Sudán, la joya oculta
8 de diciembre
Tras unos días en Etiopía trabajando en un reportaje sobre “la crisis del Tigray” hemos decidido volar a Sudán.
https://elpais.com/internacional/2020-12-04/la-guerra-inacabada-de-etiopia.html
Sudán supone un reto para el viajero por varios motivos. Es un país a priori “supuestamente” complicado, inmerso en sucesivos conflictos desde tiempo inmemorial. Es una república islámica, lo que significa, ni una sola cerveza con un calor insoportable. Además, no es un país turístico lo que implica que hay pocos alojamientos que den un nivel mínimo para los viajeros.
El vuelo entre Addis Abeba y Khartoum (Jartum) dura poco más de una hora. Tras un vuelo fantástico con Ethiopen Air estoy feliz. Tenía ganas de conocer Sudán.
El avión va siguiendo el curso que traza el Nilo Azul. Ha sido emocionante poder ver desde el aire el nacimiento del Nilo Azul en el Lago Tana (Etiopía) y seguir su camino hasta Khartoum (Jartum) donde se funde con el Nilo Blanco, convirtiéndose ambos en el gran NILO, la cuna de civilizaciones. Una experiencia inolvidable.
El aterrizaje sorprenderte, una gran ciudad que se extiende sobre un desierto. El ancho manto verde y fértil de cultivos a ambos lados del río nos trasportan a la antigüedad. Tras los campos cultivados, las casas con los colores del desierto, tierra roja.
Sudan, oficialmente República de Sudan es uno de los cincuenta y cuatro países que forman el continente africano. Su capital y ciudad más poblada es Khartoum (Jartum).
Está situado al noreste de África y comparte frontera con Egipto al norte, con el mar Rojo al noreste, con Eritrea y Etiopía al este, con Sudán del Sur al sur, con la República Centroafricana al suroeste, con Chad al oeste y con Libia al oeste. Hasta el 2011, momento en que se separó la región sur del país (formando la nueva República de Sudán del Sur) fue el estado africano que compartía frontera con mayor número de países, nueve, incluyendo a Kenia, Uganda y la República Democrática del Congo.
El Nilo, su principal río, recorre el territorio del país
El idioma oficial es el árabe y el inglés, que conviven con otras lenguas locales. En el ámbito religioso, la población es mayoritariamente musulmana, con una minoría cristiana. Tras la guerra civil y la secesión de Sudan del Sur en 2011, la economía del país se resintió con fuerza.
Sudán tiene una larga historia, que se remonta a la Edad Antigua, donde se entrecruza profundamente con la historia de Egipto, perteneciendo a diversos estados hasta obtener su independencia a mediados del siglo XX.
La historia moderna de Sudán esta íntimamente ligada a Egipto y a Inglaterra. Tras la fracasada expedición militar de Napoleón Bonaparte a Egipto en 1798, el país entra en un periodo incierto de su historia. No era una nación independiente desde las últimas dinastías de faraones llevando siglos sometida a numerosos imperios, asirio, persa, griego, macedonio, romano, árabe, y a comienzos del siglo XIX, al decadente imperio turco, con la aprobación de Inglaterra que solo pretendía contener a Francia en su expansión por África.
El sultán turco reinaba desde Estambul sobre Egipto, donde mantenía un gobernador y un contingente militar.
En 1802 apareció una figura fascinante que iba a cambiar el curso de la historia de Egipto y también de Sudán, Mohamed Ali, que consiguió que el sultán otomano le nombrase gobernador de Egipto modernizando la administración y formando, un poderoso ejército. Sudán quedó anexionado al imperio de Alí en 1823 y en la confluencia del Nilo Blanco y el Nilo Azul, sus hombres fundaron Khartoum (Jartum)
Khartoum (Jartum)
Situada en la confluencia entre el Nilo Azul y el Nilo Blanco, es una ciudad bulliciosa. Tiene un maravilloso museo, unos zocos fascinantes y sobre todo las increíbles vistas del Nilo, además, la gente es muy hospitalaria logrando que tan sólo en unos minutos se hayan olvidado con creces todos tus prejuicios y superado todas las expectativas.
Hemos salido a dar un paseo por Khartoum. Me he quedado embelesada. Es una ciudad fantástica.
El calor es seco y las temperaturas muy elevadas. Nada que ver con la vecina Etiopía donde ahora hacía un frio de muerte. Aquí hace calor y el sol abrasa. La ciudad es polvorienta y roja, se te mete el polvo del desierto por todas partes pero es una ciudad encantadora.
Khartoum (Jartum) es una sorpresa para el viajero que no se lo espera
No había previsto conocer Sudán. Una república islámica y en el África Negra representaba a priori algo complicado para viajar. Un absurdo prejuicio porque Khartoum es una grata sorpresa para el viajero.
Lo más fantástico de la ciudad es que aquí se unifican y fusionan, el Río Nilo Blanco procedente del Lago Victoria con el Río Nilo Azul procedente del Lago Tana (Etiopía) formando el gran Nilo que sigue su curso desde Khartoum hacía Egipto y el mar Mediterráneo.
Además, Khartoum posee recuerdos evocadores para el viajero. La ciudad fue el punto de partida de varías expediciones de los exploradores que buscaban las Fuentes del Nilo en el siglo XIX.
Samuel Baker y Florence Baker en Khartoum (Jartum)
Desde el “Hotel Acropole” comenzamos a descubrir la ciudad. La primera impresión es que todo el mundo hace vida en la calle. Hay muchas zonas verdes porque estamos a la orilla del Nilo.
Descubrimos un pequeño parque junto al hotel lleno de gente sentada charlando en pequeñas sillas y mesitas tomando té o café. Las mujeres monopolizan los pequeños puestos o tenderetes que ofrecen las bebidas calientes que hacen en grandes potas. Tienen tal variedad de cafés y tes que no sabes por donde atacar, picantes, de flores, con jengibre, miel, menta, etc. Un ambiente tranquilo y relajado que me recuerda mucho a Irán.
Este país se encuentra en un proceso de transformación. En poco tiempo, se ha pasado de prohibir a las mujeres salir a la calle con pantalones a verlas vestidas con aire moderno, fumando rodeadas de jóvenes.
La ciudad está llena de bonitas casas coloniales, con aire decadente, soportales como en el gran Cairo, donde se vende de todo, libros, ropa, zapatos, etc.
En Khartoum, la vida está tirada, pocos países en África son tan baratos. Agotados del día y del viaje hemos cenado en el Hotel Acropole. La cena es sana y saludable, una crema espectacular de lentejas y una carne muy sabrosa. Todo nos ha costado cinco euros por barba.
Sudán te sorprende muy gratamente
Hace calor pero no demasiado a la hora punta, debes tener cuidado pero no te pasas el día sudando. En julio y agosto llega a subir la temperatura a 45ºC pero en diciembre, las temperaturas son más bajas.
Me muero por ver el Nilo. Lo vamos a dejar para mañana. Hoy estamos agotados del viaje y del día
El Hotel Acropole
Nos hemos instalado en El “Hotel Acropole”. Se encuentra en una zona céntrica de Khartoum. Lo regentan tres hermanos de origen griego. George es el director y el alma del hotel pero estos días se encuentra en Grecia. Los otros dos hermanos son unos tipos antipáticos y enérgicos pero muy eficaces.
El Acropole por ser un hotel evocador, decadente y fantastico merece mención aparte
Tras el cierre de la embajada de la República Helénica en 2015, uno de los hermanos, Gerasimos Pagoulatos se convirtió en el nuevo cónsul honorario con sede en el hotel. Los hermanos regentan este precioso hotel bajo un régimen dictatorial y policial. No das ni un paso sin encontrarte a alguno de ellos dando órdenes o sugiriendote algo. Todo lo que se hace debe contar con el visto bueno de los hermanos “Pagoulatos”.
El Acropole es el hotel más antiguo de Khartoum (Jartum). Fue fundado en 1952 por Panagiotis Pagoulatos de Cefalonia, (que había dejado la Grecia devastada durante la Segunda Guerra Mundial) y su esposa Flora.
La pareja se hizo cargo de un concesionario de licores, abrió una tienda de vinos, una confitería y luego el Acropole que pronto se expandió. En 1967 murió Panagiotis y sus tres hijos se hicieron cargo del hotel logrando convertirlo en un tesoro de la vida cultural y turística de la ciudad.
A diferencia de otras empresas grecosudanesas, el Acropole se salvó de las políticas de nacionalización que siguieron al golpe de Estado de 1969. Tras las devastadoras hambrunas de 1984 y 1985 en Darfur y Etiopía, el Acropole se convirtió en la base de muchas organizaciones no gubernamentales internacionales.
El 15 de mayo de 1988 vivió una tragedia cuando un comando terrorista del grupo Abu Nidal bombardeó el restaurante del hotel, matando a una pareja británica con sus dos hijos, otro británico y dos trabajadores sudaneses, dejando a 21 personas heridas.
El hotel se ha convertido en uno de los lugares más populares para los visitantes occidentales, periodistas, arqueólogos y trabajadores de las ONG.
Desde el exterior, el Acropole es modesto ocupando una esquina en el corazón de Khartoum (Jartum). Sin embargo, sus pasillos, habitaciones, zonas comunes son bonitas y acogedoras, impecablemente limpias, decoradas de forma sencilla pero con una atmósfera sugerente y colonial.
No parece notar mucho el zarpazo del Covid porque siempre tiene gente. En este momento, la mayor parte de la clientela son periodistas que vienen a cubrir la crisis de Tigray o que hacen noche para subir a los campamentos de refugiados de la frontera con Etiopía. Los arqueólogos también son la clientela más frecuentes en este inolvidable hotel.
El gran problema que tiene Sudán para los viajeros es su terrible y complicada burocracia. El Acropole es un hotel caro pero se compensa porque te resuelven todas las gestiones de permisos con las autoridades sudanesas.
Sudán es una joya para la arqueología, atrayendo a los mejores arqueólogos e investigadores del mundo, por aquí han pasado arqueólogos de los más importantes museos del Europa y de EEUU. Esto es una mina para la arqueología.
El Acropole es de esos lugares para no olvidar
En la primera planta se encuentra la recepción, una maravillosa oficina donde los hermanos reciben a los clientes y en la segunda planta se encuentra el comedor del hotel. Las escaleras y todas las zonas comunes están llenas de fotos de todos los equipos de arqueólogos que han pasado por aquí.
9 de diciembre
Se duerme bien en el Hotel Acropole. Tiene un desayuno fantástico y un ambiente todavía mejor.
Nos vamos a ver al embajador de España en Sudán
Nos va a recibir sobre las doce de la mañana.
Antes vamos al Ministerio de Información porque nos dan los visados de periodistas.
En el Ministerio de Información, la Directora nos pide cientos de fotocopias, PCR, pasaportes, billetes de avión, cartas de presentación, fotos, etc. Nos da unos carnets que nos acreditan para trabajar por todo el país, así de sencillo. Mañana estarán listos los permisos. Antes los tienen que mandar al Ministerio de Defensa, (igual que en Nigeria que nos costó conseguir esto mismo, diez días de intensa lucha y sufrimiento).
La gente es Sudán es seca porque es gente del desierto pero sólo quieren agradar. No hay nada de turismo o poquísimo y esto se nota.
Nos vamos corriendo a la Embajada de España. Nos espera el embajador, Alberto Ucelay Urech y el cónsul, Alfonso Herrero Corral. El embajador es campechano y encantador. Alberto, nos pone al día sobre la situación actual de Sudán con una descripción detallada de lo acontecido los últimos años de este país y de la situación actual.
La Revolución en Khartoum en 2018
En diciembre de 2018, miles de personas se lanzaron a las calles de Khartoum, la capital de Sudán para pedir la dimisión del presidente Omar Al-Bashir, en el poder desde 1989. Fue el inicio de una revolución que acabó derrocando al régimen e hizo virales imágenes de mujeres cantando a la libertad desafiando a la ley.
Desde el inicio de la transición en agosto de 2019, el Gobierno ha tomado decisiones enfocadas a la igualdad de género como la criminalización de la mutilación genital femenina, que según Unicef afecta al 86,6% de las sudanesas, o la derogación de una ley que prohibía a las mujeres vestir pantalones, viajar solas o bailar en público. También se ha prohibido el matrimonio infantil, que afecta al 34% de niñas menores de 18 años.
Lo cierto es que el Gobierno del tecnócrata Abdalla Hamdok trabaja a contrarreloj para transformar y estabilizar el país antes de las elecciones democráticas previstas para el 2022. Los principales retos, desmantelar el sistema de corrupción instaurado por Al-Bashir, reformar el sistema judicial y gestionar la profunda crisis económica. El ejército sofocó un intento de golpe de Estado, el primer ministro sobrevivió a un atentado, en Darfur se vive una escalada de violencia y en las calles, los sudaneses siguen reclamando más reformas democráticas mientras afrontan la pandemia.
Además, en las últimas semanas, el conflicto de Tigray, en Etiopía, ha obligado a 50.000 personas, la mayoría mujeres y niños, a refugiarse en Sudán, un número que se suma al millón de refugiados que residen en el país, según Acnur.
Nos invitan a una recepción con varios fotógrafos sudaneses en la embajada. Ha sido un buen embajador y ha merecido la pena conocerle, ojalá pudiéramos hacer algo interesante sobre Sudán pero tenemos poco tiempo y va a ser complicado.
Nilo Blanco, Nilo Azul, aquí, en Khartoum se juntan y se hacen grandes. Se desvela el misterio de las fuentes del Nilo que a tantos exploradores ha obsesionado durante años
El huevo de Gaddafi
El Burj al-Fateh es un hotel de cinco estrellas en el centro de Jartum, en el punto de encuentro del Nilo Azul y el Nilo Blanco y en el centro del distrito comercial y administrativo de la ciudad. Es un mega rascacielo construido y financiado por el gobierno libio. El edificio tiene una fachada curva oval y esta diseñado para parecer un barco de vela. Se le conoce como el “Huevo de Gaddafi”. Desde el último piso se puede ver como se funden los dos ríos en el gran Nilo.
Las orillas del río esta llenas de terracitas, de parejas tomando el té y mirando el río. Hay viejos barcos amarrados convertidos en cafetines para ver el atardecer en el Nilo. El ambiente es fantástico.
Me gusta Khartoum. Me está sorprendiendo mucho. No esperaba nada y sin embargo, la gente es muy amigable.
Los fantásticos soportales que hay por toda la ciudad son herencia del mundo otomano. Están plagados de tiendas muy auténticas donde se vende de todo. Hemos entrado en una imprenta. La gente no se extraña y de la manera más afectuosa, te muestran como funcionan las máquinas.
Khartoum solo tiene un problema y es que la gente no habla ingles
Coger un taxi, a veces, se convierte en algo complicado porque no te entienden nada.
Hemos quedado a cenar con Concha. Trabaja en una ong de la UE. Tiene el típico perfil de cooperante. Llega al restaurante saludando a todo el mundo. Los expatriados pertenecen a una comunidad muy endogámica.
Concha es tinerfeña y lleva pocos meses en Khartoum. Tiene una larga experiencia en ONGs. Ha estado en los campamentos saharauis, Congo Kinshasa, etc. Tenemos algún que otro amigo en común. Tiene esa seguridad y halo de no estar en el mundo de los mortales. Nos cuenta que se está cometiendo un verdadero genocidio en Tigray. Hay más de 45.000 refugiados huyendo de Etiopia, gran parte de ellos son niños que vienen solos.
No hay quien la gane a cotillear y a ponernos al día sobre todo expatriado que pase por delante de nuestras narices.
Me gustaría conocer todo el país pero no tenemos tiempo.
El embajador nos hablo sobre lo fantástico de Dinder National Park lleno de animales aunque sin un solo lugar para poder dormir.
La gente aquí es tan amigable que un sastre nos ha hecho un arreglo en una zamarra y se negaba a cobrarnos por agradar.
En Khartoum no se tiene sensación de inseguridad sino todo lo contrario. La ciudad durante el día es algarabía, bullicio, alboroto pero en cuanto empieza a caer la tarde antes de las seis, las calles se quedan desiertas, solitarias, vacías y fantasmales, todo el mundo echa el cierre y solo se ve algún perro callejero rebuscando entre las basuras.
No hay ni un sólo bar porque en el país está prohibido el alcohol y no existe un solo lugar donde te den una sola cerveza o vino. No existe la vida nocturna y la gente solo vive de sol a sol.
La ciudad es sucia. No debe tener servicio de limpieza o de recogida de basura. Cuando al caer la tarde se levantan los puestos o tenderetes de los soportales, la porquería aparece por todas partes, plásticos, papeles, basura por todas partes. No he visto ni un sólo operario limpiando calles o recogiendo desperdicios.
En Khartoum no hay atascos como en Adis Abeba (Etiopía). Te mueves bien en los taxis, eso si, es un horror cruzar una calle, no hay semáforos, ni guardias, es lanzarte a un campo de minas y que sea lo que dios quiera.
Hemos cogido una barquita para navegar el Nilo. Las barcas cruzan de una orilla a otra a las terrazas que hay para tomarte un te. A la gente le gusta tomarse un té con los pies dentro del gran río.
Esta tarde nos hemos acercado desde Khartoum (Jartum) a Omdurman, las dos ciudades se han fundido en una.
Omdurman comienza justo donde se funden en uno los dos Nilos.
Desde el puente de hierro que une Khartoum (Jartum) con Omdurman se puede ver perfectamente la conjunción de los dos ríos. La emoción te deja sin habla pero no se puede hacer fotos. Es un lugar estratégico y en estos países, mejor no llevarte una desagradable sorpresa.
A pesar de la fama del Nilo Blanco, el Nilo Azul aporta el ochenta por ciento del caudal, cuatro veces más del agua que trae el Nilo Blanco
Al cruzar el puente sobre los dos Nilos y alcanzar Omdurman, lo primero que se ve es la cúpula del mausoleo del Mahdi. Es plateada y se alza sobre un edificio cuadrado de dos plantas. Este lugar es sagrado para los sudaneses.
El Mahdi, el orgullo de Sudán
El Mahdi y el asedio épico a Khartoum
Sudán antes de 1881 era un territorio abonado para la rebeldía que esperaba un detonante que hiciera estallar toda la furia acumulada desde que Mohamed Ali ocupó el Sudán más de medio siglo antes. Los funcionarios egipcios robaban a manos llenas, los impuestos cada vez eran más gravosos, los egipcios saqueaban, violaban y asesinaban. La gota que derramara el vaso estaba a punto de llegar.
Mohamed Ahmed conocido como El Mahdi nació alededor de 1844, en una isla del Nilo…..
La ceremonia de los derviches de Omdurman
Cada viernes en Omdurman, junto al mausoleo del Madhi se celebra la ceremonia Halgt Zikr. Comienza una hora antes de la puesta de sol. Santones y decenas de derviches (que era el nombre con el que los europeos conocían a los fanáticos fieles del Madhi) llegan al recinto donde se va a celebrar el ritual.
Bailan, cantan y entran en trance en recuerdo del Madhi, el hombre que se convirtió en el orgullo de los sudaneses cuando los liberó del yugo extranjero. El ambiente es realmente mágico. La atmósfera creada se llena de un misticismo colectivo difícil de olvidar.
Como no vamos a tener tiempo para más, nos vamos a ver y conocer las joyas arqueológicas de Monroe.
Sudán es un gran desconocido para la gente pero hay un increíble tesoro arqueológico a tan solo doscientos kilómetros de Khartoum (Jartum).