Viajando por Guinea Ecuatorial en ocho días (primera parte)
En Guinea Ecuatorial no puedes hacer fotos
Para alguien que quiere recorrer el país, plasmar, recoger con su cámara cada instante, momento, lugar, caras, gestos, miradas es una fustración. Al guineano no le gustan las fotos, si pides permiso, lo más seguro es que te diga que no. Si enfocas con la cámara, empezará a gritar, protestar y no podrás hacer ni una.
Una gran parte de la población guineana es policía o ejercito, así que siempre habrá alguien a tu espalda, diciéndote que has fotografiado una institución o lugar público al que está terminantemente prohibido fotografiar. Te pedirá el permiso de turismo permitido o la licencia para hacer fotos o una autorización militar que seguramente no hayas sacado. Siempre te faltará algún documento.
Como no he querido tener problemas en un país complicado, no he hecho fotos. Únicamente me he atrevido a fotografiar viejas casas coloniales y algún edificio cuando me he asegurado no tener ningún militar cerca.
Guinea Ecuatorial es un país complicado para el turismo
No lo tienen fácil los viajeros que se acerquen y adentren en su territorio. Desde que tiene petróleo (1992) es un país muy caro sobre todo para un español medio. Los hoteles con el precio más razonable para nuestra economía rozan los 100 euros y no ofrecen nada fuera de un espacio mas o menos limpio pero feo, hortera y de cuestionable decoración africana.
Guinea Ecuatorial es un país complejo para el viajero
Si te mueves por el país, tendrás controles militares, en alguno de ellos, te intentarán tocar las narices. Lo mejor es mantenerse tranquilo, no mostrar miedo, inseguridad o dudas y no plegarte a lo que pretenden que muchas veces es sacarte unos cfas. En 45 kilómetros tuvimos 3 controles militares.
En el primer control, la fecha del visado no era válida y según el militar estaba nuestro visado caducado. También añadió que le habíamos arrancado una hoja a nuestro pasaporte. A veces, acaba con la paciencia del viajero. Sin embargo, el resto de las rutas las hemos hecho con nuestro anfitrión que tenía coche oficial y no hemos tenido ningún control. Nadie nos ha molestado.
Guinea Ecuatorial es un país con un excesivo control de la población
Si subes a un avión, te toman las huellas dactilares y te hacen una foto. Al bajar del mismo avión, vuelves a tener el mismo protocolo. Me han fotografiado y tomado las huellas dactilares unas veinte veces como mínimo en siete días. Sin embargo, dejando de lado estos aspectos negativos para un turista o viajero, Guinea Ecuatorial es un país precioso.
Guinea Ecuatorial es un país bellísimo
Junto con Gabón y algunas partes de Camerún, la vegetación es exuberante e increíble para los ojos del viajero. Los paisajes son fabulosos, extraordinarias las vistas, las construcciones coloniales son una preciosidad. Es un país que sólo ofrece tesoros escondidos y que merece la pena conocer.
Es uno de los países más hermosos que he visto en mi vida
23 de julio (Madrid-Malabo)
Hace tiempo que quiero conocer Guinea Ecuatorial. No puedo decir que conozco África si no he visitado nuestra única ex colonia en el continente. Guinea Ecuatorial es un país que necesita poco tiempo para una primera aproximación. Ahora es una buena oportunidad. Tengo ocho días y creo que es suficiente para hacerme una pequeña idea de como es nuestra antigua colonia.
Ayer una amiga me dijo que su hermano aterrizo esta misma semana de emergencia en Malabo. Es época de tormentas tropicales y saltaron las mascarillas en el avión. Prefiero no pensar en ello.
Salimos de Barajas en un vuelo de Iberia Madrid-Malabo a las 16:30 de la tarde, todavía consternados por el atentado de ayer en Munich. El viaje no resulta malo. El comandante nos informa que vamos a atravesar Argelia, Niger y Nigeria hasta llegar a Guinea. También añade que tendremos tormentas tropicales. Por la ventanilla del avión veo unos rayos en la noche que encienden el cielo en la temida y presagiada tormenta tropical y no entiendo porque no nos hemos desviado. Ya me extrañaba tener un viaje tranquilo.
Llegar en avión a Malabo, poder ver la ciudad desde la lejanía en la noche, aproximarse a la isla de Bioko, la antigua Fernando Poo es algo fantástico. Una ciudad que de repente aparece en el mar, increíblemente alumbrada para las ciudades africanas. El avión desciende y se acerca a pista por una zona muy industrializada que nunca te esperas en este continente.
En el aeropuerto de Malabo nos espera personal sanitario haciendo unas rutinarias comprobaciones de prevención de ébola como ya había visto en Guinea Bissau.
Nos espera Luis en el aeropuerto. Es un guineano que regenta un despacho de abogados en Malabo y que estudio la carrera en nuestro país. Es muy agradable y sonríe constantemente. Xaquin y Luis se conocieron por Twitter. Luis respondió a un tuit de Xaquín sobre Guinea Ecuatorial. Se mensajeáron y se vieron en Madrid un par de veces.
Luis quiere ser nuestro anfitrión y enseñarnos Bioko. Nos recoge en su coche y nos lleva al hotel Bahia 2. No es bonito, tiene el lujo africano que se resuelve con dinero pero no tiene nada que lo haga acogedor. Es moderno con colores chillones y brillos pero sin estilo. Nos quedamos porque tiene buen precio (85 euros) al cambio. En Malabo los hoteles son muy caros si tienen un mínimo de calidad.
Luis quiere que conozcamos la noche de Malabo. Es sábado y nos asegura que en esta ciudad hay marcha durante toda la noche. Puedes cenar y tomar algo a cualquier hora de la madrugada. Los locales están hasta arriba toda la noche. En Malabo ahora son las doce de la noche y la juerga nunca acaba.
Luis estudió en el 2002 en la Universidad Juan Carlos I de Vicalvaro. Se formó en nuestro país. Es un entusiasta de España y de Madrid. Nos lleva al “Aviator”, un local moderno hasta arriba de expatriados blancos, la mayoría españoles y americanos. Casi todos los clientes son blancos, algunos acompañados de jovencísimas chicas guineanas muy arregladas a la búsqueda de un novio blanco.
En el local hay dos actuaciones, una cantante guineana que hace de telonera y algún espontáneo que se sube al pequeño escenario ya cargado de alcohol. La traca final llega con una cantante guineana increíble. Es única e irrepetible. Tiene una voz que traspasa los oídos y que te hace moverte a pesar de ser ya tan tarde y llevar casi seis horas de vuelo con tormenta tropical incluida. Esta chica canta como los ángeles y mantiene ensimismado al personal.
Nos despedimos de Luis y por fin, nos vamos a descansar.
24 de julio, un domingo en Malabo
Malabo se despierta fantástica. Desde nuestra habitación se ve el mar. Cogemos un taxi al centro de la ciudad, estamos muy cerca, enseguida te das cuenta de que Malabo no es grande. No llevamos ni 24 horas y ya empezamos a reconocer los sitios por los que pasamos ayer con Luis desde el aeropuerto. Es una bellísima ciudad colonial que tiene un aire muy español, ademas de una atmósfera decadente. Malabo es la capital del país que goza de una vegetación exuberante como sólo he visto en Gabón, país con el que hace frontera.
La isla de Bioko, la antigua Fernando Poo
Estamos en la isla de Bioko, la antigua Fernando Poo. Dicen que se recorre en tres horas. Es domingo y las ciudades de África los domingos están muertas.
Vamos a acercarnos a una misa católica de los padres claretianos. No nos defrauda en absoluto. La iglesia esta a reventar. No para de llegar gente de punta en blanco como en la España de los años sesenta. En los alrededores de la iglesia varios catequistas se ponen las sotanas y mueven con fuerza los incensarios antes de entrar al altar.
Empieza a cantar el coro y se convierte en una fantástica danza con cánticos africanos. Varias mujeres sacuden unos pompones como si de animadoras de un partido de baloncesto se tratara. Visten sotanas verdes, bailan y cantan evocadoras canciones que te transportan a lo más auténtico del continente negro.
La misa resulta una maravilla. Es un privilegio poder ser testigo de un espectáculo así.
Tenemos una semana para conocer este país. Es poco tiempo porque es un país repartido entre varias islas y la parte continental que hace frontera con Camerún y Gabón. Vamos a acercarnos a Bata, la ciudad más importante de la parte continental y algún otro sitio de la costa.
La República de Guínea Ecuatorial comprende el territorio de Mbini, bañado por el océano Atlántico por el oeste; las islas de Corisco, Elobey Grande y Elobey Chico, la isla de Bioko, donde encuentra la capital, Malabo y la isla de Annobón.
La isla de Bioko se halla a 30 km de las costas de Camerún. La región continental (Río Muní) en el continente limita al norte con Camerún y al sur con Gabón. Las lenguas oficiales de Guinea son el español y el francés. Las lenguas aborígenes son el fang, bubi, ndowe, el bisio y el annobonés. El país tiene mayoría católica.
Necesitamos cambiar dinero. Guinea Ecuatorial tiene francos cfa junto con Chad, Gabón, República Centroafricana y Camerún. Hoy domingo todo está cerrado. En una tienda de artesanía nos intentan timar. Hemos cambiado 200 euros y menos mal que lo he contado y recontado porque nos daban 30.000 cfa de menos. Les ha salido rana. En África, lo mejor es no fiarte ni de tu sombra y nunca bajar la guardia si recorres este continente porque siempre te la intentan meter.
Paseamos por Malabo disfrutando de su maravilloso ambiente colonial. La ciudad esta cambiando. Los chinos la están convirtiendo en un quiero y no puedo, construyen edificios modernos de pésimas calidades, espantosos que sustituyen a las viejas y fantásticas casas coloniales intentando dar una imagen moderna de Malabo pero convirtiendo la pequeña y deliciosa ciudad colonial poco a poco en una mega horterada africana.
Tomamos una cerveza en un maquis o terraza sin gente. Las ciudades africanas, los domingos se convierten en ciudades fantasmas. El camarero nos sirve con desgana unas cervezas. El guineano no se caracteriza por su simpatía y buena disposición sobre todo hacia el español. Es el lastre de un negro pasado colonial.
Nos cuenta un taxista que Franco echaba al mar en barcazas a los opositores todavía vivos. Hablamos de los vuelos de la muerte en Argentina y no hemos escuchado hablar de las travesías de la muerte de nuestra colonia.
Sipopo, la joya de la corona
En un taxi nos acercamos a Sipopo, la joya de la corona de los guineanos. Obiang construyó una mega lujosa urbanización con 53 villas para todos los presidentes de los países de la Unión Africana para una cumbre que tuvo lugar en el 2001 con la intención de agasajarlos. Una fantástica villa para cada uno. No he hecho ninguna foto porque es un delito en Guinea Ecuatorial fotografiar lugares públicos e institucionales.
Sipopo es un lugar para impactar y deslumbrar, pistas de golf, magníficos hoteles, increíbles villas, todo el lujo que uno se pueda imaginar. Ni una foto. Ya me han avisado.
Sólo llevo 24 horas en esta ciudad y ya he visto dos comitivas de coches del gerifalte de turno moviéndose por la ciudad, lujo y despilfarro en el África Negra. Cenamos en un restaurante de libaneses que está hasta los topes. No cabe ni un gato. Esta ciudad desde luego tiene marcha.
Mañana lunes, tenemos que ir al Ministerio de Cultura y Turismo para sacar el certificado de turismo permitido. En este país no hay turismo, comprensible por las trabas que te ponen. No interesa por razones de seguridad. Para moverte por el país, hay que sacarse un certificado que justifique las ciudades y lugares que tenemos previsto visitar. Mientras no lo tenga no tengo intención de hacer fotos.
En el hotel tenemos un balcón con dos sillas y una mesa, ideal para sentarse a ver como se acercan en la noche los aviones a la isla de Bioko, como van descendiendo y como toman tierra. Lo hacen cerca del hotel y parece que tocas el avión. Por la noche no dejan de llegar los vuelos de Europa a la isla.
Lunes 25 de julio, Malabo
Hoy tenemos muchas cosas que hacer. Desayunamos en una pequeña pastelería llamada “La delice de la France”, enfrente de los supermercados “Martinez y Hermanos”. Se respira por todas parte el pasado colonial. La terraza está llena de españoles que trabajan aquí porque en Guinea apenas hay turismo.
Compramos una tarjeta de teléfono para hacer llamadas locales. Además, debemos ir al Ministerio para sacarnos el permiso de turismo permitido. Nos atiende Paulina, una funcionaria. Tiene un despacho recién estrenado. Los muebles todavía sin desembalar. En este país hay mucho dinero.
Le explico que soy turista y que quiero recorrer el país, Paulina dice que lo tiene que aprobar el Secretario de Estado. Me pregunta que lugares quiero visitar, contesto que Bata, la isla de Bioko, el Monte Basile, etc. Entonces, Paulina con sus afilados tacones y su culo respingón se mete en el despacho de al lado que es el despacho del Sub Secretario. A los dos minutos Paulina sale con los papeles firmados diciendo que nuestro viaje esta aprobado pero que son cien euros al cambio.
Xaquín con un mosqueo considerable le dice que no queremos ver nada más que el Monte Basilé y que ya hemos pagado una pasta por el visado para seguir desembolsando más. Paulina protesta y nos anuncia que tendremos problemas pero se vuelve al despacho contiguo y trae los permisos firmados a precio de saldo. El permiso es para visitar todo el país.
Guinea es complicado para el viajero, todos los impedimentos que encuentras, te quitan las ganas de seguir con tu viaje. Paulina nos guiña un ojo y nos entrega el permiso de turismo permitido, imprescindible para viajar por el país. Nos vamos enfadados porque nos parece un abuso que nos cobren por cada lugar que queremos conocer.
Nos vamos a Bata en la parte continental
Ya sólo nos queda sacar los billetes de avión a Bata. Nos vamos mañana al continente. La compañía aérea más importante del país se llama Ceyba. Tiene vuelos constantes entre Malabo y Bata como un puente aéreo. Los dos billetes nos han costado 280 euros. Es un vuelo de media hora.
La mujer que nos atiende, no puede ser más antipática. Ni siquiera levanta la vista de su ordenador cuando le preguntamos los horarios. Entiendo que la razón es que somos españoles y el desprecio por el pasado colonial todavía existe. Es imposible imaginar que alguien te atienda con peores maneras.
Queremos ver un cementerio que tiene una pequeña sección dedicada a los miembros de la Royal Air Force Sunderland Fluying Boat, muertos en un accidente en Bioko cuando venían de Lagos (Nigeria) en 1944. Se encuentra en un barrio de Malabo.
El barrio es bonito con pequeñas casas que dan al mar aunque no tiene playa. Paseando por el barrio, encontramos la iglesia. Intentamos subir al campanario para poder ver una vista de la ciudad. La escalera esta casi derruida. Descubrimos en un rincón una vieja campana polvorienta y olvidada, reliquia del colonialismo español. Es un gesto más de la desidia de los guineanos por conservar lo antiguo y su historia. La campana es de una industria de Valencia, “Campanas Valencia”.
Vamos a cenar en “La Luna”, un restaurante que es un clásico en Malabo. Es de un suizo y la manager es una chica del Bierzo, casada con un colombiano. Llevan dos años regentando este restaurante escapando de la crisis de nuestro país.
Los taxistas nos explican lo que ocurre en este país. Queremos acercarnos a conocer el Monte Basilé. Preguntamos el precio para subir monte y cada taxista dice uno diferente. Uno nos advierte que tengamos mucho cuidado porque es la tierra de Bisila, la diosa de los bubis. Si nos empeñamos en subir, debemos preguntar a los ancianos del lugar si es posible estar en este territorio porque es un lugar sagrado y la diosa se puede enfadar.
Hace unos dias, un profesor de Botánica que subió con sus alumnos a buscar plantas endémicas al bajar del monte, murieron en unas horas, sin más. El taxista insiste en que ofendieron a Bisila.
Los bubis es una de las etnias más importantes del país y los autóctonos de la isla de Bioko. Bisila es la diosa de los bubis. Muchas hijas de bubis, se llaman Bisila. Hay dos peregrinaciones al año al monte para rendir tributo a la diosa. La otra etnia importante son los fang El presidente Obiang es fang por lo tanto, según los bubis, los fang gozan de muchos más privilegios que los bubis.
Las dos etnias no hacen buenas migas. Una bomba de relojería como siempre ocurre en África. Cuando preguntamos a otro taxi por el precio para subir al monte Basilé a conocer el lugar sagrado de la diosa Bisila, nos corrije, “diabla Bisila”. Es un fang. Así se las gastan las dos etnias, conviven pero no se mezclan.
Martes, 26 de julio (Malabo-Bata)
Nos vamos a Bata. Antes hemos quedado a desayunar con Boc, un guineano que vivió muchos años en Valencia y desde el 2008 vino a Guinea. Es un abogado de prestigio. El desayuno es interesante porque te haces una idea de como funcionan las cosas en el país. Es listo, culto, interesante y conocedor de África. El desayuno se prolonga cerca de tres horas fantásticas. Sólo nos queda ir echando leches al aeropuerto o perdemos el avión a Bata.
Volamos con Ceyba. No me gusta volar con compañias africanas. Intento controlar mi miedo como puedo. Es imposible ir al continente de otra forma y quiero conocer Bata. Tengo muchas expectativas sobre esta vieja y colonial ciudad española. El viaje resulta un infierno. Mi terror incontrolable me hace sentir turbulencias por todas partes. Una mujer a mi lado habla tranquilamente por teléfono a pesar de que el comandante ucraniano ha dicho que apaguen los moviles
Hemos llegado a Bata. La ciudad en cinco minutos no me gusta. Ni rastro de edificios coloniales y africanos. Los edificios que veo son enormes y horteras construcciones chinas. Me recuerda a un Roquetas en feo. Un enorme paseo marítimo donde sólo merece la pena el mar y la fantástica bahía.
Nos instalamos en el hotel Ibis en primera línea, un edifico moderno con aire de chinada. Después de negociar el precio en el hotel, nos lo deja en 100 euros. No hay mucha oferta en esta ciudad, así que no queda otra que tragar y quedarnos en el Ibis.
Nos recomiendan el café Central, un viejo restaurante con aire decadente que resulta un descubrimiento. La tarde la dejamos para recorrer Bata. No estamos equivocados. Esta ciudad es para escapar rápido. No queda o no lo hemos encontrado nada de su pasado colonial, del ambiente decadente de Malabo. Se ha convertido en una ciudad imitando a moderna pero sin conseguirlo invadida de edificios construidos por los chinos.
Paseando por la ciudad encontramos dos únicas casas coloniales, una es un colegio de monjas y la otra la casa del obispo. Nos dicen que la van a tirar en unos días. La última belleza va a desaparecer de Bata para ser sustituida por un edificio de los chinos. Mientras miramos atónitos, se nos acerca un tipo que nos hace un verdadero interrogatorio policial en plena calle aún siendo turistas. Tenemos que decirle al personaje que hace demasiadas preguntas para seguir nuestro camino.
Hemos quedado a cenar con Luis, el abogado que nos recogió en el aeropuerto. Le dejamos escoger restaurante. Tras la hora de retraso reglamentaria, esperándole, aparece con casi toda la familia, hermana, hermano, primos, sobrino, etc en un 4*4. No me lo puedo creer, estoy cansada y me quiero ir a la cama.
Su hermano pequeño se llama Carlos y hace ingeniería industrial en Ciudad Real. Nos apretujamos en el coche dispuestos a recorrer Bata “la nuit”. Nos llevan a una terraza a tomar pescado. El sitio no esta mal. Se ve toda la bahía. La familia al entrar en el restaurante, va saludando a todo el personal. No me quedan fuerzas para este sarao pero reconozco que esta gente es maja y la cena esta resultando divertida.
Luis es un chico agradable. Dice que nos tiene ya hecha la agenda para los próximos tres días en el continente. Mañana tras un juicio en la Audiencia de Bata, nos quiere acompañar. Francamente una cosa es cenar dos días seguidos y otra es convertirnos en tres durante este viaje.
Mañana nos vamos solos en un taxi compartido a Mbini. Nos lo recomienda todo el mundo. Tenemos muy poco tiempo en este viaje. Mbini esta en la costa y de camino podremos ver la selva ecuatorial.
(continúa en Guinea Ecuatorial una aproximación en 8 días, 2 parte)