Jinja, las fuentes del río Nilo
Dos semanas recorriendo en coche Uganda
Jinja, el Lago Victoria, la fuente del Nilo
Javier Reverte decía que “África no podría comprenderse sin el río Nilo. Y a Uganda le cabe la gloria de albergar en su territorio el vientre que bombea ese enorme caudal de agua que es el Nilo”.
El río Nilo nace en las orillas septentrionales del Lago Victoria, a menos de cien kilómetros de Kampala abriendo un ancho y hondo surco que viajará más de seis mil kilómetros hasta el mar Mediterráneo.
El Nilo es legendario y ha ocupado, durante siglos, un lugar de honor en los sueños de los hombres. Desde los inicios de la civilización encontrar sus fuentes fue una obsesión para los geógrafos, militares y exploradores. Los egipcios lo consideraban sagrado, concediéndole un rango de dios.
Su leyenda comenzó en los albores de la civilización. Heródoto navegó el río desde la desembocadura hasta la isla Elefantina, en Assuán. El geógrafo griego Ptolomeo lo llamó Padre de los ríos, y mil setecientos años antes de que John H. Speke descubriera su nacimiento, trazó un mapa según el cual el río Nilo nacía en dos grandes lagos en los que vertía el agua del deshielo de las nieves una cordillera de elevadas alturas, a la que bautizó como Las Montañas de la Luna.
Las Montañas de la luna descubiertas por Stanley
Durante siglos se tuvo por fantástico el mapa, hasta que los exploradores contemplaron que aquellos dos grandes lagos existían y los llamaron Lago Victoria y Lago Alberto. La cordillera de la que recibía su caudal tampoco era un invento de Ptolomeo y han permanecido con el nombre con el que él las bautizó: “Las Montañas de la Luna” aunque también se las conoce como cordillera Ruwenzori. Sus cumbres marcan la frontera entre Congo y Uganda, el pico más alto, Margarita, supera los 5000 m de altura.
Mas allá de Jartum, la capital de Sudan, el río se divide en múltiples brazos y llegan a su cauce aguas de las montañas de Etiopía, lo que hoy se conoce como el Nilo Azul.
El misterio de las fuentes permaneció vivo, convirtiéndose en un mito y como el reto más importante de la geografía. Hasta que un día de julio de 1862, el capitán británico John H. Speke alcanzó la orilla norte del Lago Victoria, en el territorio de Buganda durante el reinado de Mutesa I, y se proclamó descubridor del nacimiento del Nilo. Sus tesis defendidas en un primer momento en la “Royal Geographical Society” de Londres, que había financiado su expedición fueron poco después puestas en duda. En especial, gracias a su adversario y compañero de expediciones, el también británico, Richard Burton.
Richard Burton y John H. Speke locos por encontrar las fuentes del Nilo
Tuvieron que pasar más de trece años antes de que Henry Morton Stanley viajara al lago Victoria, lo recorriera y confirmara las teorías de Speke. Pero Speke había muerto años antes en un extraño accidente de caza (o suicidio) nunca se sabrá sin haber saboreado el éxito de haber sido el auténtico descubridor de las Fuentes del río Nilo.
Buscando las fuentes del Nilo
La llegada a Jinja, la ciudad a orillas del Lago Victoria (cerca de Kampala) ha sido surrealista. En Jinja se encuentra la fuente del río Nilo. Es el lugar donde nace el río que sale orgulloso y poderoso de las aguas del lago Victoria. Nos hemos pegado una paliza de viaje para no olvidar. Desde esta madrugada que dejamos Murchinson Falls National Park hemos atravesado medio país.
Eso si, kilómetros disfrutando de cafetales maravillosos y extensos campos de te, que tiñen el paisaje de un verde rabioso e insultante. Los trabajadores cortan con la mano las hojas de té guardándolas en un cesto a la espalda en una imagen inolvidable. Esta gente siempre tiene una sonrisa para el viajero que cruza su país. Que hospitalarios son los ugandeses. Hemos recorrido en nuestro camino a Jinja pequeñas aldeas, en la mayoría no hay agua corriente ni luz.
En las chozas que rodean los poblados, las mujeres traen agua, lavan la ropa y cocinan, casi siempre el matoke, la comida tradicional ugandesa.
Hemos llegado a Jinja atravesando Kampala, un grave error de inexpertos. Los ochenta kilómetros desde Kampala a Jinja se han hecho eternos. Hemos llegado agotados, maltrechos y estresados. Entrar en Kampala es entrar en una ratonera de atascos de horas y horas con un calor que te desploma.
No llevamos nada reservado. Durante el viaje he elegido el “Hotel Garbey on the Nilo” para dormir esta noche. El hotel es una casa colonial rehabilitada que está a tomar por saco, lejos del centro. En la guía dice que pertenece a una australiana afincada en Jinja pero o se ha ido la australiana o aquí hay gato encerrado porque el hotel huele a africanada de las buenas.
La habitación es bonita aunque con tanta vegetación es difícil ver el lago que está justo enfrente.
Jinja es una ciudad preciosa, polvorienta y de arena roja que contrasta con el verdor de la vegetación que tiene. Muchas calles no están asfaltadas y me recuerdan a las calles de Gurué en Mozambique.
Una ducha y a enmudecer contemplando el gran Lago Victoria. Salimos a tomar algo casi arrastrándonos y hambrientos. Llegar aquí ha sido tan horrible que no hemos podido ni comer. Encontramos un sitio para tomar algo y desconectar del viaje. Un lugar lleno de gente con un jardín salpicado de chozas de paja para cenar y mucho ambiente. “All friends places” es un restaurante popular donde hay de todo en la carta. Nos hemos bebido unas cervezas y devorado un pollo mortalmente exquisito como si fuera el último día de nuestra vida. Arrastrándonos de nuevo volvemos al hotel para dormir en una preciosa cama con dosel, mosquitera y el lago Victoria delante de nuestras narices.
Amanece un nuevo día en Jinja. Hoy es mi gran día, el sueño de ver la fuente del Nilo, el lugar exacto donde el río Nilo sale del Lago Victoria en su largo camino al Mediterráneo, el punto preciso donde John H. Speke se encontró de bruces con las fuentes. Sólo queda un monumento conmemorativo a la figura de Speke.
Para una mitómana como yo, de la exploración británica en África hoy es un día de cum lauden
Anoche, encargamos en el hotel, el desayuno para las 7 y media de la mañana. Aunque hemos dormido más de la cuenta, estamos listos para salir a las 7. Del desayuno no se sabe nada. A las 8 y media, una hora mas tarde de lo acordado, bajo a la recepción a reclamarlo, me dicen que en 30 minutos nos lo suben a la habitación, le recuerdo a la persona de la recepción que tenemos prisa porque tenemos que llegar hoy a Entebbe para coger mañana un avión.
Otra hora más esperando el desayuno con cara de poker. Nos traen un plato de fruta para empezar. Y media hora más tarde, una chica arrastrándose perezosa, nos trae un zumo. Hasta las narices de esperar, cogemos nuestras cosas y nos largamos. No vamos a echar la mañana con un desayuno a cuentagotas. La chica que tras dos horas, nos trae el café se ha quedado compuesta y sin novio, Una africanada más de Uganda aunque no son frecuentes porque este país, funciona muy bien. Con toda certeza, la australiana ha vendido su lodge o se ha largado a Australia.
La expedición de John H. Speke
Tras una primera expedición con Richard Burton. Speke logra una financiación de dos mil quinientas libras de la “Royal Geographical Society” para una segunda expedición “su expedición” en busca de las fuentes del Nilo. En aquel tiempo, Inglaterra debía aunar los intereses científicos con los políticos y comerciales. Las expediciones africanas, en pleno auge del expansionismo colonial británico cumplían a la perfección un triple objetivo, abrir rutas al conocimiento, establecer puntos de poder político y militar, y crear establecimientos y vías para el comercio y el suministro de materias primas a bajo precio.
Descubrir el Nilo no era sólo un objetivo científico. Conocer la fuente del Nilo, su cabecera era un dato de enorme importancia para la protección estratégica, de Egipto, país vital para la seguridad del tráfico del Canal de Suez que pronto sería abierto y por el que navegarían los barcos que traían a Inglaterra, desde la India, especias y otros productos de enorme valor. Speke cumplía la tarea de explorador y además, una misión política y comercial.
Acompañado del capitán James Augustus Grandt siguió la misma ruta que el viaje anterior. Pero en Tabora dobló hacía el norte, en dirección al Lago Victoria. Lo bordeó por sus orillas occidentales , y a finales de 1861, estaba en el reino de Karagwe donde fueron recibidos con todas las atenciones por el rey Rumanika. Allí espero la invitación del rey Mutesa I para poder visitar el reino de Buganda, y en 1862 fue recibido por Mutesa. Speke le regaló un fusil y el rey para probarlo hizo diana con el primer nativo que vio estrenando su nuevo juguete.
En la corte de Mutesa, Speke fue informado de que un gran río salía de un lago no muy lejos de allí. Speke y Grandt salieron de Buganda, el siete de julio. Antes de llegar a su destino, Speke decidió dividir la expedición en dos, e ir él solo a las fuentes, y Grandt rumbo al norte para estudiar el camino de vuelta. Quería guardar para él solo, la gloria de descubrir las fuentes del Nilo, y Grandt que le admiraba y respetaba, no puso ninguna objeción.
En Urondogani, Speke encontró la corriente del enorme río y la siguió en dirección sur. Así describe sus primeras impresiones en su primera visión del río, el 21 de julio de 1862:
“¡Al fin me encontraba en los bordes del Nilo!. Nada había más bello que el espectáculo que se ofrecía a mis ojos. Veía reunidos por la naturaleza todos los efectos de perspectiva que ambiciona el propietario del jardín mejor cuidado, una magnífica corriente de seiscientos o setecientos metros de longitud, esmaltada aquí y allá por arrecifes e islas, ocupadas éstas por chozas de pescadores y aquellos por las golondrinas del mar. Algunos cocodrilos se calentaban al sol mientras otros corrían en los altos ribazos cubiertos de una espesa grama. Detrás, entre hermosos árboles, podíamos ver trotar numerosos grupos de antílopes, en tanto que los hipopótamos chapoteaban en el agua, y ante nuestros pies, a cada momento, salían y echaban a volar codornices y pintadas”
Siete días más tarde, Speke alcanzaba el Lago Victoria y a su vista se ofrecía el espectáculo del gran río desbordándose desde el lago en un pequeño salto de agua. Speke hizo un bonito dibujo del lugar y bautizó la breve catarata como Ripon Falls, en memoria de uno de los dirigentes de la Royal Geographical Society que con más entusiasmo apoyó su viaje.
Una mitómana que descubre las fuentes del Nilo en el mismo lugar que Speke
Nos vamos a las fuentes del Nilo. Nos ha costado encontrarlas. En la orilla del Nilo, no lejos de las extintas cataratas Ripon, se ha convertido en un lugar de peregrinaje para los nostálgicos.
En el jardín cuidado del lodge “El living wáter resort” , se encuentra el monolito en honor a John H. Speke. Me esperaba otra cosa aunque el lugar es mágico y bellísimo. Conserva imponente y majestuoso toda la solemnidad que corresponden a los mitos. Con la boca abierta y llena de una emoción difícil de explicar (que ni Xaquín entiende), alcanzable sólo para mitómanos de la exploración en África, toco con mis manos el monolito a Speke, después llego hasta la orilla del río Nilo, con cuidado, aquí cuando menos te lo esperas, te encuentras con un hipo o con un cocodrilo hambriento.
Nada ha cambiado. Desde la orilla, la fuerza de oleaje que sale del manso Lago Victoria, deja al nuevo río que va abriendo poderoso la tierra, para viajar durante seis mil trescientos kilómetros hasta llegar al Mediterráneo.
La antigua catarata Ripon Falls ha desaparecido por la presa de Owen, el lugar es muy fácil de reconocer. Se podría trazar una línea imaginaría como dice Javier Reverte que marcase donde termina el lago y donde comienza el río Nilo. La anchura del río aquí es de unos trescientos metros. A partir de Owen Falls, la fuerza del río se hace incontenible, nada puede pararle saltando las cataratas de Murchinson Falls o llegando al Lago Alberto.
Nos hemos quedado mudos. Hay un silencio estremecedor únicamente roto por el vigor del oleaje del río que sale del lago.
Enfrente de donde estamos, en la otra orilla, hay un lugar turístico donde también se puede disfrutar del nacimiento del río.
El paseo por Jinja, una de las principales ciudades de Uganda merece la pena. Me gusta mucho esta ciudad con casas coloniales, edificios de las décadas de 1910, 1920 y 1930, una maravillosa urbe. La calle principal de Jinja, llena de viejas casonas de las más antiguas y ricas de familias indús es fantástica. La tierra polvorienta de la ciudad, llena vida, alboroto y alegría. Una ciudad preciosa para conocer.
Mañana nos vamos Entebee (echando leches). Entebbe es otra ciudad de Uganda donde se encuentra el aeropuerto internacional. Volamos a Mombasa (Kenia) para buscar y comprar nuestra cama swahili. Teniendo en cuenta, como es el tráfico en este país, hay que salir con tiempo.
Entebbe, otra ciudad al borde del Lago Victoria
Tenemos una ruta alternativa para evitar atravesar Kampala que pueden ser horas de atascos. Aún así, hemos perdido tiempo en algún centro urbano donde son inevitables las retenciones. Nos plantamos en Entebbe a buena hora. He elegido el hotel “The Imperial Botanic” porque está cerca del Jardín Botánico donde se rodaron escenas de la primera película de “Tarzan de los monos”.
(El 25 de marzo de 1932 se estrenaba en Nueva York Tarzan de los monos, basada en la novela homónima del escritor estadounidense Edgar Rice Burroughs. La película marcaría el exitoso debut de Johnny Weissmüller, uno de los mejores nadadores del mundo, en la piel del rey de la selva)
Nos instalamos en el “The Imperial Botanic”, un hotel muy bonito con una habitación preciosa con mosquitera.
Entebbe es una ciudad rodeada por el Lago Victoria, lo puedes ver por todas partes. No hay que buscarlo como en Kisumu (Kenia), o en Jinja. Esta es la mejor ciudad para ver el Lago Victoria y la emoción es doble.
He bajado una vez más a la orilla del lago. Nuestro hotel se encuentra en el mismo lago. He recorrido la orilla con cautela porque en África hay muchas muertes por causa de hipos y cocodrilos que se aprovechan de despistes y descuidos de incautos. El lago es precioso pero hay que añadir la exaltación de saber que es la fuente del Nilo.
Los viajeros africanos y yo ya me he ganado el adjetivo a pulso tenemos debilidad y predilección por los grandes ríos y lagos africanos.
Hemos estado trabajando en el reportaje para “Mundo Negro” durante todo el día. Se acabó Uganda, que país más bello. Le tenía muchas ganas y ha superado mis expectativas. Un país fácil, amigable, increíblemente precioso y sobre todo el lugar donde fueron a parar los grandes mitos de la exploración británica victoriana en África. Que más puede pedir una mitómana como yo.
Volando hacia Mombasa en busca de una cama swahili
Sobrevuelo el lago Victoria, el sueño de los aventureros africanos. Es una sensación única. El lago Victoria es misterio, enigma, sublime belleza, historia, anhelos y sueños, el mayor de los sueños.
Está salpicado de islas (en este viaje no ha habido tiempo para verlas). Volamos con Uganda Airlines y no está resultando un mal vuelo. Ayer tarde, hablamos por teléfono con nuestro gran amigo Alberto, que estos días se encuentra en el Congo. Le dije, Albert nos separan solo las Montañas Virunga. Alberto entendió rápidamente mi entusiasmo como buen aventurero africano.
En un rato llegamos a Mombasa (Kenia)
“El sueño de África, en busca de los mitos blancos del continente negro” de Javier Reverte
“Explorers of the Nile”. The Triumph and Tragedy of a Great Victorian Adventure de Tim Jeal
Pingback: En busca de una cama swahili en Mombasa - El sueño de Africa