Abuja, capital de Nigeria, dos meses viviendo en África
Esperando un permiso para trabajar como periodistas en Maiduguri que nunca llega
Tras los tres primeros días en Lagos con nuestra licencia de dos meses, nos despedimos del driver en el aeropuerto de vuelos domésticos. Ha sido un buen fichaje.
Nos vamos a Abuja
El aeropuerto de Lagos es un hervidero de gente, gritos, voces y empujones. Un lugar donde tomas conciencia de tu propia piel desvalida e indefensa. Varios tipos se llevan tus maletas lo quieras o no. Uno de ellos se lleva las nuestras. Son maletas pequeñas, de cabina pero ya me están tocando las narices cuando me dicen que no pueden ir conmigo. Forma parte del entramado de enredos nigerianos, pretender hacer business con todo. Corrupción en cualquier esquina. Todos conchabados desde, el que te coge la maleta nada más bajar del taxi hasta los tipejos apostados en cada esquina del aeropuerto, pasando por los policías de los arcos. No me queda otra que facturar mis maletas de cabina.
Esto es Nigeria y el dinero es el number one para empezar a hablar de cualquier cosa
El avión es pequeño. Ni un blanco. Me horroriza la idea de volar con compañías domésticas africanas. Esta se llama Arik. Una hora de viaje. Cada vez estoy más acojonada. Nada más despegar, la ventanilla de mi asiento se descuelga. La señora de delante se vuelve hacia mi incrédula. Parece que no entra aire de fuera. Aviso al azafata que observa la escena con cara de tonta. El viaje esta resultando de traca sin saber si la ventanilla se va a caer del todo o no. Estamos es África.
Por fin llegamos a Abuja. Hace más calor que en Lagos. Es la capital administrativa del país y el mar queda lejos. El clima es tropical de sabana. Nos instalamos en el Hotel Nicón Luxury, recomendación de un empresario español que trabaja en Nigeria.
Abuja es muy diferente a Lagos
Es una ciudad de amplios horizontes, extensas calles y mucho orden. El viajero que viene de Lagos se queda atónito ante tanto espacio.
El aire de Abuja huele a poder y dinero fácil, ese que cambia de manos con facilidad
Abuja es una ciudad donde casi no se ve gente. Las avenidas están desiertas. Edificios administrativos e institucionales alternan con barrios residenciales. Me recuerda a Winhoeck (Namibia) pero a lo bestia.
Hace ocho años estuvimos en Abuja un par de días. Nos hospedamos en casa de otro empresario español. La sensación fue la misma, una ciudad muerta sin el pulso de la fantástica Lagos.
El hotel Nixon Luxury es enorme y decadente. Tiene pocos clientes pero a mi me gusta mucho. Nos han hecho un precio estupendo. Piscinas vacias, solitarias pistas de tenis, terrazas sin gente, etc. Nuestra habitación es grande y luminosa con un enorme ventanal perfecto para poder trabajar.
No hay nada más aburrido que un domingo por la tarde en Abuja. Ni un alma por la ciudad. A unos cien metros del hotel descubrimos un centro comercial. Desolador, hasta arriba de familias musulmanas pasando la tarde con los niños, las madres, las abuelas, etc. Por la pinta de la clientela, lo más que se puede aspirar a comprar aquí es un par de zumos de piña, ni soñando, cerveza o vino.
Nos vamos a cenar a un restaurante hindú que conocimos hace años. Se llama Wakkis. Por fin, he podido cenar un plato sin echar fuego por la boca que suele ser lo normal en este país. El gran problema de la comida nigeriana son las especias picantes sólo soportable para estómagos a prueba de bomba.
6 de enero
Día de Reyes en España. En Abuja, un día normal salvo para la embajada española que se ha tomado vacaciones.
Carlos es un empresario español que estos días se encuentra en Madrid pero que trabaja en Abuja desde hace años. Nos manda a uno de sus choferes. Quiere que nos hospedemos en su compound.
El chofer se llama Goudi y es un chico educadisimo de amplia sonrisa. Nos lleva a casa de Carlos. Nos recibe su staff. Nos han dejado un pequeño estudio para los días que pasemos en Abuja.
El estudio tiene aire africano con una mesa para poder trabajar, una cama grande y un baño. Los pequeños lujos que tanto se valoran en África En el compound además, se encuentran sus oficinas y varios apartamentos más para los trabajadores.
Tiene un jardín precioso lleno de plantas y árboles tropicales.
Instalados nos vamos con el chofer al Ministerio de Información para pedir el permiso de trabajo en Nigeria.
Queremos el permiso para trabajar como periodistas freelance en Maiduguri, la ciudad asediada por Boko Haram
Al llegar al Ministerio nos reciben unos funcionarios que por teléfono nos ponen en contacto con su jefa, en este momento se encuentra fuera del despacho. Es la que tiene que firmar nuestro permiso. La señora nos manda literalmente a la mierda porque lo que pedimos lo tenían que haber tramitado en la Embajada de Nigeria en España.
Comienzan los problemas
Nos quedamos desconcertados y con cara de idiotas en su despacho por si el personaje se decide a pasar por aquí y poder hablar ‘face to face’.
La tipa aparece a la media hora. Le explicamos nuestra situación con pelos y señales. Fría e impasible nos vuelve a mandar a la mierda.
No nos quiere dar el permiso
Hay que buscar un plan B. Uno de sus funcionarios en un susurro al oído nos sugiere que pidamos asistencia al embajador de España.
No queda otra que dejarse caer por la Embajada de España en Abuja
Hoy la Embajada esta cerrada, así que nos vamos a ver una exposición de pintura nigeriana en el hotel Seraton. Hemos quedado esta tarde a tomar algo con un chico que conoce muy bien Maiduguri.
La cita con nuestro amigo es en un restaurante junto a una laguna. Los mosquitos se estrellan en mi cara aunque voy hasta arriba de repelente. Tomamos una cerveza poniéndonos al día de los grupos terroristas y facciones de Boko Haram que operan por el Estado de Borno y de los riesgos y peligros que asumimos si decidimos ir a Maiduguri.
Nuestro amigo se va pero nosotros nos quedamos a cenar. Me ha parecido ver pasar una rata a mi lado. Tengo hambre. Hoy solo hemos comido unos anacardos. Se me ocurre pedir un pescado y pollo.
Tras dos horas de espera nigeriana y cuando estamos a punto de ponernos como unos basiliscos nos traen la cena
El pollo está como una piedra nadando en una salsa asquerosa. Las ratas que no eran alucinaciones empiezan a campear a sus anchas entre las mesas. Esto no puede ser más surrealista. Ya no queda gente en la terraza y las cabronas aprovechan para tomar posiciones. Una hora más de espera y aparece mi pescado. Debe medir metro y medio. Es un pedazo de pez que no se comen ni diez personas.
Entre la espera, las ratas, la salsa, el pollo y este pedazo de pez me quedo sin cenar.
Que difícil es comer en Nigeria, ¡la leche¡
7 de enero
En el estudio se duerme de maravilla. Nos vamos con nuestro chofer a la embajada de España para ver si nos recibe el embajador.
En la embajada hay muchas más medidas de seguridad que hace años. Nos anunciamos, somos periodistas. Varios funcionarios nos dan la bienvenida. Todos van escuchando nuestras cuitas y desgracias. La mayoría son gallegos. Esto parece un barrio de Coruña. Entre gallegos todo es más fácil, yo de Chantada, yo de Ferrol, tu de Pontevedra, etc.
El embajador también es gallego. Nos recibe el primer secretario. Se llama Daniel. Es un diplomático joven, simpático y eficaz. Le explicamos que necesitamos EL PERMISO DE PERIODISTAS para trabajar en Nigeria y que el Ministerio de Información nigeriano no nos lo quiere facilitar. Queremos que el embajador desbloquee esta situación.
En realidad, nuestro sueño es ir al Estado de Borno y a su capital, Maiduguri pero cualquiera lo dice en alto en una embajada que debe proteger a sus ciudadanos
El Estado de Borno esta en guerra, lo que significa que es el infierno. Así que como quien no quiere la cosa, dejamos caer nuestra intención de hacer periodismo por toda Nigeria.
Daniel se va a consultar al embajador. A los dos minutos vuelve con una sonrisa de oreja a oreja.
Nos va a recibir el embajador
Lo primero disculparme por mi aspecto de aventurera africana. No he traído otro tipo de ropa para estos dos meses.
El embajador es alto, exquisito de trato, amable y cercano. Lleva tres años en Nigeria. Le interesa todo sobre nosotros. Una vez más, como cotorras narramos nuestra intención de hacer periodismo en Nigeria, ni una palabra sobre Maiduguri.
En dos minutos activa el protocolo para desatascar nuestra complicada situación con la implacable funcionaria nigeriana. Mientras nos invita a una infusión de citrón que previene la malaria nos cuenta que la funcionaria va a ser dura de pelar.
De repente, me vengo arriba y le digo que lo que quiero es ir a MAIDUGURI. Me explica con paciencia, sonrisa paternal y resignada mirada que al estado de Borno sólo se puede ir de la mano de una ong como “Médicos sin fronteras”.
Nos volvemos a nuestro estudio a la espera de noticias.
Esta tarde iremos al mercado de impresores donde se hacen todo tipo de trabajos de forma artesanal. Necesitamos tarjetas de visita. Los puestos de este fantástico mercado se extienden alrededor de un gran parque y de un edificio anexo. Aquí te encuentras de todo, el mundo de la impresión que convive con el de la falsificación. Esto es Nigeria.
En el estudio de Carlos se está de muerte mientras escribimos, leemos o trabajamos disfrutando de una cena y un buen vino.
8 de enero
Estamos felices. Quiero que los días se eternicen, que el tiempo no pase. Disfrutar de la casa de Carlos, de su fantástico compound, de su jardín lleno de árboles tropicales y de pájaros que se escuchan por todas partes.
Son días llenos de vibraciones, de gente nueva, de inéditos contactos, absorbiendo información por todas partes preparando el terreno para conocer más y más sobre Nigeria y Maiduguri.
Estos días me recuerdan a los que vivimos en Lagos hace unos años cuando nos casamos y el cónsul de España nos dejó su casa mientras él se fue de vacaciones a España. La más maravillosa luna de miel que uno pueda imaginarse.
Nos vamos a la sede de la ONU
En un nuevo intento para desatascar nuestra situación y contactar con alguien de UNICEF en Maiduguri.
La sede de la ONU en Abuja tiene unas increíbles medidas de seguridad. Un coche bomba exploto aquí en agosto de 2011, con 21 muertos y 60 heridos. Boko Haram reivindicó el atentado.
Carlos, nuestro anfitrión nos llama al móvil desde España justo cuando estamos pasando los controles de seguridad. Nos deja atónitos. No sé que coño nos cuenta de los Servicios Secretos nigerianos. Esta bastante cabreado. Un nuevo enredo africano.
Lo único que queremos es nuestro permiso de periodistas para poder trabajar en Maiduguri. Esto parece una película barata de aprendices a espías.
Que complicado es este país, mucho más si lo que quieres es ir al Estado de Borno.
En la sede de la ONU, nos recibe Ariana, hija de alemán y griega. Hemos venido a pedirle ayuda. Muy elegantemente nos larga a los brazos de la única ONG que tiene representación española en Maiduguri, Médicos sin Fronteras (MSF). En definitiva, que nos busquemos la vida.
Nos vamos a la Conferencia Episcopal de Abuja
Desesperados en un nuevo empeño por solucionar como sea nuestra situación. El secretario de la Conferencia Episcopal está confesando en un pequeño jardín bajo un árbol. Toca esperar. El penitente debe ser malísimo porque se alargan más de una hora.
Tras tragarnos una misa presidida por obispo de Abuja que se prolonga más de tres horas, conseguimos el contacto del Obispo de Maiduguri.
9 de enero
Los días pasan esperando noticias. La ONG Medicos Sin Fronteras (MSF) sigue sin dar señales de vida a pesar de los encuentros que tuvimos con ellos en Madrid antes del viaje y de los mensajes que les estamos mandando. Hartos de incertidumbre, nos vamos a un mercadillo de artesanos a las afueras. El día es oscuro porque hay harmattán, un viento alisio de África occidental frío, seco y polvoriento que sopla al sur del Sáhara hacia el golfo de Guinea.
A pesar de la presión por conseguir nuestro permiso para poder trabajar como periodistas en zona de guerra y el miedo que para mi eso supone, disfruto tanto de mi tiempo africano, de Xaquin y de nosotros, de poder estar todo el día juntos. Diseñando proyectos, trabajando. Es un maravilloso regalo.
Un tiempo imborrable que no voy a olvidar nunca
10 de enero
La impaciencia empieza a tomar forma. Llevamos demasiados días en Abuja esperando el permiso y todavía no hemos resuelto nada salvo la ayuda del embajador y del Obispo de Maiduguri que nos invita a una ceremonia religiosa. MSF no mueve ficha a pesar de que les hemos pedido por activa y por pasiva ayuda para poder ir con ellos.
Empiezo a estar desesperada. El responsable de Médicos Sin Fronteras MSF en Nigeria esta muy ocupado y nos da largas. Parece que lo único que les importa es que hagamos un publireportaje y como a eso no estamos dispuestos pues no se ponen a tiro. Así funcionan las cosas.
Mi tiempo ha pasado. Nos presentamos en la sede de MSF. A la media hora, aparece el responsable, un tipo grueso, resuelto, de buen talante y comedidamente distante. Le explicamos el bloqueo del Ministerio de Información nigeriano con la obtención de nuestro permiso para trabajar como periodistas. Nos pone a un asistente para solucionar las cosas.
Aprovecho la ocasión para hacerle varias preguntas y pedirle consejo sobre nuestra seguridad en Maiduguri y de una forma profesional sin apartase de su estudiado guión, me dice el tipo textualmente: “No puedo aconsejaros nada porque habeis elegido ir a una zona de guerra y es vuestra responsabilidad” y se queda tan ancho. El tipo no me ha caído bien pero es de agradecer que su asistente se venga con nosotros al Ministerio de Información.
Comienza otra locura africana
La jefa del “angelito” que nos mandó a la mierda hace unos días es la directora de Información de quien depende en última instancia nuestro permiso de periodistas para trabajar en Maiduguri. Es una mujer mayor, amable y con sentido del humor. Acicalada como se arreglan las nigerianas de buena posición. Su despacho es amplio, limpio y con luz. Tiene varias fotos institucionales de las altas esferas del país. En la mesa del despacho, una virgen y un crucifijo anuncian que es una yoruba católica. Tiene ordenador (lo cual es mucho en Nigeria) y unos cómodos sillones. Con mirada firme y mucha seguridad le presento a mi marido, Xaquín López.
Su feedback es determinante. La he encandilado aunque es una mujer para echarse a temblar. Tiene a su gente absolutamente acojonada.
Llegamos con la asistente de MSF. La señora directora nos hace un tercer grado, un verdadero interrogatorio policial mas digno de un inspector de policía, ¿que quienes somos? ¿que porque tal, que porque cual?, etc.
Nos pide teléfonos. En nuestras mismísimas narices se pone a llamar a nuestros contactos de España. Estamos alucinados. La tensión es máxima. Esto parece una montaña rusa. Grita a su gente, lee con detalle nuestra documentación, pregunta e interroga. Se atreve a llamar a la embajada nigeriana en Madrid hecha un basilisco, poniéndoles a caldo por habernos dado un visado de bunisses y no de periodistas.
Agotados, nos vamos de su despacho a la espera de noticias. No hemos hecho mas que llegar al estudio para comer cuando nos vuelve a llamar para pedirnos más documentación. Como centellas volvemos al ministerio. Son las cuatro de la tarde de un viernes pero sigue dando órdenes a su staff. La que más tiembla ante la jefa es “el angelito” que ahora luce cara de cordero degollado.
Es viernes y nos cita el lunes a las diez de la mañana en su despacho. El miércoles pasado, a pesar de no tener todavía los permisos, nos vinimos arriba y compramos los vuelos a Maiduguri para el lunes a la una de la tarde. La cosa está complicada.
Tenemos por delante un fin de semana lleno de inquietud y desasosiego. Por si fuera poco, los trabajadores de Carlos nos quitan cualquier intento de iniciativa. Por lo visto salir de la ciudad es enfrentarse a secuestros, atracos y asesinatos.
Sábado 11 de enero
El responsable de MSF quiere implicarse con nosotros lo menos posible. Hubiera esperado más apoyo de la única ONG que tiene presencia española en Maiduguri para los dos españoles que sólo quieren trabajar difundiendo lo que está pasando en esta parte del mundo. La excusa que ponen es la seguridad.
El fin de semana transcurre tranquilo esperando noticias. Por segunda vez hemos quedado con el funcionario español que trabaja sobre el terreno. El mensaje de hoy es desolador.
Maiduguri es muy arriesgado, peligroso y expuesto
Nos quita la idea de ir sin el permiso de periodistas bajo ningún concepto. Lo mejor que nos puede pasar es que nos acusen de espionaje en zona de guerra. Estamos mas que bloqueados.
Nos han invitado a hacer un traking por las montañas que rodean la ciudad unos compatriotas que viven aquí. De primeras, hemos dicho que si pero estamos tan preocupados que no nos apetece hacer casi nada.
12 de enero
Tengo la sensación de perderme algo. La comodidad me deja sin iniciativa. Ha llegado el momento de avanzar.
Si no podemos ir a Maiduguri porque es peligroso y no llega el permiso, habrá que buscar un plan B
El Delta del Niger puede ser una opción para abandonar este pequeño paraíso. Nos queda mucha Nigeria por conocer.
13 de enero, lunes
Pagando una penalización por teléfono hemos logrado cambiar los billetes para el próximo miércoles.
En el despacho de la Directora de Comunicación nos comunican que no ha llegado todavía la firma del secretario. “Vuelva usted mañana y se quedan tan anchos”. Estamos desesperados.
Empieza otra nueva locura africana
Los Servicios Secretos nigerianos han estado haciendo preguntas a los trabajadores de Carlos sobre nosotros. Aunque él se encuentra estos días en España no le ha hecho ninguna gracia la nueva situación.
Este país es muy complicado
El visado que nos dieron en la Embajada de Nigeria en Madrid es de bunisses aún siendo periodistas. Este error ha desencadenado un verdadero sunami hasta el punto de que empezamos a tener miedo.
Estamos en África donde es imposible calcular hasta donde pueden llegar a complicarse las cosas.
14 de enero
Nos trasladamos al hotel Nikón Luxury. Tenía ganas de volver a sentirme libre.
No podemos estar más desanimados cuando recibimos una llamada del Ministerio de Información nigeriano. Parece que la cosa se mueve. Nos quieren ver ahora mismo. Aunque el embajador de España nos espera hoy al mediodía vamos a tener que darle plantón.
Nos recibe el “angelito” que nos mandó a la mierda hace diez días. Ahora es todo sonrisa y complicidad. Hay que pagar una pasta gansa por los permisos.
Nos entrega la credencial para trabajar como periodistas en el Estado de Borno, su capital Maiduguri y en el resto de Nigeria
Para acabar el día, otra sorpresa. A primera hora nos hemos acercado a la agencia de viajes del Hotel Seratón para buscar un plan B, incluso barajamos la idea de irnos del país. La chica de la agencia nos ha entendido mal y no se le ha ocurrido otra cosa que anular nuestros billetes a Maiduguri de mañana y cambiarlos por otros a Lagos. No me lo puedo creer.
En África lo mejor es reconocer que te has equivocado y reconducir las cosas. El nigeriano es muy soberbio y como se tuerza no tienes nada que hacer. Así que por las buenas estamos consiguiendo que esta elementa nos busque una solución a su desaguisado. Por lo menos, le pone interés.
15 de enero
Volando a Maiduguri, la ciudad del terror
Si alguien me dice en algún momento de mi vida que voy a estar subida a un avión con nombre de chocolatina. “Max Air” con destino a Maiduguri (que está en estado de guerra) no me lo creo, debo estar absolutamente loca por seguir a Xaquín hasta donde le lleve su mente aventurera. Tengo más miedo que en toda mi vida. Hay un abismo entre mi sentido común que me pide quedarme en Abuja y la imposibilidad de dejarle solo.
La sensación de vértigo es comparable a la que tuve hace años en un avión volviendo de Teheran que tuvo que aterrizar en Roma planeando por un fallo de motores. Ahora, vuelo sobre territorio Boko Haram.
Queremos contarle al mundo lo que esta pasando en Maiduguri, una ciudad en estado de sitio donde no suelen venir los periodistas en su sano juicio.
Nos ha costado mucho conseguir el permiso para trabajar. Esta ciudad es demasiado peligrosa. Nos anuncian que en cinco minutos aterrizaremos en Maiduguri, la ciudad soñada pero a mi, el miedo me oprime el pecho.