9 días en Zimbabue en 4×4 camperizado

Harare – Mana Pools – Gweru – Hwange – Vic Falls

10 de Mayo – Harare

Volvemos a Africa en un muy cómodo y vacío vuelo de Southafrican Airways con destino a Johannesburgo. En apenas 11 horas nos hemos plantado en esta ciudad desde Munich. Ayer terminamos nuestra jornada laboral y tiramos al aeropuerto. A la mañana siguiente ya estamos esperando nuestra conexión a Harare. En esta ocasión viajamos María y yo con dos buenos amigos. Allí nos espera un contacto que, esperamos, haya venido con un flamante Toyota 4×4 camper, que va a ser nuestra casa, medio de transporte, despensa, almacén y primer nivel de seguridad durante los próximos días. Zimbabue, uno de los mejores destinos de 2019. Por delante, apenas nueve días para recorrerlo lo más posible. ¡Una escapada en toda regla de la rutina!

Preparativos complicados

No ha sido fácil preparar el viaje. Zimbabue no es un país turístico y la situación política de incertidumbre tras la caída de Mugabe no lo hace más fácil. Como hacemos siempre, hemos comprado los billetes antes de tener una idea clara de lo que queremos y podemos hacer.

Precios disparados, logística complicada

Casi cualquier cosa en Zimbabue es cara, dado su aislamiento de tantos años y su casi nula producción de casi cualquier tipo de producto. El país está aun obligado a una importación masiva desde la vecina Sudáfrica, elevando los precios de cualquier cosa considerablemente.

La logística tampoco es sencilla. Lo primero que nos llama la atención es la poca información que encontramos por internet, casi toda relacionada con viajes organizados y alojamientos en lodges de semi-lujo. Los precios son desorbitados para nuestro presupuesto. Hablamos de unos 900$ por noche en adelante. Si a eso le sumas transporte y comidas, te pones fácilmente en unos cuantos miles de dólares por barba sin haber ni empezado el viaje. Queda descartado.

¿Y ahora qué?

Maria y yo vamos a una feria de tiempo libre en Munich a informarnos. Aparte de los muchos viajes organizados hay una pequeña carpa que nos llama la atención y que nos da una idea: ¿Por qué no aplicar nuestra vida de furgoneta al viaje y ser autosuficientes? Esta empresa nos alquila un 4×4 camperizado super equipado. Con dos tiendas de campaña en el techo, cocina, nevera y todo lo necesario para una aventura como esta. ¡De golpe y porrazo se nos hace la luz! ¡¡Vamos a viajar por el país completamente por libre y autosuficientes!!

Aterrizamos en Harare

Aterrizamos en Harare y nos encontramos con Mr. Happy, nuestro contacto. Nos ha traído el coche desde Sudáfrica. Salimos al parking y ahí está, es una auténtica maravilla.

Por fin llegamos a Harare
Revisamos cada detalle

Dedicamos casi dos horas a estudiar cada pequeño detalle de funcionamiento del coche. Mr Happy nos enseña todo, desde el equipamiento y el vehículo en sí, hasta cómo cambiar una rueda si pinchamos en una superficie pantanosa. Cada detalle cuenta. No queremos sorpresas desagradables durante el viaje yendo solos sin guía y atravesando parques nacionales. No es lo mismo cambiar una rueda en el arcén de una carretera nacional, que en el patio de la casa de una manada de leones…

Con poco tiempo y una lista de tareas

En Harare tenemos dos objetivos. Hacer la compra para todo el viaje y repostar

Lo primero lo solucionamos relativamente rápido. Después de habituarnos a conducir por la izquierda con el mamotreto de 4×4, vamos a nuestro hostel a dejar las maletas. Muy cerca hay un supermercado SPAR donde hay prácticamente de todo y, encima, nos dan un cambio muy conveniente (4,5 Zims por US Dollar). Compramos de todo: arroz, pasta, huevos, carne para hacer barbacoa… por supuesto, vino y cerveza… ¡Que no falte de nada!

En los Spar la oferta es bastante alta

La aventura de echar gasolina

Depués de hacer la compra, empezamos la más difícil de las dos tareas: buscar diesel. Las dos primeras gasolineras están desabastecidas. Nos indican un par más que deberían estar abiertas y abastecidas. Vamos a por ellas. Es ya de noche y han cerrado. Seguimos buscando y acabamos encontrando una dónde, a pesar de estar cerrada, nos dicen que tienen Diesel y que no hay problema en repostar mañana a primera hora. Abortamos la búsqueda y regresamos al hotel a descansar.

En Zimbabue hay problemas generalizados de abastecimiento en las gasolineras. Especialmente de Diesel. Nos cuentan que, en ocasiones, la gente pasa semanas sin encontrar combustible. A lo largo del viaje, nos darán varios consejos acerca del repostaje. El primero es que paremos en cada gasolinera donde veamos una cola de coches y llenemos el depósito. No importa cómo lo tengamos de lleno en ese momento. Pueden pasar cientos de kilómetros sin encontrar otra gasolinera. No vale la pena correr el riesgo.

El segundo consejo es que nos dirijamos al personal de la gasolinera y le digamos que pagamos en USD. Este simple hecho nos dará automáticamente un status tal que adelantará sencillamente en la cola y nos dará prioridad respecto al resto. No confundir este gesto con una deferencia para con el turista o extranjero. Se trata únicamente de obtener divisa extranjera, algo a valorar en un país con un pasado de inflacción animal como Zimbabue.

Nos vamos a Mana Pools

Nos levantamos a las 6 de la mañana. Preparamos bien el coche y salimos a eso de las 7 a la gasolinera que encontramos anoche. ¡¡La cola de coches da la vuelta a la manzana!! Autobuses, camiones y camionetas con bidones adicionales… ¡esto nos puede llevar horas!

Tras media hora esperando, en medio de un sandwich de un autobus de linea y una camioneta, Jero descubre un surtidor en la parte trasera de la gasolinera. Habla con una operaria, le dice que pagamos en USD y todo solucionado, podemos repostar ahí. La simpática señora, además, nos deleita con sus dotes de agente vial y nos libera el paso hasta el surtidor, moviendo autobuses, camionetas y camiones como si de un teatro se tratara. Llenamos el depósito, le damos una buena propina a la señora y empezamos el viaje. ¡Ahora sí! ¡A Mana Pools!

Chinhoyi y el camino a Mana

Siguiendo el consejo número 1, y todavía desconociendo cuánto consume este monstruo, paramos a repostar apenas 80 Km al norte de Harare, en una ciudad bastante grande llamada Chinhoyi. Aprovechamos también para buscar una tarjeta SIM local con la que poder hacer llamadas durante el viaje. En la gasolinera conocemos a Mark, un Zimbabuense blanco que regenta un hostel en la ciudad. Nos ayuda a encontrar la tarjeta que buscamos, nos da varios consejos muy importantes para llegar a Mana Pools y, encima, nos invita a tomar un café e imprimir los comprobantes de pago para el parque en su hostel. Allí nos presenta a Wendy, su mujer y a su pequeño nieto, la sexta generación de esta familia de Zimbabuenses.

Cómo llegar a Mana Pools desde Harare en coche.

Para llegar a la Main Office de Mana Pools hay que seguir la autovía hasta poco después de pasar Makuti. La hora límite son las 15:00 para que te dejen entrar, ya que se necesitan dos horas para llegar al rio Zambezi y a los campamentos del parque. Desde Chinhoyi se tarda unas 3 horas en llegar a la Main Office.

Básicamente, ahí

El camino se hace más largo por la abundancia de camiones a ambos lados de la, por otro lado, buena carretera. Algunos baches, pero nada dramático, en algunos tramos se puede conducir tranquilamente a 120 Km/h. El otros tramos el terreno es algo escarpado y por momentos dificulta el que podamos adelantar.

Llegamos a Mana Pools

Llegamos a la Main Office a las 14:30. Terminamos el papeleo y cogemos el desvío al interior del parque.

Llegada a Mana Pools
Dos horas de viaje
Un grupo de impalas a la sombra de un Baobab

Primeras noches en Nyamepi

Las primeras dos noche las vamos a pasar en Nyamepi, pegados al rio Zambezi. Este es uno de los campamentos oficiales y del que más información se encuentra por Internet. El campamento en sí dispone de unas casetas con baños y duchas como única infraestructura. Nada más, ni siquiera unas simples verjas. El resto de una explanada colindante con el río, al que se accede por una pequeña pendiente que debería (esperamos) ser suficientemente disuasoria para los cientos de hipopótamos y cocodrilos que lo habitan. Unas barbacoas de cemento con un número en ellas marcan los distintos lugares donde aparcar el coche y montar tu tienda. Elegimos el puesto número 20, que se encuentra muy cerca de una caseta de baño. A un lado, el Zambezi, que en esta época del año viene cargadito de agua; al otro lado, la jungla y sus habitantes.

La infraestructura de Nyamepi se reduce a unas barbacoas y unas pequeñas casetas con baños. Ni más ni menos
Nyamepi se encuentra a la orilla del Zambezi

Montamos las tiendas con la última luz del día. Es super fácil, me apunto el sistema para incorporarlo a mi furgo.

Sacamos todo el equipo de cocina y nos hacemos un risotto que vamos a acompañar de unas cervezas bien frías y mil sonidos de las profundidades de la selva y del Zambezi. Charlamos, comemos, bebemos y nos embriagamos de las llamadas de la selva.

Walking Safari

Nos levantamos a las 5:30. Hay que aprovechar el día al máximo. A las 6:30 hemos contratado un ranger para hacer una ruta a pie. Desayunamos, desmontamos el campamento y recogemos al guía, de nombre Mash. Va armado con un fusil por si las moscas.

Mash, nuestro guía

En Mana Pools hay dos actividades que se pueden contratar en la oficina del parque. Un tour a pie (Walking Safari) o un tour en canoa por el Zambezi.

El primero consiste en una ruta a pie de dos horas acompañado por un ranger armado. Dependiendo de la época del año y del número de personas merece más o menos la pena. Nuestra experiencia caminando por el parque no fue del todo lo increíble que pensábamos. Por un lado, Mayo es el primer mes tras la época de llucias, por lo que hay bastantes fuentes de agua a lo largo de todo el parque, dando varias opciones de alimento a los animales y dejando el Zambezi no como el único recurso. Su observación se dificulta. Por otro lado, cuatro personas hacen bastante ruido, lo que pone a los animales en alerta. No obstante, la sensación de ir caminando por la jungla te deja helado y super alerta.

El depredador escurridizo

Al poco de salir en coche, Mash nos hace deternernos. ¡Un guepardo ante nuestros ojos! Acaba de cazar un impala, que yace a unos metros de él. La presencia de varios coches de turistas debe estar poniendo nervioso al pobre guepardo, que no se atreve a acercarse a su presa y se mantiene a una distancia prudencial. La imagen nos deja con un sabor agridulce. Por un lado, estamos frente a uno de los depredadores más escurridizos de Africa; por otro, nos sentimos intrusos en este momento y mal por el animal, que no se atreve a acercarse a la presa y la puede perder en cualquier momento. Nos preguntamos cómo debe ser esto en temporada alta.

Nos sentimos intrusos
El pobre impala espera a ser devorado en cualquier momento

Seguimos el camino y aparcamos cerca del Zambezi para empezar la caminata. A cierta distancia vemos hipopótamos y diferentes antílopes. Mash se muestra poco comunicativo desde el principio. Durante el camino, vemos impalas, cebras y cerdos verrugosos, pero ni rastro de elefantes, búfalos o grandes depredadores.

Hipopótamo en las piscinas del Zambezi
Heces de hiena, blancas por la gran ingesta de huesos

Big Five

El comunmente denominado Big Five se refiere a las antiguamente consideradas grandes presas de caza dada su dificultad bien por ser escurridizas, bien por ser agresivas y peligrosas. Para los visitantes en Africa del Sur, a pesar de saber cero de caza, este Big Five se ha convertido en la referencia en avistamiento de grandes mamíferos. Lo forman el leon, el leopardo, el búfalo, el elefante y rinoceronte. De momento 0/5

El pobre guepardo se quedó sin su presa
Y fueron los buitres los que lo devoraron

Vida de camping

Nuestro hogar y a la vez medio de transporte durante estos 10 días es un Toyota 4×4 camperizado con todo el equipamiento. Cualquier actividad requiere su rutina.

Nuestro hogar

Dispone de dos tiendas de campaña fijadas al techo, que una vez montadas (proceso que dura unos diez minutos) dan cobijo a cuatro personas holgadamente. A ambos lados del vehículo encuentran sitio una nevera/congelador conectada a una batería auxiliar (lo que nos garantiza no levantarnos un día sin batería principal) y dos bombonas de gas de 3,5 kilos cada una, a las cuales vamos a dar mucho tute durante el viaje para desayunar, comer y cenar. También en los laterales se alojan las imprescindibles mesa y sillas de camping, indispensables tras una caminata por la savanna para disfrutar de la cena o la birra.

En la parte trasera del vehículo tenemos un cajón de grandes dimensiones que usaremos a modo de despensa para todo alimento no perecedero. Tetera, cafetera y diverso menaje no puede faltar. Todo perfectamente colocado para ocupar el menos sitio posible y que quepan nuestro macutos. Todo ha de ser montado y desmontado en pocos minutos. Nuestra rutina.

Las dos tiendas fácilmente accesibles y más cómodas de lo que pensábamos en un principio
Utensilios de cocina
Maletero y despensa

En Nyamepi no solo vive el hombre

En Nyamepi esa rutina se complica por la abundancia de monos velvet, continuamente pendientes de cualquier resquicio en una puerta o ventana para arramplar con lo que puedan.

Tras el primer susto nos concienciamos de que las puertas siempre han de estar cerradas durante el día y la comida siempre vigilada

El mono Velvet dándose un banquete a nuestra costa

La cohabitación en Naymepi con diferentes animales es la regla general. A los ya mencionados hipos y cocodrilos que esperan cualquier descuido bajo la pequeña pendiente que lleva al Zambezi, se le añaden elefantes africanos, que gozan de lo lindo comiendo las hojas bajas de las encinas del campamento. Lamentablemente no pudimos observarles el tiempo necesario o en la época del año necesaria para verles elevarse sobre sus dos patas traseras, acto distintivo del elefante africano de Mana Pools y que, al parecer, no puede verse en ningún otro sitio de Africa.

Nuestros “compañeros de piso” en Nyamepi

Por las noches, no es raro que se acerque alguna hiena solitaria. En la oscuridad, esa sola presencia potencial te pone los pelos de punta y te hace pensartelo un par de veces antes de ir al baño.

El elefante dándose un garbeo a escasas 5 barbacoas de nuestro sitio

En el corazón del parque

La última noche en el parque la vamos a pasar cerca de su mismo corazón. El camino hasta allí es muy complicado y requiere de un 4×4. Fuera bromas

Contratamos a Mash de nuevo (parece que es único Ranger de servicio) para hacer otra ruta y que nos enseñe el camino. Volvemos a la carretera principal y conducimos hasta llegar al segundo check-point. Pasados unos 10 kilómetros más, Mash hace un leve gesto para indicarnos que giremos a la derecha por un escondidísimo sendero. El terreno se complica y se irá complicando cada vez más según vamos avanzando. Nos estamos metiendo, kilómetro a kilómetro, en el corazón del parque.

Durante el camino con Mash se nos cruzan diferentes animales

Al poco tiempo vemos al primer leon, tranquilamente descansando a la sombra. Pasamos a escasos 20 metros de él. Parece que está herido y cojea. Pero no deja de ser un bicho enorme.

A escasos metros del coche vemos al primer leon

Seguimos el camino y llegamos al campamento, situado en el margen de un rio seco. No se le puede llamar campamento, pues la infraestructura es NULA. Apenas un agujero en el suelo que se supone hará las veces de baño. Nada más. Hemos oído la historia de que en ese baño un leon se comió a un desprevenido…

El maravilloso Ficus

No nos detenemos en el campamento, atravesamos el cauce seco, subimos por una pendiente de arena y roca y seguimos por un sendero un poco mejor unos cuantos kilómetros más. Llegamos a un alto en el camino y detenemos el coche bajo un Ficus enorme en un lugar privilegiado, justo al borde de un terraplén de tierra que lleva al cauce del mismo río seco en el que se encuentra nuestro campamento, solo que ahí no está seco. Un barrizal o charca aparece frente a nuestros ojos. El agua no viene de la lluvia, sino de una fuente subterranea, nos cuenta Mash. En esa charca y en ese cauce SIEMPRE hay agua, durante todo el año!

Las vistas desde el Ficus
Prohibido acampar bajo el ficus

Estamos ahora mismo en un verdadero punto de peregrinaje de toda la fauna de la zona, ya que durante los meses de más calor esas fuentes serán el único punto con agua de todo el lugar.

Con los ojos bien abiertos cruzamos la charca

Vamos a empezar la ruta a pie con Mash. Bajamos sin más dilación a la charca (que en estos momentos está vacía) y la atravesamos. Mash y María van un poco más delante que nosotros. Al poco se giran y empiezan a gesticular. Que nos demos la vuelta, rápido!! Una manada de búfalos se aproxima! Salimos de la charca acojonados y volvemos a subir el terraplén hasta nuestro coche. Queremos coger el mejor sitio posible para ver el espectáculo.

Los búfalos nos ven
Tienen más miedo ellos que nosotros

Lamentablemente los búfalos nos han visto y no se atreven a bajar a la charca (de nuevo nos sentimos intrusos). Los animales se lo piensan, se dan la vuelta y se van.

Lo tenemos claro, este sitio es un privilegio! En cuanto acabemos con Mash vamos a volver.

La ruta a pie, al igual que en el Zambezi, resulta decepcionante y no vemos ningún animal. Pero gracias a ella hemos descubierto ese Ficus, así que ha merecido la pena.

Memorizando el camino de vuelta

De camino a dejar a Mash memorizamos el camino. Vemos otra pareja de leones. Mash nos cuenta que en esa zona viven 25 leones. Ya hemos visto a tres!

Ya empieza a hacer calor. Los depredadores buscan las sombras para descansar

Dejamos a Mash en el Check-Point antes de volver al Ficus

Dejamos al guía y volvemos al Ficus. Son las 11 de la mañana y no tenemos otra idea en la cabeza que quedarnos en ese sitio privilegiado hasta las 6 de la tarde, en que anochezca. Así que sacamos sillas, mesas, bombonas de gas, y nos ponemos a cocinar para aguantar la tarde. El menu es un risotto y unos huevos revueltos.

Comienza el espectáculo

Las horas de más calor son, por lo general, las peores para avistar animales. Son en las primeras y últimas horas del día, cuando empieza a refrescar, cuando los animales salen de su letargo y se ponen en busca de alimento o refrigerio.

Para nosotros es justamente al revés. Aprovechamos el solano bajo la sombra del gran Ficus para refrigerarnos y alimentarnos como si del mejor hotel o la cocina de nuestra casa se tratara.

Hay que estar preparados para la acción en cualquier momento. Siempre con un ojo en nuestra nuca, que no dejamos de estar en medio de la selva y aquí hay mucho depredador. Esos 25 leones deberían estar descansando, pero quién sabe si les entra sed y aparecen por nuestra espalda.

Sin perder detalle!

Las horas van pasando y vemos desfiles de impalas, monos y algún búfalo solitario (no es raro ver búfalos y elefantes adultos solitarios, a pesar de que estos animales suelen estar en grupo). Nosotros, mientras, descansamos en nuestras sillas adormilados.

Impalas beben en la charca
Impalas y babuinos
El calor aprieta
Adormilados pero sin perder ojo de lo que pasa en la charca
machos búfalos y elefantes adultos, a pesar de ser animales sociales, son vistos a veces en solitario
Un buen chapuzón
Va cayendo la tarde
Cada vez vienen más animales
Qué maravilla de sitio

La tarde nos tiene reservada una sorpresa

Son las 17h, el sol empieza a bajar y la tarde se refresca. En la charca retozan unos impalas despreocupados, cuando a nuestra espalda, sin darnos cuenta, hacen su aparición un grupo inmenso de búfalos. A ojo, sin posibilidad alguna de saber si son más o menos, calculamos unos 300!! Van bajando en procesión a la charca a escasos 200 metros de nosotros.

mientras la gran parte del grupo chapotea en la charca
Los elefantes se aproximan!

Obviamente ellos también nos han visto. Una parte del grupo no baja a la charca y no deja de mirarnos fijamente. Nerviosos, acojonados, mientras el grueso del grupo chapotea y bebe en la charca. Pasa el tiempo, y cada vez son más los búfalos que nos cortan el camino de salida. 17:30h. Cada vez menos luz. Los búfalos no se van. Por el flanco derecho se aproximan un grupo de unos diez elefantes sedientos. La charca está llena, literalmente, de búfalos (los impalas hace tiempo que se han marchado). Los elefantes, no obstante, no van a aceptar un viaje a la charca en balde. El conflicto es inevitable.

Nunca en mi vida he escuchado el gruñido de un elefante cabreado. Parece el rugido de un leon!!

Una parte de los búfalos sale en tropel de la charca hacia donde estamos nosotros, agolpándose en nuestro camino de vuelta.

Un grupo enorme de búfalos aun nos corta el camino

Estamos cada vez más nerviosos. Sabemos por esta mañana que los búfalos son muy miedosos. Creo que huirían al primer movimiento brusco nuestro… pero qué pasaría si por el otro lado aparecen unos leones hambrientos y les empujan hacia nosotros? Creo que dificilmente podríamos sobrevivir a tal estampida. Ni nosotros ni nuestro coche ni nada.

Las 18h. El sol se ha escondido y empieza a oscurecer deprisa. Tomamos la decisión de subirnos al coche y encender el motor. Alumbramos a los búfalos con las largas. Algunos corren. Muchos permanecen en sus posiciones, desafiantes.

Empezamos a movernos lentamente hacia ellos, las largas puestas. Todo está lleno de polvo que han levantado las reses. No veo claramente dónde están los animales. Seguimos avanzando, vemos ya algún búfalo a nuestra altura, quieto, mirandonos. El corazón me va a mil por hora.

Seguimos… y salimos. Respiramos

Qué salvaje es esto. Ya estamos solos!!

Una hoguera para espantar a los depredadores

Llegamos a nuestro “campamento”, que no es tal. De nuevo un Ficus, a cuyos pies vamos a acampar. Cero infraestructura, cero compañía humana, cero posibilidades de defendernos.

Estamos a los pies del mismo cauce del río dónde se encuentra la fuente.

Al llegar nos cruzamos con un elefante. Nos metemos bajo el ficus y nos afanamos en montar el campamento. Yo, mientras tanto, hago un fuego. Traer leña ha sido la mejor idea del día, sin duda. Nos va a ayudar a que a ningún animal se le ocurra acercarse demasiado a nosotros.

al calor del fuego los nervios van pasando

Una vez encendida la hoguera preparamos la cena. Barbacoa y huevos fritos en la hoguera, que la furgo está preparada para todo y tiene todos los utensilios necesarios.

hamburguesas de primero
y huevos fritos de segundo!

Drante toda la noche escuchamos rugidos de leones muy cerca pero de alguna manera estamos muy tranquilos. Las cervecitas ayudan a mantener la moral alta.

Disfrutamos de una experiencia única. Estamos en el corazón del parque, sin más defensa que nuestro coche y una hoguera, oyendo leones y viendo pasar hienas y ocultarse en la maleza a metros de nosotros. Lo disfrutamos tranquilos con unas cervecitas y una buena cena. Las camas preparadas para retirarse a dormir temprano.

Hemos decidido volver a la fuente mañana a primera hora antes de irnos de Mana Pools dirección a Hwange, así que ponemos el despertador a las 5:30 y ponemos fin a una noche mágica.

El broche perfecto

Hoy tenemos un día largo de carretera. Antes de llegar a Mana Pools teníamos un itinerario en la cabeza que no va a ser posible hacer por el mal estado de la carretera. Nos lo ha confirmado todo el mundo al que hemos preguntado y no merece la pena el riesgo de quedarnos tirados en medio de la nada y sin posibilidad de asistencia, así que nos va a tocar deshacer el camino y casi volver a Harare, para tirar después al oeste dirección Hwange y Vic Falls (Las Cataratas Victoria). Nos gustaría llegar, si no a Bulawayo, al menos hasta Gweru, que son dos de las ciudades más importantes del centro del país, y pasar la noche allí. Pero nos queremos despedir del Ficus mágico y de las fuentes.

Cogemos el coche y, sin dilación, tiramos para allá. Llegamos en pocos minutos sin avistar muchos animales. Aparcamos bajo el Ficus.

Llegamos al Ficus…. y tardamos un rato en darnos cuenta

¡¡No nos lo podemos creer!!

Al otro lado de la fuente, apenas a 100m de nosotros, apurando algo que parece un búfalo se apelotonan unos leones. ¡Más arriba hay otros, y arriba más! ¡en total creemos ver 15!

La práctica totalidad de los 25 leones que viven en la zona están justo enfrente de nosotros. ¡Estamos alucinando!

Machos, hembras, adultos, crías… toda una manada de leones retozando tranquilamente después de darse un banquete. Otros siguen todavía zampándose al pobre búfalo.

La familia entera está presente
Los adultos se están poniendo las botas
El pobre búfalo está sirviendo de alimenta a toda la manada

Esto supera cualquier expectativa. Nos deleitamos en silencio, con los prismáticos, hacemos fotos.. pero sobre todo almacenamos cada pequeño detalle en nuestras retinas para que nunca se nos olvide.

También nos preparamos el desayuno, un cafelito y un tecito y unos huevos revueltos, que el día es muy largo. No se me ocurre ningún sitio mejor para desayunar que este. Otro búfalo solitario se aproxima también a desayunar, ignorando completamente a los 15 leones que apuran a su pariente. De alguna manera sabe que no le van a atacar. ¡La madre naturaleza es sabia!

Estamos unas dos horas viendo el espectáculo. Recogemos y dejamos a esa gran familia de leones detrás.

Nos vamos del parque entusiasmados con lo que hemos vivido. A la salida pasamos un control de moscas tsé tsé, muy abundantes en esta zona y un auténtico problema de salud pública. A nosotros nos han picado varias de estas moscas. Están por todas partes y es muy difícil evitarlas.

Ya en carretera decidimos que Gweru será nuestro destino. Por el camino, pararemos en un restaurante que nos recomendó Mark y Wendy, muy cerca de Chinohyi, el Lions Den. Muy buenas hamburguesas. En el camino también rellenamos el depósito.

Llegamos a la ciudad de Gweru al anochecer. Hacemos algo de compra y nos retiramos al hotel. Mañana madrugamos otra vez para llegar lo antes posible a Hwange. Son unas tres horas de coche desde aquí.

Parque nacional de Hwange

Llegamos a Hwange más temprano de lo que pensamos en un primer momento. La verdad es que el estado de las carreteras es sorprendentemente bueno en todo el país.

La joya de la corona y uno de los parques más grandes de Africa

El parque nacional de Hwange es el más grande de Zimbabue. Se encuentra al oeste del pais formando, junto al parque Chobe de Botsuana un auténtico océano verde salvaje lleno de vida, donde al sobrevolarlo la vista no llega ni de lejos a atravesar, perdiéndose en una inmensidad de savanna llena de acacias y animales salvajes. Solo el parque de Hwange en Zimbabue tiene una extensión comparable a la de Bélgica.

Las infraestructuras del parque se concentran en su vertiente situada al este del mismo, ocupando una zona de no más de 100 Km de largo. En ella, campamentos estatales y lodges de superlujo se alternan diferenciados en tres sectores principalmente

Main Camp, Sinamatella y Robins Camp

Por un lado, en la parte más al sur-este se encuentra el “Main Camp” y entrada principal al parque. El acceso más cercano a la gran ciudad de Bulawayo. Alrededor del Main Camp se encuentran varios campamentos de lujo.

A unos 80 Km más al norte se encuentra “Sinamatella”, otro campamento estatal cuyo acceso principal lo comunica con la ciudad de Hwange.

Por último, el sector más al norte se centra en el conocido como “Robin´s Camp”, que sirve de acceso desde Metetsi y es el más próximo a Victoria Falls.

El Main Camp nos decepciona un poquillo

Al igual que sobre Mana Pools, la información disponible in Internet sobre Hwange es muy escasa y se encuentran pocas experiencias de viajeros independientes que sirvan para planificar y escoger la ruta en Hwange. Es por ello que, lamentablemente, nos quedamos las dos noche que tuvimos en el Main Camp.

El Main Camp no tiene mucho que ver con los campamentos que conocemos de Mana Pools
A diferencia de Mana Pools aquí sí que hay verjas. Y un horario de salidas (de 6:30 a 18h)
No obstante, aquí también se está de lujo!
Muy buenas infraestructuras. El viajero no tiene por qué acampar. Lodges y cabañas también están a disposición

Digo lamentablemente no porque el campamento no esté bien ni tenga todo lo necesario, que lo tiene, sino porque el parque ofrece mucho más y es muy grande, haciendo casi imposible recorrerlo “entero” (ojo, solo esa zona de 100 Km, el resto es inaccesible) durmiendo siempre en el mismo parque.

Por ejemplo, si lo hubiéramos sabido, hubiéramos dormido la segunda noche en Sinamatella o Robins Camp, recorriendo todo el parque sin prisas, disfrutando de todo lo que esta maravilla ofrece.

Safari en coche

Llegamos al Main Camp justo a tiempo para enlazar con una excursión en coche. La otra opción es un walking safari, pero eso ya lo hemos hecho en Mana. Nos decantamos por al ruta en coche. A fin de cuentas nos hace también ilusión montarnos en uno de esos clásicos vehículos de safari descubiertos. Es caro, 45 $ por persona por un viaje de tres horas. Aun así lo contratamos y salimos cagando leches.

El conductor se llama Knowledge (curioso nombre), es muy majo y muy solícito al responder a todas nuestras preguntas y dudas. Nos pregunta si hay algo especial que queramos ver. No dudamos, aun no hemos visto jirafas…

Pájaro emblemático en Hwange. Conocido por su sobrenombre “Flying Banana”, traducido como el plátano volador

Cementerio de elefantes

El elefante es un animal fascinante.

Tras 22 meses de gestación, el pequeño elefante viene al mundo con un peso de aproximadamente 90 kilos. Ese pequeño animal tendrá una esperanza de vida, si sus depredadores lo permiten, de unos 60 años o incluso más.

Al igual que ocurre con los humanos, durante el crecimiento, el joven elefante irá experimentando diversos cambios en su cuerpo, como por ejemplo el crecimiento de sus característicos cuernos de marfil.

Pero si hay una parte de su cuerpo cuya transformación y evolución acompañará al elefante toda su vida, son los molares. Este pequeño elefante cambiará todos sus molares hasta 6 veces a lo largo de toda su vida.

Estos molares permiten al elefante masticar raíces y hierbas secas, así como destrozar cubiertas de frutas de las que abunda Hwange (conocidas como elephant cockies)

Al perder la última de sus 6 filas de molares, el masticar hierbas y raíces ya no será posible para el anciano animal, lo que le obligará a buscar las hierbas más tiernas, cerca de las pozas y lagunas. Al no poder alimentar semejante cuerpo, el elefante irá apagándose poco a poco, muriendo finalmente cerca de alguna de estas lagunas.

Cuando llegas a alguna de estas lagunas no dejas de ver huesos de varios elefantes fallecidos de esta manera, creando el cementerio de elefantes.

Recorriendo la zona

El viaje en coche transcurre sin ver a nuestras ansiadas jirafas. Knowledge lo intenta, hablando por radio con otros compañeros y conduciendo a toda velocidad. Por desgracia el tiempo se echa encima y hay que volver. Una lástima porque esta es la hora buena para estar fuera. En el camino vemos elefantes por todas partes, la vida que hay en el parque es abrumadora.

Las zebras se cuentan a miles en este parque
Las lagunas suelen estar habitadas por hipopótamos
Al atardecer la savanna se llena de vida

Mañana nos vamos a mover por nuesta cuenta. Al no poder salir de los senderos, no vemos que merezca mucho la pena contratar a otro guía con la pasta que cuesta. La experiencia de ir en el descapotable ya la hemos hecho. Mañana poco después de las 6 a.m. nos ponemos en marcha y no volveremos hasta las 18 de la tarde. No se pueden escapar las jirafas…

Y la verdad es que no se hacen esperar. Al poco de salir por la mañana vemos la primera jirafa. Literalmente nos vamos a hartar a ver jirafas. Por todas partes, solas y en grupo, es increíble que no las viéramos ayer. Están por todas partes…

Gravísimos problemas de sequías

Hwange ha sido azotado durante años por unas sequías durísimas que han provocado auténticos estragos en las especias animales que habitan el parque. Cuentan que un año la práctica totalidad de los embalses de la zona se habían agotado, derivando en muertes masivas de animales.

Tanto es así que Zimbabue y la vecina Botsuana declararon el estado de emergencia y pidieron auxilio a la comunidad internacional. Había que hacer algo.

Diferentes proyectos han empezado desde entonces para intentar paliar los efectos devastadores. Uno de ellos se aprovecha de la afortunada presencia de aguas subterráneas en la zona (similares a las de Mana Pools). Gracias a potentes bombas de aguas alimentadas por paneles solares, este proyecto consigue bombear agua subterranea creando más de 70 charcas artificiales a lo largo del terreno. Y además con cero impacto medioambiental negativo, dado el uso de energías renobables.

Unos impala junto a una placa solar que alimenta alguna bomba de agua

Lamentablemente estos sistemas de bombeo son objetivo de las venganzas de algunos furtivos que operan por la zona. Por suerte, varias organizaciones todavía colaboran en mantener y reactivar estos sistemas.

Los lagos artificiales son ya el hábitat de muchas especies y están absolutamente mimetizados en el paisaje (a pesar del curioso efecto “artificial” de los paneles solares)

Esos lagos artificiales son auténticos puntos neurálgicos de la zona y hogar de muchos animales

Cruzando el parque

Hwange es un parque cuya zona practicable está bastante bien estructurada para el visitante. Junto a los cientos de lodges públicos y privados se encuentran varios puntos de observación diseminado a lo largo del parque, normalmente próximos a alguna laguna o punto de interés.

Por fin vemos jirafas!
El parque está lleno de jirafas. Las vemos solas y en grupo

Estos puntos de observación, normalmente elevados, están marcados en el mapa del parque y permiten relajarte a la sombra durante un buen rato, sacar nuestros camping gas y darnos cobijo y posibilidad de ver animales sin molestar mientras disfrutamos de la comida. Estos puestos elevados son un buen sitio para consultar tranquilamente las diferentes especies avistadas en los muchísimos libros de animales disponibles (en mi opinión, un gadget que no puede faltar en el viaje).

Un grupo de ñus

El penúltimo día en Hwange decidimos que vamos a tomar el camino largo hasta Victoria Falls. En lugar de salir por el Main Camp hasta la carretera que nos separaría de Vic Falls unos 150 Km, decidimos coger el camino de tierra que cruza el parque, visitar la zona de Sinamatella y Robins Camp y salir directamente por Matetsi, lo que nos dejaría a escasos 70 Km de la ciudad. La empresa promete emociones, pues tenemos que devolver el coche en Victoria Falls a las 19h. Vamos a tener el tiempo muy justo pues queremos ir parando y conociendo esta parte del parque.

Salimos a nuestra hora, las 6 de la mañana. La primera pausa la hacemos en uno de esos miradores increíbles que ya conocemos, pegados a una laguna. Aquí vamos a desayunar. Enfrente nuestra avistamos dos cocodrilos en el agua y poco más

A la laguna se aproximan dos coyotes a beber. Nosotros a lo nuestro, preparando los huevos y el cafelito.

Al poco tiempo la calma empieza a desquebrajarse. Primero una manada de Waterbucks se acerca a beber. Deben ser unos 20. De repente empiezan a salir animales de casi todos lados. Cebras, ñus y avestruces se acercan a beber.

En un momento se nos empieza a llenar de animales la charca
Ñus, Zebras, Antílopes… todos beben ordenadamente y en grupo de la charca
Estamos embobados viéndolos

Debe de haber casi 100 animales bebiendo en la charca. Menudo espectáculo para desayunar. Evidentemente el tiempo aprieta y hay que moverse, así que nos despedimos de la charca a disgusto nuestro.

Unos avestruces también se acercan a nuestra zona

Masuma Dan, el lugar estratégico.

Durante nuestros días en Hwange la gente nos ha recomendado ir a Masuma Dan. Dado lo lejos que está del Main Camp, la visita la hemos dejado para el trip final del viaje.

De camino a Masuma Dan nos cruzamos con un grupo enorme de elefantes…
… en su camino al chapuzón matutino!

Si te mueves en un coche como el nuestro, Masuma Dan te presenta una opción increíble para pasar una o dos noches. Quédate con ese nombre.

Se trata de un mirador situado a 70 Km del Main Camp, muy cerca de Sinamatella, y lo forma un pequeño lugar de estacionamiento al lado de una plataforma de gran tamaño elevada sobre un grandísimo lago artificial (esas bombas de agua!). La vida animal que se congrega en ese lago solo se puede describir como inmensa. Puedes pasar horas observándola sin interferir en lo más mínimo en su rutina.

Masuma Dan lo completa un pequeño edificio con baños y agua corriente y un espacio para unos 3 coches. Por supuesto, las barbacoas no pueden faltar. Todo esto lo convierten en un campamento improvisado pero con todas las comodidades, en un lugar absolutamente privilegiado.

De buena gana hubiéramos pasado allí la noche de haberlo sabido

El precio: Irrisorio. 30$ por persona y noche.

Bajo la plataforma, una gran colonia de hipos y cocodrilos viven en la charca. Cientos de elefantes, jirafas, antílopes y búfalos vienen a diario. Y nos cuentan que en la zona vive también una gran colonia de leones.

La gran laguna de Masuma Dan

Qué lástima haber descubierto esto tan tarde!!

Nos hacemos, como no, una barbacoa para comer. De aquí nos vamos a ir cagando leches a Vic Falls.

En Masuma Dan nos pegamos la última barbacoa del viaje

Cuando nos dan las 16h de la tarde, se nos encienden las alarmas. El guía de Masuma Dan nos mira sonriente y nos intenta calmar diciendo que aun tenemos tiempo de salir de ahí con luz… Salimos escopeteados. No da tiempo nada más que a despedirnos con la mirada de esa maravillosa laguna y las decenas de elefantes que se refrescan en estos momentos.

Nos ponemos en camino arriesgando tener un pinchazo. Hay que salir del parque antes de que anochezca. Salimos del parque por Sinamatella, dirección Hwange (Ciudad). El camino es largo y el terreno malísimo. No tenemos un pinchazo de absoluto milagro (la rueda acabó con un agujero de media falange de profundidad, que no llegó a afectar la cámara).

Ante estos colores nos permitimos hacer una pausa en nuestra trepidante fuga dirección Vic Falls

Victoria Falls

Llegada acelerada

Milagrosamente llegamos a Vic Falls sin sufrir un pinchazo. El llegar de día ya era una utopía. Los últimos kilómetros los hacemos de noche, lo que es un auténtico peligro en Africa; en más de una ocasión vemos animales y gente caminando al borde mismo de la calzada, así como coches sin luces. Un disparate.

Llegamos a la ciudad y buscamos rápidamente el lodge donde nos vamos a quedar, no vayamos a llegar tarde a la cita para devolver el coche. Llegamos por los pelos, pero llegamos antes de las 19h. Me quedo esperando al contacto. No viene nadie… Extrañado llamo a la oficina.

¡No sé por qué me extraña, pero se han equivocado de día! Todas las prisas y el estrés para nada. ¡Lo llegamos a saber y nos quedamos un día más en Masuma Dan! This is Africa

La Joya de la corona y el gran reclamo turístico

Vic Falls es la joya de la corona de Zimbabue. Conocida en el mundo entero y considerada como una de las Maravillas Naturales del planeta, es la frontera natural con Zambia y destino de hordas de visitantes durante todo el año. Aquí sí que no pensamos que vayamos a estar solos como en el resto del país.

La devolución del coche nos chafa nuestros planes

Esperamos a nuestro contacto en el Lodge, junto a unos cerdos verrugosos buscando comida

En Vic Falls hay muchas cosas para hacer. Evidentemente todas giran en torno al agua. Una de las más interesantes es hacer rafting en el Zambezi, justo abajo de las cataratas.

Lamentablemente, esta excursión (que se puede organizar en cualquiera de las cientos de agencias a lo largo y ancho la dela ciudad) require de casi todo el día. La agencia va a recoger el coche por a mañana, asi que no vamos a poder unirnos a alguno de los grupos para hacer la excursión.

Maria y yo intentamos a toda costa encontrar alguna agencia que nos permita hacerlo por la tarde, pero no es posible. Nos vamos a quedar sin hacer el rafting. Hay algunas alternativas, como vuelos en helicóptero o puenting desde el puente Victoria. Estamos empecinados en el rafting y el resto de planes no nos interesa.

Al final decidimos simplemente visitar esta maravilla natural con la calma.

El parque nacional es una pasada. El camino dura algo así como una hora y durante todo el rato estás con la boca abierta frente a este monstruo de la naturaleza, que en esta época del año (justo después de la época de lluvias) se muestra con toda su fuerza destructiva. El ruido es ensordecedor y el vapor de agua que genera sencillamente te empapa. No puedes evitarlo, acabas la visita como si te hubieses pegado una ducha con ropa.

Arco iris en las Falls
Las cataratas son espectaculares
Salimos empapados

Relax antes de volver

Se disfruta en este tipo de viaje de algún día de relax, dónde no hay que fijarse en qué hora es, a qué hora hay que volver a entrar en el campamento, si algún león está al acecho. Tampoco si tenemos una horda de búfalos esperándonos o si nos da miedo acercarnos al baño por si las moscas. Tampoco en si tenemos que echar diésel en algún lado… Simplemente relajarse, ir a algún restaurante de esos turísticos con música en directo, comer algún plato típico o no tan típico de la zona y charlar con tus amigos, beber unas cervezas y comentar las anécdotas del viaje… Como aquel mono ladrón que nos pegó un buen susto la primera mañana en Mana Pools o del Big Five, del que solo se nos han escapado el leopardo y el rinoceronte. De esto se trata.

Zimbabue nos ha alucinado. Somos conscientes de que en diez días no te da tiempo a conocer un país, ni siquiera (por suerte o por desgracia) a ver las diferentes caras que el país y su gente ofrece. Pero pocos países nos han causado esta sensación inconsciente de querer estar más tiempo, de querer volver a toda costa. También de repetir la forma de movernos por el país y de volver a alquilar un 4×4 como este.

Con estos pensamientos volvemos a Munich vía Johannesburgo. Todo lo bueno se acaba.

One Reply to “9 días en Zimbabue en 4×4 camperizado”

  1. Marti

    Reply

    Hola,

    Muchas gracias por compartir vuestras vivencias y experiencias en Zimbabwe. Estamos mirando de hacer un viaje en 4×4 durante dos semanas por Zimbabwe, me podrias decir donde alquilasteis el coche?

    Muchas gracias, un saludo!

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