El Delta del Saloom, un viaje de aventura por Senegal y Gambia en 9 días (1 parte)
Madrid – Dakar (Senegal) 8 de mayo
A las tres de la tarde desde el trabajo, pasando por casa, Xaquín y yo nos vamos al aeropuerto. Estoy ilusionada como siempre que vuelvo a África y muy estresada. Necesito desconectar. Las últimas semanas han sido agotadoras. Hemos llegado a Barajas con tiempo, acompañados de nuestra eterna maleta roja que ya está vieja y desvencijada. Con esta maleta, me ocurre lo mismo que con nuestro coche. Los tengo cariño. Son objetos que nos han acompañado durante años y que han sido generosos con nosotros. Nos han dado mucho y no nos han pedido nada a cambio. Ni el Nixan Almera ni esta maleta roja, africana, resistente, combativa y única.
En el avión vamos sentados al lado de una epidemióloga de Médicos sin fronteras que va a estar casi dos meses formando a los médicos locales de como protegerse de epidemias como el ébola. Durante el viaje la vamos a conocer y a establecer esa pequeña complicidad que se crea en los viajeros africanos. Intercambiarse teléfonos, “Si necesitas algo, nos llamas”, “Lo mismo os digo·… pequeñas señales, signos inequívocos de los africanos que recorren Africa.
La llegada a Dakar ha sido perfecta, como siempre. Africa nos ha recibido de la misma forma, con bullicio y con ese calor pegajoso y único que te regala cada vez que la pisas.
En el avión viajan cuatro repatriados senegaleses con sus respectivos policias custodiándoles. Van distribuidos entre la gente. El avión ha hecho escala en las Palmas, en su interior, un pasajero se ha puesto a fumar. Se ha armado un follón de narices. El comandante ha intervenido y el desconcierto ha sido mayúsculo. Africa, nos ha recibido de noche como siempre, caliente y bellisima. Dakar es maravillosa de noche desde la ventanilla de un avión.
El camino al hotel San Luis es como llegar a casa. Hemos estado ya tantas veces en Dakar que todo es familiar. Estamos cansados y la noche va a ser reparadora. Mañana nos vamos al Delta de Sine Saloum. Una cerveza antes de irnos a descansar en la maravillosa terraza del hotel San Luis, con su aire decadente y africano.
Dakar, 9 de mayo
Hemos descansado. Hay que cambiar dinero y desayunar. Tenemos que salir pronto para llegar a Sine Saloum. En la gare routiere o la estación de autobuses y coches, cogemos un sept place (coche de siete plazas compartido) hacia Joal Fadiouth, un pueblecito pesquero, después de pasar por Mbour. Nos han tocado los asientos de detrás. Mala suerte pero esperar otro coche significa, retrasar nuestra salida y no nos conviene. Los sept place es una forma de viajar relativamente cómoda y relativamente barata por este continente. Suelen funcionar bastante bien. El sept place se estructura en tres partes. El conductor y una o dos personas (según el país en los asientos de delante), a continuación, la parte de detrás donde suelen ir tres o cuatro personas (también depende del país), y por último la parte de detrás, incómoda y agobiante, sin ventana y sin salida. Entrar y salir de esta parte ya es una tarea complicada de contorsionismo. Casi nunca, elegimos esta opción pero en este viaje tenemos mucho que recorrer y poco tiempo. Cuando se llena un sept place, sale a ruta y se empieza a llenar el siguiente. El viaje hasta Joal Fadiouth han sido unas tres horas y media. Hemos llegado a Joal, hambrientos y cansados tras una hermosa ruta, disfrutando de miles de baobab.
Senegal es el país de los baobab. En Senegal se alojaba tras sus vuelos, el escritor y aviador Antoine de Saint Exúpery, autor de “El Principito”. Senegal y los boabab le sirvieron de inspiración. Hemos parado en Joal Fadiouth, una localidad con mucho encanto, en el extremo meridional de la Petit Cote. Dos poblaciones unidas por un hermosisimo puente colonial fantástico. Hace un sol de muerte y con nuestra pequeña maleta roja, no sabemos si vamos a quedarnos a dormir o si seguimos nuestra ruta. Son las cuatro de la tarde y estamos cansados para buscar una opción de hotel. El pueblo y la isla son muy bonitos pero queremos llegar a Banjul (Gambia) y tenemos pocos días. Hay que avanzar a Sine Saloum en el Delta. Vamos a coger un taxi para llegar a Ndangane solo para nosotros. La opción es más cara pero se ha hecho tarde para que salgan sept place y queremos llegar a Mar Lodj, un auténtico paraíso a dormir. Tenemos para ello que llegar a Ndangane y buscar una piragua para llegar a Mar Lodj. El taxi nos lleva por zonas desérticas a todo gas.
Los poblados de los burkineses ahumando el pescado entre montañas de basura me impresionan. Seguimos por la carretera y observamos las manadas de vacas africanas con sus enormes cuernos tan diferentes a las nuestras. A los lados, mucha gente trabajando en las salinas. Hemos llegado a Ndangane.
Nos acercamos al muelle para gestionar la salida a Mar Lodj, Acabamos de conocer a Sahel que nos ofrece sus servicios como guia. Tiene una sonrisa blanquísima, franca que enamora. Nos acercamos a la isla. Acordamos con Sahel un precio para el día siguiente que nos va a llevar a Toubacouta, el centro del Delta de Sine Saloum (50.000 cfa). Nos alojamos en casa de una francesa estirada, Es del tipo de mujeres que nunca he soportado, pequeñas, nerviosas, ejecutoras, que nada se les escapa, dominantes que intentan controlar todo menos su propia vida. Su hotel es bonito. Se llama “Le Bazouk du Saloum”. La estirada dueña del hotel o campamento tiene una pareja que no deja de tomar pastis, bebida con mucho alcohol, una especie de anis frances que engulle como un cosaco. La cena que nos han dado ha sido exquisita. Hemos dormido de maravilla en una cama con mosquitera que nos da mucha tranquilidad. Algo tan simple como una mosquitera es un bien muy deseado por esta parte del mundo. Mañana por la mañana que es domingo, nos vamos a acercar a la misa católica porque tocan en la misa, tambores senegaleses y merece la pena escuchar los coros.
Mar Lodj-Toubacouta, 10 mayo
El desayuno ha sido fantástico. Nos vamos a misa esperando a Sahel para comenzar una ruta de cuatro horas en piragua a Toubacouta. Cada familia de cada village o pueblecito senegales del Delta de Sine Saloun prepara una piragua de madera fromager, un árbol sagrado y centenario o también de madera roja de Gambia que es más barata. Cada familia de cada village manda a uno de sus jóvenes a España. Unas setenta personas en cada piragua o cayuco. Pagan setecientos euros por persona a un traficante. La piragua, por ejemplo, desde el village de Maya que es el pueblo de Sahel, nuestro guía, partió para nuestro país hace unos años y es uno de los ejemplos mas desoladores del fenómeno de la emigración africana. Nos lo cuenta Sahel mientras pasamos por su pueblo. La piragua de Maya llegó sin problemas a nuestras costas y la mayor parte de los emigrantes de este village se asentaron en Bilbao. Ahora vuelven los que tienen papeles a Maya para comprobar que con el dinero que han mandado se han construido sus casas. En el Delta de Sine Saloum hay cientos de village como Maya.
El viaje dura nueve días. Se come y se duerme en la piragua. El traficante ha de preparar y abastecer de combustible, agua y comida para setenta personas durante nueve días que dura el trayecto. Si pasado este tiempo, la gente de Maya o de cualquier village no tienen noticias o llamadas de móvil, significa que la piragua no ha llegado a España y que sus jóvenes han muerto. Si la piragua no llega a nuestras costas, las familias se dirigen al traficante que siempre queda en tierra para pedirle una explicación o que les devuelva el dinero. Si no es así, las familias, denuncian al traficante a la policía. Nos cuenta Sahel que hay varios traficantes en las cárceles senegalesas.
El viaje a Toubacouta no está siendo tan duro como había imaginado. Sahel es un guía fantástico.
Vamos recorriendo en piragua, los manglares del Delta. Lo peor es el sol que cae de pleno. El viaje dura de doce a cuatro de la tarde. las horas peores de sol. Nos vamos a achicharrar, Nos hemos abrigado para protegernos del sol hasta las orejas pero ya va haciendo mella. Tengo miedo a coger una insolación. El paisaje es formidable y me recuerda mucho a la Casamance.
Hemos llegado a Toubacouta con un calor que desploma. El viaje nos ha costado un pico, 50.000 cfa por cuatro horas de piragua. Sahel es un profesional. No nos deja tirados y nos acompaña a buscar un hotel. Nunca llevamos nada previsto. Viajamos a la aventura. No estamos seguros de donde tirar al día siguiente. Decidimos sobre la marcha. Ese es uno de los encantos de estos viajes. El dedo se desliza sobre el mapa que llevamos como compañero inseparable de viaje. No tenemos reservado hotel. Hace calor y estamos cansados. Sahel nos ha llevado al hotel de un amigo. Demasiado básico. Hay que buscar otro hotel. Sahel hace de porteador bajo un sol que tumba. Hemos recorrido ya un par de hoteles. El mejor hotel de Toubacouta es demasiado caro para nosotros. Me recuerda al hotel Shangrila de Accra (Ghana) con sus pallozas amarillas esparcidas por un jardín lleno de buganvillas.
El trayecto en piragua es corto. Llegamos a una isla y unos caballos nos recogen para llevarnos al campamento. Prefiero ir andando los dos kilometros que hay de distancia tras los caballos que llevan en una carreta nuestra maleta. El campamento es una apuesta de ecoturismo que lleva la comunidad de Baloom. El dinero que sacan lo destinan a proteger y pagar a los guardas que cuidan la reserva y la protegen de los furtivos. Hemos llegado al poblado con muchísimo calor, andando entre la selva, empezamos a distinguir cabañas de paja frente a un mangrove fantástico.
El paísaje es sublime. Nos asignan una cabaña. Es preciosa. Es una palloza de paja. Tiene un pequeño porche frente al manglar con dos sillas y una pequeña mesa para disfrutar lo que queda de día. La cabaña por dentro es fantástica. Tiene una cama con mosquitera. Es muy básica pero tiene un encanto dificil de explicar. Hay unas ventanucas que se abren y cierran sujetas con un palo. La choza tiene un lavabo, por decir algo, un water y una ducha con un invento de ingenio que va a un depósito de agua que hace posible que te puedas duchar.
He colocado mi maleta roja en la cabaña, dejo nuestras cosas en el baño. El lugar me encanta y mi choza es maravillosa. Este sitio tiene unas doce cabañas iguales, salpicadas en torno a una enorme y fantástica palloza con mesas y sillas para comer y cenar la gente que se hospeda en las chozas. La comunidad es encantadora y están dispuestos a hacerte tu estancia lo más agradable posible. Nos ofrecen un paseo por el manglove en kayak. Hemos desechado la idea porque estamos muy cansados. La ruta es a las cuatro de la tarde que todavía hace calor y yo me siento abrasada de mi último viaje en piragua. Prefiero echarme la siesta en mi cabaña. Hay algun viajero como nosotros en el campamento, un par de chicas francesas y otro grupo de amigos franceses. Todos van a salir a navegar en kayak. Nos queda por delante una maravillosa tarde, viendo caer el día, escuchando y observando cientos de aves y pájaros únicos que abundan por aqui. dejándote llevar por sus sonidos. En este lugar, apetece leer, escribir y abandonarse viendo pasar las horas sin más.
Desayunamos en la palloza con los franceses que comparten el campamento con nosotros. Hablamos sobre su viaje, sobre nuestro viaje, sobre otros viajes. La conversación típica de los viajeros africanos, intercambiar experiencias, sitios y lugares.
(Continúa en un viaje de aventura por Senegal y Gambia en 9 días, Gambia (2 parte)