Meroe, una joya arqueológica en Sudán
Después de unos días conociendo Khartoum (Jartum) solo nos queda tiempo para acercarnos a ver los tesoros arqueológicos de Naqa, Musawwarat Es Sufra y Meroe. Sudán es un gran desconocido para la mayoría de los viajeros pero es un tesoro para los amantes de la arqueología. La isla de Meroe se encuentran en Sudán, a unos 200 kilómetros al noreste de Khartoum (Jartum), cerca del pueblo de Begarawiyah.
Como siempre, hemos dejado todo para el final dando varios “palos de ciego”, ahora no nos queda otra que ir a Meroe con una empresa italiana que tiene el monopolio del turismo en Sudán.
Antes de abandonar Jartum, hemos visitado al Padre Jorge, un comboniano que vive aquí.
La llegada a su casa no ha podido ser más surrealista. El taxista que nos llevaba al ver que Jorge nos esperaba en la calle se ha puesto a hacer teatro pidiendo más dinero por el viaje aprovechándose de la situación. A pesar del incidente, hemos podido conocer los colegios que tienen los combonianos en la capital de Sudán. Son los más antiguos y prestigiosos de la ciudad.
En el fantástico “Hotel Acropole” donde nos hospedamos, se aloja un grupo de seis españoles que recorren el país, mañana vuelven a España. Teresa, bilbaína, echa pestes del grupo. Dice que la semana que lleva viajando con ellos ha sido un infierno.
Nos vamos a las Pirámides de Meroe. Dormiremos en “Meroe Camp“, un lodge al pie de las pirámides que nos cuesta un ojo de la cara pero que es la única forma de poder dormir en el desierto ya que los italianos tienen la exclusiva.
El combustible es muy caro en Sudán porque tiene una inflación altísima. La mayor parte de las gasolineras están cerradas y las que están abiertas tienen unas colas interminables lo cual complica un viaje por tu cuenta.
Nos vamos a Naqa y Meroe
12 de diciembre
Nos recoge una pick up de I.T.C Sudán, totalmente equipada para ir por el desierto. El driver no puede ser más antipático, no suelta ni palabra, parece un robot.
El camino a las pirámides es largo con mucho tráfico de camiones. Tenía ganas de salir de Khartoum (Jartum) para hacerme idea del paisaje de este país. La agricultura en las riberas del río Nilo es un espectáculo verde y fértil. Se cultiva de todo, cereales, legumbres y verduras, frutales y arrozales pero apenas te alejas del río, todo es desierto salvo alguna acacia solitaria diseminada en el camino.
Las casas de los poblados que encontramos por las pistas, a diferencia de otros países africanos, no son de adobe y paja, sino construcciones de cemento muy semejantes a los pueblos marroquís cercanos al Sahara. Hay cada vez más camellos y dromedarios porque estamos en el desierto.
El driver aunque creíamos que era mudo, habla y nos anuncia un picnic. I.T.C Sudán tiene que justificar de alguna manera el pastón que cobran por llegar hasta aquí.
Elegido el lugar bajo una acacia, el tipo se pone a preparar la mesa, trae sillas, mantel, saca nevera y prepara la comida. Una ensalada de arroz y maíz para empezar. sentándose a unos metros de nosotros para guardar las distancias. Es un poco memo.
Para mi asombro, comienza un desfile de camellos, familias enteras puestos en cuclillas, la novedad debe ser ver a una pareja de imbéciles comer una ensalada de arroz y maíz debajo de una acacia en mitad del desierto de Sudán con cubiertos y mantel, todo un acontecimiento social. Parezco un mono de feria.
A todo el que se acerca le suelto, “as-salam-u-alaikum” “la paz sea contigo” y me quedo tan ancha. Que necios debemos parecer a toda esta gente tan acostumbrada a la dureza extrema del desierto de Sudán. Cosas de la I.T.C Sudán.
Seguimos la ruta que es monótona salvo algunas montañas que rompen el aburrimiento del paisaje.
Los restos arqueológicos de la ciudad de Naqa
De repente, la primera sorpresa, el driver se desvía de la carretera principal. Las pistas no están demasiado mal en Sudán. Llegamos a lo que queda de Naqa, una próspera ciudad estratégica comercial del Reino de Kush de Meroe, que sirvió de puente entre el mundo mediterráneo y África.
Kush es la palabra egipcia para Nubia. Es también la denominación del reino de Kush.
En pleno desierto te encuentras de sopetón uno de los yacimientos arqueológicos más grandes de Sudán. Dos increíbles templos, bastante bien conservados en honor al dios Amón y Apedemak que nos dan la bienvenida, así como otros santuarios mesolíticos.
Junto con Meroe y Massawarat es-Sufra, este sitio forma parte de la “Isla de Meroe“, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2011.
El templo de Amón
El templo de Amón fue fundado por el rey Natakamani y tiene 100 m de largo. Hecho de arenisca y del más puro estilo egipcio tiene una columnata de carneros muy parecidos al templo de Amón en Karnak, que conduce a una sala que contiene un santuario interior. Las principales entradas y paredes del templo contienen grabados en relieve.
En 1999, en el santuario interior del templo se descubrió un “altar” que incluye iconografía y nombres escritos en jeroglíficos del rey Natakamani y su esposa Amanitore, fundadores del templo.
El tiempo de Apedemak o Templo del león
Al oeste del Templo de Amón se encuentra el Templo de Apedemak que era otro dios guerrero con cabeza de león.
Está considerado como un clásico de la arquitectura kushita. En los relieves y pilares del templo aparecen el rey Natakamani a la izquierda y la reina Amanitore a la derecha ejerciendo su poder sobre los prisioneros. La reina sostiene una espada y el rey un hacha. También hay representaciones de Apedemak, representado por una serpiente que emerge de una flor de loto. Otras de Amón, Horus, Isis, Mut, Hathor, etc. Este sin duda, es el mejor museo al aire libre del mundo.
El rey Natakamani y la reina Amanitore figuran con cabezas redondas, hombros y caderas anchos, al más típico estilo del arte africano. En el templo confluyen la fusión de varias y distintas influencias artísticas.
El templo de Apedemak tiene unos bajorrelieves increíbles y muy bien conservados.
Maravillas en mitad de la nada. No llevamos ni cinco minutos cuando aparecen los parroquianos a cobrarnos. Se nos debe ver en cien km a la redonda. Alguna niña aburrida se acerca a observarnos. La vida en estos parajes para una cría de trece años debe ser de una dureza extrema. Se acerca, me mira, sonríe y espera paciente que acabemos nuestra visita. Los críos por aquí no están escolarizados porque no hay nada de nada.
En esta zona viven los Bisharin, una tribu que sobrevive al calor infernal a duras penas.
Los parroquianos quieren que paguemos en dólares la visita a los templos pero no llevamos dólares. Nos ha costado un montón que entiendan que sólo tenemos moneda local.
Massawarat es-Sufra
No muy lejos de Naqa se encuentra Massawarat es-Sufra. Se trata de otro complejo de templos que datan del siglo III a C. también declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Otro templo del León
Es un templo rectangular de una sola cámara. Erigido por el rey Arnekhamani está dedicado también a Apedemak. Tiene inscripciones jeroglíficas, así como representaciones de elefantes y leones. Apedemak aparece en los relieves de las paredes exteriores como un dios de tres cabezas.
Apedemak, o Apademak, era un dios guerrero león adorado por los pueblos meroíticos que habitaban Nubia
Se conocen varios templos meroíticos dedicados a él en esta región. Naqa, Meroe y Musawwarat es-Sufra parecen ser su principal centro de culto.
El Gran Recinto
El Gran Recinto es el edificio principal de este lugar compuesto de varias estructuras laberínticas que fueron construidas en el siglo III a C. Incluye templos, pasadizos, muros y columnas, así como esculturas de animales. La mayoría de las paredes contienen relieves tanto pictóricos como en letras meroítica o griega.
Siempre la misma canción al llegar a un nuevo lugar arqueológico, nos salen los parroquianos a cobrar y a mostrarnos los templos. Este hombre chapurrea alguna palabra como Isis, Amón, etc. Lo cierto es que le pone ganas (no habla inglés) y con sus gestos nos intenta explicar lo que vemos. La verdad es que los restos y los relieves son absolutamente extraordinarios.
Siguiendo nuestro camino, en mitad del rojo desierto nos encontramos con las pirámides de Meroe
Las pirámides de Meroe Patrimonio de la Humanidad
Las pirámides de Meroe son más de cien. Se encuentran a unos 200 kilómetros de Jartum.
Meroe fue la capital del Reino de Kush de los faraones nubios hacía el año 270 a. C
Las pirámides y enterramientos se dividen en grupos que se distribuyen en pequeñas colinas.
Construídas en piedra, tienen menos de 30 metros de altura y son significativamente más pequeñas que las pirámides del Antiguo Egipto. Fueron utilizadas como tumbas para reyes, reinas y altos funcionarios del reino de Kush.
En todos los ámbitos de la vida nubia existió una fuerte referencia al Antiguo Egipto. No solo se copiaron las formas arquitectónicas sino la creencia de una vida después de la muerte. Era importante que el difunto fuera recordado haciéndole ofrendas. Con ese objetivo, en la parte delantera de cada pirámide existe un pequeño templo funerario decorado con relieves representando al muerto en diferentes escenas de su vida.
Las excavaciones arqueológicas en Sudán se llevaron a cabo en varías etapas
En la primera mitad del siglo XIX algunos europeos se acercaron a Sudán.
Giuseppe Ferlini, médico italiano, convertido en explorador y cazador de tesoros destruyó medio centenar de pirámides buscando sus riquezas.
Karl Richard Lepsius, linguista, y egiptologo alemán fue quién realizó el primer inventario de Meroe. Dibujó, escribió y publicó sobre los templos y pirámides. Sus valiosos apuntes todavía son una referencia para los arqueólogos.
A principios del siglo XX hubo numerosas excavaciones en Nubia, incluido en Meroe, gracias a John Garstang, considerado un pionero en el desarrollo de la arqueología por su metodología y técnica, así como por sus brillantes hallazgos en este país.
George Reisner excavó sistemáticamente en todos los cementerios nubios elaborando una primera lista de reyes nubios.
La construcción de la presa de Asuán en la década de los 60 en Egipto, amenazaba con hacer desaparecer muchos yacimientos. Una campaña arqueológica internacional consiguió salvar muchos tesoros meroíticos.
Son absolutamente prodigiosas, soberbias y sobrecogedoras. El driver detiene el coche para echar un primer vistazo pero hace mucho calor y estamos muy cansados. Preferimos llegar al campamento y luego ya veremos.
“Meroe Camp”
El Campamento o logde Meroe, a un par de kilómetros de las pirámides, está formado por 22 fantásticas tiendas de campaña, bien equipadas. Cada tienda tiene su baño privado y dos sillas en el exterior para disfrutar de las pirámides. El campamento es una maravilla en pleno desierto. Tiene un restaurante interior y otro exterior para las maravillosas noches estrelladas del desierto. Esta abierto de octubre a finales de abril.
Nos sale a recibir la manager que trabaja para I.T.C Sudán. Se llama Diva. Es una chica nubia, culta, educada, amable, guapa, una verdadera relaciones públicas. I.T.C Sudán gestiona el campamento.
Un zumo de color rojo y nombre imposible de recordar hecho de flores del desierto nos da la bienvenida. Está tan rico que nos ventilamos una jarra de dos litros. Como en Sudán no hay ni gota de alcohol, los zumos se convierten en un deleite para el paladar y un chute de energía. Hay miles de sabores y frutas desconocidas.
Nos han adjudicado la tienda de campaña nº 8.
Imposible no acercarse a las pirámides ahora que el calor comienza a bajar y nos hemos recuperado del cansancio del viaje desde Jartum. La impaciencia por ver de cerca las pirámides no nos deja esperar hasta mañana. Nos liamos la manta a la cabeza y nos ponemos a andar hacia ellas. Empezar nuestro paseo y aparecer camellos por toda partes, todo uno.
Los lugareños quieren bajarnos en dromedario a las pirámides y no hay forma de hacerles entender que preferimos dar un paseo por este lugar tan mágico.
Llegamos a las pirámides, una media hora andando desde el campamento. Es estremecedor pensar que aquí hubo una civilización capaz de construir cerca de cien pirámides. Absolutamente impresionante.
El campamento es formidable aunque demasiado caro pero hay que reconocer que aunque está fuera de precio, la atención es exquisita.
La tienda de campaña extraordinaria con todas las comodidades para pasar una noche en el desierto.
Hay un grupo de alemanes en el logde. El atardecer ha sido sublime aunque una alemana chillona y parlanchina que lleva la voz cantante del clan nos ha fastidiado el mítico silencio del desierto con sus gritos. Cientos de estrellas fugaces cruzaban el firmamento. Absolutamente maravilloso.
La cena se sirve en una terraza con velas. Dos mesas exquisitamente preparadas, una para los alemanes y otra para nosotros. Carnes del desierto de sabores desconocidos. Postres, zumos y ensaladas para acompañar. Una cena deliciosa.
La nubia nos cuenta que durante julio y agosto se cierra el campamento por el calor. Las temperaturas alcanzan los 45º C haciendo insoportable dormir en las tiendas.
El Covid está afectando al exiguo turismo que tiene Sudán y por lo tanto al campamento, uno de los escasísimos lugares de Sudan para estar a cuerpo de rey. Sin pandemia, el campamento hubiera estado lleno.
Tras la cena nos sentamos en unas alfombras para escuchar canciones de la gente de por aquí. Es fantástica la música en la increíble noche estrellada. La nubia tiene una app que nos identifica cada estrella.
La verdad es que es una noche para no olvidar. Sólo es posible, en el desierto de Sudán disfrutar de una noche así. Me recuerda a otra noche imborrable en el desierto que bordea el Lago Chad en Camerún.
Mañana visitaremos las pirámides de Monroe y vuelta a Khartoum (Jartum). El desayuno en el campamento con sabor a desierto ha sido imborrable.
Casi nos da un golpe de calor al visitar de nuevo las pirámides. Hay que hacerlo de madrugada o te puede salir caro porque el calor es infernal.
Volvemos a la capital. Ya no queda tiempo. Mañana nos espera un larguísimo viaje hasta Madrid. Toca despedirse del inolvidable Hotel Acropole, un lugar emblemático de Khartoum (Jartum).
De vuelta a Khartoum (Jartum) se me ha ocurrido pensar si nos pedirán una PCR para todos los vuelos que tenemos mañana, el primero a Etiopía. Lo hemos comentado en el Hotel Acropole y va a venir hasta el hotel, un médico para hacernos el test sin movernos ni acercarnos al hospital. Hay que ver que bien funcionan los tres hermanos griegos dueños de este fantástico hotel, una joya de Khartoum (Jartum).
Me voy muy impresionada de esta ciudad que me he encontrado de repente sin haberlo previsto, sin tener nada preconcebido y sin esperar nada.
Me ha encantado Khartoum (Jartum) y este país. Seis días han resultado poco tiempo, varios en Khartoum (Jartum) y una escapada a los lugares arqueológicos. Ha sido muy interesante pero hay mucho más, parques nacionales, el Mar Rojo, las cataratas del Nilo, etc.
Además, me ha gustado la gente. No hay turismo y se nota. No hay buscavidas solo gente que quiere agradar. Un país muy interesante en un proceso democrático muy necesario.
Como siempre que tengo que dejar África, estoy triste.
Me llevo la tierra del desierto de Sudán. No quiero desprenderme de este país y quiero evocar su tierra roja desde mi casa de Madrid.