Richard Burton y John Speke locos por encontrar las fuentes del Nilo
Richard Francis Burton y John Haning Speke en la busca del Lago Victoria
Richard Francis Burton y John Haning Speke eran dos oficiales británicos que habían servido en la India y que se conocieron en Aden en 1854. Eran dos personalidades totalmente opuestas, pero a ambos les unía una ambición y compartían el mismo sueño, encontrar las fuentes del Nilo.
El Nilo marcaría sus biografías y la suya sería una de las más tristes disputas de la historia de los descubrimientos.
A Richard Burton le llegó la gloria por diseñar la ruta que conducía hasta su nacimiento, mientras que John Speke logró otra mayor, ser el primer hombre blanco que alcanzó el lugar.
Ninguno de los dos pudo disfrutar de su éxito, pues Burton no consiguió la fama que esperaba alcanzar mientras que Speke murió apenas dos años después en un extraño accidente de caza y sin que sus contemporáneos aceptarán plenamente que el nacimiento del Nilo se hallaba donde él decía.
Parece que el gran río se hubiera vengado de los dos hombres que desvelaron su misterio, un misterio de miles de años.
Richard Francis Burton
Atractivo, guapo, culto, de fuerte complexión y apasionado por la aventura, Richard Burton era además un inagotable escritor, dotado por la naturaleza de las más excepcionales cualidades. Hablaba 29 lenguas y publicado un centenar de libros. Era lúdico y promiscuo. Tenía una mirada de fiera salvaje.
La gran pasión de Richard Burton era vivir, disfrutar y conocer. En uno de sus viajes de juventud, se vistió de peregrino afgano y logró entrar en la Meca. Era el primer europeo no musulmán que lo conseguía.
Javier Reverte decía que Richard Burton pertenecía a esa clase de hombres a los que les falta en la vida una nostalgia que solo puede calmarse viajando
John Haning Speke
John Speke, seis años más joven que Richard Burton era todo lo contrario. No era culto, no hablaba lenguas, un buen chico en la rígida sociedad victoriana. Burton era un intelectual y Speke un oficial juicioso, discreto y respetable. Burton decía de él que ni siguiera había leído a Shakespeare. Sin embargo, Speke era un brillante dibujante. algo muy importante a la hora de los grandes descubrimientos. A Speke le encantaba la caza, estaba obsesionado por cazar.
Antes de Burton y Speke todas las expediciones que intentaban encontrar las fuentes del Nilo se habían planteado como expediciones que partían de la desembocadura del río en el Mediterráneo.
Richard Burton diseño otro camino para encontrar las fuentes del Nilo
La ruta había sido abierta en 1825 por un esclavista “Sayd Bib Said Muameri“. Pese a las numerosas caravanas que viajaban cada año por esa ruta, el centro de África continuaba siendo un espacio en blanco para los geógrafos europeos.
Richard Burton logró que la Royal Geographical Society financiase la expedición. Speke aceptó encantado la invitación de Burton para unirse a él. Los dos juntos habían participado en otra aventura desastrosa en la que Speke había salvado la vida de Burton en territorio somalí.
Aquellos dos hombres tan diferentes y en ese momento, tan amigos iniciaron el 17 de junio de 1857, uno de los viajes más ambiciosos de la Historia, una de las expediciones más románticas que haya hecho el hombre.
No buscaban riqueza solo la épica de la exploración y la fama que merecía tal mérito. Burton y Speke viajaban hacía los grandes lagos para cumplir el sueño de muchas generaciones.
Tan solo antes, dos misioneros alemanes se habían internado en los territorios hacía el oeste, Johannes Rebmann y Krafp descubriendo los montes Kilimanjaro y el Monte Kenia.
Richard Burton visitó a los misioneros alemanes en Mombasa empapándose con su hazaña. Rebmann entregó a Burton, un mapa, «el mapa babosa».
Los dos exploradores británicos cruzaron, pues, de la isla de Zanzibar (Tanzania) a la ciudad costera de Bagamoyo (Tanzania), el 17 de junio de 1857. Permanecieron diez días allí ultimando preparativos y acompañados por 132 hombres entre soldados baluchis y porteadores.
El 5 de julio los dos estaban enfermos y comenzaron las deserciones de porteadores y los robos. El 10 de septiembre Speke entraba en coma y estuvo a punto de morir.
En Ugogo (Tanzania), descansaron, se repusieron de sus enfermedades, compraron alimentos y personal para sustituir a los desertores.
A Tabora (Tanzania) legaron el 7 de noviembre. En esta ciudad tuvieron noticia de la existencia de un gran lago. Siguieron su camino el 14 de diciembre.
Tabora era una metrópoli, próspera y mundana, en el corazón de África. Millones de esclavos y centenares de porteadores pasaban por esta ciudad.
Un mes después de abandonar Tabora, Burton estaba con las piernas y los brazos paralizados, viéndose obligado a viajar en camilla. Speke, cegado por una infección que le había atacado los ojos, apenas podía ver. Pero ninguno se planteaba regresar.
El 14 de febrero de 1858 ascendieron una colina. Al fondo se dibujaba una raya luminosa. ¿Que puede ser aquello?, preguntó Burton. Yo creo que es agua, repondió Speke.
Por primera vez, un hombre blanco contemplaba el lago Tanganika
Los deseos de ser reconocido como el descubridor de las fuentes del Nilo hizo a Richard Burton convencerse de que aquel lago era el vientre donde nacía el gran río. En este momento, es cuando empezó a fraguarse el gran error de su vida.
Los dos hombres siguieron hasta Ujiji (Tanzania) otro centro de tráfico de esclavos, en las orillas del Lago Tanganika
Años más tarde en este mismo lugar se produciría el famoso encuentro entre Livingston y Stanley
Burton se informó sobre el gran lago y averiguó, que al norte, había una corriente de agua. Podría ser la fuente del Nilo aunque sus informadores insistieron en que la corriente entraba en el lago pero no salía de él.
Por esta época, los dos exploradores apenas, se soportaban. Speke logró una canoa y fue a explorar el lago, pero un escarabajo le entró en la oreja, le produjo una gran infección y enormes dolores y fiebres. Perdió la canoa y no encontró ningún río.
Se embarcaron de nuevo el 10 de abril y navegaron hasta tan solo 20 millas de donde se encontraba el río que buscaban, el “Rizizi”. No pudieron seguir porque sus porteadores se negaron a continuar por las belicosas tribus de la zonas.
Todos sus informantes dijeron a Burton que el Rizizi moría en el Lago, en lugar de nacer pero Burton seguía alimentando su gran error. Habrían de pasar otros 20 años antes de que Livingston y Stanley llegaran juntos al lugar comprobando que el Rizizi no nacía sino que moría en el río.
El 20 de junio llegaban de nuevo a Tabora, enfermos. En Tabora, nuevos informadores les hablaron de un nuevo lago, mayor que el Tanganika, al norte de la ciudad. Speke insistió en ir, en tanto, que Burton, no le dío importancia al hecho. Decidieron que Speke haría una corta expedición mientras que Burton le esperaría en Tabora.
Así se fue gestando el gran error de Richard Burtón
El 3 de agosto, Speke alcanzaba las orillas meridionales del lago al que llamaban Nyanza, sin saber que, en lengua bantím el nombre quiere decir tan sólo lago. Lo bautizó con el nombre de Victoria en honor de su reina, y desde el primer momento intuyo que allí nacía el Nilo, sobre todo, desde que un viajero árabe le dijo que desde la parte norte del lago surgía un caudal de agua increíble. La fama de Speke comenzaba en este momento a labrarse, al mismo tiempo que Burton se hundía en su propio fracaso.
Speke descubre el Lago Victoria, la fuente del Nílo
A su regreso a Tabora, el enfrentamiento entre los dos exploradores alcanzo su punto más alto. Decidieron volver a Zanzibar. No volvieron a hablar del Nilo durante el viaje de vuelta. Llegaron a Zanzibar el 4 de marzo de 1859, dos años después de su partida.
De inmediato, Speke se embarcó para Londres comprometiéndose con Burton a no presentarse en la Royal Geographical Society hasta el regreso de Burton. Llego a Londres el 8 de mayo y al día siguiente, se presentó a Roderik Murchinson, presidente de la Sociedad. Cuando Burton pisó Londres el día 21, Speke ya era famoso, proclamado descubridor del Niño y su hazaña aparecía en los periódicos. A Burton solo le esperaba su prometida, Isabel Arundell.
Dos años más tarde, Speke salía el 27 de abril de 1860 en otra expedición acompañado del capitán James Augustus Grandt hacía el norte del Lago Victoria. Burtón acababa de escribir el manuscrito “La región de los lagos de África Central” insistiendo en que el nacimiento del Niño estaba en el lago Tanganika.
Para la segunda expedición al norte del Lago Victoria, Speke consiguió una financiación de la Royal Geographical Society. En ese momento, las expediciones africanas, en pleno auge del expansionismo colonial británico cumplían un triple objetivo, abrir rutas al conocimiento, establecer puntos de poder político y militar y crear establecimientos y vías para el comercio y el suministro de materías primas a bajo precio.
Descubrir el Nilo no solo era un objetivo científico
Conocer la cabecera del gran río era un dato de gran importancia para la protección estratégica de Egipto, país vital para la seguridad del tráfico del Canal de Suez, que en breve iba a ser abierto y por el que iban a transitar los barcos que traerían a Inglaterra, desde la India, especias y otros productos de enorme valor. Speke cumplía la tarea no solo de explorador, sino también una misión política y comercial.
Acompañado del capitán James Augustus Grandt, siguió la misma ruta que el viaje anterior pero en Tabora, dobló hasta el norte, en dirección al lago Victoria, lo bordeó en sus orillas occidentales y a finales de 1861 espero a ser recibido por el famoso rey Mutesa I para poder visitar El reino de Buganda. Mutesa recibió un fusil como regalo de Speke y para probarlo mató a un hombre de un tiro quedando encantado con su nuevo juguete.
Acompañados de guías, Speke y Grandt partieron a Buganda el 7 de julio. Antes Speke decidió dividir la expedición en dos e ir sólo al encuentro de las fuentes del Niño, enviando a Grandt al norte de avanzadilla para el camino de vuelta.
Speke quería guardarse para él solo la gloria de descubrir el Nilo
En Urondogani, Speke encontró la corriente del mítico río y la siguió en dirección sur.
Así describe por primera vez sus impresiones al ver la fuente del Nilo.
“Al fin me encontraba en los bordes del Nilo. Nada había más bello que el espectáculo que se abría a mis ojos. Veía reunidos por la naturaleza todos los efectos de perspectiva que ambicionaba el propietario del jardín mejor cuidado, una magnifica corriente de seiscientos o setecientos metros de longitud esmaltada aquí y allá por arrecifes e islas, ocupadas éstas por chozas de pescadores y aquellos por las golondrinas del mar. ……..”
Speke alcanza el Lago Victoria
Siete días más tarde, el 28 de julio de 1862, Speke alcanzaba el lago Victoria y a su vista se ofrecía, el espectáculo del enorme río desbordándose desde el lago en un pequeño y bello salto de agua. Speke hizo un bonito dibujo del lugar y bautizó la catarata como Ripon Falls, en memoria de uno de los dirigentes de la Royal Geographical Society que con más calor había apoyado su viaje.
La historia del descubrimiento del Nilo, no termina, aquel día de julio de 1862 en que Speke avistó el lugar. Burton le esperaba en Londres para disputarle hasta el final el éxito y vengarse de la humillación.
Speke y Grandt se reunieron río abajo y comenzaron el camino de vuelta hacía Egipto. Se internaron en las selvas de Buganda. Siguieron el curso del río, hasta Faloro, un puesto militar egipcio en el Alto Nilo llegando a Gondokoro, el último tramo navegable del Nilo subiendo del Mediterráneo.
Se encontraron con Samuel Baker, otro explorador británico que había salido desde el Cairo en busca de las famosas fuentes del Nilo y su mujer. Les recibieron como a dos héroes.
Samuel Baker escribió lo siguiente: “Ambos hombres tenían fuego en los ojos”
Baker les cedió su barco mientras Speke y Grantd le hablaron sobre la posible existencia de otro gran lago, mas tarde descubierto por Samuel Baker al que llamó, el lago Alberto, situado al noroeste del Victoria.
Descendieron en barco hasta El Cairo, desde donde Speke envío un telegrama a la Royal Geographycal Society.
“The Nilo is settled, decía el mensaje
En Londres celebraron la hazaña con gritos de júbilo. Los dibujos de la época muestran a los miembros de la Royal Geographical Society lanzando los sombreros al aire.
Pero Richard Burton esperaba su turno. Acusó de fantasioso a su antiguo compañero y arrojó todas las dudas posibles sobre los geógrafos de la Royal Geographical Society.
¿Como podía saber Speke que el lago Victoria era un único lago si no lo había circunnavegado?
¿como sabía que el río que nacía del lago Victoria era el Nilo si no había seguido su curso hasta Gondokoro, puesto que había viajado en línea recta?
¿no podía haber varios lagos y varios ríos en lugar de uno solo?
¿por qué se empeñaba Speke en sostener que todos los lagos y los ríos que encontraba no eran más que el Victoria y el Nilo?.
Las dudas de Burton eran muy solidas y las tesis de Speke ofrecían demasiados puntos débiles
Algunos geográfos de la Royal Geographical Society tomaron partido por Burton. David Livingstone apoyó las teorías de que el Tanganika era la fuente del Nilo. Todos querían apropiarse de la paternidad del Nilo.
Tras un año de duras polémicas, la Asociación Británica para el Progreso de la Ciencia decidió organizar un debate en Bath (Inglaterra). Todos los prestigiosos geógrafos incluido Livingstone prometieron ir. Casi todas las apuestas estaban a favor de Richard Burton, mucho más culto que Speke y con mucha mejor retórica y buen polemista.
El duelo del Nilo
Los periódicos se hicieron eco del debate y lo bautizaron como el “El duelo del Nilo”. Se fijo para el 16 de septiembre de 1864. Pero el duelo no se celebró. El día 15, mientras cazaba perdices, Speke se disparó un disparo en el pecho, la pistola no llevaba seguro y murio en pocos minutos. Muchos pensaron que fue un suicidio debido a que Speke no contaba con solidos argumentos para enfrentarse a Burton.
Su funeral se celebró al día siguiente con la asistencia de Livingstone y Grandt y la ausencia de Burton. Años después se erigió un obelisco en su memoria en Kensington Gardens en Londres cuando ya era reconocido como el indiscutible descubridor de las fuentes del Nilo. La reina Victoria permitió a su familia incorporar a su escudo la figura de un cocodrilo y un hipopótamo.
Trece años más tarde, en 1875, Henry Morton Stanley sería el encargado de certificar que las tesis de Speke eran las correctas y que Burton no tenía razón
Ese año, Stanley visitó Ripon Falls y circunnavegó el lago Victoria comprobado que no había ninguna otra corriente de salida que la del Nilo y certificando también que el Victoria era un único lago.
Al año siguiente, circunnavegó el lago Tanganika no encontrando ninguna corriente que lo uniera con el Victoria y testificando que el río Rizizi entraba en el Lago pero no salía de él, lo que echaba por tierra la teoría de Burton.
También fue al lago Alberto que había sido descubierto por Baker siguiendo las indicaciones que le dieron Speke y Grandt a su regreso de las fuentes del Nilo y comprobó que sus aguas también iban a parar al Nilo, uniéndose a la corriente que venía desde el Lago Victoria. También navegó por el río Luabala, al que Livingstone identificaba como el Nilo.
Años después se comprobaron varias cosas: que los lagos Victoria y Alberto, principales tributarios del Nilo, nacían de las corrientes que bajaban de las montañas de la Luna, la cordillera Ruwenzori; y que esas corrientes de agua, a su vez, eran la consecuencia del deshielo de las nieves de sus cumbres.
Speke ganó la batalla del Nilo después de muerto y su éxito fue reconocido por todos. Cuando Burton murió se negó a su esposa el privilegio de ser enterrado en Westminster, el mausoleo de los héroes británicos.
Speke también ganó otra batalla, su nombre figura en los mapas para identificar una de las cumbres más altas de las montañas de la Luna y también el golfo del lago Victoria. Además apadrinó a un antílope (el tragelaphus spikei). Grandt, el compañero de Speke también apadrinó a la gacela Grandt.
Javier Reverte en “El sueño de África, en busca de los mitos blancos del continente negro”
“Exploradores y viajeros por África”, edición de Eduardo Riestra, (Ediciones del viento)
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