Cruzando una frontera muy complicada entre Nigeria y la República de Benin

Cruzando una frontera muy complicada entre Nigeria y la República de Benin

Nigeria Benin

24 de julio, Madrid

Salimos de Barajas con la ilusión de viajar de nuevo al continente negro. Nuestro vuelo sale a las tres de la tarde con dirección a Lagos (Nigeria). Es la cuarta vez que voy a pisar su aeropuerto. Una de ellas fue para casarme hace ya unos años.

Tenemos problemas con los visados. Queremos recorrer dos países, Nigeria y República de Benin que hacen  frontera. No llevamos visado multientrada para Nigeria. La idea que llevamos es la de cruzar desde Lagos (Nigeria) la frontera de Benin recorrer este pequeño país de sur a norte y de nuevo volver a cruzar la frontera por el norte de Benin bajando de nuevo para llegar a Lagos y coger el avión de vuelta. En España el consulado de Nigeria nos pedía un pico por el visado multientrada y hemos decidido arriesgarnos y sacarlos aquí.

Llevamos como compañero de viaje la intriga e incertidumbre sobre si será posible o no conseguir el visado sobre el terreno.

Lagos en Nigeria

Nigeria es un país agotador. El país me apasiona pero me produce un estrés muchas veces insoportable, que se hace inaguantable cuando tienes veinte días por delante. La idea de poder entrar a  Benin es como entrar en el paraíso soñado. Benin significa la comodidad, la seguridad, paz, comer pescado fresco, tranquilidad, reposo, placidez, belleza. Sin embargo, no tengo la certeza de poder hacer este sueño realidad.

El vuelo resulta maravilloso, apenas turbulencias, tranquilo y sin sorpresas. El comandante nos avisa de nuestra llegada a Lagos. Son las ocho de la tarde, treinta grados de temperatura humeda de Ecuador. Mikel nos esperará con certeza en el aeropuerto. La noche ha caído y cientos, miles de diminutas lucecitas aparecen por la ventanilla del avión. Es Lagos. La imagen siempre la misma, un inmenso paraíso de bombillas y luces que se extienden en la inmensa ciudad africana, dura, insufrible, despiadada, inhumana, pavorosa, y extremadamente cruel pero inmensamente bella para los amantes africanos.

A la llegada el mismo desconcierto de todos los aeropuertos africanos, gente por todas partes, gritos, chillidos, locura africana, y calor, mucho calor húmedo y tropical. Mikel nos espera acompañado de un amigo. Xaquín le abraza afectuósamente, yo me quedo desconcertada sin saber como saludarle, le doy un abrazo raro, un abrazo africano. Mikel es el viejo chofer al que conocemos desde hace unos años cuando nos casamos en el Consulado de España. De su mano conocimos el Lagos no recomendado por la embajada, el Lagos oculto, el Lagos prohibido, el Lagos único e irrepetible pero también temeroso, pavoroso y peligroso. Desde entonces, siempre que volvemos a Nigeria nos viene a buscar sin faltar a la cita. Eso si, siempre cobra y bien por ello. En el aeropuerto me pongo como un basilisco cuando veo que un tipejo se está llevando mi raída maleta roja aprovechando el desconcierto.

Lagos o el infierno

Mikel sobre la marcha nos acerca a conocer a Ibrahim, un contacto que Xaquín se trae de España a través de una conocida de Cotonou (capital de la República de Benin). Es el contacto que tenemos para conseguir el visado. Nos encontramos en una gasolinera. El tío no me cae bien, sonríe pero nos pide 125 euros por hacernos el visado multientrada a Nigeria. Promete darnos los visados en 24 horas. Le creemos como pardillos sin darnos cuenta de que en África “donde dije digo, digo diego”. Al día siguiente, quedamos con él para fotocopiar nuestros pasaportes y dárselos con el dinero. Tremendo error. No entiendo como hemos cometido una equivocación tan grande siendo buenos conocedores de África, sus costumbres, sus modos, ser viajeros muy iniciados y no darnos cuenta de que NUNCA se debe entregar un pasaporte a un desconocido aunque sea un contacto presuntamente seguro. NADA ES SEGURO en África. Todo lo que parece cierto e innegable puede dar la vuelta y convertirse en una situación muy complicada en un minuto. También ocurre al contrario, donde parece que una situación es difícil se da la vuelta y se resuelve en un segundo. Esto es África. Hay que conocer este continente y sus formas de actuar. Nosotros acabamos de olvidar TODO llevados por una excesiva confianza o por el deseo de tener un visado y poder seguir nuestro viaje.

La realidad es que el tal Ibrahim se lleva nuestros pasaportes junto a 250 euros. A cambio nos deja unas fotocopias para sobrevivir en Lagos con la promesa de que en 24 horas tendremos nuestros visados para poder seguir nuestro camino con libertad absoluta. Un grave  error que va a generarnos tremenda ansiedad, preocupación y estrés además de perder cuatro días en Lagos esperando al cantamañanas de turno.

Lagos increíble ciudad

Moverse en Lagos sin pasaporte es muy peligroso. No tienes seguridad en una ciudad de por si muy insegura. Así que sólo nos atrevemos a hacer pequeñas incursiones por los alrededores de nuestro hotel. A Mikel nos lo vamos a quitar de encima, primero porque cada minuto que pasa con nosotros, cobra y segundo porque tampoco ahora nos sirve de gran ayuda.

Nos instalamos en el hotel Maniland, ya lo conocemos en el barrio de Ebute-Metta, un barrio maravilloso muy popular, increíblemente brutal, violento, escandalosamente inquietante, tumultuoso, superpoblado, levantas una piedra y salen cientos de miles de personas. Hay gente por todas partes.

Barrio de Ebutemeta en Lagos

Los pequeños buses de transporte por la ciudad se llaman en Nigeria, danfos. Son amarillos e inundan de color cada rincón de esta urbe única.

Danfos en Lagos

Hay vendedores por todas partes, gritos, peleas, alboroto, jaleo, barullo, motos, lisiados, toda una amalgama de excesiva y descontrolada vida. En Lagos siempre tengo miedo. Xaquín no lo tiene nunca o no lo demuestra. En esta ciudad me siento insegura aunque no lo manifiesto, tensa, inquieta, intranquila, me sobrepasa esta loca pero maravillosa ciudad africana.

Vendedoras en un mercado de Ebutemeta

Lagos me apasiona y deslumbra pero me bloquea. Me agobian sus gritos y sin embargo, los busco en todos los demás rincones de África. Nada se puede comparar a Nigeria ni a Lagos.

Un danfo en Ebute-Metta

Esta mañana vamos a tomar una cerveza en el viejo y lujoso hotel Eco, todo un clásico de Lagos. Nos han clavado, cinco euros por cada cerveza. Nos acercamos a la playa de Eco Beach. Ahora hay que pagar para visitarla. Todavía la controlan o intentan controlarla los áreas boys o matones de barrio africanos.

Playa de Eco Beach

Cuando nos casamos en el 2006, era imposible pasear por esta playa de Lagos ahora sus matones más o menos, te dejan en paz. Es una playa muy bonita con el Atlántico bellísimo a tus pies. Nadie se baña. Son muy peligrosas las aguas del Golfo de Guinea. Es absolutamente fantástica.

La locura de Lagos

Llega la hora de la cena en Lagos. El tema es complicado, o te gastas un pastón, bastante más que una cena en Madrid o te quedan pocas posibilidades. Nigeria tiene petróleo y Lagos es carísimo. La única opción barata que queda es “Mister Beens”, un sitio de comida rápida que es aceptable para los bolsillos aunque no para los estómagos. La comida esta picante a rabiar. En Nigeria, la comida es un problema, no hay un termino medio, sitios carísimos o lugares donde te dan un pollo que te hace echar fuego por la boca. Los dos primeros días del viaje, la comida te parece algo cómico y gracioso, pica pero esta sabrosa. Cuando llevas una semana con el mismo menú, te puedes subir por las paredes. Al volver a Madrid, el estómago esta destrozado.

Mercado en Ebutemeta

En el hotel Maniland tenemos una habitación cómoda y hasta un desayuno decente, tostadas con margarina y café (Nescafe), un lujo para lo que nos espera en este país, sitios infames en las estaciones de bus donde tomar un Nescafe es una tarea complicada y siempre en vasos de plástico, renegridos y con unas condiciones insalubres que a veces tienes que cerrar los ojos para no mirar lo que te estás tomando, cruzar los dedos y no pensar “ya la he cagado, enferma y para Madrid”.

Hotel Maniland en Lagos

Los tres dias que llevamos en el Maniland nos van creando una ansiedad que va aumentando a medida que el tipejo de Ibrahim nos va dando largas.

El barrio de nuestro hotel es Ebute-Metta que es un paraíso de vida dentro de Lagos. Seguramente no es el lugar más seguro de esta ciudad pero tiene un encanto muy especial. En el barrio no están acostumbrados a ver blancos. Seguro que ningún blanco en su sano juicio se atrevería a salir por la puerta de este hotel. La falta de costumbre hace que no les de tiempo a reaccionar y a buscarte problemas. La gente suele ser amable y no se mete contigo a no ser que te atrevas a hacer una foto y entonces ya está el lío montado.

Mercado de Ebutemeta en Lagos

Mujer entre basura en Lagos

Esta mañana vamos a dar un paseo por los ruidosos mercados que rodean al hotel Maniland. Casualmente hay dos cámaras filmando de la televisión japonesa. Nos quedamos mirando como trabajan. Acabo de hacer una foto a unas mujeres echando y cogiendo basura en unos contenedores. Ya tenemos el follón. Se nos acerca un macarra con chapa y credenciales de inmigración y nos pide al equipo de rodaje japonés y a nosotros entre gritos y bramidos los pasaportes. El pavor nos devora porque no los tenemos encima, los tiene el cantamañanas de Ibrahim, solo tenemos una fotocopia. No hay nada peor en Africa que los tipejos que se creen algo por llevar una chapa o credencial.

El tío increpa, discute, amenaza al equipo de rodaje japonés. Nosotros aprovechando un despiste y pasito a pasito nos vamos alejando disimuladamente evitando una situación muy embarazosa que va a acabar en la comisaría sin ninguna duda y aunque parezca mentira, lo hemos conseguido. El individuo no abarcaba dos bandas, los japoneses y nosotros. Por increíble que parezca esta historia surrealista va a tener un final feliz aunque sea solo por hoy.

Vendedores en Ebute-Metta

Llevamos ya tres días enclaustrados en el barrio de Ebute-Metta. A Xaquín le gusta acercarse cruzando la vía del tren que pasa por mitad de la barriada, a un maquis o bar inmundo que esta en el primer piso de una vieja y torcida casa. Es un lugar frecuentado por gente de baja calaña, prostitutas y solitarios bebiendo cerveza, algún bebe juguetea entre la basura pero nadie se mete con nosotros, se percibe que no han visto un blanco por allí en su puñetera vida.

Bar en el barrio de Ebutemeta

Un bebe jugando al lado de las vías del tren en Ebute Metta

Es viernes y ya estamos muy nerviosos esperando los ansiados visados. Ibrahim no da señales de vida, Por fin, hemos localizado al tipo, dice que vendrá sobre las tres con los pasaportes firmados por su jefe. Como era de esperar, a las tres no se presenta, por teléfono dice que su jefe esta rezando en la mezquita, que cuando vuelva, los firma. Nuestra incertidumbre y desasosiego cada vez es mayor.

Locura de Ebute-Metta

Ya no tenemos ganas ni de salir del hotel. Estamos ansiosos esperando noticias y esta sensación, nos paraliza por completo. Llamamos a Josep, el amigo nigeriano de Xaquín en Benin City, otra ciudad nigeriana para que nos haga de negociador. Josep alucina cuando le explicamos que hemos dado a un tipo nuestros pasaportes y 250 euros. Nos ha echado una buena bronca, “las cosas no se hacen así, pareceis novatos”. Josep llama a Ibrahim, parece que todo va bien, que esta noche llegarán los visados. Sin embargo, a media tarde, una llamada de Michel (nuestro conductor) nos anuncia que Ibrahim pide más dinero.

Vendedores en Ebute-Metta

Hacia las ocho de la tarde Ibrahim nos entrega los pasaportes con los visados firmados. Nos despedimos de este tipejo entre risas, apretones de mano y gestos de complicidad (es lo más práctico en Nigeria si quieres conseguir algo). Le hemos dado otros 50 euros, un dinero extra e innecesario pero dada la situación no tenemos ganas de complicarnos más la vida. Nos da miedo o quizás mucho miedo que el tipo nos la pueda jugar más tarde. Trabaja en inmigración y nunca se sabe, mejor amigo que enemigo a la espera y acechando. Nigeria es un país donde es mucho más sensato no jugártela.

Dejamos atrás los primeros días de vacaciones saliendo de nuestra cárcel de Ebute-Metta en Lagos con un desgaste más que suficiente para empezar a sentir el sufrimiento de un viaje que ya de entrada se promete muy duro. Al final, la jugada nos ha salido relativamente bien. Hemos conseguido los visados para Benin mucho más baratos que nos hubieran salido en España. Hemos corrido un riesgo pero hemos resuelto un problema.

Vendedora en Ebute-Metta

Queremos salir mañana muy pronto hacia Cotonou (República de Benin). Vamos a pedir nuestra última cena en el Maniland. Dos cervezas y un pollo con guarnición. En este país no hay más elección, como siempre, picante a rabiar. Progresivamente la comida nigeriana para mi estomago, se ha ido haciendo insoportable. Es imposible que entiendan los nigerianos que no quiero la comida hasta arriba de condimentos que mi estomago ladrará durante toda la noche.

Mientras me como un pollo que abrasa mi garganta, un tipo de la mesa de al lado, nos invita a las cervezas. Tras agradecerle su gesto, el tipo se acerca a saludarnos. Es nigeriano. Ha vivido diez años en Fuenlabrada trabajando como taxista y ahora ha vuelto a Nigeria. Le acompañan dos mujeres. Nos pregunta que hacemos en Lagos. Le explicamos que somos turistas recorriendo Nigeria. ¿turistas en Nigeria?, que valor. Comentamos nuestro plan de visitar el norte de Nigeria, la tierra de la sharia. Nos dicen que ni por asomo se nos ocurra esa barbaridad. “las cosas están muy peligrosas por el norte”. Esta actuando Boko Haram y es muy arriesgado. Abuja, capital del país, marca la frontera de seguridad y divide Nigeria entre el norte musulmán y el sur yoruba. Las mujeres que le acompañan se acercan a mi y en “petit comité” me corroboran lo que su amigo dice, “al norte no se debe ir bajo ningún concepto”.

Vendedora en Lagos

A la mañana siguiente muy temprano y sin desayunar como dicen las normas del buen viajero africano hay que ponerse en marcha si el viaje va a ser largo. A esas horas, nadie te da un desayuno. Es lo peor que llevo de los viajes de trotamundos africanos. No desayunar me deja débil y de mal humor.

Nos acabamos de dar cuenta de que es primer sábado de mes y que en Lagos por orden de su alcalde, la ciudad se paraliza por completo para limpiar. Esta ley ciudadana obliga a adecentar y higienizar cada casa, cada puesto del mercado, cada coche, cada danfo, cada esquina, cada calle.  Todo el mundo tiene que limpiar pero mucha gente lo que hace es ponerse a mirar al tendido. La urbe se convierte en un lugar pavoroso porque cientos de miles de ociosos ojos observan desde cada esquina.

Lagos en hora punta

La primera vez que pude ser testigo de algo tan increíble, casi me da algo. Fue en uno de los primeros viajes. Me quede petrificada.

El cabreo es total, hemos madrugado para hacer el gilipollas y sin desayunar. Parece un embrujo  el que hace imposible abandonar esta ciudad, este barrio y el hotel Maniland. Por fin, pasadas las diez hemos cogido un coche compartido camino de Cotonou. Ahora lo que nos espera es cruzar la frontera con la República de Benin.

Nunca me imaginé que cruzar la frontera fuera tan terrible y surrealista. La tremenda corrupción de este país se ceba con los dos blanquitos que intentan pasar a la República de Benin, “money, money, money”, papeles, visados, cartilla de la fiebre amarilla “yellow card”, todo lo revisan, repasan, observan, escrutan minuciosamente hasta sacarte de quicio. Tenemos que pasar, diez, quince puestos de control antes de pasar a Benin. En cada uno prepotencia y corrupción hasta acabar con tus fuerzas, poniéndote al límite.

En uno de ellos nos piden la cartilla de vacunación de la fiebre amarilla. Dicen que la tenemos caducada. No esta caducada. A Xaquin le dicen que salga del coche y les acompañe. Me quedo esperando. Como Xaquín ha decidido no decir ni “mu” para ver si se dan por vencidos, le enseñan hasta la pistola que llevan al cinto y para acabar le dicen que van a por su mujer acabando con sus fuerzas y con su aguante. Al decimonoveno corrupto de turno, le tira en la mesa despectivamente mil nairas y sin mirar atrás, dándoles la espalda, se va, cogiendo los pasaportes y nuestras cartillas de vacunación.

Vendedores

Ya en el coche, hay que pasar todavía otros dos controles. Nos piden dinero, estamos hasta las narices. Logramos eludir al primero, después de que se pase media hora revisando nuestros visados haciéndonos cientos de preguntas insidiosas. Nos queda el segundo poli de inmigración que también nos pide más dinero. Como estamos hartos ya les decimos que ¿porque no se centraliza el saqueo? porque nos sería más fácil. Decir esto y dejarnos pasar, siguiendo nuestro camino, todo uno. El paso de frontera de la República de Benin ha sido fácil, dejamos atrás el horror y la desesperación de esta locura de país que es Nigeria, uno de los más corruptos de África y seguramente del mundo. El odio al blanco se palpa en el ambiente y sobre todo la sed de revancha por un pasado colonial.

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