Un campamento en la Reserva de Moremi en Botswana o el Paraíso terrenal
Un campamento de tiendas de campaña en el Delta del Okavango
Hacia mucho tiempo que quería viajar a Botswana
Siempre fue un sueño que se resistía. Nunca llegaba el momento de hacer este viaje. Me encanta la naturaleza salvaje en su estado más auténtico. Los animales me hielan la sangre pero me apasionan. Varías veces he intentado acercarme a este país y varías veces se ha ido posponiendo. Por fin ha llegado el momento soñado.
Este año para mi ha sido muy duro. Mi madre me ha dejado de una manera inesperada y siento su ausencia por todas partes. Me vendrá muy bien alejarme por unos días de Madrid y poder disfrutar de mi sueño aplazado.
Viajamos con nuestros amigos con mucha ilusión y demasiadas expectativas. Queremos ver animales, vivir en la naturaleza más brutal y aislarnos de la civilización. Hemos preparado este viaje con muchas esperanzas, anhelos y esmero.
Madrid – Johanesburgo, 17 de noviembre
Salimos tras un agotador día de trabajo. Nuestro vuelo sale a las doce de la noche. Volamos a Johanesburgo. Me gusta viajar con mis amigos. Existe entre nosotros esa complicidad de muchos años en la que no hace falta hablar para entendernos. Viajar es un tiempo para nosotros compartiendo cada minuto. En Madrid, cada uno esta absorbido por sus rutinas y obligaciones y no siempre sacamos tiempo para estar juntos. A los cuatro nos gustan los animales y la naturaleza más bestial que solo se puede ver en esta parte del mundo.
Este viaje lo hemos diseñado para los cuatro. No podemos dejar ningún cabo suelto para la improvisación. Todo tiene que salir perfecto, seguro y sin sorpresas de última hora salvo las que nos puedan dar los animales. Es un viaje exclusivamente de naturaleza.
Las noticias e informaciones de como viajar a Botswana eran confusas. Leímos algún blog de viajeros por Africa que tampoco nos aclaraban nada. Era difícil viajar a Botswana solo y a tu aire. Necesitas un guía y un coche para moverte por este inmenso país.
A la hora de plantear y diseñar el viaje, lo primero que hicimos fue ver que nos ofrecían las empresas españolas que diseñaban viajes a Botswana. Enseguida decidimos programar el viaje con una empresa local de Botswana.
No queríamos un viaje compartido y queríamos dormir en tiendas de campaña
Dos cosas teníamos claras, queríamos ir los cuatro solos y en ningún caso queríamos un viaje compartido. Por mi parte, soñaba (y no estaba dispuesta a negociar) que una parte del viaje fuera “mobile camp”, es decir montar nuestro propio campamento con tiendas de campaña en la selva, en plena jungla.
Enviamos email a varías empresas de Botswana especializadas en montar mobile camp pidiendoles información. Nos contestaron varias situadas en Maun, lugar trampolín para entrar a las grandes reservas del país.
Las dos empresas españolas a las que previamente habíamos tanteado nos intentaron quitar de la cabeza la idea de acampar los cuatro sólos en plena selva con el pretexto de la seguridad pero enseguida nos dimos cuenta de que las excusas respondían a una razón puramente económica. Un mobile camp para cuatro personas es caro. No es rentable. Así que descartamos hacerlo con una empresa española.
Elegimos una empresa de Maun especializada en organizar mobile camp.
El viaje a Johanesburgo ha sido fantastico, unas diez horas de vuelo. Mañana cogemos un vuelo a Maun, la ciudad de entrada al Delta del Okavango. Hoy dejamos el día para perdernos por Johanesburgo y volver a Melville, un barrio encantador, seguro y bohemio donde hemos dormido las veces que hemos caído por esta interesantísima y chispeante ciudad. Hemos visitado Johan en varias ocasiones y cada vez engancha más ésta burbujeante ciudad, una de las imprescindibles urbes de este continente.
Johanesburgo – Maun, 19 de noviembre
La llegada desde el aire al Delta del Okavango es un espectáculo. Maun es sólo un poblacho aunque con una naturaleza fantástica. Nos espera a pie de pista Gary, el dueño de la empresa con quien hemos contratado el viaje desde Madrid. A su lado, Ofentse que va a ser nuestro guía los próximos días en lo que va a ser una auténtica inmersión en la naturaleza.
Vamos a montar un campamento movil en plena Reserva de Moremi. Mi gran apuesta para este viaje.
Ofentse tiene una permanente sonrisa en la boca. Es increíblemente encantador cautivandonos desde el principio. La complicidad y el feeling asoma a sus ojos desde el primer momento. Nuestro flechazo es mutuo y comienza desde el minuto uno. Nos ha enamorado.
El Sedia Hotel de Maun donde vamos a pasar la primera noche resulta ser precioso, colonial y muy africano. Las habitaciones son fantásticas con una pequeña terraza que da a un enorme jardín junto a la ribera del río.
El hotel nos ha sorprendido. Me había imaginado nuestro paso por Maun como algo burocrático, la entrada a mi gran sueño, dormir en la selva y resulta que estoy en un hotel precioso respirando los olores y escuchando los sonidos de África.
Una buena ducha, un baño en la piscina, una cerveza en el bar, una tarde tranquila con la maravillosa ansiedad de partir mañana al amanecer al interior de la reserva de Moremi.
Moremi Game Reserve es una área protegida de Botswana. Se encuentra en el lado oriental del Delta del Okavango. La Reserva combina agua permanente con áreas secas creando unos paisajes increíbles de imaginar, absolutamente sorprendentes.
Mañana nos internamos en la selva, en el más profundo paraíso de vida salvaje donde realmente se filman los documentales de National Geographic. Hay que cargar teléfonos y baterías. Los próximos días no tendremos de nada. Nos vamos a alejar de la civilización donde no habrá ni luz, ni enchufes, solo la naturaleza más brutal. Acaricio mi sueño y espero ansiosa la madrugada para internarnos en la Reserva.
Gary nos ha traído tras el desayuno unos mapas y varías toallas. Unas cuantas indicaciones dejándonos en manos de Ofentse. Llevamos un coche abierto de safari y a nuestro guia, Ofentse. No nos hemos equivocado en nuestra primera impresión. este chico es fantástico, imposible tener a nuestro lado a nadie mejor.
Dejamos Maun y nos internamos en Moremi Game Reserve. Nada más entrar, nos salen al paso varios elefantes. Ofentse nos pone al día de como van a ser estos días en la selva. Llevamos un staff de tres personas. Dos de ellas han salido de Maun unas horas antes para montar nuestro campamento en el corazón de la reserva.
El día ha comenzado pronto. Tenía infinitas ganas de venir a Botswana para poder dormir entre animales salvajes.
Hay muchas formas de venir de safari a este país pero siempre tuve claro que yo no quería ningúna otra
Existen sitios lujosos, campamentos maravillosos, increíbles lodges.
Para mi nada comparable a la experiencia de dormir entre leones
No quería viajar con nada organizado para diez o quince personas sino algo diseñado únicamente para nosotros cuatro. Ahora me encuentro ante mi primera noche durmiendo en la selva. Estoy muerta de miedo aunque a primera vista, Xaquin y mis amigos parecen tranquilos.
El día camino del campamento lo hemos dedicado a hacer un safari parando a hacer picnic en el camino. La reserva de Moremi esta hasta arriba de animales. Nada mas entrar, te das cuenta que no tiene nada que ver con nada conocido.
Al caer la tarde llegamos al campamento que nos han montado. Se encuentra en una zona llamada Kakanaxa.
Nuestro cocinero nos ha hecho una cena que sabe a gloria en nuestra primera noche en la selva. Nos hemos sentado ante un fuego cansados del safari a tomar un vino frío, recordando las anécdotas del día.
Antes nos hemos dado una ducha apresurada con un artilugio muy parecido al de la película “Mogambo” pero donde quitarte el calor, la suciedad y el cansancio del día hace que se convierta en la mejor ducha del mundo.
Ofentse nos explica que el campamento esta levantado en plena ruta de animales que bajan a abrevar a la laguna que tenemos ante nosotros.
Se ha puesto muy serio cuando nos ha leído la cartilla antes de irnos por primera vez a nuestra tienda de campaña a dormir. Nos ha avisado que durante la noche vamos a tener visitantes y no precisamente guests (huéspedes). Su cara con expresión grave me ha dejado inquieta y alarmada.
No llevamos armas, No tenemos rifles
La legislación de Botswana desde hace más o menos dos años ha prohibido la caza y no permite llevar armas. Es una legislación que se está intentando extender a Sudáfrica, Zimbabue y Zambia.
Nos ha advertido que no hay porque tener miedo. Si se acerca algún animal y se rasca contra nuestra tienda es absolutamente normal. Eso si, nos ruega que no encendamos las linternas durante la noche y que no salgamos de la tiendas. Si no queda más remedio que ir a una letrina, nos pide encarecidamente que antes nos aseguremos que no hay moros en la costa.
Si se presenta una situación de peligro, no gritar nunca, no moverse porque él y sus ayudantes controlarán la situación.
YO ESTOY ACOJONADA. Tengo un miedo que me muero. Tenia ganas de vivir esta experiencia levantando un campamento entre animales. La idea me obsesionaba desde hacia tiempo pero ahora que llega la noche recordando las advertencias de Ofentse empiezo a pensar si esto habrá sido una buena idea.
Lo de no llevar armas no estaba previsto. Mi experiencia en el Parque Nacional del Kruger, en el Desierto del Kalahari y en el Parque Nacional de Etosha siempre había sido con rangers que llevaban armas por si había una situación de peligro. Ahora la noche se nos echa encima y solo escucho aullidos aterradores.
Estoy en mitad de la selva, en plena ruta de elefantes, leones, hipopótamos y hienas que bajan a abrevar pasando y rozando mi tienda de campaña y NO LLEVAMOS ARMAS.
Según Ofentse, los animales no tienen porque hacernos nada. Al caer la tarde hemos visto merodeando nuestro campamento todo tipo de bichos. Una manada de 300 búfalos andaban a unos cien metros. Ahora pienso en una estampida como en las películas. Nos harían papilla.
Al llegar casi de noche al campamento, hemos visto a unos 20 metros licaones o perros salvajes, una especie de hiena carroñera que te pone los pelos de punta. El grupo estaba formado por unos veinte o treinta individuos saltando y jugando mientras rodeaban nuestro coche. Un espectáculo fantástico pero sobre todo aterrador cuando tienes que dormir sin más protección que la lona de una tienda de campaña. Sabes que están ahí y que no se han ido.
Te mueres de miedo
Ofentse tiene dos ayudantes. Patrick es el cocinero y Empty es el ayudante del cocinero que esta pendiente de cualquier cosa que necesitemos.
La noche se llena de fantásticos sonidos. Una de las cosas que hacen que ame desesperadamente este continente son los sonidos de África. Se escucha rugir a unos leones muy cerca. Me impresionan los terribles estertores de los hipopótamos marcando su territorio casi a nuestro lado. El hipo es uno de los animales más agresivos del planeta.
Entre las tranquilizadoras advertencias de Ofentse esta tarde, también nos ha avisado !OJO! con los cocodrilos que salen de la laguna por la noche. Vamos que esto se convierte en una juerga marinera en un par de horas. La laguna esta a unos treinta metros de nuestras tiendas de campaña.
Como era de esperar la noche se ha complicado porque hemos tenido que acercarnos a las letrinas tras dos horas en vela paralizados por el terror a salir. No era miedo, era pavor a abrir la cremallera de la tienda y salir al ruedo.
Nuestra tienda de campaña es confortable. Tiene dos pequeñas camas desde donde vemos todas las estrellas del universo en una noche clara a través de una enorme ventana, eso si, entre rugidos y espeluznantes aullidos. La luna lo ilumina todo. Juntamos las camas. La idea durante la noche de abrir los ojos y encontrarme con un león plantado ante mi tienda mirándome, me supera.
21 de noviembre
Hemos pasado nuestra primera noche escuchando la feroz actividad de los animales atravesando nuestro campamento.
Ha sido impresionante. Siguiendo las instrucciones de Ofentse, anoche tuve todo el cuidado del mundo cerrando herméticamente la cremallera de la tienda cada vez que salía o entraba intentando evitar tener la desagradable sorpresa de un inesperado huésped que quiera acompañarnos durante la noche.
Ofentse resulta ser un guía excepcional. Ha elegido un lugar idílico para montar nuestro primer campamento. Nunca en mi vida hubiera imaginado que pudiera existir un lugar más bello en el mundo. Me recuerda literalmente a lo que me contaban cuando era pequeña sobre el Paraíso Terrenal.
El campamento no puede ser más autentico.
Esta formado por cinco tiendas de campaña. La tienda de mis amigos junto a la nuestra. Al otro extremo, las de los Rangers que nos acompañan. Tenemos letrinas y una enorme carpa para desayunar, comer y cenar. El campamento esta situado al borde de la bellísima laguna donde vienen a bañarse y a abrevar los animales, sobre todo elefantes e hipopótamos.
Anoche Ofentse nos aviso que sobre las cinco y media de la mañana nos despertaría para desayunar y salir de safari.
Desayunar, comer y cenar en la selva no puede ser más maravilloso
Todo me sabe a gloria.
Yo no daba crédito a lo que nos dijo Ofentse ayer al caer la tarde. Se puso fino con sus advertencias e indicaciones. Hasta era posible que mientras estuviéramos cenando pasara algún león por delante de nuestras narices. Nos pedía calma y tranquilidad, nunca ponerse nervioso. Nos prometió simplemente que pasarían de largo.
Ahora mientras desayunamos todavía con la emoción de nuestra primera noche en la selva, recordamos las anécdotas. Todos escuchamos los rugidos de leones muy cerca. Mi amiga también pudo escuchar el incesante croar de las ranas buscando pretendientes para aparearse dentro de la laguna.
No he escuchado a las hienas partirse de risa como en el Desierto del Kalahari aunque me he quedado muda escuchado a los hipopótamos a nuestro lado mientras marcaban su territorio.
Anoche en la cena, nuestro maravilloso Ofentse reprodujo todos los posibles sonidos del león para que los vayamos distinguiendo cuando defienden el territorio, enfadados o satisfechos tras una opípara cena o simplemente cuando buscan una hembra. Ofentse lo conoce todo.
Conozco el Parque Nacional del Kruger en Sudáfrica, el Desierto del Kalahari, el Parque Nacional de Etosha. Los tres plagados de animales. Los paisajes del Kruger, Kalahari y Etosha no pueden ser mas bellos pero Botswana ES OTRA HISTORIA. Desde ayer que hemos llegado estoy muda. Es la auténtica imagen de Memorias de África.
Los próximos días vamos a ir moviendo el campamento.
Llevamos un coche de safari descubierto para los cuatro. Xaquín se acomoda junto a Ofentse en la parte delantera, lugar idóneo porque nuestro guía no para de contar historias, buscar huellas y seguirlas para localizar al leopardo o al león. Acaba siempre encontrando al animal que buscamos.
Mi amiga y yo nos hemos acomodado en la parte de detrás. Nos tapamos con unas mantas de madrugada al salir de safari porque todavía hace mucho frío. Luís ha elegido sentarse detrás. Podemos estar cinco horas rastreando y buscando leones, leopardos o perros salvajes. Hay enormes elefantes por todas partes.
Hemos visto un rinoceronte. En Botswana no hay rinocerontes. Los cazadores furtivos han acabado con ellos cortándoles los cuernos. Su cuerno es muy demandado en el mercado chino que busca desesperadamente afrodisiacos.
El gobierno de Botswana ha firmado un acuerdo con un granjero sudafricano que le ha donado 300 rinocerontes. Los están integrando en las reservas del país. Esta tarde nos hemos encontrado con este angelito que pesa unos 2000 kilos.
El día ha sido muy provechoso. Nos hemos puesto hasta las trancas de observar animales. Me da la sensación que ver leones es mas complicado que en el Desierto del Kalahari donde nos salían a cada paso aunque Ofentse dice que hay una población enorme. La abundante vegetación de Moremi hace que se confundan con la vegetación y que sea más difícil verles.
La hora bruja es cuando volvemos al campamento al anochecer. Tras una improvisada ducha, nos sentamos al fuego tomando un delicioso vino recordando las historias del día. La verdad es que nuestro cocinero no nos deja mucho tiempo para este fantástico momento. Enseguida escuchamos al otro lado del campamento su voz vociferando: “The dinner is ready, the dinner is ready”.
La noche resulta amenazante con el respeto que se merece en mitad de una selva. Esta noche se anuncian lluvias. Sentados junto al fuego esperando la cena, volvemos a escuchar a los leones llamándose entre ellos. Uno estaba muy cerca de nuestras tiendas.
Nos ha caído una tromba de agua que sólo es posible ver aquí en África donde todo se convierte en brutal. Nunca había pensado que la lluvia pudiera alcanzar las proporciones del diluvio universal.
Reserva de Moremi
23 de noviembre
Soñaba con la idea de montar un campamento en plena naturaleza para nosotros cuatro. Lo hemos conseguido. Para conocer bien la Reserva vamos moviendo el campamento cada dos días.
En la Reserva de Moremi hay 15 emplazamientos privados para acampar donde tienes la ganantia de estar solo y otros diez lugares donde obligatoriamente tienes que compartir con otros campistas. En los privados estas obligado a llevar un guía. En los públicos puedes acampar con otros coches o tiendas pero compartiendo espacio.
A Botswana no se puede traer cualquier vehículo. El país es una autentica reserva sin pistas. Las pocas sendas si es que hay alguna vereda o camino son infames. Tienes que traer un 4*4 todo terreno donde no te falte de nada, pura subsistencia, tienda, agua, comida y mucho combustible.
Los lugares que ha elegido nuestro guía para acampar son maravillosos. Traíamos desde España muchas expectativas respecto a la organización de los campamentos pero esta gente nos tiene alucinados. Se están superando. Todo esta resultando perfecto.
No nos privamos de nada. Hemos traído todo tipo de bebidas, sobre todo cervezas y buen vino. Disponemos de una ducha diaria. Nuestras tiendas están muy bien equipadas. Tenemos hasta un edredón porque la madrugada es fría.
Dormimos con el miedo inevitable de estar en mitad de la selva pero en la gloria y por si fuera poco, las comidas que nos hace Patrick, nuestro cocinero no pueden saber más ricas en este marco excepcional.
La vida de campamento también tiene su rutina. Nos levantamos casi al amanecer. Ofentse, Patrick y Empty nos avisan sobre las cinco de la mañana. Nos traen agua caliente para lavarnos como se hace en la selva.
Nos espera el desayuno. Momento mágico para preparar el día. Salimos de safari algunos días hasta el anochecer y otros volvemos para comer y descansar saliendo de nuevo de safari. Patrick y Empty se quedan en el campamento fregando los platos, organizando la ropa y preparando la ducha para cuando volvamos. También preparan el fuego y hacen la cena.
Cuando llega la hora bruja, volvemos al campamento hartos de ver animales. Entonces nos espera un vino frío alrededor de un fuego de campamento.
Patrick, nuestro cocinero y Empty se levantan pronto para empezar a desmontar las tiendas. Nos trasladamos al otro extremo de la Reserva de Moremi. Hay que preparar y cargar nuestras bolsas de viaje antes de salir de safari.
Cada día lo mismo. Rastreamos la selva escuchando las historias de Ofentse y aprendiendo verdaderas lecciones magistrales sobre naturaleza, descubriendo y siguiendo huellas.
Nos detenemos en lugares inolvidables, esos emplazamientos que sólo crees que existen en las películas y que no pueden ser reales. He visto muchas sabanas. He conocido muchos desiertos. He disfrutado de increíbles paisajes pero BOTSWANA ES UNA LOCURA. Es un escenario irreal, imposible que no sea cinematográfico. No es posible que esto SEA REAL Y NO SEA UN SUEÑO.
Se me parece al bíblico paraíso terrenal. Un lugar idílico lleno de charcas, lagunas con agua por todas partes. El amanecer siempre tiene una bruma que convierte el paisaje en algo imaginario e irreal.
Nos da mucha pena abandonar el lugar donde hemos disfrutado tanto. Era fascinante sentarte al caer la tarde a ver a los animales bajar a abrevar a la laguna.
Durante el día hacemos varios picnics. Montamos entre todos la mesa y las sillas en los sitios y lugares más increíbles en mitad de la sabana. Hoy nos hemos detenido a tomar un café y unas galletas en un alto al borde de un río plagado de hipopótamos, cientos de hipopótamos.
Yo creía que esto ya no existía y que solo ya pertenecía al mundo que pudieron descubrir David Livingstone o Henry Morton Stanley. Existe y está en Botswana.
Mas tarde hemos hecho otro picnic en otro increíble lugar en mitad de la llanura más hermosa que he visto en mi vida. Hemos parado a comer. Allí en medio de esta locura, junto a un viejo árbol en un marco inigualable, hemos plantado nuestra mesa, hemos extendido nuestro mantel y nuestras sillas y nos hemos comido una pasta exquisita, además de todas las delicias que nos ha preparado en una cesta Patrick esta mañana.
Comemos rodeados de animales. A lo lejos, aparecen dos leones. Con la mayor tranquilidad del mundo, Ofentse nos pide que permanezcamos quietos. Los leones están lejos, se dan media vuelta y se van. Nos quedamos mudos.
Seguimos nuestro safari. Hoy hemos visto de todo o casi todo. Hienas, hipos, leones, cebras, jirafas, impalas, etc.
Ofentse se comunica con Patric y Emmy por radio. Nos avisan que ya han montado el nuevo campamento. Nos dirigimos al lugar elegido. Es increíble. Esta en plena selva, en un pequeño claro. Nuestras tiendas ya están preparadas para dormir. La carpa con la mesa puesta y el fuego de campamento esperando. Estamos cansados del día que ha sido muy intenso. Patrick está preparando nuestra cena junto a su tienda.
El lugar donde han instalado nuestro nuevo campamento esta localizado en otra senda de animales que se dirigen a otra charca que tenemos justo detrás de las tiendas. Se llama Khwai.
El nuevo campamento tiene la misma estructura que el anterior. A un lado están las tiendas de campaña de nuestros amigos y las nuestras. Cada pareja tenemos nuestra letrina. Entre las dos tiendas hay un artilugio que hace de ducha común convirtiéndose en la experiencia más maravillosa de cada noche cuando llegamos agotados y sucios del safari.
Separando las dos partes en las que se divide el campamento se encuentra la carpa donde desayunamos y cenamos.
Patrick nos deja cada noche la cena en una mesa de la carpa explicándonos con un repetido ritual lo que nos ha preparado para cenar. Es su momento y lo disfruta. Con todo lujo de detalles nos explica la receta, cada ingrediente, los condimentos, las especias que ha empleado y como lo ha cocinado. Cada día se supera. Sus comidas en este paraíso en mitad de la vida salvaje nos saben a manjares de dioses.
En el otro extremo del campamento se encuentran las tiendas de nuestro staff. Son tres tiendas. Separando las dos áreas, los dos coches, el que usamos para hacer safari y el que utilizan Patrick y Emty para trasladar el campamento.
El nuevo campamento que hemos montado se encuentra en otra zona de la Reserva de Moremi que se llama Khwai.
Botswana es caro. Visitar los parques nacionales de este país es un esfuerzo para cualquier bolsillo. El gobierno de Botswana ha optado por un turismo elitista y nada masificado. No dejan mucho margen de maniobra para la gente que decida ir a su aire.
Intento darme una ducha entre chillidos de monos mientras vigilo mi champo con un ojo y con el otro que no asome la trompa de un elefante porque este lugar esta lleno de ellos por todas partes. Me parecen las mejores duchas que me he dado en mi vida.
Los días que no trasladamos el campamento volvemos a éste para comer y descansar un poco. Sobre las tres y media reanudamos el safari porque baja el calor. Los animales empiezan a moverse. Ofentse acaba de ver huellas de leopardo. Habíamos visto cheetah pero nunca leopardos.
Siguiendo las huellas, misión imposible sin un buen guía, encontramos un pequeño leopardo quieto y agazapado. Es absolutamente precioso. Nunca imaginé que fueran tan bonitos. Ofentse dice que su madre se ha ido a cazar. El pequeño debe tener un año. Esta nervioso y nos mira. Como buen cachorro, juguetea, caza y olisquea moscas. Se sube a un árbol, se baja del árbol. Se sienta, reposa.
Está inquieto porque el instinto le dice que mientras su madre esta ausente, él se encuentra en peligro pudiendo ser presa de hienas, licaones o leones. Nos hemos enamorado del pequeño. Su madre posiblemente volverá de madrugada.
Ofentse nos explica que en Botswana los animales no tienen miedo de los coches con gente porque está prohibida la caza y los animales no relacionan un coche con un peligro. El problema se presenta cuando alguien olvida ciertas normas de comportamiento y se separa de un todo que no representa peligro para el animal haciendo algo que él identifica como nuevo. Es lo que ocurrió aquí hace dos meses cuando dos turistas belgas se acercaron a un elefante que las mató.
Mientras observamos al leopardo, una mujer con un super tele objetivo se ha puesto con su coche a nuestro lado abriendo la puerta y poniendo los pies en el suelo. Ofentse la ha regañado avisándola que esa actitud no es apropiada. Es algo que los animales no esperan y puede ser peligroso.
Su actitud puede provocar que la próxima vez el animal resabiado pueda atacar al menor movimiento y ya sería un animal muerto porque no quedaría más remedio que sacrificarle.
A la chica blanca de Namibia no le han gustado las recriminaciones de nuestro guía (yo he interpretado que hubiera obedecido si fuera un guía blanco). Se ha puesto chula.
Ofentse le ha tomado la matrícula advirtiéndola que en Botswana es obligatorio cumplir las normas de respeto y convivencia con los animales. Seguimos nuestro safari. Vamos a ver hipopótamos.
Esta parte de Moremi esta llena de agua. Hay hipopótamos por todas partes. Hasta hemos sido testigos de una pelea entre dos de ellos. Son animales muy peligrosos y muy territoriales. El momento ha sido fantástico.
La tarde ha sido maravillosa. Estoy atrapada por este África insuperable. Desde este lugar del mundo NADA SE RECUERDA. Se olvida que tienes una vida, un trabajo, familia y amigos. Aquí todo se diluye. Este es el lugar más increíble y único que he visto en mi vida.
Patrick entre risas nos recibe al llegar de safari. Se ha hecho de noche. El fuego de campamento está preparado y la mesa con la cena esperándonos. Un vino frío antes de cenar en mitad de la nada. Patrick avisa que en cinco minutos la cena is ready.
Hoy tocan salchichas y brochetas de pollo acompañados de calabacines con queso. Siempre nos sorprende con unos postres increíbles. Nunca me imagine que entre animales salvajes se pudiera disfrutar tanto de una cena única.
Llevamos cuatro noches de campamento. Todavía nos quedan algunas para vivir en la naturaleza más brutal.
Esta tarde hemos visto varios buitres despedazando a un pequeño nú. Los marabús rodeaban el espectáculo esperando su turno. Parecían los enterradores acechando su momento.
Llega la noche tenebrosa a este lugar. Nuestra tienda está abierta por los lados y por el frente. Se observa desde la cama la noche. Se siente la noche. Se escucha la noche. Aterra la noche.
Esta noche tenemos hipopótamos a menos de 50 metros de las tiendas. No dejan de rugir. Como cada noche juntamos las camas. Me aterra que cualquier bicho pueda rozarla. Sé que no debo encender la luz. No debo gritar. La mayor parte de los accidentes con animales salvajes son imprudencias, dejando de lado el sentido común.
Hay que conocer unas elementales normas de comportamiento con las fieras. Esta noche, Ofentse avisa que hay merodeando hienas muy activas. De hecho cuando Patrick ha venido a contarnos lo que ha hecho de cena acompañado de su ayudante, Ofentse se ha quedado custodiando los pucheros porque en 5 segundos de despiste, las hienas hubieran dado cuenta de nuestra cena.
La noche ha sido fantástica, Las tiendas son muy cómodas. Son las camas más confortables del universo. Me da rabia dormir profundamente. Quiero escuchar todo aunque me muera de miedo. No quiero perderme ni un sonido en este lugar irrepetible.
A las cinco de la mañana en el desayuno nos contamos lo que hemos escuchado durante la noche. Yo he escuchado rugir leones aunque me parecía que lejos. Ofentse escuchó al leopardo comunicándose con su cría a la vuelta de la caza. Le avisaba de que ya volvía, de que todo está tranquilo y controlado. Este chico no puede dominar más el lenguaje de los animales. Es capaz de reproducir el sonido de cada bicho. La pasada noche todos hemos escuchado leones, hipopótamos y elefantes al lado de nuestras tiendas. Mis amigos han oído además a las hienas partirse de risa mientras merodeaban nuestros pucheros.
tarde del 23 de noviembre
Cuando aprieta el sol los animales no se mueven. La vida animal se paraliza. Es tiempo de descanso. Es otra de las horas bruja. Cada uno ocupa su tiempo como quiere. La carpa es un buen lugar para sentarse a escribir. Xaquín vuelve a leer por enésima vez “La Regenta”. Mis amigos alternan los libros con los mapas revisando la ruta del próximo día. Las horas de calor se pasan observando ardillas, monos y sobre todo escuchando a los pájaros. Siempre alertas por si aparece cualquier animal atravesando el campamento.
Ahora estoy sentada en una silla en mitad de esta locura y no puedo ser más feliz. Todo ha quedado atrás y sólo pienso en volver a este lugar.
En Botswana hay muchos ríos, Okavango, Chobe y Zambeze lo que hace que esta zona sea muy húmeda. Los tres ríos nacen en Angola y se desbordan cada cierto tiempo. Cuando este fenómeno ocurre, se cubren los árboles de agua. Cuando el río se seca, los árboles se han muerto pero dando un aspecto siniestro y espectral. Se llama “Deep tree island” o la isla de los árboles profundos.
Las expectativas de mis mejores sueños se han quedado pequeñas para explicar LA BELLEZA DE BOTSWANA. Los sonidos de Botswana, los colores de Botswana, los atardeceres de Botswana, la intensidad de Botswana. la naturaleza mas feroz, más brutal, está aquí y es insuperable.
Estamos embrujados, cautivados, absortos, mudos, exultantes, expectantes. TODO es un descubrimiento, TODO es sorpresa, TODO es nuevo. Cada momento es mejor que el anterior. Cada safari es un nuevo hallazgo. No damos un paso sin descubrir algo. Es la naturaleza brutal, y más fantástica.
Estamos aprendiendo a conocer las señales de los animales para saber que va a ocurrir. Ofentse, nuestro guía es el mejor zoólogo, el inigualable naturista, el más apasionado amante de la naturaleza.
Nos enseña a rastrear huellas, a distinguir el rastro de una hiena y el de un leopardo. Además, nos está adiestrando para diferenciar los sonidos de los pájaros. Se avisan entre ellos. Si hay un león, un leopardo, una serpiente, escorpión o cualquier peligro cerca, los pájaros se lo cotillean entre ellos.
Estamos aprendiendo a interpretar sus avisos. Ofentse muestra una seguridad increíble que a nosotros nos da tranquilidad cuando nos enseña a conocer las señales de los animales. Nos quita el miedo y nos serena.
Hace unos días llegué a Moremi ilusionada pero con muchos temores. Ahora YA NO TENGO MIEDO. Ofentse nos ha enseñado que los animales si no hacemos algo impredecible no tienen porque hacernos nada aunque no llevemos un RIFLE. Ofentse se comunica con ellos sobre todo con los elefantes. La reserva de Moremi está plagada de elefantes por todas partes.
Te encuentras a diez elefantes abrevando, bañándose o chapoteando, haciendo “yacuzzi” como dice muestro amigo. Alguno se vuelve, nos mira, abre sus enormes orejas amenazantes. Ofentse le mira, apaga las llaves del motor del coche. El elefante nos huele y entiende que no somos un peligro. Se da media vuelta y se va.
En esos momentos de infinita tensión soy incapaz de hacer una foto. Un profundo terror me deja bloqueada y muda. No puedo mirar al elefante. Le doy la espalda. No puedo contemplarle. Me paraliza el espanto y solo pienso: “como Ofentse se equivoque, este bicho nos da la vuelta al coche en un segundo”
Esta tarde ha sido mágica. La mañana resultó increíble observando como un elefante derribaba literalmente una gigantesca acacia delante de nuestras narices en un solo minuto. Un espectáculo increíble que no he llegado a tiempo de captar con mi cámara.
El elefante iba acompañado de otros elefantes.
De repente vieron una acacia donde se detuvieron. Los frutos que querían comerse no quedaban a su alcance, estaban muy altos. Uno de ellos se puso a inspeccionar el árbol, a pulsar por donde era más frágil, calculando por donde se podía partir mejor en dos.
En ningún momento pude pensar que iba a tirar un árbol enorme en un abrir y cerrar de ojos. Una vez en el suelo, todos los acompañantes del elefante se apuntaron a la fiesta. Otro espectáculo único de la naturaleza.
Para la tarde todavía nos quedan más sorpresas. Hemos podido observar toda la preparación y toda la estrategia de caza de dos leonas.
Buscando leopardos y leones nos hemos encontrado a dos leonas. Nos pusimos a observar que hacían. Estaban tumbadas pero despiertas, de vez en cuando, bostezaban respirando hondo y abriendo su tremenda bocaza. Ofendes nos explica que eso es porque tienen mucho hambre y que la hora de la caza esta cercana.
Comenzamos a estudiar su comportamiento. Se van acercando silenciosamente a un grupo de impalas y ñus que ausentes y tranquilos pastan a la caída de la tarde. No las han visto. No las han sentido. Las leonas se aproximan con sigilo y muy lentamente. Se esconden tras un seto haciéndose señas con el rabo.
Ofentse nos explica el significado que tiene cada gesto entre ellas. La caza puede durar horas. No es fácil cazar ni siquiera para un león. De cada cinco intentos que hace sólo lo logra una vez. Se está haciendo de noche. Hay que volver al campamento.
Patrick nos espera con la cena hecha y no queremos defraudarle. El mejor cocinero de todo África no se merece que lleguemos tarde. Me da mucha rabia dejar a las leonas a punto de ejecutar su estrategia pero la noche y Patrick ya no permiten la espera.
Mañana nos vamos al interior del Delta del Okavango. Es nuestra última cena en este lugar único con esta maravillosa gente a la que será difícil olvidar. No puedo estar más triste. No quiero irme de este paraíso.
Es verdad que tengo ya ganas de darme una buena ducha sin restricciones de agua y olvidar las improvisadas letrinas pero estos días han sido inolvidables. Es un acercamiento a la naturaleza tan intenso, tan profundo que no se puede comparar a nada. Nos hemos guardado dos botellas de vino para la última noche de campamento. Patrick nos ha sorprendido con una cena exquisita de despedida.
Me gustan los animales, me apasiona la naturaleza. Equivoqué mi carrera profesional. Debería haber sido zoología u ornitología o que se yo. Ante un animal salvaje, me quedo sin habla. Estos días en medio de la selva he superado todas mis expectativas que ya eran infinitas.
Solo quiero volver a vivir esto otra vez y si puedo con mis amigos
24 de noviembre
Estamos levantando el campamento. El último desayuno, el último safari de madrugada con Ofentse. Las despedidas, los agradecimientos por los maravillosos días vividos y la tristeza de separarnos. La foto del grupo. Luis nos hace la foto.
Como cada día hacemos el recuento en el desayuno de las incidencias de la noche. Todos hemos escuchado las tremendas risotadas de las hienas a la puerta de nuestras tiendas. Estaban en el campamento. Han estado merodeando toda la noche.
Además, todos hemos oído los temidos rugidos de los leones que no han cesado hasta la madrugada. Los gritos de los hipos nunca faltan. El hipopótamo es incansable cuando sale del agua a comer hierba. La noche ha sido terrorífica pero YO HE PERDIDO EL MIEDO.
Tras nuestro último sáfari y lunch en la selva, nos vamos al improvisado aeródromo porque vamos a coger una avioneta para trasladarnos al interior del Delta.
La idea de sobrevolar el Delta del Okavango me llena de ilusión pero las avionetas me aterran. Ofentse nos acompaña al aeródromo. Dice que le gusta ir pronto para chequear la zona y comprobar que no hay animales merodeando la pista.
El aeródromo de la Reserva de Moremi no tiene ninguna seguridad porque en cualquier momento se te cruza un bicho con el riesgo y peligro que conlleva para una avioneta casi del mismo tamaño que un elefante. Otra vez estoy ACOJONADA.
Me tranquiliza que hay mucho movimiento de avionetas. Es la única manera de ir al interior del Delta. Despega una avioneta y aparece en el cielo la nuestra. Viene a buscarnos. Es muy pequeña, diminuta como un coche con alas. Saludamos al piloto, un chico joven de color que nos va explicando donde nos tenemos que colocar cada uno para contrarrestar el peso. A duras penas entramos los cuatro y el piloto.
Nos avisa que va a haber turbulencias durante la media hora que va a durar el vuelo.
Prefiero no pensar y dejarme llevar. Hay turbulencias y la inestabilidad de la avioneta me pone los pelos de punta. Desde el aire vemos elefantes, jirafas y todo tipo de animales. En esta época, el Delta está seco y las vistas no son tan fantásticas como durante la época de lluvias. Aún así, volar sobre el Delta del Okavango es algo inenarrable.
Llegamos al nuevo aeródromo. Nuestro nuevo staff nos espera a pie de pista. Dejamos que nos lleven las bolsas de equipaje y nos instalamos en la otra parte del Delta en nuestro nuevo campamento.
Comenzamos una nueva etapa de nuestro viaje por el Delta del Okavango. Ahora nos vamos a instalar en Oddballs camp situado en el otro extremo del Delta. Es un campamento de tiendas que ya están montadas sobre una tarima de madera. Lejos ha quedado Ofentse, Patrick, Empty y nuestro campamento mobil.
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Un campamento de tiendas en el corazón del Delta del Okavango