Descansando en la República de Benin
(Dos meses de licencia viviendo en África, séptima etapa)
15 de febrero 2020
Si hay algo difícil y complicado en África son las fronteras y si son en Nigeria, mucho más
En un país donde la corrupción es la moneda de cambio, dos blancos en un coche con un conductor que les deja en la frontera con la República de Benin, con sus maletas, un lienzo enorme del pintor Enmanuel Dudu y material fotográfico representan una presa demasiado fácil para el exiguo sueldo de cualquier funcionario de fronteras.
La carretera desde Lagos hasta la frontera de Benin es más que infernal. La última vez que hice ese trayecto en 2012 recuerdo una pista africana sin más. Lo que me encuentro ahora es demencial.
Es como si la hubiera arrasado un terremoto, arrancado parte de la pista y partido por completo. Los gigantescos socavones pueden hacer desaparecer un coche.
El embajador de España en Abuja nos dijo el otro día que la carretera estaba infernal y que él había tardado ocho horas en hacer menos de 100 km. Nosotros hemos tardado cinco horas.
El gobierno no arregla las carreteras
Las autoridades dejan que se vayan destruyendo poco a poco. En África he visto muchas carreteras en pésimas condiciones pero nunca como esta.
El gobierno sólo invierte en lo que le interesa. Parece ser que las infraestructuras de carreteras se la “refanfinfla”. Sin embargo, se han comido literalmente la playa de Lagos construyendo una mega urbanización para gente de muchísima pasta procedente del petróleo y para los gerifaltes del gobierno.
El resto de la población de Lagos se ha quedado sin playa y sin poder ver el mar. La mega urbanización se llama “Eko Atlántico”.
Con el precario estado de las carreteras no se puede circular porque las bandas criminales aprovechan para ponerse las botas en los tramos más complicados.
Así que estamos ante un país en el que la opción más segura es coger un avión pero claro, es un bien al que sólo unos pocos pueden tener acceso.
Un cruce de fronteras entre Nigeria y la República de Benin
Estamos en el cruce de fronteras. El driver dice que aquí se queda. No nos acompaña pero ha llamado a un colega suyo que trabaja en inmigración para que no tengamos ningún problema. Nos despedimos y se larga. Varios buscavidas pasan nuestras maletas de un coche a otro. Ha sido irse nuestro conductor y empezar a complicarse las cosas y eso que nos ha dejado con un “amigo” .
En Madrid sacamos visado por tres meses. El tipo de inmigración, “el amiguito”, ahora nos sale con que en el aeropuerto al llegar a Lagos nos pusieron un sello de visado de un mes y que ya llevamos en el país casi dos meses, según él, de forma ilegal. Tiene cojones. Siempre la misma historia.
No es la primera vez ni será la última.
Las fronteras en África, y en concreto entre Nigeria y la República de Benin son extremadamente complicadas
Como era de esperar, sale a nuestro encuentro el jefe de inmigración llevándose nuestros pasaportes mientras esperamos en el coche. Está claro que quieren dinero, “la mordida”. Empieza el regateo y la negociación.
Lo primero ponerse como fieras, lo más práctico llegar a un buen acuerdo. Todo queda en 25 euros, no está nada mal, si tenemos en cuenta que el salario base al mes en Nigeria es de 60 euros. Los tipos han hecho su agosto.
En este momento, no podemos permitirnos ningún problema en la frontera con un reportaje de El País en puertas hablando de los derechos humanos en Nigeria.
Ya hemos llegado a la República de Benin
Nuestra primera noche la vamos a pasar en Portonovo. Nos hospedamos en el “Hotel Le Palais” junto a La Laguna.
La tarde la dejamos para las gestiones que hay que hacer al entrar en un nuevo país africano, conseguir una tarjeta con Internet, datos y llamadas y deshacernos de la tarjeta nigeriana.
Portonovo ciudad marítima
Es la segunda vez que queremos conocer esta ciudad pero tenemos dos problemas. Hemos llegado casi de noche para andar por ella y solo se puede circular en los cientos de samiyans (o moto taxis bastantes peligrosos) que recorren la ciudad.
He cogido por África, cientos de samiyans. He tenido más de un percance, aunque ninguno grave pero ahora los he desterrado de mi vida. Hoy voy a hacer una excepción.
El “Hotel Le Palais” está situado al borde de la Laguna de Portonovo. Nos han dado una palloza que no está nada mal. Por primera vez, he podido cenar un fantástico pescado “sin picante y sin echar fuego por la boca como en Nigeria”.
Llevamos mas de mes y medio en Nigeria y no nos han picado mosquitos. Hasta ahora, no hemos tenido que tomar nada.
Pero esta noche, cenando junto a la laguna, a Xaquín, se lo han comido vivo a través de la ropa. Tiene más de treinta picaduras. Esto es lo que tiene África.
Lagunas, ríos, lagos y pantanos son lugares peligrosos para los bichos. Como literalmente se lo han merendado, mañana se tendrá que poner en tratamiento.
Nos vamos después de negociar un coche bastante caro a “La Casa del Papa” en Ouija.
La Casa del Papa en Oujda
Es uno de mis primeros recuerdos en África. Fue la primera vez que pisé este continente durante el viaje en el que descubrí África acompañando a Xaquín para rodar junto a otros compañeros de TVE un “Informe Semanal” sobre el tráfico de niños en la República de Benin.
Una de las noches de ese rodaje, nos hospedamos en “La Casa del Papa”. Quede fascinada por este lugar. Un fantástico resort situado entre el Atlántico y una laguna.
La Casa del Papa en Oujda me pareció un sitio al que volver
El acceso es complicado. Se encuentra a unos 10 km de la pequeña villa de Oujda por una carretera de arena llena de palmeras. Recordaba las pallozas de los pescadores salpicando la playa y allí al final, “la Casa del Papa“, uno de los mejores resort de Africa del Oeste.
Sigue igual, si cabe más fantástico. Un buen lugar en el mundo para abandonarte y disfrutar
Las habitaciones dan directamente a la playa que es un trasiego de pescadores y vendedoras de pescado que van y vienen. Las mujeres con sus cestos a la cabeza lo llenan todo de color y de escenas pintorescas inolvidables.
La playa de la Casa del Papa es de arena clara, repleta de palmeras. Cada mañana, decenas pescadores se adentran en el agua, con sus redes artesanales. Todos tiran a una al son de un tambor. Desde el otro extremo de la playa otro grupo de pescadores hace lo mismo, tirar con fuerza de las redes.
El espectáculo es sublime.
Nos estamos relajando en la Casa del Papa, disfrutando de este mágico momento, de saber que mañana El País publica nuestro report, premio al trabajo independiente y a los riesgos que hemos corrido.
Oudja es una pequeña ciudad en la Costa de los esclavos
Fue un lugar importante de venta de esclavos en el Golfo de Guinea
La Costa de los esclavos se extendía en lo que hoy es Nigeria, Benin, Togo y Ghana. En esta parte del Golfo de Guinea se capturaron gran parte de los esclavos llevados a América y Europa (mas o menos dos millones de personas).
Uno de los atractivos de esta pequeña villa de Oudja es un monumento conmemorativo a los africanos que, durante siglos, se vieron forzados a abandonar su tierra natal rumbo a América, en unas condiciones de vida deplorables. El monumento se llama “La Puerta del no retorno”
Mañana nos vamos a recorrer Togo
La intención que tenemos es recorrer Togo hacia el norte del país bajando de nuevo por la República de Benin.
Hemos llegado a la frontera entre la República de Benin y Togo
Primera sorpresa, al entregar nuestro pasaporte al funcionario de frontera de la República de Benin antes de poder cruzar a Togo, le echa un siniestro vistazo, deteniéndose en el sello que nos pusieron al salir de Nigeria. Nos pide el resguardo de haber sacado el visado de Benin.
Da igual la frontera que sea en África, si viajas solo y a la aventura, te vas a encontrar problemas
Hace un calor húmedo y penetrante. Le explicamos al tipo que se lo han quedado en el paso fronterizo de Badagri. Dice que no es valido y que estamos en la República de Benin como ilegales. No me lo puedo creer. Intento mantener la tranquilidad. ¿Como que ilegales?.
Cada vez nos rodean más funcionarios con ese aire de soberbia y prepotencia que otorga un uniforme en África.
El visado lo sacamos hace más de mes y medio en Abuja por Internet.
Un tipo se entretiene leyendo nuestros washaps. Retienen en la mesa nuestros pasaportes.
Empezamos a ponernos muy nerviosos. Intentan llamar a Badagli, el punto fronterizo por donde pasamos a la República de Benin.
La idea de volver a Nigeria no lo había imaginado ni en los peores sueños.
Hoy se publica nuestro reportaje en El País y en este país a los periodistas se les mete en la cárcel.
Me voy a desmayar del miedo. Xaquín, me susurra que esta intentando averiguar que coño pasa. No me lo puedo creer.
En un descuido de los funcionarios de inmigración, como un rayo, cojo de la mesa los pasaportes y sin mirar para atrás, volvemos a nuestro taxi que todavía nos espera. Nos vamos a Cotonou (capital de la República de Benin).
No me gusta esta jugada. Tienen el número de nuestros pasaportes pero en estas situaciones mejor no pararte a pensar. Estoy al borde del infarto. Por el momento, nos vamos a olvidar de Togo.
Cambio de planes. Esto es África. Nada es como parece. Todo puede cambiar en un segundo
Nos detenemos en un maquis de carretera a comprar dos cervezas, nos lo merecemos con creces. Me cae el sudor por todas partes. Estoy deshidratada.
Nos vamos a quedar un par de días en el maravilloso “Hotel du Lac” de Cotonou.
El Hotel du Lac es un lugar para entrar y no salir. En los últimos años hemos estado en varias ocasiones. pero ahora, sus dueños libaneses han dado un pelotazo reformandolo y convirtiéndolo en un hotelazo.
Habitaciones fantásticas a la laguna y al Océano Atlántico, piscina, una amplia terraza con una brisa penetrante incomparable a nada desde donde puedes observar un incesante trasiego de expatriados que vienen a tomar el aperitivo, a entablar relaciones sociales o a sobrellevar el aburrimiento, mientras los cayucos te pasan por delante de tus narices. Es absolutamente fantástico.
“El Hotel du Lac” es otro lugar en Cotonou para disfrutar, relajarse y descargar el estrés.
En su restaurante se come la langosta y las crevettes que regala el Atlántico.
Hay obsesión en los hoteles del West África por el buffet. A diferencia de Europa donde la tendencia es comer poco sano y saludable, en África, todo lo contrarío. El concepto de “ponerse hasta las trancas con las galas puestas”, apasiona. Así que en los hoteles si no quieres comer a lo bestia, lo tienes complicado.
Como en África todo es posible hemos tenido hasta que negociar la cena sin buffet. Hay mucha gente en este continente con muchísimo dinero pero todavía no se ha superado el trauma del hambre.
En los mejores hoteles de Lagos o en la misma Casa del Papa se puede ver a las megapijas pasando el fin de semana con sus bolsos de Prada y sus impresionante cochazos a la puerta. El oro del petróleo les sale por las orejas y cuando les ponen un buffet delante cenan como si esa noche se fuera a acabar el mundo, también el oro les ha proporcionado unos buenos culos de tanto dulce que se meten entre pecho y espalda.
Hemos negociado un coche que nos ha salido por un ojo de la cara para ir a Natitingoo y al Parque Nacional de la Penjari, en cuanto huelen a blanco, estás perdido. Estuvimos en Natitingoo hace años camino del Parque Nacional de la Penjari. La Penjari se encuentra en la frontera con Burkina, sabemos de buena fuente que las cosas no andan bien por aquí. Los yihadistas acechan cruzando una frontera muy permeable. Pero no pienso dejar de disfrutar en este viaje aunque sean solo dos días viendo animales. Es algo que necesito como el aire.