Damaraland y la Costa de los Esqueletos, la belleza de Namibia en 12 días, 2 parte
(Continuación de El Parque Nacional de Etosha, La belleza de Namibia en 12 días, 1 parte)
Paisajes soberbios y fauna por todas partes. Territorios de una aridez espeluznante como el desierto de Namib que son capaces de formar escenarios delirantes. Todo eso y mucho más es Namibia.
Parque Nacional de Etosha – Damaraland, 16 de noviembre
Seguimos nuestra ruta tras los cuatro días que hemos pasado en el Parque Nacional de Etosha. El paisaje no resulta tan monótono como fue el camino de Windhoek al Parque donde no había nada más que infinitos páramos yermos y algunos animales ambos lados de las pistas. Ahora hay vegetación y montañas. Nos turnamos para conducir. Nos dirigimos a Damaraland, que es el territorio situado entre la Costa de los Esqueletos y la meseta central namibia.
Damaraland es la tierra de los elefantes del desierto. Desde el Parque Nacional de Etosha, no hay carreteras asfaltadas, la mayoría son pistas de tierra. Apenas nos cruzamos con algún coche por el camino. El viaje resulta agotador. Se nos echa el día encima. No llevamos alojamiento reservado porque esperamos buscar algo al llegar. Hemos localizado dos logdes.
El primer logde esta lleno. Nos hemos quedado de piedra, no contábamos con esto. Hasta ahora siempre nos ha funcionado no llevar nada previsto. El desconcierto es mayúsculo. Estamos muy cansados. Llevamos todo el día de ruta por pistas y queremos instalarnos para poder disfrutar del atardecer.
La situación se complica. No hay ningún alojamiento libre por la zona salvo un logde llamado “Camp Kipwe” que cuesta la noche un paston, Es muy caro pero no nos queda otra. Estamos descolocados, agotados, extenuados y disgustados porque con este cansancio no vamos a poder disfrutar de un lugar tan maravilloso en el corazón de África.
“Camp Kipwe” esta dentro de una pequeña montaña literalmente metido entre las rocas. Nada resalta, es un prodigio de la arquitectura.
Han aprovechado la roca para hacer las habitaciones, los baños, las pallozas, piscina, terrazas. Es único y exclusivo. Esta insertado en la montaña y se mimetiza con ella. A mi me recuerda a los Picapiedra y me siento Vilma. Tengo la sensación de que va a aparecer un dino en cualquier momento. Cada choza entre piedras, te traslada al Neolítico pero con el lujo más increíble. Se merece un premio de arquitectura. Es perfecto.
Llegamos agotados y malhumorados porque una opción tan cara no la habíamos previsto. El poco tiempo que nos queda para disfrutar de este lugar único antes de la cena es muy poco. La choza que nos han dado no puede ser mas increíble.
El baño se encuentra al aire libre insertado en las rocas.
Hace mucho frío para cenar al aire libre entre las enormes montañas que nos rodean. Durante el día hemos rozado casi 40 grados. Hemos disfrutado de lo poco que quedaba de uno de los atardeceres más maravillosos del planeta antes de la cena en un entorno increíble. Mañana vamos a intentar quedarnos en esta zona aunque buscando un sitio más asequible a nosotros.
Damaraland, Twyfelfontein y sus alrededores, 17 de noviembre
Lo primero buscar alojamiento para ver si podemos quedarnos en la región de Damaralad o tenemos que irnos. Este lugar inhóspito, casi lunar es un prodigio. Sería una lástima no conocerlo mejor. Empezamos a recorrer campamentos. Hemos encontrado un campamento donde podemos dormir esta noche. Nos instalamos.
Es un campamento de tiendas de campaña muy básico pero fantástico. Nuestra tienda esta situada hacia las montañas. El baño tiene un pequeño artilugio con una especie de chimenea para calentar el agua que se encuentra al aire libre. Me parece un lugar maravilloso. Ver caer la tarde desde aquí debe ser fabuloso.
En esta zona se encuentra el bosque petrificado. un territorio lleno de troncos de árbol fosilizados de hasta 34 m de largo y 6 m de circunferencia con una antigüedad de 260 millones de años.
Estos árboles fueron trasladados con el deshielo de las glaciaciones. Algunos son enormes. Son fósiles de árboles. Nos lo enseña un guía majo y que se enrolla un montón. Conoce la historia de cada árbol, de cada tronco, de cada rama fosilizada. La visita al bosque petrificado es interesante.
Twyfelfontein es la cabecera del valle de Aba Huab. Es una de las galerías rupestre más vastas de África. Se han descubierto más de 2500 petroglifos individuales convirtiéndose en Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el 2007. Los petroglifos son los grabados que en la Prehistoria se hacían sobre las piedras o rocas.
Los petroglifos se remontan a la primera Edad de Piedra. Hace seis mil años. Los realizaron antiguos cazadores haciendo incisiones en la patina dura que cubre la arenisca de la zona. Es increíble que estos cazadores pudieran pintar, jirafas tan perfectas y leones con su cola y toda su majestuosidad. Hay cientos de petroglifos por todas partes. Se extienden a lo largo de 2 o 3 kilómetros con un sol que cae de pleno y te parte en dos.
Son las dos de la tarde, Para ver los petroflifos hay que subir y bajar rocas por las montañas. No hemos comido casi nada y la temperatura es muy alta. Empiezo a marearme por el calor y por el esfuerzo. Esta zona de Namibia es una maravilla. La tarde comienza a caer y solo pienso en el momento en que me pueda sentar a la puerta de mi tienda sintiendo la noche.
Esta es la tierra de los elefantes del desierto. En la época de lluvias emigran hasta Etosha. Viven en grupos y no necesitan tanta agua por estar aclimatados a estos paramos. Nuestro campamento se llama “El campamento de los elefantes. Nos han dicho que de vez en cuando bajan hasta aquí a comer mopani.
Vamos a visitar el Monte Quemado. Se encuentra al sureste de Twyfelfontein. Situada al píe de una yerma cadena volcánica de 12 kilómetros de largo, Se trata de una extensión de escoria volcánica, un prodigio de luces y ceniza sobre todo al caer la tarde, parece haber ardido. El paisaje es tan sobrecogedor que te llena de desolación. Por aquí, no crece nada. Ni rastro de vida.
A su lado se encuentran los Tubos de Órgano, un tramo de insólitas columnas de dolerita de hasta 4 m de alto. Las utilizaban los primeros cazadores para hacer cuchillos y herramientas para la caza.
El día ha sido muy interesante, Nos vamos al campamento a descansar antes de la cena. Se encuentra en una hondonada rodeado de fabulosas montañas. Me siento a la puerta de mi tienda. El espectáculo y las sensaciones son únicas. Escucho como la noche se acerca y me parece el sitio más maravilloso del mundo.
Nos han hecho una cena a base de carnes acompañadas de arroz y patatas. Nos hemos recuperado. Ahora vamos a saborear la noche desde nuestra tienda de campaña.
La tienda tiene dos sillas estratégicamente colocadas a la puerta para dejarse llevar. No hay luz eléctrica y nos han dado un candil para la noche. Disfrutamos de un vino sudafricano mientras saboreamos el crepúsculo. Este sitio me encanta. Cierro las cremalleras de la tienda para que no se cuele ninguna culebra, araña o escorpión. Esta zona es desierto y mejor tomar precauciones para no llevarte una sorpresa. Mis amigos ya duermen. La noche tiene el silencio del desierto y yo me siento en el paraíso. No quiero acostarme y poner fin a esta mágico momento. Para ir al baño hay que salir de la tienda. Me dan miedo los animales que puedan merodear. Dejo abiertas las ventanas de la tienda porque quiero ver la luna desde mi cama.
Empieza a amanecer y hace mucho frio, sólo tenemos una manta para taparnos. De repente, escucho golpear la lona de mi tienda con fuerza. Creo que es un animal y tengo miedo. Me asomo a través de la rejilla. Es un hombre, casi lo prefiero, la idea de que un animal intente entrar me pone los pelos de punta. Lo primero que pienso es que viene a robar. Estamos en mitad de la nada. Grito como una fiera y el pobre hombre me dice que viene a encender el fuego del artilugio para que el agua de la ducha salga caliente.
Dambaralad-Swakopmund, 18 de noviembre
Nos levantamos pronto porque tenemos una larga ruta en coche. Nos vamos a la costa de Namibia. En Dambaralad, viven los damaras. Las mujeres visten como en el siglo pasado. Me recuerdan a las mujeres negras de Nueva Orleans. Muchas tienen un puesto de artesanía en los caminos.
Ponemos rumbo a Swakopmund en la costa de Namibia. El viaje es más ameno. Todo es desierto pero salpicado de enormes montañas como sólo he visto en Sudafrica. En esta parte del mundo todo es grande y descomunal. La vista a través de mi ventanilla es fantástica. La primera parada que hacemos es Vis, una pequeña localidad repleta de vendedores de minerales. Se acercan a enseñarnos un muestrario de piedras, algunas según ellos, preciosas, piedras de todo tipo. Es zona de minas y se vende lo que hay por la zona, minerales y piedras.
La riqueza de Namibia se percibe a simple vista. El motivo se encuentra bajo tierra en forma de abundantes yacimientos y filones. Los diamantes son la joya de la corona. Aportan el 40% de las exportaciones totales de este país.
Vemos a mujeres damara por el camino y alguna mujer himba. Los Himba son una etnia muy original sobre todo por la piel de sus mujeres embadurnadas con una mezcla de ocre, mantequilla y hierbas que les tiñe la piel de un tono naranja quemado que les sirve de protección solar y repelente de insectos. También en las trenzas y el cabello se aplican esta mezcla.
Hemos descartado acercarnos a ver a los himba. No tenemos tiempo de ver todo y por lo que nos han contado o hemos podido ver, los himbas se han vendido al turismo. Sólo si pagas, puedes acercarte a ver como viven. Las mujeres himba se dedican a la artesanía. Hacen pequeñas pulseras, collares y brazaletes. Ya conoceremos a los himba en el sur de Angola.
Hemos llegado a la sobrecogedora Costa de los Esqueletos. Ante nosotros se extienden 500 kilómetros de litoral yermo y violentos vientos. Esta cubierto de niebla durante la tercera parte del año. Además, es el mayor cementerio de barcos del mundo.
Descubrimos el primer barco encallado que resulta sobrecogedor. Solo se puede acceder a la zona sur de este litoral en coche. Al territorio norte solo se puede llegar desde el aire con avioneta.
La zona es muy peligrosa debido a las neblinas que se forman que son las que permiten que pueda existir vegetación y vida animal. Es un fenómeno atmosférico que forma bruma y peligrosas corrientes marinas junto con implacables e impetuosos vendavales.
La costa de los esqueletos era una trampa mortal para los barcos que navegaban por el norte de Namibia. Las playas estaban repletas de navíos embarrancados y de esqueletos de ballenas varadas. También de esqueletos pertenecientes a naúfragos que intentaron escapar del desierto tras encallar su embarcación. Los nativos llamaban a este lugar la tierra que creó la ira de Dios y los marinos portugueses, las puertas del infierno. Hay cientos de historias de barcos en esta costa criminal.
Es impresionante. No tenemos tiempo de detenernos y descubrir esta costa. Sólo podemos recorrer una pequeña parte contemplando el más espeluznante de los escenarios. Las calaveras de los barcos invadidos de cormoranes que campean a sus anchas en postes, proa, popa, babor y costados.
Este barco se llama Zeila. Era un pesquero. Esta literalmente tomado por pajarracos fantasmales que se han afincado junto a cientos de cormoranes por todas partes. Me hubiera gustado verlo con la marea baja. Nos ha sobrecogido la tragedia de estas costas asesinas.
Estamos llegando a Swakopmund, ciudad de la costa. Dicen de ella que es más alemana que la propia Alemania. Ya es mediodía. Nos tropezamos con el Parque Nacional de Dorob, un desierto de arena blanquecina salpicado de diminutas dunas con cactus y alguna vegetación. Es increíble.
Hemos llegado a Swakopmund. Es una ciudad grande, bonita, amable y pintoresca. Sus paseos marítimos, sus casas de estructuras de madera y sus edificios coloniales la hacen poco diferente a las localidades de vacaciones de la costa alemana del Báltico o del mar del Norte si no fuera por la neblina y los violentos vendavales que la sacuden con frecuencia. Esta ciudad es el destino de vacaciones más popular de los namibios. Se ha convertido en la capital de los deportes de aventura.
Nos instalamos en un pequeño hotel llamado “Hotel Rismunk”. Es un chalet con aspecto de casa alemana. Esta ciudad parece Baviera. El ambiente germano se respira por todas partes, carteles en las pastelerías, en las calles, en las fachadas, en las puertas, en los cristales, en las ventanas.
Tenemos una habitación cómoda. El hotel tiene bonitos salones para sentarte y disfrutar.
Tiene un espigón del año 1905 que sale hacia el mar.
La ciudad tiene mucho ambiente. Me recuerda un poco al ambiente de Cape Town. Los restaurantes están de bote en bote. Casi todos son blancos alternando.
Recorremos la ciudad, el espigón. Queremos hacer un scenic flight o vuelo escénico que debe ser fantástico. Resultan un poco caros. Tenemos un obstáculo que es el mal tiempo. Hay neblina, una espesa capa de nubes que se pone encima del mar y de la ciudad. Parece imposible mañana tener visibilidad para volar.
Nos dicen que el tiempo es imprevisible por lo que vamos a seguir nuestro camino. En este tipo de viajes, no hay tiempo para detenerse a pensar ni a esperar a que el tiempo mejore. La decisión que tomas no tiene vuelta atrás.
Mañana nos vamos a Valvis Way, otra ciudad de la costa que está cerca de aquí. El vuelo lo dejamos para otro momento. Hay niebla y pocas garantías de poder hacerlo.
Swakopmund – Wallis Bay, 19 de noviembre
No hemos madrugado porque el próximo destino es una ciudad muy cercana. Nos separan 30 kilómetros.
La ciudad de Valvis Way es una ciudad de vacaciones. No es tan bonita como Swakopmund. Es uno de los puertos más importantes de Namibia. Tiene atracadero de petroleros, dique seco y lucrativas salinas e industria procesadora de pescado.
Hemos elegido la primera guest house que hay al borde del mar. No hemos mirado más alojamientos. Nos ha dado miedo no encontrar otro sitio. Nos resulta complicado encontrar hoteles sin haber reservado previamente en Namibia. En este país hay turismo más exclusivo y no hay tantas plazas hoteleras.
La ciudad es un enorme humedal de aves de África. Esta invadida de flamencos de un intenso color rosa debido a las algas de las que se alimentan. Los flamencos la hacen única. Hay cientos de flamencos por todas partes.
Son aves migratorias capaces de recorrer 500 kilómetros en una noche en busca de concentraciones y crustáceos. El flamenco filtra las algas y los organismos microscópicos del agua como alimento.
En Walvis Bay hay millones de un color rosa profundo, a menudo rojizo y de pico rojo oscuro.
El día lo dedicamos a observarlos y a recorrer el humedal. Hemos perdido la oportunidad de coger un barco para ver una isla con la población más grande del mundo de focas y elefantes marinos.
Cerca de Walvis Bay hay tres zonas húmedas distintas, la laguna, las salinas y el Bird Paradise formando el humedal costero más importante de África para aves migratorias.
Dedicamos el día a pasear, descansar. Mejor ni pensar en un baño, esto es lo que pasa delante de nuestras narices.
Mañana nos vamos al desierto de Namib.
(Continúa en El Desierto de Namib, la belleza de Namibia en 12 días, 3 parte)
Viajar A Arequipa
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