Un campamento de tiendas en el corazón del Delta del Okavango

Un campamento de tiendas en el corazón del Delta del Okavango

II etapa de un viaje a Botswana o el paraíso terrenal.

Comenzamos la segunda etapa de nuestro viaje por el Delta del Okavango. Venimos desde la Reserva de Moremi.

Es muy difícil olvidar los maravillosos días vividos en la Reserva de Moremi durmiendo en plena selva en lo que ha sido la primera etapa de nuestro viaje por el Delta del Okavango. Ahora no queda otra que seguir la hoja de ruta. Hemos cambiado de tercio y volvemos a la semicivilización. Tras los imborrables días en medio de la nada sin tener ningún contacto con el mundo exterior,  hemos aterrizado en una avioneta en uno de los  brazos del río Okavango. Nos hemos instalado en un campamento de tiendas de campaña. Se llama Oddballs.  Está situado en el borde de la isla de Chief, en el corazón del Okavango junto a la reserva de caza Moremi. A este lugar  Oddballs solo se puede acceder con aviones ligeros.

Ahora que cae la tarde y comienza la hora bruja me encuentro en una bellísima terraza disfrutando de un incomparable escenario de vida salvaje. Un grupo de hipopótamos llevan todo el día retozando en nuestras narices.

Sentada frente a un brazo del río Okavango

Hipos en el Delta del Okavango Un hipo en el Delta del Okavango

Los hipos salen del agua, se sumergen de nuevo para volver a salir.

Una manada de búfalos acaba de llegar. Están a tan solo 50 metros de nuestras tiendas.

Manada de búfalos

Oddballs, nuestro nuevo campamento tiene un enorme mirador a la orilla del río. El campamento es soberbio, uno de esos lugares difíciles de explicar con palabras porque uno no se puede imaginar un lugar más hermoso. Tenemos unos enormes butacones que convierten este sitio en el mejor escenario para la observación de animales. No hay un minuto en el día en el que no aparezca un elefante, un búfalo, un grupo de hipos o cualquier otro bicho.

Nuestra terraza en el Delta del Okavango

En este lugar no hay nada que hacer salvo mirar, escuchar y dejarte llevar.

Un águila pescadora enseña a su retoño a pescar. Los sonidos de los pájaros en África no tienen comparación a nada. No se parecen a los que emiten los pájaros de Europa. Oír y escuchar a las aves, interpretar su música, entender los avisos y señales que se hacen entre ellas, entretenerte en adivinar su lenguaje es todo un descubrimiento viendo pasar las horas lentamente en uno de los mejores lugares que existen en el mundo.

En Botswana, noviembre es temporada baja porque comienza la época de lluvias, chaparrones feroces como todo lo que ocurre en África, aguaceros brutales y desmedidos. Diluvios que llenarán el Delta del Okavango con las aguas procedentes de Angola según nos contó Ofentse, nuestro amigo y guía en la Reserva de Moremi. Ahora en noviembre, el río Okavango viene vacío y seco. Hasta hemos visto algún incendio espontáneo.

Aún así, hay agua porque el Delta del Okavango es todo agua, un prodigio de la naturaleza. Un paraíso que entre mayo y agosto debe ser increíble llenándose de agua hasta reventar las marismas y manglares.

En este campamento tenemos tiendas de campaña para dormir pero no las montamos nosotros como en la Reserva de Moremi. Son tiendas de campaña permanentes. Las tiendas están instaladas en un alto, especie de palafitos pensados para la crecida del río ya que todo es un enorme manglar. Cada tienda de campaña tiene su baño al más auténtico estilo de la película “Mogambo”. El agua de la ducha cae por la fuerza de la gravedad.

Nuestras tiendas de campaña

Tenemos todas las comodidades del mundo en este paraíso salvaje.

Mi maravillosa ducha Mogambo

Mientras te estas dando una maravillosa ducha que en este vergel te sabe a gloria, escuchas las implacables luchas territoriales de los hipos. No he visto un lugar en mi vida donde haya más hipopótamos. Salen del agua al caer la tarde y es todo un espectáculo verles campear a sus anchas por todas partes. Durante la noche podemos escuchar sus zancadas entre nuestras tiendas. Aquí solo se escucha el rugir de los hipopótamos y el barritar de los elefantes. Estamos rodeados.

En una enorme acacia hay un búho que espera su hora para salir de caza. Aquí todos esperan la hora de la caza.

Un búho espera para salir de caza

Ofentse no nos sacaba de walking safari ni muerto, según él porque en la Reserva de Moremi estaba prohibido, más bien creo que porque no quería jugársela. Aquí hacemos walking safari a todas horas. Llevamos dos guías, uno por delante, otro por detrás. Nos han dado demasiadas instrucciones antes de salir de safari por primera vez a pie.

Safari a pie

Textualmente nos ha pedido que si nos sale un león al encuentro, permanezcamos quietos, inmóviles, tranquilos, que no nos movamos, ni se nos ocurra correr, jamás gritar y no hacer ninguna foto. Eso si, podemos mirar al león a los ojos pero si nos sale un leopardo que NO le miremos a los ojos. Además, nos advierten que cuidado con los elefantes. Debemos cruzar rápido el río antes de que los hipos se acerquen mas de la cuenta mientras lo atravesamos en mokoro, la pequeña piragua o canoa que es el medio de transporte del Delta.

Me estoy liando con tantas instrucciones, fijo que voy a mirar al leopardo y salgo pitando en cuanto me salga al paso un león.

La ruta ha sido fantástica caminando entre elefantes. Si lo comparo con nuestro querido Ofentse, estos dos guías son dos cantamañanas que no nos dan ninguna seguridad.

Un elefante nos sale al paso

Un elefante nos ha salido al paso abriendo sus enormes orejas en actitud amenazante y nuestros guías se han puesto tan nerviosos que sólo atinaban a decir “quickly, quickly”. Tenían más miedo que nosotros. En Botswana no se puede llevar armas. Si se enfada un elefante o te intimida un león, puedes hacer piruetas porque solo te quedan tus pies, tus manitas y la suerte divina.

Safari a pie

Para penetrar en la selva y hacer nuestro safari a pie, tenemos que cruzar en mokoro el río. Esta lleno de hipopótamos que nos miran desde el tendido. Lo hacemos como cohetes porque nuestros guías con cara de no tenerlas todas consigo, solo tienen en la boca a modo de oración: “rápido, rápido”. La verdad es que impone mucho y da miedo atravesar el río de un lado a otro lado entre tantos hipos. Procuramos no hacer demasiado ruido no se vayan a enfadar mas de la cuenta.

En el campamento tenemos un staff de gente a nuestra disposición. Estamos  solo nosotros aunque no es exclusivo como era nuestro campamento en la Reserva de Moremi. La comida es a las dos de la tarde y la cena a las siete. El resto del día se pasa dejando pasar las horas entre safaris a pie y sentarse en la terraza a observar como los animales se acercan a abrevar al río. Es un espectáculo irrepetible.

Mis amigos en la terraza observando elefantes

Sentada en este lugar único, mientras escucho los pájaros puedo sentir profundamente como amo este continente. Hacia varios meses que no percibía esta emoción que sólo se puede sentir en África.

En este viaje recuerdo mucho a mi madre que tanto disfrutaba imaginándome en este paraíso cuando yo volvía a este continente amado una y otra vez presa de su embrujo.

25 de noviembre de 2017

La noche ha sido intensa. Nada más irnos a nuestras tiendas ha comenzado la tormenta mas terrible que jamás pudiera haber imaginado en mi vida europea. Una diluvio que solo se puede sufrir en África. No hay palabras para explicar el horror de una tormenta como esta desde una tienda de campaña en mitad de la nada.

De nuevo cae la tarde de otro día en este paraíso. El sol empieza a esconderse incendiando el cielo. Los mágicos atardeceres de África.

Atardecer en el Delta del Okavango

Ahora estoy rodeada de hipopótamos.

Los hipos comienzan a salir del agua y a dejarse ver. Son inmensos, enormes, pesados, monstruosos pero ágiles a pesar de su tamaño.

Varios elefantes abrevan al otro lado de este pequeño brazo del río Okavango que tengo delante. Están delante de nuestro campamento. Uno no nos quita ojo.

Grupo de elefantes en el Delta del Okavango

Mañana abandonamos este magnífico lugar. Nos vamos al Parque Nacional de Chobe, otra parte del Delta del Okavango. Todavía nos queda por disfrutar el último atardecer inolvidable. Una manada de inquietos suricatas pasa por delante de mis narices. Estoy en un lugar del mundo donde cada segundo es una sorpresa. Los hipos salen del agua y se ponen a comer todo lo que ven. NO QUIERO ABANDONAR ESTE LUGAR TAN INCREÍBLE.

Esta tarde nos hemos acercado al village o poblado que esta cerca del campamento. Queríamos conocerlo. Viven cerca de 200 personas. Muchas de estas familias durante el curso escolar se trasladan a Maun, la ciudad de entrada a las reservas del país para que los niños estén escolarizados. En Botswana, el gobierno se encarga  de la educación de los niños. La única diferencia de este villorrio con otros poblados africanos es que por la noche se acercan a merodear los leones y las hienas. Me ha chocado no ver ni un solo animal domestico. Nos dicen que es imposible tener una sola oveja con los leones acechando cada noche.

El village que tenemos más cerca

La gente nos cuenta que anoche hasta los búfalos se han refugiado entre las pallozas del poblado escapando de los leones. Hemos visto algún perro. Nuestros guías viven en este poblado y nos dicen que los perros sólo ladran por la noche si se acercan los leones o las hienas.

Este lugar es el ARCA DE NOE.

Hemos cenado de maravilla. Estamos solos en el campamento. Cada noche, un anciano del poblado se acerca a encendernos el fuego de campamento para ahuyentar a las fieras. La noche en este lugar siempre es una amenaza. Uno de los guardas hace un chequeo del campamento cada cinco minutos con su enorme linterna. No entiendo muy bien para qué porque ya sabemos que estamos rodeados de alimañas. Hoy la noche es muy oscura. Entre la tenebrosidad que nos rodea he visto unos  enormes colmillos blancos. Estoy aterrada. Me voy a mi tienda acojonada con los peores presagios. No me hace ni pizca de gracia tener elefantes tan cerca. Nada más meterme en la tienda ya escucho barbitar a mi lado. No voy a pegar ojo, ya lo estoy viendo. Se me presenta una noche toledana.

Como era de esperar ha sido la noche mas terrorífica de mi vida. No entiendo como he podido sobrevivir. Ha sido espeluznante. El campamento se ha llenado de elefantes y de búfalos. Lo más increíble es que desde mi tienda de campaña no sabia muy bien los que pasaba ni de que visitantes se trataba. No te atreves a asomar el pescuezo. Lo único que se escuchaban son ruidos estremecedores, pisadas escalofriantes y rugidos que hielan la sangre.

He intentado recordar en esta noche de insomnio todas las advertencias de Ofentse, nuestro maravilloso guía en la Reserva de Moremi. “No salir de la tienda, no gritar, no moverse, no encender ninguna luz que asuste a los animales pero sobre todo no chillar”. La verdad es que esta noche he llegado a pensar que porque coño no estaba paseando por el Retiro de Madrid.

Durante la pavorosa noche hemos escuchado hienas bien cerca para que no falte nadie. Lo peor ha sido cuando la estructura de mi tienda de campaña se ha movido. He creído MORIR literalmente DE MIEDO.

Amanece y con la primera claridad del día veo que estoy literalmente rodeada de elefantes. No eran leopardos ni leones los visitantes de esta noche. Han sido los elefantes que anoche ya rodeaban nuestro campamento.

Elefantes rodeando nuestras tiendas

Habíamos quedado a las cinco de la mañana para hacer un safari a pie. Viendo el panorama cualquiera sale de la tienda. Los elefantes están comenzando a marcharse. Mi amiga Engracia desde su tienda cercada por elefantes, me hace señas, NO PODEMOS SALIR  hasta que no se vayan. Mis amigos tampoco han pegado ojo.

Todavía escucho hienas a lo lejos. Los elefantes se han desperdigado cruzando el río. Nuestro guía nos enseña las huellas de los búfalos confirmando que la noche ha sido un sin vivir de búfalos y elefantes. Pregunto incrédula si también había leopardos, me confirman que no, quizás de lejos se han escuchado leones pero esta noche NO han bajando al campamento. Hemos sobrevivido una noche más nos decimos entre bromas durante el desayuno.

Hemos hecho nuestro último safari a pie con un guía por delante y otro por detrás volviendo a cruzar un brazo del río petado de hipopótamos.

Los hipos se acercan a nuestro modorro

Los hipos hoy se han acercado peligrosamente a nuestra canoa.

Atravesando en modorro un brazo del rio Okavango

Volvemos a coger una avioneta. Nos vamos al Parque Nacional de Chobe. Es una pena dejar este paraíso pero nuestro viaje debe seguir.

Una avioneta nos viene a buscar Nuestra avioneta para ir a Chobe

Agotados nos quedamos dormidos esperando a nuestra avioneta. La escuchamos llegar. Aterriza junto a nuestro campamento.

El piloto viene acompañado de un becario que quiere aprender a pilotar. Era lo que me faltaba.

Nos vamos a Chobe

Como era de esperar, el viaje ha sido terrible, seis personas en un coche con alas que parecía una carraca de feria a capricho de los vientos. Ha durado hora y media. La avioneta volaba alto pero a pesar de ello, hemos podido ver  elefantes desde el aire.

En el aeropuerto de Chobe nos espera nuestro nuevo guía

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