Zambia, el gran tesoro de la vida salvaje
Un viaje de once días recorriendo Zambia en coche
30 de diciembre, (Madrid-Lusaka)
Zambia cumplir un sueño
Con sus vastas áreas silvestres, Zambia es un destino de ensueño para los viajeros y los amantes de la naturaleza. Cuando se viaja a Zambia es para visitar sus parques nacionales y disfrutar de la vida salvaje.
Llevaba varios años fantaseando con un anhelado sueño llamado Zambia que ha tardado en llegar. Desde que descubrí el “Mana Pool National Park” (Zimbabue), frontera con “Lower Zambizi National Park” (Zambia), ambos parques separados sólo por el gran río Zambeze (cuarto río más grande de África) fue inevitable no idealizar este país, un territorio sólo de naturaleza salvaje. Zambia representa la vida animal, parques nacionales, ríos, lagos, arroyos, cascadas y libertad. El sueño de cualquier enamorado de la naturaleza más indómita en su estado más puro y salvaje.

El río Zambezi tiene una longitud total de 2.574 km, es el río más largo de los que desembocan en el Océano Índico. Sus aguas nacen en la frontera entre Zambia, RDC Congo y Angola, y pasa por países como Botsuana, Namibia y Zimbabwe, antes de desembocar en Mozambique.
Atraviesa parte de Zambia, desde el noroeste hasta las cataratas Victoria (frontera natural entre Zambia, Namibia, Botsuana y Zimbabwe) y después continúa hasta el lago Kariba llegando a la frontera con Mozambique.

No hay mejor forma de experimentar Zambia que cruzar su enorme territorio en tu propio automóvil.
Como organizar mi viaje
Tenía algo muy claro, la forma de penetrar y conocer este paraíso. Existen pocos lugares en el mundo donde todavía puedes sentirte tan cerca de la naturaleza y tan lejos de todas las comodidades convencionales. Así que no quería nada organizado, ni lodges caros ni lujosos únicamente el contacto con la vida salvaje porque sabía que sería una experiencia inolvidable.

La idea de recorrer este maravilloso país necesitaba tener el mejor coche para conseguir ser completamente autosuficiente en todos los aspectos, dormir en cualquier lugar, llevar todo lo necesario en el automóvil, un buen frigorífico, almacén y utensilios de cocina, camping gas para cocinar y sobre todo tienda de campaña. Todo lo que necesito para sentirme lo más libre, independiente y autónoma posible, saboreando cada decisión improvisada sobre la marcha, decidir en cada momento donde parar para hacer noche. Libertad y sólo libertad.
Zambia es el país de los grandes parques nacionales donde la vida salvaje, te sale al encuentro a cada paso que das. Para conseguir mi sueño debía prepararme, empecé por leer las experiencias de otros viajeros que ya conocían esa forma autosuficiente de viajar.

Lo segundo, decidir que coche. Había conducido alguna pickup en Angola o en Uganda pero en Zambia se necesitaba algo mejor. Para la mayor parte de Zambia, un 4*4 es esencial (especialmente en la época de lluvias, de noviembre a abril, cuando el suelo de algodón negro se convierte en un barro pegajoso)
Estaba claro que necesitaba un tanque capaz de resistir todo, elevaciones, inclinaciones del terreno, enormes socavones, barro, grava, desniveles de las pistas, atravesar ríos, charcos, etc.
Para colmo, me había equivocado en las fechas elegidas para descubrir este país. Por razones laborales sólo podía viajar este año en época de lluvias (y lo que leía en los blogs es que era un error viajar a Zambia con lluvia). No había debate, necesitaba el coche más capaz de resistir las pistas más intransitables que uno se pueda imaginar.
Tras informarme con los que saben, el coche elegido fue un Hilux Toyota idóneo para soportar todo, un todoterreno fuerte y robusto apto para sacarnos de los peores apuros.

Me quedaba por conocer la equipación que tendría que llevar, por supuesto, la tienda de campaña y todo lo que me hiciera ser autosuficiente en la selva africana. Necesitaba tanques de agua, tanque de combustible adicional, amortiguadores y suspensión, refrigerador, tienda de campaña en el techo del Toyota, neumáticos todo terreno, mesa, sillas, etc.
Pero lo que más claro tenía es que quería escuchar y vivir la noche africana y eso solo se puede hacer desde una tienda de campaña. El tiempo del que disponía para este viaje, era de dos semanas, así que elegí, en principio, dos parques nacionales para vivir la vida salvaje (dos de los más conocidos de Zambia), Lower Zambizi National Park y South Luangwa National Park.
Durante la época de lluvias (noviembre a abril), escuchaba que la mayor parte de lodges y campamentos están cerrados porque las pistas se vuelven impracticables debido a los chaparrones y aguaceros diarios.
Así que me puse a chequear uno por uno cada campamento para saber de primera mano, si estarían abiertos o no en enero.

30 de diciembre (Nochevieja en Lusaka)
No me gustan las fiestas de navidad, todo el mundo parece enloquecido queriendo comprar, comer, comprar y comer. A mi me apetecen cosas diferentes como alejarme de todo eso y volar a Zambia. Volamos con Qatar Airways a las 21:30 vía Doha, un viaje largo pero que ha resultado bastante bueno, dos diferentes vuelos de casi ocho horas cada uno. Zambia está en el culo del mundo.
Llegamos a Lusaka (la capital de Zambia) cansados pero pletóricos, a las 15 horas del 31 de diciembre (Nochevieja).
Nos espera Bonifacio como un clavo, el contacto de la agencia que nos ha alquilado el coche, un buen profesional con mucha paciencia. Los trámites del aeropuerto han sido muy sencillos, los españoles no necesitamos visado para entrar en el país, así que en cinco minutos hemos resuelto el tedioso y burocrático protocolo de un aeropuerto africano.
Aprovechando que Bonifacio se presta a ayudarnos, compramos una tarjeta SIM con Airtel, cambiamos euros a Kuanchas zambianas y algún otro recado. El coche nos espera flamante con su tienda de campaña en el techo en el parking del aeropuerto. Las tranquilas explicaciones de Bonifacio sobre como abrir la tienda, funcionamiento del coche, ruedas de repuesto, frigorífico, etc, nos han llevado más de una hora bajo un sol que parte en dos. Estamos agotados y aunque hacemos lo imposible por aprender a manejar esta auténtica máquina, no sé si vamos a ser capaces.
Nos despedimos de este hombre que ha tenido con nosotros una paciencia de santo. Es un tipo se seco pero muy majo, nos ha llevado en el Toyota al “Sandy’s Creations Resort”, un lodge que nos ha recomendado el cónsul de Italia en Zambia.

La verdad es que es un lodge precioso con sus bungalows o pequeños chalets repartidos entre una exuberante vegetación, una gran piscina y un restaurante bajo una enorme palloza.
Hoy es fin de año y hay bastante gente en el restaurante del lodge para recibir el nuevo año. Nosotros estamos tan extenuados del viaje que ya no nos tenemos en pie. En 24 horas no hemos pillado una cama, así que a cenar y a dormir que mañana queremos ponernos en ruta a primera hora de la mañana hacía el primero de nuestros sueños, el Lower Zambizi National Park.
Lower Zambizi National Park
El Lower Zambezi National Park es un parque nacional que se encuentra situado a unos doscientos kilómetros de Lusaka. Es un parque donde se puede disfrutar de diferentes safaris y actividades relacionadas con el río, como la pesca o navegar en canoa y barca.
1 de enero “Masau River Camp Lower Zambizi” en el Lower Zambizi National Park
Por increíble que parezca hoy en Lusaka no parece que sea el día de Año Nuevo. Todas las tiendas están abiertas y hay mucho tráfico de camiones aunque puedo imaginar que cualquier día normal habría mucho más. Nuestro objetivo es cargar el coche de comida y de todo lo necesario para poder ser autónomos los días que vamos a estar en el interior del Lower Zambizi National Park.
Cargar el coche con todo lo necesario
En Chirundu, la última ciudad antes de entrar en el parque hay un Shoprice (los grandes almacenes de Zambia y algunos otros países del África austral). Hoy Shoprice está hasta arriba de locales llenando los carritos de la compra. Cargamos el coche con todo lo que pensamos que vamos a necesitar, además de, repostar, y llenar un bidón con 20 litros más de gasoil, por lo que pueda pasar, y otro con agua.
Llevamos agua, pan, galletas, latas, café, te, leche, carne, fiambres, cervezas, vino sudafricano, etc, poniéndonos en marcha hacía el último pueblo antes de la entrada al parque, Chongwe. A partir de este punto, comienza lo que aquí llaman el Área de Gestión de Caza (GMA) que es un área designada que rodea un parque nacional, donde se permite la caza bajo licencia. Las GMA tienen como objetivo proteger a los animales del parque nacional de los cazadores furtivos. En este Área de Gestión de Caza es donde se localizan la mayor parte de los lodges y campamentos del Lower Zambizi National Park. La mayoría están cerrados y sólo permanecen abiertos, un tercio del total por ser época de lluvias.

Nosotros como siempre no llevamos nada reservado. Se lo dejamos a la suerte y a la improvisación. La tienda de campaña la llevamos encima del coche pero si encontramos en los campamentos, tiendas de campaña equipadas para dormir y con baño incorporado, será la opción elegida para pernotar. No parece tan fácil montar la tienda arriba cada noche.
El primer campamento elegido es el “Masau River Camp Lower Zambizi”. Es un camping muy básico junto al río Zambeze que tiene tiendas de campaña montadas con su baño individual. El río Zambeze bordea este campamento con un curso más estrecho que por otros lugares, aún así, es muy agradable. No hay restaurante lo que significa que es un self catering (algo muy extendido en Zambia)

En algunos campamentos tienes que ser autosuficiente trayendo tu propia comida aunque se ofrecen ellos mismos, a cocinar tus alimentos. Dos parejas que ocupan otra tienda de campaña han encargado a los guardas del campamento la cena, nosotros nos conformamos con hacernos unos sandwiches con una carne que hemos comprado.

No hemos visto animales porque el “Masau River Camp Lower Zambizi” está vallado (eso no me gusta). Me encantan los campamentos abiertos donde los animales campean a sus anchas aunque sea más peligroso, sobre todo de noche.
Describir la hermosura del río Zambeze y de la naturaleza salvaje de Zambia es algo complicado porque no hay palabras. Lo que más sorprende es su increíble belleza. En el camino al Lower Zambizi National Park lo más fascinante, además, del paisaje, es el encanto de los poblados de la Zambia rural, el verdor insultante de la sabana en época de lluvias, exuberante, fértil, plena, llena de montañas, acacias y los árboles infinitos.
El África más majestuosa se encuentra sin ninguna duda, en Zambia

Zambia fue Rodesia del Norte y Zimbabue fue Rodesia del Sur. Los dos países hacen frontera. pero el Zimbabue que conocí hace unos años en época seca era un paísaje mucho más ocre, nada que ver con el verde de la época de lluvias. Me gusta cambiar de lodge cada noche para tener distintas perspectivas del río, así que mañana buscaremos a la aventura un nuevo sitio donde dormir.
2 de enero “Charangwe Lower Zambezi Safari Lodge” en el Lower Zambizi National Park
Maravilloso segundo día en Zambia. Con mi listado de lodges y una recomendación, nos vamos en busca de “Charangwe Lower Zambezi Safari Lodge” .
En los parques nacionales de Zambia se encuentran disponibles distintas formas de alojamiento. Hay lodges de alta gama o camping y campamentos más básicos con mucha diferencia de precios entre unos y otros. Nos han dicho que el Charangwe tiene más o menos el mismo nivel que el Masau pero además, tiene restaurante, no viene mal, poder comer algo más que un sándwich.

Lo de abrir la tienda de campaña que llevamos encima del coche, lo vamos aplazando, no era tan fácil como dar a un botón, requiere su tiempo y su fuerza. La tienda nos acompaña en el techo del Toyota por si las moscas. Si hay una situación complicada, ahí esta, mientras tanto, si encontramos tiendas de campaña ya montadas en los campamentos con sabanas limpias y baño integrado, mejor y si encima, nos hacen la cena, todavía mucho mejor.
Hace mucho calor en algunas horas del día (30 o 35 grados) que te desploman, así que hemos llegado muy cansados al “Charangwe Lower Zambezi Safari Lodge”.

El lodge se encuentra situado en el Área de Gestión de Caza (GMA) pero cerca de la entrada al Lower Zambizi. Es un campamento muy bonito con cinco bungalows a la orilla del río Zambeze y una importante población de hipopótamos que están sumergidos la mayor parte del día pero que campean a sus anchas cuando cae la tarde. El campamento está totalmente abierto a los animales (como a mi me gusta) y no es caro, 70 dólares por noche y tienda de campaña-bungalow pero tiene un problema (el acecho de los monos). Babuinos, mandriles y demás primates están pendientes del más mínimo descuido para colarse en tu baño o en tu tienda. Lo mejor es no dejar nada de comida dentro. Como el campamento tiene restaurante, hemos encargado un pollo con legumbres para la cena, todo un lujo.

La distracción aquí es observar a los hipos sumergidos en el río escuchando sus rugidos. Los hipopótamos se comunican mediante una llamada resonante, un sonido grave y retumbante que se puede escuchar a largas distancias. Aquí tenemos varías comunidades de hipos comunicándose entre si. El otro pasatiempo es la de evitar que los mandriles entren en tu tienda.
En el campamento hay un guía que se llama Teo, nos vamos con él a recorrer lo que llaman Área de Gestión de Caza (GMA) y mañana, de madrugada, intentaremos entrar en el Lower Zambizi National Park porque la entrada queda a unos 30 kilómetros, una hora más o menos.

Acaba de caer una lluvia torrencial como solo puede ocurrir en África. Es época de lluvias y una brisa cada vez más fuerte, te avisa que en diez minutos el cielo va a descargar la de San Quintín. Lo bueno es que las lluvias no duran más que un cuarto de hora, saliendo a continuación un sol que desploma. (nos dicen que este año las lluvias van retrasadas).
Teo nuestro guía viene a buscarnos puntual para irnos de ruta.
El primer contratiempo con coche, barrizal y león incluído
Aunque la lluvia ha desaparecido nada más salir del campamento, nos quedamos enterrados y atascados en el barro que el chaparrón nos ha dejado. Imposible salir del lodazal, las ruedas patinan y todavía lo de manejar la tracción a las cuatro ruedas, no lo hemos trabajado demasiado. Menos mal que Teo toma las riendas colocando unas placas de madera debajo del Toyota y ordenando a Xaquín que lo intente recto y sin volantazos. El coche sigue resbalando y patinando. Conseguimos sacarlo del barrizal tras varios intentos pero nos ha dejado miedo en el cuerpo. Si en vez de venir con Teo, llegamos a salir solos, de ahí, no salimos ni en dos meses y menos mal que estamos cerca del campamento. Lo de las lluvias no era ninguna broma.
Como la ruta por el Área de Gestión de Caza (GMA) está hasta arriba de animales, dejaremos para mañana entrar al parque.

A unos 2 km del campamento, nos metemos en un recodo de la pista porque hemos seguido con el coche a un león. De nuevo, nos quedamos atrapados en el barro, sólo que ahora merodea por los alrededores, al menos, una fiera que sepamos. Aunque parezca una broma, el coche se ha calado. Xaquín dice que no le acaba de pillar el punto al arranque del Toyota, así que soy yo la que se tiene que bajar del coche, dar la vuelta, entrar por la otra puerta y arrancar esta máquina que se quedado parada en seco con toda la movida del barro y el león, surrealismo puro y duro.
Teo busca madera o piedras con un ojo y con el otro vigila su espalda por si el carnívoro viene a darle una sorpresa. Una situación inenarrable como todo en África donde cada segundo se convierte en incertidumbre y sorpresa. Nunca sabes lo que va a pasar en los próximos cinco minutos, todo puede dar la vuelta y complicarse.
El coche consigue salir del fango gracias a que Xaquín (por fin) le ha pillado el truco a la tracción a las cuatro ruedas y este Hilux es una verdadera máquina.
Después del susto del león, no existe nada mejor que al caer la tarde sentarse a la orilla del Zambeze con un vino sudafricano frio escuchando y observando a los hipos salir para pacer por los alrededores del campamento, algo que no tiene comparación a nada.

No existe nada más porque el tiempo se detiene en este sublime momento que jamás olvidarás y que te acompañará el resto de tu vida.
3 de enero “Charangwe Lower Zambezi Safari Lodge” en el Lower Zambizi National Park
Nuevo día junto al Zambeze. Hemos quedado de nuevo con Tom a las seis de la mañana. Después de la experiencia de ayer tarde con el Toyota clavado en el barro y el león merodeando por los alrededores, cualquiera se mete solo en el Lower Zambezi National Park.

Todavía no somos expertos en manejar un todo terreno (alguna experiencia en Uganda y Angola) pero este coche es como un auténtico camión y tenemos que cogerle el tranquillo. Tom resulta imprescindible por si nos tiene que sacar de otro apuro.
Camino del Lower Zambizi National Park cruzando el río Chongwe
Todo lo que habíamos escuchado y leído sobre que en la época de lluvias las pistas son intransitables y que cerraban el parque no ha ocurrido. El parque está abierto y hemos podido cruzar el río Chongwe (algo necesario para alcanzar la puerta principal del parque). El río Chongwe determina con su nivel de agua el acceso o no al Lower Zambizi National Park. No hay puente para cruzar. Si hubiéramos venido sin Tom, ni de coña pasamos el río. Ni en mis mejores sueños hubiera pensado que lo atravesaríamos tan fácilmente.
Ha resultado toda una experiencia. Xaquín lo ha pasado como si lo hubiera hecho toda la vida, como si fuera por la Gran Vía de Madrid. Cruzar el río y llegar a la puerta de entrada al parque es rápido. Nuestro amigo se ha encargado de toda la burocracia con los guardas de la entrada.

El parque es maravilloso. En esta época no se ven tantos animales porque es temporada de lluvias y están más dispersos.
El segundo contratiempo con un búfalo solitario enfadado que huele a león
Hay leones (aunque pocos), leopardos. cebras, muchos elefantes, hienas, facoceros, impalas, antílopes, jirafas, primates, babuinos, búfalos y muchos hipos.

De pronto nos encontramos con un búfalo solitario. son muy peligrosos, extremadamente peligrosos. Este búfalo está muy nervioso. Paramos el coche para observarle a unos cincuenta metros.
El búfalo comienza a patear con las patas delanteras, lanzando la tierra por los aires hacia atrás, frotando y golpeando el suelo con los cuernos en señal de amenaza. Que miedo dios, Tom explica que este búfalo huele a león, textualmente dice: “tranquilos que nos está probando y marcando territorio”. Estoy yo como para tranquilizarme, se me sale el corazón (el búfalo pesa unos 900 kilos). Al final, tenía razón, nos estaba probando. Se ha dado la vuelta y se ha ido, en ese momento, nos hemos dado cuenta de que estaba gravemente herido por un ataque de león, por eso, estaba tan agresivo, claro que olía a león.
Hemos hecho un buen recorrido por el parque que además, tiene unos paisajes preciosos.

Un walking safari en el Lower Zambizi National Park
Nos vamos al campamento a descansar un rato aunque hemos quedado de nuevo con Tom para hacer un walking safari. Nos va a acompañar un ranger armado. Tenemos muy cerca una escuela que forma a los futuros rangers de Zambia. Tom nos recoge con Moises, un alumno de la escuela. Aquí los llaman scouts. Aunque hemos dado un buen paseo por la sabana andando, no hemos visto animales. Cuando un ranger comienza a hablarte de árboles y plantas medicinales, malo, no vas a ver ni un bicho.
Antes del walking safari, me entró miedo. He debido ser una inconsciente toda mi vida porque he hecho walking safari en Botswana, Zimbabue, Sudáfrica, etc pero hoy, salir andando por la sábana me dio respeto. Nos quedamos otra noche en este lodge o campamento maravilloso a orillas del Zambeze donde los hipos campean a sus anchas, saliendo del agua a pastar cuando cae la noche. El hipopótamo es uno de los animales más letales de África. Se estima que los hipopótamos causan unas 500 muertes al año en el continente africano.


Otra de las actividades que se pueden hacer en el Lower Zambizi National Park es un recorrido en barca por las aguas del río mientras observas diferentes animales en las orillas. Lo mejor hacerlo al atardecer porque el rojizo del Zambize al caer es inenarrable, además es cuando los animales se despiertan estando activos.
Mañana nos vamos al South Luangwa National Park. Está muy lejos. Zambia es un país enorme y lo que en el mapa parece cercano no es real. Aunque teníamos previsto conocer Kafue National Park y el Lago Tanganica va a ser imposible. Nos vamos a tener que conformar con Lower Zambizi y South Luangwa.
Para ir desde el Lower Zambizi National Park hasta South Luangwa National Park tenemos que volver a Lusaka de nuevo, imposible atravesar el Lower Zambizi en época de lluvias, nos dicen que nos quedaríamos atascados con toda certeza y que por esa zona del parque, no pasa nadie. No queda otra que volver por la capital.

Las distancias en Zambia son engañosas
Recorrer 500 kilómetros no lleva necesariamente cinco horas incluso por una carretera asfaltada. Nos encontraremos con muchos obstáculos que reducirán nuestra velocidad. En Zambia los vehículos circulan por el lado izquierdo de la carretera. Los badenes se utilizan para ralentizar el tráfico en zonas pobladas pero no están señalizados.

4 de enero, camino de South Luangwa National Park
Nos ponemos en ruta al amanecer hacía South Luangwa National Park, el viaje va a ser largo, unas ocho o nueve horas solo para hacer la mitad del camino. Tenemos que pasar por Lusaka y las capitales africanas tienen un tráfico infernal que nos hará perder mucho tiempo.
En el trayecto desde el Lower Zambizi National Park hacia South Luangwa National Park sólo encontramos un lodge donde poder dormir llamado “Bridge Luangwa Camp”. Se encuentra situado a dos kilómetros de un poblacho donde jamás nadie podría imaginar que hay un precioso campamento junto al río Luangwa.

Situado en un alto con unas bellísimas vistas al río, los pequeños bungalows o cabañas tienen únicamente por pared una malla mosquitera que evita la entrada de moscas, mosquitos y otros insectos pero que te permite escuchar la fantástica noche africana.

Tras una noche tranquila, al amanecer, otra vez nos ponemos en ruta hacía South Luangwa National Park. Nos quedan otras ocho horas de camino pero con la fresca de la mañana las hemos hecho casi sin enterarnos. Cerca de un pequeño poblado hemos parado a hacer un picnic, a los dos minutos teníamos a todo el poblado, rodeándonos y observándonos como si fuéramos unos monos de feria.

África está llena de buena gente.
South Luangwa National Park
5 de enero “Croc Valley Camp” en South Luangwa National Park
Hemos llegado a una hora aceptable al primer campamento abierto en época de lluvias del South Luangwa National Park. Se llama “Croc Valley Camp”, situado fuera del parque pero muy cerca de la puerta principal (un kilómetro más o menos).
Nos instalamos en una tienda de campaña muy amplia con cocina pero con un grave problema, los babuinos se cuelan dentro de la tienda aún teniendo cerradas todas las cremalleras, no me preguntes por donde, agarrando todo lo que pillan, lo que se convierte en un verdadero suplicio.

Esta tarde he hecho un game drive de cuatro horas (de 16:00 a 20:00) que organiza el campamento. Hemos visto elefantes, hipos, leopardos impalas, cebras, aves pero lo mejor, la gran belleza que tiene South Luangwa National Park, absolutamente maravilloso. Antes de entrar al parque ya hemos localizado un leopardo (aquí son fáciles de ver)

En el game drive me acompaña una familia de australianos junto con el conductor y un ojeador. La familia vive en Zambia desde hace dos años. Son muy agradables. Emily viene sentada a mi lado y no para de darme palique que donde vivo y a qué dedico el tiempo libre.

He cometido un grave error en África, el ir a un game drive en manga corta. Con las prisas y los babuinos colándose en nuestra tienda, me he olvidado de echar mano a una cazadora que me cubra por completo. Cuando la tarde cae, los bichos literalmente te comen vivo, a cientos, a miles. Además, de noche, el ojeador enciende un gran foco para que podamos ver mejor a los animales lo que hace que el bicherío se multiplique por cien.
Un picnic en un alto del río Luangwa que recorre el parque, rodeados de hipopótamos ha resultado ser una maravillosa locura. Nos ha caído un chaparrón que ha hecho sacar los impermeables a nuestros guías pero el chubasquero me ha salvado de ser devorada por los insectos.

De vuelta al campamento, he encontrado a Xaquín desesperado luchando contra los monos. Mientras leía por la tarde, los babuinos se han comido un paquete de galletas y se han llevado una barra de pan.
No queda otra que cambiar de campamento donde los babuinos estén más controlados. Aunque hay guardas con tirachinas, a los monos les da igual, al primer despiste se meten en tu tienda y se llevan lo que les da la gana.
6 de enero, segundo campamento Wildlife Camp en el South Luangwa National Park
Después del game drive de ayer hemos decidido recorrer el parque solos con nuestro coche. Como los monos en el Croc Valley no nos daban tregua hemos tenido que buscar otro campamento, instalándonos en el Wildlife Camp.
Un picnic dentro del South Luangwa al estilo Xaquín
El mediodía es mala hora para ver animales pero la increíble belleza del South Luangwa National Park merece la pena.
Decidimos entrar solos al parque y hacer un picnic. En la entrada del parque hemos preguntado si se puede hacer picnic bajando del coche como se hace durante el game drive. Los guardas dicen que únicamente junto al río Luangwa y EN UN LUGAR ABIERTO. Xaquín, verso suelto desde que nació, siempre se las ingenia para hacer lo contrario y después de buscar y buscar, ha parado el Toyota en un lugar CERRADO POR LA MALEZA donde no aciertas a ver si hay un león o un leopardo escondido entre arbustos pero él es así.

El picnic se ha resuelto (para mi) con medio cuerpo dentro del Toyota y la mitad fuera para no jorobar la merienda. Mientras tanto, Xaquín paseaba cerveza en mano por la selva como si estuviera dando un paseo por el Retiro de Madrid. He preferido no mirar, pensando para mis adentros, si oigo un rugido, no tengo mucho que imaginar.
Un atardecer único a las orillas del río Luangwa en el Wildlife Camp
Estoy en uno de los lugares más maravillosos que he visto en África. El campamento Wildlife Camp se encuentra situado a la orilla del Luangwa river. Vamos a dormir en unas pequeñas tiendas de campaña sin nadie alrededor. Con la noche en África siempre llegan los miedos.

La tienda de campaña tiene baño incorporado aunque nos han advertido que cerremos el cerrojo que separa el baño de las camas porque los babuinos y mandriles están obsesionados por pillar comida y no dejan de acosar. Al igual que en el campamento “Croc Valley” al menor descuido atrapan todo lo que puedan. Está misma mañana se han llevado el brick completo de zumo y otro paquete de galletas, como te descuides, te dejan sin desayuno.

La lucha contra los babuinos ha sido (en los dos campamentos), una lucha sin cuartel. Incluso durante la noche ha saltado la alarma del coche porque intentaban abrirlo a toda costa. Un madríl ha hecho frente a Xaquín porque quería dejarnos sin el carbón que teníamos preparado para hacer una barbacoa. No es ninguna broma, son agresivos y nos ha dado un susto de muerte.

En este lugar tan maravilloso, con el río Luangwa a mis pies, lleno de hipopótamos que pasean pastando hierba o rugiendo territoriales dentro del agua, un olor a selva lo impregna todo. Mis ojos defienden la cena controlando el acecho de los monos en la noche africana, aún así, no existe nada más, ni quieres que nada más exista, salvo esto.
Todo se olvida, no quieres volver, volverás a tu hogar pero tu mente permanecerá ya siempre en la orilla del río Luangwa. Estamos un poco alejados del núcleo del Wildlife Camp por lo que nos envían un guarda que va a pasar por aquí la noche. (Me quita un peso de encima). El guarda dice que a veces bajan los leones hasta aquí, por algo digo yo que el miedo comienza con la noche.
La tienda de campaña es muy pequeña y solo nos separa una tela de la noche. Eso si, este lugar es sublime.


7 de enero, Wildlife Camp y Flatdogs en el South Luangwa National Park
El cambiar cada noche de campamento sirve para tener distintas experiencias y diferentes vistas del río Zambeze, del río Luangwa y de la vida salvaje de Zambia. La vida de los campamentos es siempre la misma, levantarse muy pronto para hacer un game drive de cuatro horas (seis de la mañana a diez) cuando los animales están más activos.
Los campamentos tienen casi todos las mismas actividades. Otra opción permitida es salir solos de safari con tu propio coche. Siempre he tenido mucho respeto a los animales pero en Zambia noto una diferencia, soy muy consciente de que no conozco los códigos y que cualquier error, solos, puede ser fatal.
Tercer contratiempo con una elefanta muy enfadada
Dicen los guías que el elefante es el animal más peligroso de África y que como tenga la idea de atacar, no va a parar hasta conseguirlo. Esta tarde, nos ha hecho frente una elefanta. En época de lluvias, están criando y con las crías se ponen muy agresivas. Menos mal que íbamos con el guía. Si nos llega a pasar solos, nos da un infarto.
Aunque se cree que la mayoría de ataques son en realidad “amenazas” hay que saber reconocer la diferencia. Si las orejas del elefante están relajadas, es posible que sea solo una amenaza, si las orejas están abiertas en abanico pueden indicar que se trata de un ataque ficticio pero si están dobladas hacía atrás, es posible que la embestida sea real, además, si el bicho barrita claramente es una advertencia. Claro, todos estos códigos, los reconocen los guías pero ni de coña nosotros.

La elefanta de esta tarde se ha puesto como una loca extendiendo las orejas y ha venido corriendo hacía nuestro coche. El guía ha retrocedido marcha atrás haciendo comprender a la elefanta que nos retirábamos pero el susto ya no me lo quita nadie, esto tampoco es una broma.
Lo de salir solos de safari, me empieza a dar miedo, si nos sale al encuentro un elefante o grupo de ellos, después de esta broma, nos vamos a bloquear por completo.

Nos hemos instalado en otro campamento “Flatdogs” por esta noche

Tras el susto de la elefanta, al caer la tarde, estoy en el porche de mi tienda de campaña en el nuevo campamento rodeada de impalas que campean a sus anchas a mi alrededor.
Están nerviosos porque corren de un lado a otro, enloquecidos, como si hubieran visto al mismísimo diablo. Hay una tormenta con rayos y truenos y les asusta. Escucho a los hipos del río. Mi tienda esta justo en la orilla. Este campamento es otra de las maravillas que te encuentras durante tu viaje a Zambia. El Flatdogs es más selecto que los otros dos campamentos anteriores. Tiene restaurante y mucha gente. La tormenta es de las que solo puedes ver en África.

Zambia resulta ser un tesoro escondido con los parques naturales más salvajes y recónditos del mundo.
Un país que funciona a la perfección donde los rangers te recogen a las seis de la mañana para hacer un safari y no a las seis y cinco. Un país inolvidable, en esta época de lluvias, verde hasta el insulto y además, impactante.
Ríos, lagos, pistas, parques nacionales, animales, búfalos, leopardos, impalas, un regalo a la vista cargado de belleza y emociones.
Somos autosuficientes. Llevamos un coche robusto como un camión al que por fin, hemos pillado el tranquillo de la tracción a las cuatro ruedas y que nos saca de los apuros que aquí son muchos. Tenemos un frigorífico con todo lo que necesitamos y una tienda de campaña en el techo. La idea inicial era dormir en nuestra propia tienda pero nos estamos encontrando campamentos con las tiendas montadas y baño incluido donde podemos escuchar con la misma intensidad, los sonidos de África.
Una tela y una rejilla de mosquitera tenemos por pared para sentir la noche africana. Las hienas bajan a merodear por el campamento, los hipos que salen del río a comer hierba, rugen, comunican y se pelean en la oscuridad y hasta escuchamos leones en la lejanía pero desde la cama con sábanas limpias, ducha caliente y cierre hermético. Tenemos todo sin tener que pelearnos montando y desmontando, de momento, la tienda.

Al caer la noche, está prohibido ir sólo a tu tienda. Es obligatorio que te acompañe un guarda o trabajador del campamento ya que al ser éstos abiertos, los animales campean a sus anchas entre las tiendas de campaña. También está prohibido salir de la tienda hasta que se haga de día.

En el Flatdogs, todos los días, a las cinco y media de la mañana, se organiza un desayuno con café y té caliente, zumos, tostadas y bollos humeantes para la gente que vaya a hacer el game drive se conozca. Cada guía se sienta en una mesa con su grupo a desayunar antes del safari de cuatro horas por el parque.
Nuestro guía en el Flatdogs se llama Kenedy y es encantador. Nos acompañan dos parejas de británicos, una chica muy estirada emparejada con un nigeriano de Lagos y otras dos chicas escocesas. Los cuatro viven en Edimburgo. El nigeriano nos cuenta que este año se casan en Escocia en una tradicional weeding con toda la familia nigeriana que volará a Edimburgo desde Lagos.

Las chicas escocesas se tronchan con Xaquín que hoy está inspirado. Tras el desayuno nos ponemos en marcha durante un safari que durará cuatro horas.
Hemos visto muchos elefantes, hipos, impalas, kudus, facoceros, etc. Leones ni el primero pero si hemos visto leopardos. En este parque es más fácil verlos.
A medio camino paramos a hacer un picnic, llueve pero Kenedy tiene impermeables para todos. A unos cien metros nos observa un grupo de elefantes a los que nuestro guía no quita el ojo.

La traca final llega cuando Kenedy localiza un leopardo descansando junto a sus presas, un bebe impala y a un pequeño cocodrilo muertos.
A las tres y media de la tarde comenzará de nuevo el mismo protocolo, café y game drive (de 16 horas a 20 horas). El campamento Flatdogs funciona como una máquina que nunca se detiene. A pesar de la época de lluvias, el campamento está lleno de gente.
Esta tarde nos hemos venido arriba y decidido recorrer por nuestra cuenta el parque
Ha llovido mucho pero a nosotros con nuestro Toyota, eso nos da igual.
Empezamos bien pero pronto comienzan los problemas. Nos creíamos que con este coche éramos invencibles, capaces de salir de cualquier situación por difícil y complicada que parezca. Nada más lejos de la realidad.
South Luangwa National Park tiene unas pistas principales de tierra más o menos en buen estado, por donde trastean y circulan los guías la mayor parte del tiempo. Pero como nosotros nos hemos creído los reyes del mambo con nuestro coche, nos hemos adentrado por caminos y pistas secundarias, cada vez más lejos, cada vez con mas barro hasta perdernos.

Totalmente perdidos, el GPS no funciona, imposible alcanzar una pista conocida y decente, lo único que conseguimos es dar vueltas en circulo, un auténtico laberinto. Cada vez estamos más nerviosos, por fin, el GPS reacciona indicando que una de las pistas generales está relativamente cerca.
El Hilux nos ha sacado del barro (lo llaman polvo negro, típico de este parque) con la tracción a las cuatro ruedas. Si no lo hubiera hecho, la cosa se pondría fea, nadie pasa por estos caminos y hubiéramos tenido que acabar la noche en el coche entre alimañas. Al llegar al campamento nos cuentan que el año pasado dos chicas canadienses se quedaron atrapadas en este barro negro teniendo que dormir en el coche.

Menudo susto el de esta tarde, entre lo del búfalo del otro día, la elefanta enfadada con las orejas abiertas, el mandril que quería robarnos el carbón y ahora perdernos, atrapados en el barro, esto es un sin vivir.
Un elefante nos sale al encuentro
Nos vamos al Flatdogs echando leches con estrés y la certeza de que solos y sin guía no volvemos a salir. En esas estamos, cuando nos sale un elefante a la pista de un tamaño cuatro veces más grande que el Toyota. Casi me da algo al verle plantado ahí, delante. Nos está escrutando atentamente, esperando nuestra reacción.

Automáticamente entro en modo “me va a dar un infarto de un momento a otro” y grito como una posesa a Xaquín que permanezca con el coche parado y que ni se le ocurra acercarse al paquidermo. De repente, el elefante, cruza tranquilamente por delante de nuestras narices internándose en la selva, por fin, puedo respirar.
En Flatdogs dormiremos dos días porque las tiendas de campaña son estupendas (situadas frente al río Luangwa) y sobre todo, porque los guardas del campamento mantienen a raya a babuinos y mandriles con sus tirachinas.
8 de enero, segundo día en Flatdogs
Xaquín prefiere quedarse a leer y a disfrutar del campamento, sin embargo, yo me voy a otro game driver. Vamos a hacer el safari, tres británicos y yo. Nada más salir, nos cae una buena tromba de agua, así que los impermeables se han convertido aquí en imprescindibles.
Como llueve a mares, muchos animales se ocultan para protegerse. Nuestro guía de hoy se llama Romi, dice que a los leones, no les gustan las lluvias de Zambia, así que emigran a los países limítrofes, Zimbabue, Botswana, etc, buscando mejor tiempo. Parece que es la explicación a que apenas hayamos visto leones en el South Luangwa National Park.
Como Romi es un profesional como la copa de un pino (lloviendo es más complicado ver animales) que solo quiere agradar al personal al precio que sea, se sale de las pistas convencionales para localizar lo que se pueda.
Vemos muchos elefantes a los que no les importa el chaparrón. De pronto, nos cruzamos con otro coche. Entre guías se intercambian información. Acaban de ver a un grupo de perros salvajes (muy difíciles de localizar) que se mueven siempre en grupo. Esta noticia hace que se desencadene una loca carrera de los todo terrenos para localizar a los perros.
A una velocidad de infarto con lluvia y barro, los coches patinan. El coche de Romi se queda atascado, solo tras cuatro intentos ha logrado sacarlo del barro.
Lo menos que nos puede pasar es salir despedidos. A los entrenados guías del Flatdogs les gusta que los clientes se queden satisfechos. La persecución ha tenido premio, ahí están, un grupo de unos diez perros salvajes moviéndose nerviosos. Es prácticamente imposible seguirles porque avanzan muy muy rápido atravesando la selva.
Solo los había visto en Botswana. Es una imagen inolvidable.

Nos vamos del Flatdogs, un campamento fantástico que no permite acampada libre. Aquí todo funciona con puntualidad y seriedad británica con la única intención de avistar animales.
Las cuatro noches que hemos pasado en el South Luangwa National Park han sido inolvidables.
9 de enero Ruta South Luangwa National Park hacía Bridge Luangwa Camp
No queda otra que ir volviendo hacía Lusaka pero hay que hacer noche en el camino. A las seis de la mañana nos ponemos en ruta, dejando el parque y llegando de nuevo al Bridge Luangwa Camp (donde ya dormimos de camino al South Luangwa) a la hora de comer.
El Brigde Luangwa Camp es un lodge rústico y básico pero en un enclave maravilloso situado en un alto con unas vistas maravillosas del río Luangwa que por aquí pasa majestuoso. Además, las chicas que lo regentan solo quieren agradar y el bungalow donde dormimos que tiene tela de mosquitera como pared te hace tener la sensación de dormir en mitad de la naturaleza escuchando la noche africana.
Nos quedan 48 horas en Zambia antes de coger nuestro avión a Madrid, Maconda, la gerente del lodge nos sugiere pasar la última noche muy cerca de Lusaka. en un resort llamado “Pionner lodge”. La vamos a hacer caso.
10 de enero, última noche en Zambia, camino del Pionner lodge
Nos ponemos en marcha a las seis de la mañana rumbo al Pionner lodge. Llegamos a buena hora saboreando la Zambia rural que es absolutamente evocadora con sus fantásticos poblados.

Cada vez que paramos el coche para hacer un picnic en ruta se nos llena de mirones que alucinan con nosotros.
El Pionner Lodge es un paraíso de naturaleza cerca de la capital, que además, deja hacer acampada libre.
Por fin, vamos a estrenar la tienda que llevamos encima del Toyota Hilux, porque más vale tarde que nunca y sobre todo porque hasta ahora hemos ido de señoritos a mesa puesta durmiendo en los campamentos en tiendas de campaña ya instaladas.

En Zambia estamos experimentando muy positivamente una nueva manera de viajar, self driver y self catering pero nos falta dormir en la flamante tienda de campaña que llevamos en el techo del coche. Montar la tienda nos da pereza pero en el Pionner Lodge hay un boer musculoso y fornido que babea con la idea de trajinar, montar y desmontar tiendas de campaña sobre un Toyota Hilux, así que hemos aceptado su ofrecimiento, la ha puesto a punto en solo dos minutos, parece que no haya hecho otra cosa en su vida.
El resort es un recinto extenso cerrado, apropiado para estrenarnos con la tienda porque no hay animales. En los campamentos abiertos da más respeto dormir en el techo del coche con hienas, impalas, búfalos, hipos y elefantes campeando a sus anchas durante la noche.
Mañana sabremos si dormir en el techo del coche, lo integramos en nuestro próximo viaje que por supuesto será de nuevo a Zambia.
Zambia es un país muy grande sólo hemos tenido tiempo de visitar dos parques nacionales en once días. Nos falta la mayor parte del país y el lago Tanganica. El Pionner Lodge está bien acondicionado para acampada libre. Tiene duchas con agua caliente, zonas verdes, árboles, barbacoas y no hay animales.
Vamos a dejar el día para descansar.
Nos hemos comprado en la tienda que tiene el resort una tela preciosa muy africana que nos hará recordar este maravilloso país.
Zambia nos ha dado la oportunidad de conocer una nueva forma de viajar recorriendo África a la aventura. Viajar de forma autosuficiente, sin normas, salvo las nuestras, llevando en el techo la tienda de campaña, disfrutando de la absoluta e insultante belleza de este país inenarrable y de toda la libertad del mundo, algo que ha resultado inolvidable.

Junto a Maiduguri (Nigeria) (un viaje único), la vida salvaje de Zambia ha sido todo un descubrimiento.
Conocemos muchos parques nacionales africanos, en muchas ocasiones en contacto directo con la naturaleza pero nunca o casi nunca (salvo en Botswana) fue un contacto tan directo, tan único, tan fantástico y tan salvaje.
Nos quedan las zonas más remotas. Hemos visitado el Lower Zambizi National Park y el South Luangwa National Park pero todavía quedan North Luangwa National Park, Kafue National Park y el lago Tanganica.
Dormir en nuestra tienda ha resultado maravilloso, queda integrada la experiencia para el próximo viaje a Zambia.

Se acaba nuestro viaje, así que la última noche nos vamos al “Sandy’s Creation”, el mismo lodge de Lusaka donde dormimos la noche que llegamos, 31 de diciembre. Un precioso lodge donde un ejercito de ranas croan durante la noche, recordándote que estás en el continente negro.

Lusaka tiene un tráfico terrorífico (como la mayoría de las ciudades africanas) incluso un día de sábado. Cada uno conduce con sus propias normas, no existe la prioridad, ni las buenas maneras, es la ley de la selva.
Queda darnos un buen homenaje de relax en el lodge que estos viajes son duros y cansados esperando al vuelo de mañana.
12 de enero Lusaka-Madrid
Hay días que no sabes que te deparan. Nuestro vuelo a Madrid tenía que haber despegado a las 14:45. Lo que no esperábamos, ni por asomo, es que nuestro avión se retrasase más de 24 horas por un problema técnico. Nos derivan a un hotel. Xaquín trabaja mañana y Lusaka no es Londres, luego si el avión de Qatar tiene problemas técnicos habrá que esperar a que venga otro avión desde Doha o que nos metan en otra compañía. Esta claro que ahora toca luchar para salir de aquí lo antes posible.