Etiopia, que gran país

Etiopia, que gran país

La historia de Etiopía es apasionante

Mezcla de orgullo, sangre, leyenda y mito. Pese a la pobreza generalizada de sus habitantes y los niveles tremendos de analfabetismo, Etiopía es un país con una cultura autóctona, con una lengua propia y una escritura con caracteres distintos a la de otros idiomas del mundo, con libros sagrados y crónicas reales que se remontan a siglos atrás.

La Reina de Saba y el rey Salomón

El libro sagrado más importante para los etíopes es el “Kebra Neguest” que quiere decir “Gloria de Reyes”, escrito en el siglo XIV. El jesuita Pedro Páez fue el primer europeo que tuvo acceso a los textos sagrados y a las crónicas reales etíopes.

El etíope no tiene nada que ver con el resto de africanos. Según la leyenda, los etíopes son descendientes de la mismísima Reina de Saba, (diez siglos antes de la llegada de Cristo al mundo) y el rey Salomón lo que les otorga un toque de distinción.

La soberana que dominaba extensos territorios en Etiopía, oyó hablar de un sabio monarca que reinaba en Israel, Salomón. La Reina de Saba, movida por la curiosidad viajó a Jerusalén para conocer a Salomón. Tanto impresionó a la reina el carácter y prudencia de Salomón, que se convirtió a la religión judía. Salomón sedujo a la reina con un viejo truco y ésta quedo embarazada. Ya en Etiopía dio a luz a un varón, a quién llamó, Melenik que significa en lengua amaríca “hijo de un hombre sabio”.

Salomon y la Reina de Saba

Melenik I

Convertido en un joven principe, Melenik viajó a su vez, a Jerusalén para conocer a su padre, quién le ofreció ser su sucesor en el trono de Israel. Melenik rechazó la oferta y Salomón le dio su bendición.

Al partir, Melenik y sus acompañantes robaron del templo de Jerusalén la más sagrada reliquia del pueblo judío, “el Arca de la Alianza” donde se guardaban las Tablas de la Ley, entregadas por Dios a Moisés en el Monte Sinaí. Llegado a su país, el príncipe fué proclamado rey por su madre con el nombre de Melenik I.

Melenik I además, proclamó al etíope “pueblo elegido”, ya que por decisión de Dios, el Arca de la Alianza quedaba guardada para siempre en Etiopía.

Y aquí sigue, según los etíopes, escondida en un templo de Axum que nadie puede ver salvo su guardián.

Esta crónica explica porqué el etíope es altivo, soberbio y orgulloso. Nuestro amigo Pedro que vive en Adis desde hace ocho años dice que tener un amigo etíope es tener un amigo de por vida.

La religión etiope obedece a la Iglesia copta de Alejandría

Aunque los libros sagrados etíopes recogen los nombres de todos los reyes que sucedieron al gran Melenik I, una nebulosa imprecisa envuelve los siglos siguientes a su reinado. Se sucedieron diversas dinastías.

Tampoco está claro en qué momento, los reyes etíopes se decidieron a rendir obediencia a la Iglesia copta de Alejandría pero ya mucho antes del siglo XVI la cabeza suprema de la Iglesia etíope era el patriarca alejandrino.

Entre los siglos XV y XIX, Etiopía fue un continuo baño de sangre provocado por incontables invasiones musulmanas, somalíes, y continuas luchas sucesorias internas.

Lalibelá, nombre de rey y nombre de ciudad

Las once iglesias de Lalibelá son uno de los monumentos más increíbles del mundo. Las iglesias de Lalibelá no son iglesias construidas con piedra ni con madera ni con otro material al uso. Son en piedra de un sólo bloque de roca compacta, aislado del resto de la montaña por una zanja de ocho, diez o doce metros de profundidad, excavada en la roca. Están distribuidas en dos grupos separadas por un riachuelo, casi siempre seco, que se llama Jordán. Ninguna de las iglesias es igual a otra, ni en estructura ni en dimensiones.

Una de las iglesias excavadas de Lalibela

Estas iglesias se deben al rey Libelá que reinó entre los siglos XII y XIII, así lo atestigua la tradición etíope.

“Las actas de Lalibelá”, obra aparecida en el siglo XV cuentan que el rey Lalibelá fue llevado al cielo. Dios le mostró unas construcciones maravillosas y le ordenó construirlas igual en su reino de vuelta a la tierra. Las mismas actas afirman que durante la noche los ángeles bajaban del cielo para ayudar en la construcción de las iglesias.

Otras fuentes dicen que las iglesias fueron obra de cristianos egipcios que en tiempos del rey Lalibelá, llegaron a Etiopía escapando de las persecuciones de su país.

Hay más de un centenar de iglesias monolíticas esparcidas por la geografía del país.

Melenik II

Melenik II fue emperador de Etiopía desde 1889 hasta 1909. Unificó los territorios etíopes y derrotó a los italianos en la batalla de Adua cuando intentaron por primera vez ocupar el país.

Taitu y Melenik II emperadores de Etiopía

Melenik II era amo y señor del Oriente etíope, rival y vasallo del emperador Yohannes IV. Los dos se auto proclamaban sucesores del rey Salomón. Melenik II procedía de una familia noble de las tierras del Shoa, en tanto que Yohannes era oriundo de Tigray, en los territorios al sur de Eritrea. Yohannes era más poderoso militarmente que Melenik pero éste era mucho más inteligente. Yohannes se proclamaba “Rey de Reyes” de Etiopía pero permitía a Melenik ostentar el título de rey de sus tierras siempre que aceptase ser su vasallo. Melenik esperaba el momento de hacerse con todo el imperio.

Sucedió a Johannes IV en 1889

En 1886, Melenik II fundó la ciudad de Adis Abeba.

La fundación de Abis Abeba es tan evocadora como lo es, la reina «Taitú Betul«, consorte del emperador Melenik II. «Taitú» convenció a su marido para crear la nueva Adis junto a un manantial de agua caliente. En honor a las acacias que crecían en el entorno, Taitú decidió que la ciudad se llamaría, Adis Abeba que en lengua amarica significa «Nueva Flor«.

Melenik II aplicó una política de modernización militar, económica y cultural que permitió asentar las bases del actual Estado etíope.

El emperador se enriquecia con el tráfico de esclavos por lo que necesitaba buen transporte. En 1897 comenzaron las obras del tren desde Adis Abeba a Djibouti cuando ya había derrotado a los italianos en la batalla de Adua.

Melenik II quería introducir en Etiopía los avances tecnológicos occidentales. En poco tiempo, las demás potencias comenzaron una carrera por establecer relaciones diplomáticas y económicas con Etiopía. Fundó el Banco de Abisinia, logró crear un sistema de correos, la instalación de una red eléctrica, el telégrafo y el teléfono, los desagües modernos de las casas y los primeros automóviles.

Haile Selassie

Haile Selassie, el “Rey de Reyes” y “León de Judá“, emperador doscientos veinticinco de la dinastía salomónida, fundada por Melenik I, hijo de Salomón y la Reina de Saba.

Haile Selassie emperador de Etiopia

Nació en 1892, en Harer. Era sobrino segundo de Melenik II, el rey que unificó los territorios etíopes y que derrotó a los italianos en la batalla de Adua cuando intentaron por primera vez ocupar el país.

Selassie fue bautizado como Tafari. Cuando ocupó el trono en 1930, cambió su nombre por el de Haile Selassie que significa “Fuerza de la Trinidad“.

Su padre se llamaba Makonnen y ocupaba el cargo de Ras o gobernador. Makonnen era uno de los generales de más confianza de su primo Melenik II y había participado heroicamente en la batalla de Adua. Cuando Tafari cumplió trece años, su padre le nombró Ras y pasó a gobernar la región de Harer. Se le conocía con el nombre de Ras Tafari, nombre que más tarde adoptarïan los integrantes del un movimiento jamaicano-etíope que reivindica la divinidad de Haile Selassie. Los “rastafaris” son los creadores del reggae, cuyo máximo representante ha sido Bob Marley.

Melenik II murió en 1913 y le sucedió Ligg Jasu. Pero tres años después, lo depusieron y pusieron en el trono a su hermana Zauditu. A finales de ese año, Haile Selassie ya ejercía de regente. Su habilidad diplomática le granjeó la simpatía de las colonias europeas. Las cancillerías del Viejo Continente le consideraban como el modernizador de su país.

Durante su regencia, abrió escuelas públicas, envió jóvenes etíopes a estudiar a Europa, construyó hospitales, creó una banca nacional, amplió la red telefónica e instaló la primera imprenta, telégrafo y radio, construyó carreteras y llevó a Etiopía los primeros autos y aviones. Prohibió el tráfico de esclavos. Además, promulgó el primer Código Penal etíope.

En 1923, Haile Selassie solicitó el ingreso de su país en la Sociedad de Naciones y después recorrió Europa siendo recibido como a alguien que convenía mirar. En 1928, la emperatriz Zauditu le concedió el título de rey.

Durante los años de su regencia comenzó la política de expansionismo italiano por el Oriente de África por Benito Mussolini. Tropas italianas se internaron unos cientos de kilómetros en territorio etíope.

Tras la muerte de la emperatriz Zauditu, Haile Selassie se coronó emperador. Las celebraciones por su coronación duraron seis días. Para recibir a las personalidades europeas, se construyeron avenidas, se derribaron barrios, se hicieron arcos de triunfo. El nuevo “Rey de Reyes” se compró para la ocasión una carroza en Alemania que había pertenecido al Kaiser Guillermo II.

Unos meses después de su coronación, Haile Selassie promulgó su Constitución de 55 artículos. En uno de ellos, calificaba de sagrada su persona y se proclamaba heredero de sangre del rey Salomón y la Reina de Saba.

Ocupación italiana durante cinco años

Los italianos controlaban los pozos de petróleo del norte de Etiopía y Haile Selassie intentó recuperarlos. Era el pretexto que Mussolini necesitaba para invadir el país. Así que el Duce movilizó su ejército desde las colonias de Eritrea y Somalia para conquistar Etiopía.

Francia e Inglaterra dejaron solo al emperador pero el pueblo etíope le apoyó a muerte para evitar que Etiopía fuera colonizada por Mussolini.

Pero Mussolini no tuvo en cuenta algunos aspectos del pueblo etíope, como por ejemplo, que Etiopía no se parece a ningún otro país africano porque tiene el orgullo de sentirse “el pueblo elegido” y que además, Etiopía llevaba siglos guerreando.

Benito Mussolini después de duras batallas y desatando una feroz represión ocupó el país durante cinco años.

Durante la ocupación italiana, Haile Selassie se exilió en Bath (Inglaterra) consiguiendo el apoyo de Winston Churchill. Selassie proclamó a Etiopía aliada de las fuerzas que combatían contra Hitler y Mussolini.

En cosa de ocho meses, la guerrilla etíope con el apoyo de los aliados ingleses derrotaron a los italianos en cuantas batallas libraron.

El 5 de mayo, “El León de Judá” entraba en Adis Abeba, cinco años después de que fuera ocupada por los italianos. Las calles de Adis aclamaron a su más grande héroe desde Melenik II.

Mas tarde, Haile Selassie ocupó Eritrea y fracasó en Somalia en sus intentos de expansión.

Promulgó una nueva Constitución en la que mantenía su poder absoluto. Siguió con su imagen modernizada ante el mundo a pesar de que la mayoría de los etíopes morían de hambre.

Etiopía se había convertido en una férrea dictadura controlada por la Policía Política Imperial llena de corrupción mientras el pueblo no tenía nada de comer.

Encerrado en su palacio y rodeado de una corte de aduladores disfrutaba de todos los lujos inimaginables.

Ryszard Kapuscinski en su magnífico libro “El Emperador” describe fantásticamente la vida en palacio

Haile Selassie al que admiraban los occidentales no era más que un despótico loco. Cuando la periodista Oriana Fallaci le preguntó en una entrevista que podía decir sobre la miseria de su pueblo. Selassie le contestó “siempre ha habido ricos y pobres no?”

El descontento empezó a cuajar entre el ejercito. En 1960 hubo un golpe fallido de estado instigado por Mengistu Neway.

En 1974, las potencias europeas ya tenían otra imagen del “Rey de Reyes“. La BBC había emitido un reportaje filmado por el periodista Jonathan Dimbleby, bajo el título “El hambre oculta”. Las imágenes del documental alternaban las imágenes de las hambrunas terribles de ese año con las imágenes de Selassie disfrutando de grandes banquetes, aviones descargando champán y caviar para el emperador, etc. Selassie perdió la confianza de los aliados occidentales. El descontento seguía aumentando.

Eritrea se levantó en armas en 1962 mientras que las tropas etíopes reprimieron sin piedad a los alzados.

Mengistu Haile Mariam y el terror rojo

El 12 de septiembre de 1974, un grupo de jóvenes oficiales dirigidos por el comandante Mengistu Haile-Mariam asestó el golpe de estado definitivo a la dinastía de Selassie tras tres mil años de historia.

El emperador fue aislado en palacio y poco a poco olvidado del mundo. El 27 de agosto de 1975 fue asesinado. Su cadáver fue enterrado en el cuarto de baño de su palacio.

El día de su derrocamiento, los descendientes de Salomón desaparecieron para siempre de la historia etíope, casi tres mil años después de que comenzara su leyenda.

Mengistu nacionalizó todas las industrias y tierras del país, encerró en las cárceles a miles de sospechosos y fusiló a todos los adversarios políticos, continúo con la sangrienta guerra contra Eritrea y Etiopía se hizo marxista. La ayuda soviética y cubana ayudó a formar el ejército más poderoso de África. Un déspota sucedía a otro déspota y la miseria seguía en el país.

Durante los últimos años de Haile Selassie y los primeros de Mengistu más de un millón de personas murieron de hambre en Etiopía

Graham Hancock relata que los familiares de las víctimas del gobierno de Mengistu debían pagar el valor de las balas para recuperar los cadáveres.

La ferocidad de su dictadura, las hambrunas, la crisis económica y las guerras minaron el poder de Mengistu. El 21 de mayo de 1991 Mengistu tomó un avión y escapó a Zimbabue donde el presidente Mugabe le ofreció asilo político.

Eritrea ganó su independencia y en Etiopía se instaló un régimen federal hasta hoy.

Bibliografía:

“Etiopía entre la historia y la leyenda” de Juan Gonzalez Nuñez; “Etiopía bajo Mussolini” de Alberto Sbacchi y “Los caminos perdidos de África” de Javier Reverte, “El Emperador” de Ryszard Kapuscinski

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