El gran lago Victoria, el sueño de los nostálgicos
(Continuación de Masai Mara el gran tesoro de la vida salvaje
Un viaje de 24 días por Kenia, cuarta parte
De Masai Mara al Lago Victoria en avioneta
Ver aparecer el Lago Victoria desde el avión, rodeado de montañas verdes y vegetación frondosa es un espectáculo. Un paisaje que se antoja exuberante cuando surcas los cielos. El Lago Victoria de pronto aparece soberbio, inmenso, azul, regio, orgulloso, único e indispensable en este granero que es Kenia en una nueva etapa de este viaje fantástico.
Al llegar al aeropuerto de Kimusu, la primera sorpresa ¿la PCR? pero si nos estamos moviendo en vuelos domésticos dentro del mismo país. Nos ha tocado la tocapelotas de turno, dando por saco. Le explicamos que tenemos el certificado de vacunación internacional pero a la tipa le da igual, menos mal, que tiene un jefe sensato y nos dejan en paz.
Como en África se tuerzan las cosas y aunque sea Kenia se pueden torcer, estos tipos son capaces de hacernos pasar una cuarentena.
La primera parada de esta etapa del viaje es la ciudad de Kisumu
Kisumu es una ciudad portuaria en el oeste de Kenia. Es la tercera ciudad más poblada del país después de Mombasa y Nairobi. Kampala (Uganda) es la ciudad más importante en la gran cuenca del Lago Victoria seguida por Kisumu (Kenia)
Hemos encontrado un hotel un poco caro pero bastante confortable. Se llama “Sovereign Hotel“
El hotel se encuentra en la zona más exclusiva y elitista de Kisumu según nos cuentan y también se nota, varios blancos hacen deporte por las avenidas del barrio.
Kisumu es una ciudad bonita donde todavía se respira ambiente colonial. Casas construidas y heredadas de los primeros colonos, muchas ahora abandonadas. Me recuerda a Harare (Zimbabue) pero Kisumu todavía es más bonito. Mucha vegetación, árboles tropicales pero ni rastro del lago Victoria. Es imposible disfrutarlo desde la ciudad. Cientos de barreras nos alejan de él. Parece que esta ciudad viva de espaldas al lago. Todavía no hemos logrado verlo salvo desde el aire.
Kisumu tiene mucho ambiente pero sin las prisas y el frenesí de Nairobi. Es una ciudad calmada.
El hotel es fantástico, cómodo y el restaurante tiene buena cocina. Mañana nos vamos al Lago Victoria.
El lago Victoria
La fuente del Nilo supone un reto para el nostálgico viajero africano
Encontrar las soñadas fuentes del Nilo quitó el sueño a muchos aventureros africanos durante la época victoriana. Para mi, poder contemplar delante de mis narices este evocador sueño africano es un desafío.
Quiero entender lo que sintió Speke y la impotencia de Burton al perder su gran oportunidad
Richard Francis Burton y John Haning Speke eran dos oficiales británicos que habían servido en la India y que se conocieron en Aden en 1854. Eran dos personalidades totalmente opuestas, pero a ambos les unía una ambición y compartían el mismo sueño: encontrar las fuentes del Nilo.
El río marcaría sus biografías y sería una de las más tristes disputas de la historia de los descubrimientos. A Burton le llegó la gloria por diseñar la ruta que conducía hasta su nacimiento, mientras que Speke logró otra mayor, ser el primer hombre blanco que alcanzó el lugar. Ninguno de los dos pudo disfrutar de su éxito, pues Burton no consiguió la fama que esperaba alcanzar mientras que Speke murió apenas dos años después en un extraño accidente de caza y sin que sus contemporáneos aceptarán plenamente que la cuna del Nilo se hallaba donde él decia. Parece que el Nilo hubiera querido vengarse de estos dos hombres que desvelaron su misterio, un misterio de miles de años.
Negociamos con un taxista “pirata” la salida hacia el lago Victoria. Hay que hacer dos horas por carretera hasta un lugar llamado “Home Bay” o a otro un poco más allá que se llama “Mbite”.
Llegar hasta el “Victoria Sands Lodge“, (hotel que habíamos elegido) ha sido un horror, la carretera estaba terrible. De pura suerte no se ha dejado los bajos del coche el pobre taxista. Tras casi una hora buscando el maldito lodge, la decepción ha sido de las gordas. Esta en el culo del mundo. Es bonito porque está al borde del lago pero no hay ni un alma y estamos muy aislados. Llegar aquí ha sido un dolor por las condiciones de las pistas. Tenemos que llegar sin falta a Kisumu, el sábado para coger el avión a Mombasa.
Salimos echando leches, otra vez arrastrando los bajos del coche. Vaya decepción. Nuestro taxista es un buen tío que encaja todo con estoica paciencia africana.
Hay que buscar un plan B. Matu es un tipo enrollado con recursos y tras un par de llamadas a otro lodge en la isla de Rusinga (que habíamos descartado por caro) consigue que nos hagan precio. El hotel se encuentra en la isla de Rusinga en el lago Victoria, unida al continente por una pequeña carretera artificial.
“Rusinga island Lodge” es una preciosidad. Varias cabañas lujosas a la orilla del lago Victoria. Vegetación exuberante, llena de exóticos pájaros cantores. Llegar aquí ha sido otra odisea de carretera.
Tras pasar la valla de seguridad de lodge, desinfectante y termómetro. En Kenia, te toman la temperatura para entrar en cualquier sitio, tiendas, hoteles, aviones, etc.
Una chica amodorrada y sin prisa nos sale a recibir y nuestro pobre taxista nos tiene que ayudar a llevar el equipaje a nuestra cabaña. La gente del lodge mira para otro lado, coger la maleta del cliente debe ser un esfuerzo increíble. El hotel muy lujoso pero de atención, cero patatero. Para ser lodge tan caro, tienen un protocolo bastante extraño. Enseguida detectamos cosas raras. Nos dan unas bebidas de recibimiento. Nos vamos a la cabaña. Lo primero, no hay luz y no saben cuando vendrá, tampoco tienen claro si habrá wifi o no.
El sitio es precioso y decidimos darnos un baño. Al meternos en la piscina, el tipo que la vigila y que llevaba un buen rato observando como nos ibamos a dar un chapuzón, nos dice (llevamos unos minutos nadando) que el agua no está tratada y que puede producirnos graves problemas de piel. Tiene cojones, nos lo dice después de hacer unos cuantos largos.
Con cara de poker, decidimos cambiar de tercio y darnos un baño en el lago Victoria que tenemos enfrente para refrescarnos del día pero una trabajadora de lodge, rápida y lista, se acerca corriendo y gritando, “imposible bañarse, está petado de hipos”. Este hotel es una africanada de las gordas, surrealista como tantas y tantas cosas en África.
Pedimos un sandwich que se puede calificar de todo menos de apetitoso y un café. No hay café, joder otro chasco.
Al final, otra empleada se ofrece voluntaria a hacernos el café. A las dos horas llegan las ansiadas tazas, esto es África.
La cabaña otra “full de Estambul”, lujosa pero una horterada típica de nuevo rico. El lodge debe pertenecer a un gerifalte o politicucho con pelas. Este lodge en unos meses, “visto lo visto”, se viene abajo.
Las ventanas están sujetas con cuchillos y he visto con mis propios ojos un ratón campeando entre las tazas limpias preparadas para el desayuno de mañana.
Hay que irse de aquí mañana mismo
Nos vamos a estirar las piernas un poco por la isla de Rusinga, encontrando en el camino, el monumento y mausoleo de Thomas Joseph Odhiambo Mboya, un lider político asesinado en Nairobi, el 5 de julio de 1969, seis años después de que Kenia hubiera logrado su independencia. Su gente le ha construido este monumento como homenaje. El asesinato de Mboya conmocionó a la nación y exacerbó las tensiones entre los kikuyu dominantes y otras grupos étnicos, especialmente los luo, etnia a la que pertenecía Mboya.
Visitando el mausoleo hay un grupo de estudiantes keniatas perfectamente uniformados que durante la explicación en el monumento a Mboya atienden y toman notas con mucha atención. Son adolescentes. No se escucha ni el ruido de una mosca, que críos más interesados. Me está sorprendiendo gratamente el sistema educativo de Kenia.
No hay pueblo por pequeño que sea que no tenga su colegio privado con los alumnos impecablemente uniformados. Aquí se puede ver perfectamente la huella colonial británica que los keniatas has sabido aprovechar, haciendo de la educación un primer valor, dandole la importancia que tiene a diferencia de otros países africanos.
Tras un rato empapándonos de la cordialidad de los keniatas, gente amigable, acogedora a pesar de ser un país muy turístico, nos vamos a nuestro lodge. Caminando de vuelta, nos espera la otra africanada del día, unos treinta super cochazos de las gamas más altas, con las sirenas a todo gas y dejando una polvareda que no deja ver a su paso, se dirigen sin ninguna duda a nuestro lodge, se acabó nuestra tranquilidad.
Al llegar, choferes, soldados, guardas de seguridad están apostados con diferentes fusiles amenazantes en la entrada del hotel ocupando cualquier espacio. Algunos recostados en sillones, dormitando, otros cotilleando y confabulando. Algunos gerifaltes se han ido a las cabañas a descansar entre reunión y reunión con buena compañía. No tenemos un sitio donde tener un poco de paz.
Los políticos de la zona andan de precampaña (seguramente entre ellos, el dueño de este lodge). El próximo año hay elecciones pero da igual, aquí ya están visitando los pueblos y villages a la caza y compra del voto. Se reúnen con los jefes locales para garantizar su éxito en las urnas.
Tienen el lodge literalmente ocupado lo que supone que nuestra cena está en el aire, con tanto revuelo no vamos a pillar nada que llevarnos a la boca y aquí en mitad de la nada no hay plan B.
Hemos conseguido cenar algo por los pelos. Mañana nos largamos de aqui. No nos ha gustado nada este hotel tan surrealista.
Nos volvemos a Kisumu, el sábado tenemos el vuelo a Mombasa.
Vamos a coger un ferry desde Mbite, una village que se une a la isla de Rusinga por un puente. Navegaremos por el Lago Victoria mas o menos durante una hora. Nuestro taxista nos recogerá y nos acercará de vuelta a Kisumu.
Somos los dos únicos blancos y otros dos chicos con bicis con los que charlamos un rato. Son belgas y llevan un año recorriendo África desde Egipto hasta Cape Town (Sudáfrica) en bicicleta.
Son gente encantadora. Nos cuentan que quieren volver a casa por Navidad. Van a estar en total 15 meses sabáticos recorriendo África.
Etiopía les ha agotado psicológicamente, no por los itinerarios en bici sino por los niños que les atosigaban al llegar a cualquier lugar, mientras montaban las tiendas de campaña, intentaban cocinar algo de cena, preparaban la ruta del día siguiente o preparaban las bicis.
De nuevo, nos instalamos en el Sovereign Hotel de Kisumu. Ahora de vuelta, nos hacen la ola. Este hotel es fantástico. Mañana nos vamos en avión con una compañia de nombre “mejor no me lo pienso” a Mombasa (Jambojet. com)
El manager del hotel nos ha recomendado un sitio para cenar. Kisumu es una ciudad encantadora, con mucho ambiente manteniendo ese fantástico aire colonial. Muchos edificios son de principios del siglo XIX, otros de la década de los años 30 cuando el tren lunático llegó hasta esta ciudad en su ruta hacia Kampala (Uganda).
El lugar que nos han aconsejado para cenar esta al borde del lago Victoria. Hemos llegado en un tuk tuk. Autentico ambiente de expatriados, debe estar aquí, toda la comunidad blanca de Kisumu. Me dedico a estudiar el paisanaje que da para mucho.
Me gustaría mucho vivir en una ciudad de África. Mi opción era El Cairo y también Nairobi pero reconozco que el ambiente de un viernes por la noche con todos los blancos bebiendo cervezas sin parar y bailando en este local, me aburre hasta la saciedad.
Imagino que son gente solitaria que trabaja en el país. No les queda otra que buscarse la vida. Me parece un ambiente demasiado endogámico.
A mi me ha servido para hacer mi pequeño estudio sociológico del día y pasar un buen rato analizando la previsible psicología humana. Nos vamos al hotel que mañana partimos hacia la gran Mombasa.
Continuación de