales.

Me muero por salir de aquí

Un paramilitar de Maiduguri

Ya hemos sacado los billetes de vuelta a Lagos. El vuelo sale mañana. Hay polvo en el ambiente. Me pregunto si será “el harmattan“, un viento alisio de África Occidental, frío, seco y polvoriento que sopla al sur del Sáhara hacia el golfo de Guinea.​ Si es harmattan nuestro vuelo puede peligrar.

Hoy tenemos una gran noticia, “El País” va a publicar nuestro trabajo. Ha merecido la pena

Cuento los minutos para llegar a Lagos, poder ver mi cuadro y mi maleta roja y sobre todo, descansar. Esto ha sido demasiado para mi.

13 de febrero

Esta mañana ha sido una mañana productiva. Hemos visitado un hospital de la Cruz Roja para heridos de guerra. Entre las víctimas sobre todo, mujeres y niños. El calor era sofocante en las salas del hospital. He aguantado el tipo como he podido. En más de una ocasión, casi me desmayo. Tanta gente herida, convaleciente, un olor nauseabundo inundaba todo. Eran heridos procedentes de enfrentamientos con Boko Haram.

Poco más nos queda por hacer en Maiduguri. En este segundo viaje he sentido el miedo demasiado dentro.

Cualquier pensamiento sobre algo que nos pueda retener aquí, se me hace insoportable. Nuestro avión saldrá a la una del mediodía.

Un niño de la calle en Maiduguri

Ahora queda el último escollo, poder coger el avión a Abuja sin problemas.

Me da pena dejar a Sunday nuestro driver y amigo. Le debemos todo, ojalá volvamos a vernos. Me da miedo que le ocurra algo en esta ciudad tan arriesgada por ser cristiano.

Moverse en Nigeria es muy peligroso, Coger un avión, cambiar de terminal, cualquier motivo puede ser el detonante para desencadenar un problema en el que cualquier funcionario pueda sacar tajada utilizando el chantaje y la extorsión.

“El País” publica este domingo nuestro reportaje. Por razones de seguridad no debemos permanecer más en Nigeria. Esto es una dictadura. Hay varios periodistas en sus cárceles por publicaciones mucho más suaves.

Mientras esperamos la llegada del avión que nos llevará a Abuja en una sala con un calor asfixiante y llena de gente, se nos ha acercado un típo siniestro y sigiloso para que le acompañemos de nuevo a la oficina de inmigración. Xaquín le sigue como un cordero degollado.

Ya están anunciando nuestro embarque. Si hoy no salgo de aquí, me muero

Xaquín no viene. Hay una fila de gente preparada para recorrer la pista y subir al avión. Otros dos tipos de inmigración vienen hasta donde me encuentro con mi maleta fingiendo tranquilidad. Quieren confirmar “que coño” estamos haciendo en esta ciudad. Les cuento el guion aprendido, turismo. No están muy convencidos pero al ver que nuestro avión va a despegar, se les cruzan los cables y nos dan los pasaportes.

Por fin, nos vamos. Después de sufrir la terrible amenaza de quedarme en Maiduguri con un reportaje en puertas, todavía estoy temblando de miedo, contando los segundos para que este cascarón despegue y dejar de una vez esta impactante ciudad.

Al fin despegamos

Atrás dejo la terrible trinchera que rodea esta ciudad y también el Hotel Pinacle donde pasamos tan buenos momentos, olvidando el estress, planificando cada día y sintiéndonos muy orgullosos de nuestro trabajo. También a Sunday y a nuestros nuevos amigos. Sin ellos no hubiera sido posible sacar adelante nuestra misión.

Abuelo y nieto en Maiduguri

Ha sido la experiencia más impactante de toda mi vida

Llegamos a Abuja. Nos queda volar a Lagos. Hay retraso por mal tiempo. Ya llevamos seis horas de retraso. Se ha hecho de noche. La gente comienza a ponerse nerviosa, lanzando gritos e improperios. Me veo durmiendo en la terminal de Abuja. Esto es Nigeria.

Fijo que lo que pasa es que nuestro avión todavía no está lleno. Estos nigerianos se han creído que el tráfico aéreo es como los danfos o minibuses por carretera que no salen hasta que no se llenan. Este país no tiene solución.

El aeropuerto de Abuja es un buen sitio para observar las desigualdades de la sociedad nigeriana. En la sala Vip, hay que pagar para poder entrar y tomarte una cerveza disfrutando de aire acondicionado.

Ahí se encuentra lo más selecto del país, ejecutivos impecablemente vestidos, móvil en mano, aire de prepotencia, altivez y arrogancia, mujeres que lucen sus bolsos de Prada y ropa ultra carísima. Son los nuevos cachorros del petróleo y la corrupción.

En Nigeria no se puede viajar por carretera porque acechan los yihadistas. Los nigerianos que tienen dinero son los únicos que pueden desplazarse en avión. El resto se juega la vida.

Por fin, hemos llegado a Lagos. Estamos sanos y salvos en el hotel Blowfish. Nuestro lienzo de Enmanuel Dudu nos espera expectante ante su nueva vida en Madrid.

Mañana por la mañana abandonamos Nigeria. El reportaje va a salir el domingo y este país es imprevisible. “Mejor salir por pies”.

Este país es increíble, mes y medio haciendo periodismo del bueno

Nigeria es el gran país de África junto con el Congo Kinshasa.

Me casé en Nigeria

Tengo estrechos lazos de afecto con mucha gente pero no puedo recomendarlo a los viajeros porque requiere entrenamiento y tener muchas herramientas para evitar tener problemas.

Nigeria no es para hacer turismo, es para conocer, descubrir la esencia del África negra

Es un país peligroso, sin embargo, su gente es amigable con el viajero sobre todo si te mezclas con ellos. Dejo muchos amigos en Nigeria y ya solo pienso en volver.

Todavía nos queda salir del país, atravesar la frontera y llegar a la República de Benín.

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