Mbini, Bata y el padre Willy, una aproximación de ocho días a Guinea Ecuatorial
Jueves, 27 de julio (Bata-Mini)
Llegamos a Mbini en un coche compartido. En 40 kilómetros hemos tenido que pasar tres controles. Ya en el primero nos quieren tocar las narices. El policía dice que la fecha del visado no es correcta. Le hemos tenido que explicar que no los ha expedido directamente la embajadora de su país y que si ella ha hecho mal un visado no es culpa nuestra. Al final, como ha visto que no hay de donde sacar, nos deja seguir nuestro camino, poco después, otros dos controles que entorpecen nuestro viaje mermando nuestra paciencia africana. El taxi nos deja en el Complejo Turístico “El amanecer” donde hemos negociado precio.
En Mbini hay una misión católica de los padres capuchinos que esta en un extremo de su magnifica playa. La misión se encuentra en un lugar elevado y se presenta de una forma majestuosa. Al acercarnos, unas monjas nos preguntan que queremos.
Les explicamos que hablar con nuestros compatriotas para contarles y que nos cuenten la realidad del país. Desde un balcón, se asoma el padre Willy y raudo baja a saludarnos. Es colombiano y muy amable. Empieza por contarnos la vida en la misión en torno a una pequeña palloza con asientos alrededor que es donde celebra sus misas.
Tiene dieciocho poblados dependiendo de su labor pastoral. El padre Willy esta agobiado y enseguida nos abre el corazón, dice que tiene problemas con el gobierno del país. Cree que le van a expulsar de Guinea. El padre Willy no gusta al gobierno guineano. Su discurso y sus homilías han sido denunciadas. Tiene planes de volver a Colombia porque tiene ganas de descansar y estar con su familia de la que muchos de sus miembros ya ni le reconocen. Nos cuenta que los misioneros con el tiempo ya no tienen más familia que los otros hermanos misioneros. Los que se van haciendo viejos no quieren abandonar la misión porque ya no tienen raíces en ningún lugar. Nos ha conmovido este misionero y nos ha dejado el corazón consternado. Apenas podemos hacer nada por él, salvo darle apoyo moral y escucharle.
Ha merecido la pena acercarse a Mbini, poder charlar cerca de tres horas en una tarde deliciosa frente al mar con el padre Willy. Nos duele dejarle con sus temores y su soledad. Nos ofrece una habitación en la misión, lástima que ya nos hemos instalado en el hotel de Mbini “El amanecer”, inaugurado por Obiang en el 2011 y que cinco años más tarde se cae y muere en su propia decadencia. La piscina está destrozada, agujereada por el mar.
Es una lástima porque las misiones siempre están limpias, son cómodas y tienen ese fantástico ambiente de misión africana que sólo se puede conocer y disfrutar en este continente. Dejamos al padre Willy y seguimos nuestro camino.
En el Complejo turístico “El amanecer” nos quieren agradar pero es imposible tener personal con más desidia. Teresa, la camarera siempre esta dormitando en los sillones desvencijados de lo que pretendía ser un hotel de lujo cuando se inauguró hace cinco años. Ahora todo muere de humedad y dejadez. Este lugar es muy caro. Hemos negociado 55.000 cfa, unos 75 euros al cambio para la calidad que nos ofrecen.
Hay un chiringuito que se llama “El tío Paco” en la playa de Mbini. Es muy cutre pero bonito porque esta en el mar. El tío Paco es un guineano negro que estos días esta de vacaciones en España. El pueblo de Mbini es un villorrio, eso si, todas las calles están asfaltadas. En este país, todas las carreteras están asfaltadas. El villorrio es feo pero tiene una playa espectacular y paradisiaca.
Hemos intentado acercarnos a las plataformas petrolíferas americanas. misión imposible. Las plataformas están justo enfrente de Mbini. En la noche parece una autentica ciudad iluminada. Mbini esta invadida de chinos, este país esta lleno de chinos por todas partes. Cenamos una langosta al borde del mar y recordamos al padre Willy y su soledad. Mañana nos volvemos a Malabo, maravillosa ciudad donde nos queda mucho por ver.
Las plataformas desde la orilla de Mbini aparecen como una enorme bola de fuego que se abre en la noche.
Los chinos están cambiando este país. Construyen carreteras, puentes como el de Mbini, imposible fotografiar por ser lugar público y estratégico, edificios horribles, pésimos materiales por todas partes. Destruyen todo vestigio del pasado, las enormes y bellísimas casas coloniales son sustituidas por edificios rojos, verdes o azules de aluminio que traen en placas en enormes contenedores desde China. La antigua y colonial Guinea Ecuatorial desaparece. Las ciudades cambian, se convierten en terribles y horrorosas urbes. La invasión amarilla como me decía mi padre está arrasando. Una enorme ciudad en mitad de la selva resulta ser un campamento de chinos. Todo lo están construyendo ellos.
Jueves, 28 de julio (Bata-Malabo)
Una vez más en el aeropuerto de Bata estamos rodeados de chinos por todas partes. Son los ingenieros que recorren el país, supervisando cientos de obras. Vamos a coger el avión a Malabo. Bata nos ha decepcionado. Esperábamos una bonita ciudad en el continente y nos hemos encontrado un esperpento de edificios de colores hechos por chinos.
Malabo tiene mucho que ver. Hemos adelantado los billetes de avión un día con la compañía Ceyba y hemos visto como la penalización que nos han cobrado se la metia el tipo en el bolsillo de su pantalón en nuestras narices.
Nos vamos a quedar de nuevo en el hotel Bahia 2. Es feo, nuevo y hortera pero esta limpio, bien atendido y sobre todo no es caro para ser Malabo. Habíamos hecho la reserva antes de irnos a Bata pero como siempre pasa en África, ya no tenemos habitación. Hay una cumbre de países africanos y todo el hotel lo ocupan delegaciones. Toca ponerse hecho una fiera o empezar a buscar otro hotel.
Vamos a cambiar de nuevo dinero. En este país se te va de las manos. Es increíble, lo carísimo que es. Me recuerda a Congo Kinshasa donde cien euros no duraban ni cinco minutos y el dinero volaba.
Hemos vuelto al hotel agotados y sucios hasta las orejas. Hace una temperatura agradable ni calor ni frío. Hemos quedado a cenar con Bok, otro abogado que es nuestro nuevo anfitrión. Es instruido, criado y educado en el colegio Lasalle de Bata, de donde procede toda la elite de este país, incluido el presidente Obiang. Estudió en España en la Universidad de Valencia. Tiene una conversación amena, culta, e interesante, además de locuaz. Es un negro blanco como se define el mismo, pijo hasta morir. Nos lleva a uno de los mejores restaurantes de Malabo, a las afueras de la ciudad en su super cochazo 4*4. Es un fanático de los coches. Nos habla de su pasión, los Ferrari. Apasionado de todo lo que mueve dinero y lujo. El restaurante tiene reservados. Nada más llegar nos advierte que hay algún ministro cenando en alguno por el despliegue de escoltas que esperan y de policía por todas partes.
En Guinea hay distintos tipos de comitivas para los gerifaltes según su categoría. la última que he visto tenía seis 4*4 y dos coches más por delante y por detrás con francotiradores asomando medio cuerpo y con las metralletas apuntando a todo lo que se mueva. Me explican que esta comitiva es la de Teodoro, el hijo de Obiang.
A nuestro amigo, le saluda todo el mundo en el restaurante. El ministro que cenaba en un reservado es el viceministro de seguridad que sale con su comitiva del reservado, vestido con bermudas y suéter. Nuestro anfitrión que le saluda nos dice que es muy campechano. Yo le hubiera confundido con un taxista de Malabo. La cena interesante y exquisita. Nuestro anfitrión nos quiere acompañar el sábado a conocer la isla de Bioko. A todo el mundo le dice que está con sus amigos de España. Es un hombre muy interesante. Escucharle es conocer el país. Poco a poco vamos descubriendo nuestra antigua colonia.
Yo estoy cansada del día pero Bok se empeña en llevarnos a Sipopo de noche. Sipopo es la joya de Obiang. Sipopo deslumbra. 53 villas hechas para mandatarios africanos. No tiene comparación a nada y de noche todavía nos impacta más. Se encuentra a diez kilómetros de Malabo por una magnífica autovia de tres carriles. Lo mejor de este país son las carreteras. Me llaman la atención las cámaras de televisión y audio. La seguridad de Sipopo y del país esta controlada por los israelies. En la noche impresionan los árboles iluminados con los mismos focos que tendría un estado de futbol en España. Las villas están todas encendidas aunque los mandatarios africanos se encuentran en sus países. Es un despliegue de lujo que impresiona.
Del lujoso hotel Sofitel sale un pequeño puente que atraviesa el mar y llega a la isla de Horacio. A esta hora es arriesgado pasar porque hay militares vigilando y además, esta lleno de cobras.
Yo estoy que me duermo de pie y este hombre es incansable. La noche no acaba y me caigo de agotamiento. La velada ha sido fantástica y el día muy interesante. Malabo es absolutamente maravilloso y la situación de este país no puede ser más atrayente.
Viernes, 29 de julio (Malabo)
Nos levantamos muy descansados y con muchas ganas de aprovechar el día. Nos queda poco tiempo. Tras un desayuno en “La petit delice de France”, un sitio fabuloso para desayunar unas deliciosas tostadas con mantequilla, recorremos la ciudad colonial condenada a perder su pasado y su historia. Los chinos están acabando con esta ciudad. Se van perdiendo sus fantásticas casas coloniales derribadas y sustituidas en dos días por espantosos edificios. Cientos de chinos que viven en campamentos inaccesibles para los ojos occidentales trabajan en las obras públicas y edificios de este país, muchos son presos que cumplen condenas.
Vamos a visitar los dos últimos cines, restos del pasado colonial que quedan en Malabo. Me gusta fotografiar los cines antiguos que permanecen en las ciudades africanas, casi todos abandonados. En Malabo sobrevive el cine Marfil donde se celebró el juicio y la condena a muerte del ex presidente de Guinea Ecuatorial Francisco Macias Nguema y seis de sus colaboradores en 1979. También se celebró en este cine el juicio de Simón Mann, cerebro del intento posterior de golpe de estado que tuvo este país.
El cine es fantástico, guarda su antigua fachada colonial. Ahora es una iglesia evangelista. Al entrar nos sale al paso un predicador brasileño que visita Malabo y el reverendo de la iglesia. Me dejan hacer fotos mientras Xaquín habla con ellos y le cuentan la historia del viejo cine.
El otro cine que queda es el “Cine Mar”. aquí la cosa se complica. Llegamos en un taxi, consigo hacer una foto de la fachada que esta medio derruida aunque todavía conserva el cartel de cine. El interior del cine está repleto de chiringuitos baratos de lo más cutre. Sin casi darnos cuenta, dos elementos, nos salen al encuentro y quieren saber que queremos y a qué hemos venido. Una mujer muy gorda y con cara de pocos amigos nos hace un verdadero interrogatorio policial mientras se rasca su enorme barriga. Xaquín les cuenta que mi padre trabajó en Guinea Ecuatorial y que frecuentaba este cine. El personal empieza a desconfiar, lo mejor cuando se complican las cosas, es salir por pies, antes de que se pongan mucho peor. Son los dos últimos cines que quedan en Malabo.
Paseando por Malabo llegamos al ferial del 2015. Esta vacío y abandonado pero queda la huella de las alegres casetas de feria con nombres españoles, alitas de pollo, casa manoli, tasca Pepe. Nos sale al encuentro Agapito Castellón Valencia, otro nombre inequívoco de sus raíces españolas. Nos cuenta en un susurro la realidad del país. El ferial se ha venido abajo como todo lo que era colonial y español. Los dueños del hotel Bahia 1 han comprado también los terrenos del ferial seguramente con la finalidad de ampliar su negocio de hostelería.
Agapito nos habla de Casa Mayo, un lugar donde los españoles vendían y compraban cacao. Una preciosa casa colonial que ahora ha sido sustituida por un edificio blanco y azul de construcción china, sede de Porcelanosa.
Seguimos nuestro paseo por Malabo fotografiando con sumo cuidado los edificios que quedan y las construcciones de plástico que van comiéndose los vestigios coloniales.
En este país es muy complicado fotografiar. Me lo habían avisado. Puedes hacer alguna foto robada con tu móvil pero sacar la cámara supone peligro de confiscación y perdida definitiva. Así que no he hecho casi ninguna fotografía de persona, mujer o niño, salvo fotos robadas asegurándome que no hay moros en la costa.
Es una lástima que no haya podido traer un repertorio de fotografías para poder ver la belleza que encierra este país. Es tan complicado hacer fotos como en Congo Kinshasa, país al que primero Mobutu y luego Kabila prohibieron fotografiar. El congoles tiene fobia a una cámara de fotos.
Un taxista me dice que conocer Malabo no es conocer el país, hay que acercarse y conocer New Ville, es un eufemismo que se llame nueva ciudad la escoria entre la escoria de Malabo. New Ville es el arrabal, el suburbio, el infierno, la pobreza extrema donde viven los desheredados, los desahuciados, los que no interesan a nadie y menos al gobierno. Me impresiona entrar. Llevo mi cámara de fotos y dinero encima. He recorrido casi todos los suburbios de todas las ciudades africanas, mega urbes que ignoran lo que se cuece en sus suburbios y que no miran para los desheredados porque yo como el taxista pienso que no conoces una ciudad sino conoces como vive la gente de los arrabales, los más pobres. No he querido ni podido fotografiar New Ville.
Entramos en New Ville y la gente es tranquila y amable. Los niños juegan desnudos, algunos embadurnan a sus hermanos pequeños en unas palanganas entre las acequias y desagües de aguas residuales. El lugar es de pobreza extrema pero la gente está a lo suyo. Se juega a juegos de mesa pasando el tiempo, se toma cerveza a la puerta de la cochambrosa chabola de madera que se cae puro podrida.
El arrabal esta lleno de cables por todas partes para rapiñar las luces del tendido eléctrico. Cientos de cables por todas partes. Hace un mes un cortocircuito acabo con la vida de ocho niños en una casa que ardió como una tea sin que los vecinos pudieran hacer nada. Los padres se habían acercado a un entierro a un pueblo cercano. Todavía se respira el humo de otro incendio ayer tarde sin heridos. La miseria extrema lleva a esto. Un corto y arde toda una calle. Paseando por New Ville encontramos una iglesia, nos metemos a olisquear. Ha merecido con creces el paseo por New Ville. Tiene razón el taxista de Malabo, no se conoce una ciudad sino se conocen sus suburbios ni como vive toda su gente.
Huey
Hola es la segunda ocasion que visito esta website y me he decido
a comentar. fascina este blog. Que ¿temautiliza? me gustaria poder utlizarlo para mi sitio
pero no lo encuentros. ¿Es algún CMS como Joomla ?
Si no molesta, no encuentro ningún marcador social como Digg creo que
deberiais tener alguno. Yo tengo RSS dado que
es facilisimo de usar
site
No siempre se leen entradas así, hay veces que cuesta registrarse y escribir pero en este caso vale la pena.
Gracias por el maginifico post.
Alycia
Buenas es la segunda vez que entro esta website y me he
decido a comentar. encanta este blog. Que ¿themeusa?
me gustaria poder usarlo para mi sitio pero no lo encuentros.
¿Es algún CMS como Budypress?
Si no molesta, no veo ningún marcador social como Pinterest creo que deberiais
tener alguno. Yo uso Facebook dado que es muy facil
de utilizar
site
No siempre se leen entradas así, hay veces que cuesta registrarse y escribir pero en este caso vale la pena.
Gracias por el maginifico post.
Alycia
Buenas es la segunda vez que entro esta website y me he
decido a comentar. encanta este blog. Que ¿themeusa?
me gustaria poder usarlo para mi sitio pero no lo encuentros.
¿Es algún CMS como Budypress?
Si no molesta, no veo ningún marcador social como Pinterest creo que deberiais
tener alguno. Yo uso Facebook dado que es muy facil
de utilizar
Huey
Hola es la segunda ocasion que visito esta website y me he decido
a comentar. fascina este blog. Que ¿temautiliza? me gustaria poder utlizarlo para mi sitio
pero no lo encuentros. ¿Es algún CMS como Joomla ?
Si no molesta, no encuentro ningún marcador social como Digg creo que
deberiais tener alguno. Yo tengo RSS dado que
es facilisimo de usar