Gambia, un viaje de aventura por Senegal y Gambia en 9 días (2 parte)

(continuación El Delta del Saloom, un viaje de aventura por Senegal y Gambia en 9 días (1 parte))

Banjul (Gambia), 12 de mayo

Dejamos la reserva en la isla de Sine Saloom.Vamos a coger dos motos que nos acerquen a Karam. Son unos 30 kilometros, nos acompaña nuestra maleta roja. Al pasar por la carretera dejo a un lado una reserva de animales pero nuestro destino es Banjul, capital de Gambia. Llegamos a la frontera en Karam. Hemos tenido que sacar el visado. Tras discutir con los gendarmes, lo reglamentario, la visa nos ha salido demasiado cara, unos 30 euros cada uno. Hemos dado con un policia muy enrollado. Nos ha aconsejado un hotel, el Diana Palace de Banjul y un cambista para cambiar dinero. El cambio que nos daba no era bueno.

Unas mujeres en el tumulto de la frontera, nos ofrecen un cambio mejor. Hemos pasado a Gambia de una forma relativamente fácil para como suelen ser las fronteras africanas. No hemos tenido ningún problema. Vamos en un taxi compartido hacia Barra para coger un ferry que nos llevará a la capital, Banjul. Antes hemos cambiado dinero. En la frontera, varias mujeres nos han rodeado, gritando todas a la vez, nos empujaban, liaban y contaban nuestro dinero. No me dieron buena espina y decido cambiar sólo 200 euros. Una buena decision, porque varias horas después, durante la tarde, nos hemos dado cuenta que por primera vez en nuestros viajes por este continente, nos han timado, como si se tratase de magia, nos han engañado. Reconozco que no nos hemos dado cuenta de que nos estaban robando. Miento, es la segunda vez que nos ha ocurrido tras tanto periplo  africano. La otra vez fue en el aeropuerto de Lagos (Nigeria). Llegabamos muy cansados de madrugada y a un cambista le dimos cien euros para cambiar, ni los contamos. Al darnos la vuelta, nos había dado la mitad. La imprudencia fue nuestra. Cogemos un sept place todavía sin saber que nos han timado y que llevamos la mitad del dinero a Barra donde vamos a coger un ferry a Banjul.

Mujeres en Gambia

La llegada al ferry es un enorme ajetreo de gente. Hace un calor insoportable. Las gambianas visten con muchísimo color. Una mezcla de colores que es un regalo para los sentidos, trajes, vestidos, pañuelos, pareos verdes, naranjas, rosas, amarillos, fucsias. Todas las posibles mezclas les quedan bien a estas bellísimas mujeres. Me recuerdan en la forma de vestirse a las mujeres congolesas de Brazaville.

Mujeres en Gambia 2

Algunas son muy jóvenes, unos quince años y ya cargan con críos a las espaldas. Son niñas con cara de bebe y un bebe lloriqueando atado y sujeto con un pañuelo a la cintura de su madre. Les van dando palmaditas en el trasero como si fueran muñecos con los que seguramente nunca han jugado. Las niñas de África son mujeres desde los siete años, apenas infancia, apenas niñez. Madres niñas,

Cruzar el rio Gambié desde Barra a Banjul es un homenaje a los sentidos, olores y colores, mezcla fantástica. Una de las mejores imágenes de África. Un porteador nos lleva nuestra maleta roja al ferry. Nos esperan un par de horas antes de que dejen entrar gente en el barco. Me da respeto hacer fotos. Tengo miedo a que empiece la bronca muy frecuente en el África Negra cuando ven una cámara. Nunca sabes como van a reaccionar. A veces, es imposible como en Congo o Nigeria. Otras veces, como en la República de Benin es fácil y amigable. Tímidamente empiezo a lanzar alguna foto y nadie protesta. Aún así, controlo mi necesidad de captar las imágenes y guardo la cámara.

Tras dos horas de espera, la gente se mueve hasta unas puertas de hierro, y todos se van apiñando bajo un sol de muerte. Se concentran unas mil personas preparadas para subir al barco.

Barcaza Banjul

El calor es sofocante. Los niños lloran y sus madres intentan calmarlos. Cientos de personas esperamos apiñadas, de pie a que se abran las puertas que nos llevan al ferry. Se abren y aluvión de individuos me empujan. Entre el bullicio y el miedo pierdo a Xaquin. La gente quiere coger un buen sitio en el barco. No tienen ningún miramiento. Logramos subir y no entiendo porque tanta prisa ya que en el barco seguimos de pie y apiñados. Nos acompañan cabras, gallinas, vacas, camiones, coches, trailers llenos de ganado. El espectáculo es insuperable y una prueba de resistencia. Hace mucho calor y tengo miedo de que este viejo barco oxidado con cerca de mil personas, se hunda de repente.

Barcaza de Banjul 2 Vendedor durante la travesía de la barcaza de Banjul Viajero observando durante la travesía de Banjul

Recuerdo la historia de la cooperante portuguesa que conocí en Guinea Bissau que se había salvado de un barco que se hundío con cientos de personas frente a las costas de la capital, Bissau. Nadando llegó a la orilla y pudo vivir para contarlo. Tras ella, dejó muerte y desolación. Se salvó por ser europea y por tanto, saber nadar y por su juventud. A su lado, murieron centenares de personas que no sabían nadar. Me abordan estos recuerdos, mientras cruzo el río Gambié. Estamos llegando a Banjul, capital de Gambia. Al bajar del ferry, comienzan de nuevo los empujones, las prisas y el riesgo a que te pasen por encima, cientos de personas.

Llegada en ferry a Banjul

 

Aglomeración en el ferry de Banjul 1

 

Aglomeración en el ferry de Banjul 2

 

Aglomeración en el ferry de Banjul 3

Banjul es precioso, tiene un aire viejo, decadente y colonial. Me recuerda, en parte a Bissau y en parte a Brazaville. Me gusta. Lo primero buscar un hotel. Vamos a coger un taxi. Le damos al taxista la dirección del primer hotel que hemos elegido y ante nuestra sorpresa sale de la ciudad. He pensado por un momento que nos va a robar. Al final, nos lleva a un hotelito al borde del mar pero vamos a descartarlo porque está muy lejos. No hay hoteles en Banjul. Lo único que encontramos son alojamientos, pensiones, cutres e indecentes, imposibles para nuestras posibilidades de resistencia africana o uno carísimo pero en la playa. Es un resort que hizo Gadaffi, del más puro estilo hortera africano. No tenemos alternativa. El hotel se encuentra muy bien situado.

 

Casa colonial en Banjul

 

Calle de Banjul

 

Carniceria de Banjul

 

Hombre en una playa de Banjul

 

Tiene una gran palloza al borde de la piscina, abierta al Atlántico. Vamos a comer algo ligero y luego a pasear por Banjul. La ciudad es preciosa, recorremos el Albert Market. Conozco casi todos los mercados africanos, sin embargo, este tiene algo especial. Los sastres están situados uno tras otro, en una parte del mercado, cosiendo con sus máquinas todo tipo de tejidos, telas, gasas, vestidos. Hay hilos y hebras de colores por todas partes, acompaña un ensordecedor ruido de las máquinas de coser funcionando a todo tren. El espectáculo es magnífico, lleno de color, los tintes y tinturas con sus distintas tonalidades llenan este fantástico espectáculo. En otra parte del mercado, están los vendedores de verduras, frutas de todos tipo, pescados, pollos, gallinas vivas en sus jaúlas, carnes, especias, arroces, semillas, etc. Los vendedores están distribuidos en distintas zonas. Es uno de los mercados con más colorido, aroma y sabor que he visto. El paseo por Banjul resulta soberbio. Sin embargo, Banjul, no tiene infraestructura para encontrar un sitio para cenar. Tenemos que conformarnos de nuevo, con el hotel de Gadaffi. No hay lugares donde comer ni hoteles medianamente decentes en Banjul porque no hay turismo. Todo el turismo que llega va directamente del aeropuerto a la costa de Gambia.

 

En las calles de Banjul encontramos carteles como este. Gambia es uno de los países de África más restrictivos con la homosexualidad que se castiga con penas que pueden llegar hasta la cadena perpetua aprobada en una nueva ley discriminatoria impulsada por el presidente Yahya Jammeh en 2014.

 

Carteles en las calles de Banjul

 

(Costa de Gambia), 13 de mayo

Tras un desayuno increíble en el hotel de Gadafi, con zumo de baobad y otros nectares de frutas desconocidas, algunas picantes y que su sabor no me resulta desconocido, nos vamos a la costa de Gambia. Hemos cogido un taxi para dirigirnos a la zona donde se encuentran todos los resort. No tenemos claro donde ir. El taxi nos deja en uno de los más conocidos de la costa, “Senegambia”. Es increíble. Nunca había estado en un sitio así. El resort es muy popular, está lleno de gente. Lo primero que observo. mientras hago el check in en la recepción es a una mujer blanca, de unos sesenta años, guapísima. Lleva una diadema que le recoge el pelo, tipo años sesenta, con un estilo Grace Kelly. Le acompaña un chico de unos veintitantos, negro y con rastas. Es su amante. Gambia es uno de los lugares más famosos del mundo por su turismo sexual. Los resort son el sitio idóneo para llevar a los gigolo. La imágen me ha impresionado. La mujer alecciona al chico como si le diera consejos sobre la vida de Europa que él desconoce por completo. Hablan tranquilamente pero con el coqueteo típico de la seduccion. Gambia es un paraíso sexual. Pederastas, mujeres mayores a la búsqueda de sexo, jóven y fornido. Hay anuncios contra la pederastia por todo el hotel, en cada columna, en cada puerta. Este hotel ha debido ser y todavía es, testigo de muchos abusos de vejestorios con dinero, alimentándose de la miseria de los niños.

 

Pareja en playa de Gambia

 

El hotel está lleno de mujeres solas. No estoy acostumbrada a ver esto por Africa. He visto todo o casi todo, pero este fenómeno de Gambia, me deja llena de estupor. El resort esta repleto de parejas peculiares, mujeres de edad madura con chicos muy jovenes, guapos y musculosos, mujeres mayores buscando o esperando. Grupos de tres o cuatro mujeres, de unos sesenta años que viajan en grupo encontrando complicidad. Hombre mayores blancos en compañia de chicas jovencísimas, imposible saber si son menores. La playa se encuentra hasta arriba de chicos haciendo gimnasia  y realizando ejercicios de contorsionismo, mostrando músculos como reclamo a los favores y ofreciendo sexo a cambio de comida o de algunos cfa.

 

Un chico en una playa de Gambia

 

Chicos haciendo ejercicios en playa de Gambia

 

Otro chico en la playa de Gambia

 

Resort en la costa de Gambia

 

La salida del resort que tiene acceso directo a la playa que se encuentra llena de muchachos ofreciéndose como si fueran buena mercancia.

 

La playa también se encuentra llena de perros. Este es un fenómeno propio de Senegal y de esta zona También he sido testigo de algo parecido en Nigeria y en algún otro país africano. Es un fenómeno muy extendido en las playas de Senegal y también en Gambia. Están repletas de perros que campean a sus anchas en diferentes zonas. Tienen un sentido territorial muy fuerte y es frecuente ver como pelean entre ellos.

 

Perro a la salida resort en Gambia

 

Se acercan a los bañistas, no tienen ninguna medida higienica. En África no existen veterinarios y en muchos países no hay ni perros ni gatos porque se los comen. Van en grupos de veinte o treinta perros. Hay pandillas en cada playa. Son muy molestos, la mayoria de las veces, te intimidan. Al final, optas por no bañarte. Nada más aparecer por la playa, se acercan a ti, algunos vienen ya corriendo desde lejos y ladrando. Muchas veces, te das media vuelta y dejas el baño para otra ocasion.

 

Este resort es fantástico, parece una gran ciudad. Esta lleno de gente. Es muy grande con cientos de hectáreas, diferentes zonas de recreo, pistas de tenis, padell, piscinas con distintos tamaños y formas, zonas para espectáculos. Mucho europeo, alemanes, franceses, italianos, americanos que por estar en un sitio de estos, cree que haber conocido África. El jardín es precioso, un auténtico vergel, se encuentra lleno de buitres y de todas las variedades de pájaros que uno pueda imaginar. Los buitres han elegido el cesped del resort para descansar y refugiarse entre las sombras de sus enormes árboles del sol africano que cae como un plomo durante el día. Descansan a la sombra.

 

Buitres en el jardin de un resort en Gambia

 

También los monos campean a su aire. El resort está lleno de empleados que lo recorren uniformados de arriba abajo, limpiando, atendiendo a los clientes para que todo sea perfecto. Nunca he visto un sitio igual pero no me gusta. Me imagino esos viajes a Gambia llenos de europeos que creen que conocen África y no tienen ni idea. Este lugar no tiene nada de África salvo la vegetación exhuberante. Los europeos vienen a las zonas de resort de Gambia y ni siquiera pisan Banjul, su capital que no tiene apenas ni hoteles ni restaurantes. Significa que los cientos de turistas de todo el mundo que vienen a Gambia no pisan su capital.

Hemos dedicado el día a descansar, baños, playa, piscina y sobre todo a observar. Es muy interesante observar en un lugar como este. La habitación que tenemos no tiene el sabor de los hoteles africanos. Es una habitación de resort. En esta parte del Atlántico, costa de Gambia únicamente hay resort, restaurantes, sitios de copas. Queda muy lejos el verdadero sabor africano.

 

Esto no es mi África. Ha estado bien la experiencia de conocer lo que es el turismo de paquetes en África pero los viajeros sabemos que quien ha venido por estos lugares y se va, sin más, no tiene ni idea de lo que es este indómito, salvaje e insaciable continente. El único peligro que puedes correr es que te pique un mosquito mientras paseas por los vergeles del resort.

Me encuentro este cártel a la salida del resort

 

Cartel a la salida de un resort en Gambia

 

(Costa Atlántica de Gambia-Banjul-Dakar), 14 de mayo

Nos vamos del hotel. Mientras desayunamos, unos monos hacen monerias en un tejado cercano.

 

Unos monos en un resort de Gambia

 

En un taxi vamos a la gare routier y cogemos un sept place hacia Banjul. De nuevo el ferry para cruzar el río Gambié. Esta vez no hemos esperado tanto. El paísaje es sublime e insuperable. Esto si que merece la pena. Este ferry es una verdadera experiencia africana. El recorrido Banjul-Barra cruzando el rio Gambié en barco es un viaje soberbio, esplendido y fantástico.

 

Ferry de Banjul

 

Ferry de Banjul 2

 

Acabamos de pasar dos fronteras, primero la de Gambia, sin problemas y rápido, después la de Senegal. Hemos denunciado el timo de las mujeres. Las fronteras siempre son sitios de extremo bullicio, peligrosas. Están llenas de maleantes, carteristas y buscavidas. Siempre me han impresionado y dado cierto respeto. A pesar de que hemos sido victimas de un timo, estas fronteras han sido fáciles de pasar.

 

Recuerdo la última frontera que pasamos en el Congo Brazaville desde Congo Kinshasa. Tuvimos que acudir a la ayuda de un diputado de la asamblea de Brazaville que nos habia dado su contacto un periodista congoles para que nos sacase de alli. Nos tenian retenidos por no haber dado el nombre, la dirección y el hotel donde nos alejariamos en Brazaville. En realidad, no teniamos hotel buscado porque lo pensabamos hacer sobre la marcha. Excusas, pretextos, siempre habría alguno para jorobar un poco. Cruzar la frontera entre Benin y Nigeria, a poco más que tenemos que llamar al embajador. Nos tuvieron peligrosamente retenidos. C’est l’ Afrique. No hemos localizado a las timadoras.

 

Hemos tomado un taxi compartido rumbo a Dakar desde Karam. El viaje ha sido largo. Pensamos en un primer momento, quedarnos en Mburg, precioso pueblo de pescadores, que conocemos bien, de otros viajes. La llegada al caer la tarde de las piraguas con el pescado es absolutamente fantástica. El trasiego de gente en torno a las barcazas llenas de peces que llegan de la mar, las vendedoras de pescado, el comercio que se forma alrededor de la llegada de los marineros. Siempre hay una ocasión para comerciar en África. Un mundo de color, animación y vida gira en torno a los pescadores de Mburg. Es una de las mejores imágenes de este continente.

 

Hay que llegar en hora a Mburg y cae la tarde. La hora bruja de la llegada del pescado se nos está echando encima.Tenemos que cambiar de planes, además, nos da tiempo a llegar a Dakar en este taxi compartido. Nuestros compañeros de viaje siguen la ruta. Le confirmamos al conductor que seguimos hasta Dakar. Desde el coche vamos viendo las villages del camino. Hace mucho calor en esta época del año. Es la època seca. Al pasar por una village o aldeita a la hora en que el sol cae de pleno, los hombres, por lo general, están debajo de un árbol, dormitando, mirando ver pasar la vida. Las mujeres, en otro árbol, con los niños hacen lo mismo, esperar a que caíga la tarde. Las cabras del pueblo también se apiñan juntas debajo de otro árbol, hombres, mujeres, niños, cabras nunca mezclados debajo de distintos árboles. Me parece maravilloso ver las villages a través de los cristales sucios y embarrados de este taxi. Los pueblos desde la carretera se muestran como en un escenario, observar la vida tranquila, sin sorpresa, a cada lado de la carretera. No me canso nunca de ver pasar villages y villages contemplando como en un teatro, la vida cotidiana de este mítico continente.

 

Hemos llegado a Dakar y nos vamos derechos a la playa de N’bor. Estamos en nuestro hotel de siempre “La cabane du pecheur”. Este lugar es fantástico, se encuentra en mitad de la playa. Un rincón donde llegan los pescadores con el mejor pescado del mundo. Las habitaciones han subido de precio desde la última vez. Nos han dado un dormitorio al lado del mar. Ya habiamos estado estado en esta habitación en algún otro viaje. Hemos amanecido en la costa de Gambia y ahora estamos cenando tranquilamente en Dakar. La cabane du pecheur tiene uno de los mejores pescados que he conocido. Esta situada a unos diez metros de la orilla del mar. Estas cenando y las olas llegan a tus pies. Se ha acabado el chof, pescado típico senegales, exquisito de sabor. Vamos a pedir las más ricas crevettes que esta costa atlántica nos regala. Caeremos muertos de sueño. El día ha sido demasiado largo. A estas horas no tenemos claro todavía que queremos hacer mañana.

 

(Continua en un viaje de aventura por Senegal y Gambia en 9 días, de vuelta a Senegal, 3 parte)

 

 

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