El tren lunático y los leones devoradores de hombres
Los leones de Tsavo
El “Tren Lunático” unía la ciudad de Mombasa, en la costa de Kenia, con el Lago Victoria (Uganda)
El nombre de “Tren Lunático”, viene no solo por la disparatada ingeniería que hubo de emplear, sino también por los frecuentes ataques de animales salvajes a los trabajadores.
Cuando Londres decidió convertir en Protectorado el territorio de Uganda, el tendido de una vía férrea entre la costa y los lagos se hizo imprescindible. En 1893 el plan estaba aprobado.
Tras la aprobación por el Parlamento de Westminster, George Whitehouse, un ingeniero nombrado jefe de la obra, llegaba a Mombasa, y en enero de 1896, los primeros 350 peones indios. Eran conocidos con el nombre de coolies y pertenecían a las castas inferiores de la India.
A finales de ese mismo año, superaban los 4000 y dos años después los 13.000. Los ingenieros ingleses no querían emplear a nativos negros nada más que como porteadores, pues los consideraban holgazanes y vagos.
En cinco años finalizaron la construcción de los 926 kilómetros que unían Mombasa y Port Florence (lo que hoy en día es Kisumu) dejando atrás más de 2400 víctimas mortales por distintas enfermedades, cólera, malaria, mosca tse-tsé, escorbuto, disentería o ataques de tribus locales y de animales.
Nada de esto detuvo la construcción del ferrocarril. Fueron dos leones, los que estuvieron a punto de colapsar el tendido de la linea de Uganda.
El coronel J.H Patterson llegó a Mombasa en 1898. Su misión era dirigir la construcción de un puente sobre el río Tsavo. Tan solo dos días después de su llegada dos coolies desaparecieron de sus tiendas de campaña y sus cadáveres no fueron encontrados.
Tres semanas después, otro peón fue atacado por un león mientras dormía. El hombre peleo con la fiera, pero no pudo evitar ser arrastrado fuera del campamento, donde el felino acabo cepillándoselo.
Los trabajadores construyeron vallas de arbustos espinosos en torno a los campamentos para mantener alejados a los devoradores de hombres, todo era inútil.
Patterson decidió cazar a los asesinos pero había muchos campamentos dispersos y cada día atacaban en un lugar diferente.
Los leones se hicieron más precisos y audaces. Nada los detenía. Se aceraban a los campamentos silenciosos provocando el pánico entre los indios.
Patterson multiplicó las guardias nocturnas pero la osadía de los leones iba en aumento.
Cada semana se producían por lo menos, un par de ataques de las fieras dominando el terror la vida de los trabajadores.
Una noche, el oficial del distrito, Muster Whitehead fue atacado y herido por la espalda, mientras que su criado tuvo menos suerte, los leones se lo llevaron y lo devoraron.
Varios cazadores profesionales llegaron para matarlos. No lo consiguieron y Patterson volvió a quedarse solo.
El pánico se apoderó de nuevo de los campamentos. Los coolies desertaban, los peones decidieron ir a la huelga mientras los leones no fueran abatidos.
Dos leones habían provocado una huelga general
Patterson decidió esperarlos subido a un andamio de cuatro metros de altura. No había luna.
El león apareció al atardecer detectando a Patterson y dando vueltas alrededor de la estructura. El hombre estaba aterrado. Dos horas duró el terrible asedio. Le disparó dos veces en la oscuridad de la noche. Con las primeras luces del alba, el coronel comprobó que había un gran león muerto bajo el andamiaje.
Quedaba el otro asesino que apareció unas noches mas tarde. Patterson se subió a otro andamio pero el león logró escapar.
El 27 de diciembre atacó otro campamento intentando alcanzar a unos obreros que se habían subido a unos árboles.
Esa noche, Patterson le esperó en uno de esos árboles. Apareció, el hombre le disparó pero de nuevo huyó. Con las primeras luces del alba, Patterson pudo seguir su huella de sangre encontrándole rugiendo de furia. Esta vez si que logró acabar con el segundo devorador de hombres.
La huelga cesó y los trabajadores reanudaron el trabajo. Las garras de los devoradores fueron cortadas y expuestas como trofeos.
A pesar de haber acabado con los dos devoradores de hombres, los ataques de leones no cesaron en la historia del “Tren Lunático”
Los dos leones que mató Patterson en Tsavo se encuentran en el Museo de Historia Natural de Chicago.
El devorador de hombre de Kima
The Nairobi Railway Museum de Nairobi, además, custodia el vagón donde fue asesinado el superintendente de la policía del Tren Lunático a su paso por Kima en 1900. Se llamaba Charles Henry Ryall.
Kima era una estación del “Tren Lunático” de poca importancia a unos cien kilómetros de Nairobi. Por aquel entonces, en ese lugar, no existía mas que el edificio de la estación, las vías del tren y la sabana.
Aunque tras liquidar Patterson a los leones asesinos de Tsavo se habían producido nuevos ataques a trabajadores, en la zona de Kima la situación era mucho peor. Otro devorador de hombres había asesinado un mes antes a un empleado indio encargado del cambio de agujas, después a un capataz negro y unos días más tarde, atacó a varios sirvientes africanos en la estación.
Ryall regresaba de Mombasa pero decidió a su paso por la estación de Kima (como era cazador) quedarse esa noche para intentar acabar con la fiera. Viajaba con dos personas más. Ordenó instalar su vagón de inspección en una vía muerta a unos veinte metros del edificio de la estación esperando la llegada del devorador. Entre los tres hombres se repartieron los turnos de vigilancia.
El primer turno pasó tranquilo sin ninguna novedad, el siguiente le tocaba a Ryall. El vagón tenía tres compartimentos, Ryall decidió quedarse en el que daba acceso a una plataforma dejándola abierta mientras vigilaba pero se quedó dormido.
El león con astuto sigilo subió por la plataforma atacándole. El hombre murió en cuestión de segundos entre las fauces del felino. Los otros dos hombres por increíble que parezca, lograron salvarse.
El auténtico vagón del “Tren Lunático” testigo del feroz ataque sigue intacto, conservándose en el “The Nairobi Railway Museum” en perfecto estado.