Lobito, Playa de Soba, Namibe y Towba. Tercera etapa de un viaje de 6000 km en pickup por Angola

Lobito, Playa de Soba, Namibe y Towba. Tercera etapa de un viaje de 6000 km en pickup por Angola

Tercera etapa de un viaje de 6000 km en pickup por Angola

15 de agosto de 2024 (Malanje-Playa de Sangano)

Playa de Sangano

Comenzamos la tercera etapa de este viaje por Angola en pickup.

Madrugamos. Nuestro objetivo de hoy es llegar a la costa y después comenzar a bajar al Desierto de Namib. No sabemos lo que puede llevar, una cosa muy distinta son los kilómetros y otra los tiempos. Serán unos 500 km.

Malanje ha resultado ser una ciudad bonita llena de gente aunque hemos tenido muy poco tiempo para disfrutarla con todo su ambiente.

Malanje Angola

La etapa de hoy ha comenzado de Malanje a Lombe y de Lombe a N’Dalantando, la capital de Kwanza Norte, llegando a Dongo.

En Dongo se nos ocurre preguntar a un portugués que nos quita de la cabeza alcanzar la costa por Porto Ambroin. Traemos buen tute desde Malanje y nos quedarían todavía ocho horas de pickup, así que vamos a hacer caso a este amable expatriado llegando a la Playa de Sangano, en Cabo Lledó, y dormir en el “Resort boutique Sangano” situado a la orilla del mar. Resulta ser una delicia de las que te ofrece Angola, a un lado tenemos una playa de pescadores y al otro lado del resort, la soledad más absoluta. Como siempre hemos llegado exhaustos pero el premio merece la pena.

Playa de Sangano Angola

El portugués que regenta el “Resort boutique Sangano” nos dice que la ruta por Muxima (lugar de celebración de la peregrinación más importante de la Virgen en Angola) nos hubiera sacado directos al resort. Aquí cada uno te cuenta una película. Los GPS no funcionan cuando abandonas las ciudades y tienes que fiarte de lo que te cuenten los locales.

La cena para dejarte sin aliento, una garoupa espectacular con un vino portugués escuchando las olas de un océano pavoroso. La ruta de hoy ha sido agotadora, hemos tenido que pasar por Luanda y nos ha llevado dos horas más. Hay mucho tráfico y yo recordaba mucho más fácil todo el año pasado. El viaje esta siendo bellísimo pero las rutas son más complicadas y agotadoras. El premio siempre merece la pena, una increíble playa o un atardecer único que te hace olvidar el esfuerzo.

Playa de Sangano y pueblo de pescadores en Angola

Sangano ha sido un remanso de paz en el camino y mañana nos vamos a Benguela

16 de agosto de 2024 (Playa de Sangano-Lobito)

Lobito

Este viaje está resultando mucho más duro que los dos anteriores recorriendo Angola. No sabemos si es porque las carreteras han empeorado o que algunas de las rutas son nuevas para nosotros.

Recordábamos la travesía hacía la costa, Lobito, Benguela más o menos en buen estado. La estrada o carretera alfaltada que te llevaba al océano el año pasado era estupenda, sin embargo, en la actualidad hay baches y socavones que obligan a ir a paso de tortuga, con mucho tráfico de camiones que hacen que conducir y adelantar sea agotador.

Nuestra idea inicial para esta tercera etapa del viaje era quedarnos a dormir en algún resort de Benguela (Bahía Azul o Playa Morena) pero siempre el viaje se complica y lo que parecía que iban a ser cuatro horas de carretera se acaba convirtiendo en el doble. El agotamiento pasa factura haciendo inviable alcanzar Benguela, así que nos quedamos a dormir en Lobito en el “Hotel Terminus” que tiene playa privada para descansar.

Quedarnos en Lobito ha sido una buena decisión, relajarse, pasear por la playa y sobre todo descansar llegando a tiempo de disfrutar de un maravilloso atardecer. El hotel Terminus se encuentra en la Isla de Restinga, un brazo de tierra que sale al mar con maravillosas casas coloniales y la mayor parte de los restaurantes y hoteles de la ciudad.

Atardecer desde el Hotel Terminus en Lobito Angola

Lobito es una ciudad inmensa pero muy pobre, ciento de miles de casuchas empapelan las montañas que rodean la urbe. Hemos elegido una marisquería para cenar y en que hora porque nos han puesto marisco para andar a gatas. Salir del restaurante significa chocar con la cruda realidad de la ciudad, una pobreza terrible y desoladora.

17 de agosto de 2024 (Lobito-Praia de Soba)

Llegamos tan cansados a las ciudades que apenas nos da tiempo a disfrutar de ellas. Angola es un coloso y si quieres avanzar hay que pegarle fuerte al coche. La costa angolana tiene 1650 km desde Soyo, frontera con Congo Kinshasa hasta Tombua o Tombwa, última ciudad del desierto.

El Hotel Terminus nos ha dado el mejor desayuno del viaje con distintos zumos de morua o baobad picantes y deliciosos y la bollería de Doña Aurea, una pastelería artesanal, un clásico que ha sobrevivido desde la época colonial, más de cien años en Lobito con los mejores pasteles y bollos horneados de todo el país.

Océano en el Desierto de Namib Angola

Si cada etapa es dura, la de hoy va a ser un martirio. Nuestro próximo destino será Namibe, la última ciudad costera a la que llegamos el pasado año, puerta del Desierto de Namib. El objetivo de este viaje sería bajar a la Bahía dos Tigres, para conocer, San Martinho dos Tigres, un próspero pueblo de pescadores que tenía hasta teatro pero que hace sesenta años el mar se comió el brazo que lo unía al continente y lo convirtió en isla. Sin agua corriente, a la gente no le quedó otra que abandonar este lugar. Ahora es un pueblo abandonado y sobre todo muy complicado llegar hasta allí.

Sao Martinho Dos Tigres Angola

Desde Lobito llegar hasta Namibe ha sido la peor etapa desde que llegamos a Angola. Había dos rutas, una por Lucira y otra por Lubango. Un par de locales a los que preguntamos (en que hora) nos aconsejaron que mejor por Lucira porque según ellos, había nueva carretera. Nos ponemos en marcha desde Lobito y apenas recorridos unos kilómetros nos encontramos un inquietante cartel en mitad de la estrada que anuncia “El próximo surtidor en Lucira a 200km” (algo habitual en este país ya que no todos los pueblos o ciudades tienen gasolineras).

Un kilómetro después de ese alarmante aviso se acabó la carretera asfaltada.

¿CÓMOOOOOOO?. Ni un alma a quien preguntar, sólo una chabola con dos niños y un tipo que no habla portugués.
Un poco más adelante, nos encontramos un puesto con un individuo al que preguntamos:

  • ¿Esta es la carretera a Lucira?.
  • Si, responde el sujeto
  • ¿Pero no había carretera nueva según nos han dicho más adelante?, ¿Cuántos kilómetros más adelante? preguntamos alarmados
  • media hora, responde el individuo quedándose tan ancho.
Una picada o camino de tierra recorriendo Angola camino de Lucira

Lo que parecía que iba a ser media hora de picada de grava se convierten en tres horas de espantosos baches, desesperación, angustia y desgaste.

Una vía o senda sin cruzarnos con nadie salvo alguna cabra, un tipo con un machete en la mano y algún coche circulando rápido. Al borde de la desesperación (porque vamos a diez o veinte por hora) me hago el siguiente razonamiento, si los pocos coches con los que nos cruzamos, van a una velocidad mayor que la nuestra por esta picada yo también puedo, hay que salir lo antes posible de aquí. Y así hemos hecho, convertirnos en los dos nuevos Emerson Fittipaldi. Al final de la picada, hemos encontrado los famosos 40 kms de la nueva carretera, y yo me pregunto ¿estos africanos son idiotas o lo somos nosotros?. Casi 200 kms de picada y solo 40 en buenas condiciones y nos venden la película de que esta ruta merece la pena, dios no quiero pensar en la otra opción.

Después de llevar mucha África a las espaldas, no es la primera vez que me encuentro algo así, que un africano me conteste lo que le da la gana, tenga sentido o no.

Llegamos desencajados a Lucira, un pueblo de pescadores bonito pero polvoriento y pobre, Nada más parar junto a la playa para estirar las piernas, la pickup no arranca. Otra vez la puñetera batería que con tanto bache deja de hacer conexión.

Lucira, pueblo de pescadores en Angola

¿En este villorrio habrá un mecánico?

Nosotros no sabemos ni abrir el capó del coche pero como siempre en África, salen mecánicos de debajo de las piedras. Aparece un tipo que se pone manos a la obra. Llevamos tres fallos de la batería desde que empezamos este viaje. La idea de quedarte colgado en Lucira, pone los pelos de punta, un pueblo rodeado de océano y desierto sin un solo sitio para dormir.

Hemos librado de milagro y salimos de Lucira por pies.

Las picadas y malas carreteras son una pesadilla. Así, es Angola, un paraíso pero un paraíso al que hay que llegar.

Paisaje cerca de Lucira camino de Namibe Angola

Desde Lucira comienza la carretera buena a Namibe. A 50 km de Namibe hemos dado con el desvío a la Playa de Soba. Nos arriesgamos a hacer los 25 km de desierto hasta alcanzar el “Lodge Praía de Soba” junto al océano. Hemos llegado por los pelos. La ruta estaba bien señalizada pero en algún momento, el coche ha patinado pareciendo que se iba a quedar clavado.

La posibilidad de quedarte en el desierto clavado a las cuatro de la tarde con una bajada de temperaturas de más de 20 grados en medio de la nada pone los pelos de punta al más templado.

Playa de Soba Namibe Angola

Pero como siempre en Angola, nos espera el paraíso. Este lugar es auténticamente un sueño, de lo más bello que he visto en mi vida. No llevamos reserva pero podemos quedarnos (90 euros con pensión completa y persona). El bungalow o cabaña quita el hipo. El restaurante o zona común es preciosísimo. Compartimos el lodge con unos franceses, además, de tres parejas de sudafricanos con sus fantásticos cochazos haciendo acampada libre.

Bungalow en el lodge Playa de Soba Namibe Angola

Esto es impresionante no se puede explicar con palabras la esencia de la costa angolana, salvaje, brutal, sobrecogedora y de una soledad turbadora.

Playa de Soba Namibe Angola

En Angola siempre pasa lo mismo, sudas para llegar a los sitios que son verdaderos paraísos y el premio siempre es increíble.

Angola es un paraíso al que cuesta llegar y alcanzar

Este es un viaje de aventura y de riesgo. A veces, te mueves por un desierto donde los GPS no funcionan con una permanente sensación de miedo a perderte, pinchar o tener una avería.

Xaquín en la Playa de Soba Namibe Angola

La cena en Lodge Praia de Soba ha sido fantástica, todo muy bien organizado, pescados, quesos, sopas y caldos portugueses, patés artesanales en un restaurante decorado con exquisito buen gusto. Una buena recompensa para un día complicado.

Nuestro maravilloso bungalow está situado en un acantilado. Impone dormir en un sitio tan brutal. Un cartel explica que hacer en caso de tsunami o terremoto. Sin embargo, los sudafricanos duermen en sus tiendas de campaña en las fascinantes grutas que tiene Playa de Soba tan tranquilos.

Mañana haremos la ruta a Namibe o a Towba, decidiremos sobre la marcha. Tampoco esta tarde arraca la pickup, ya mañana pensaremos en ello.

Playa de Soba lodge Namibe Angola

Domingo 18 de agosto de 2024 (Playa de Soba-Namibe)

En Playa de Soba, de nuevo, el coche no arranca por quinta vez en este viaje. Esta vez, la batería se ha agotado. No queda otra que enganchar las pinzas a la pickup desde un tractor del lodge.

Hemos pasado el tiempo con los sudafricanos hablando de Angola, el Kalahari y Sudáfrica en general. Están haciendo una fantástica acampada libre en esta playa.

Llegar ayer hasta aquí fue duro, nos costó un ojo de la cara y parte del otro. Era necesario para alcanzar Playa de Soba, subir una duna del desierto de una inclinación del 20 por ciento. Hasta ahora no habíamos necesitado usar la tracción a las cuatro ruedas pero ayer casi nos quedamos clavados en la arena. Con la tracción no hubiera pasado. Toca aprender a manejarla de una puñetera vez.

Nuestro flamante mecánico en Playa de Soba se llama Roge. Vive en la Sierra de Leba con su madre. Dos semanas trabaja en el lodge de Playa de Soba y la otra se va a Lubango con su padre. Es un chico afable, acogedor y hospitalario como todos los angolanos con una sonrisa de oreja a oreja.

Cargando la batería de la pickup en Playa de Soba Namibe Angola

Cargada la batería, le pedimos a Roge que nos refresque como meter la tracción a las cuatro ruedas del coche para no volver a quedarnos clavados en las dunas de vuelta. Uno de los sudafricanos boers nos ha escuchado, ha abierto la puerta de nuestro coche con desprecio y le ha escupido a Roge “tú, quita de ahí” o lo que viene a ser lo mismo que “vete de aquí inútil”. Se ha sentado en nuestra pickup dándonos una lección magistral sobre conducción en dunas por el desierto. Nos ha quedado claro que en Sudáfrica todavía siguen algunas conductas residuales del Aparthead.

Aprobado el curso acelerado sobre tracción a las cuatro ruedas, el coche ha subido la duna como si rodara por una calle de Benidorm. La vuelta ha sido mucho más fácil.

Abandonamos con pena uno de los lugares más bellos que he visto en mi vida.

El año pasado conocimos Namibe de refilón (entre otras cosas porque nos tocó el día de mosqueo y cabreo del viaje justo el día que pasamos por esta ciudad). Namibe y la Playa de Soba están cerca, unos 67 km, 45 de carretera y 22 de picada por el Desierto.

“Vila Doroteía”, un maravilloso resort en el mar con bungalows de madera es el lugar que hemos elegido para dormir. No tenemos reserva, cruzaremos los dedos, el año pasado lo intentamos pero fue imposible quedarnos a dormir aquí.

"Vila Doroteía" en Namibe Angola

Ha cambiado de dueños, ahora lo regenta Moana, una chica mulata, de piel clara, guapa y resuelta que habla un perfecto castellano. Hemos tenido suerte, solo le queda un bungalow libre justo en la orilla del océano más fiero, feroz y embravecido que azota por todas partes.

Namible o Moçâmedes es una ciudad costera del desierto situada en el suroeste de Angola que fue fundada en 1840 por la administración colonial portuguesa. Una ciudad marítima de casas coloniales de colores y un puerto importante con mucha actividad de pesca.

A Moana que ha vivido en Portugal y varios años en Londres, siempre la tiraba su país, Angola. Aunque conserva algún recuerdo de infancia triste ahora se ha cansado de la vida de Londres demencial y vertiginosa (según sus propias palabras) y ha decidido cambiar de tercio y venirse a Angola, país que casi no recordaba.

Los dueños del lodge “Vila Doroteía”, son sus tios, angolanos blancos, biznietos de los primeros colonos. pioneros, que viajaron a Angola desde Madeira que se asentaron aquí en 1850. Acaban de comprar “Vila Doroteía” lavándole la cara, con cambio de nombre incluido. Ahora se llama “Lodge Villa Dorothy Amelia Beach”.

En el lodge nos han dado de cena un pescado delicioso llamado lillo. La verdad es que da respeto dormir en un bundalow de madera a la orilla del océano, hay luna llena, y cada vez el más está más bravo.

19 de agosto de 2024 (Namibe-Tombwa)

Nos hemos despertado muy muy pronto, casi de noche porque el mar ruge con una fiereza nunca vista. Hemos abierto la puerta del bungalow y ¡Oh sorpresa!, las olas nos rodean, ha subido tanto la marea que nos han sobrepasado. Además, durante la noche se han volcado tumbonas, sombrillas y el mar se ha llevado (literalmente ha desaparecido) un minibar que había en la playa. Son las famosas mareas vivas pero que en esta parte del mundo son muy peligrosas. Nos hemos librado de una buena.

Playa de NAMIBE lodge Angola
NUESTRO BUNGALOW EN RESORT NAMIBE

Después de Tombwa ya no hay nada de nada

Tombua o Tombwa es la última ciudad del Desierto de Namib en la parte angolana. Después de Tombwa ya no hay nada de nada, ni pistas, ni picadas, solo arena. Antes de ir a Tombwa vamos a tantear si sería posible viajar a la Bahía Dos Tigres, poder visitar el pueblo fantasma de San Martiño dos Tigres. En una agencia de Namibe dicen contundentes que es imposible en esta época del año con mareas vivas. Es muy peligroso, habrá que viajar sin mareas con una expedición de guías profesionales, montar un campamento más de una noche y aún así, no está exento de riesgos. La ruta es peligrosa porque las olas chocan contra la cara de la dunas, imposibilitando el manejo del coche y la única forma de atravesarla es con marea baja.

Es una pena porque debe ser una maravilla este pueblo pesquero abandonado en mitad del océano, habitado por perros salvajes.

Sao Martinho Dos Tigres Angola

Doscientos km más abajo de Tombwa atravesando el desierto, se llegaría al “The Death Acree” o el “Acre de la muerte”. Ese es el punto exacto para salir de expedición hacía la Bahía dos tigres.

En Tombwa no hay hotel y nos hemos traído un picnic por si las moscas. La carretera desde Namibe a Tombwa es fantástica, hora y cuarto de una estrada de las buenas con el desierto a ambos lados.

“Los Arcos” un bonito lugar en mitad del desierto

Hay un lugar formidable llamado “Los Arcos” en mitad de esta ruta por el desierto, donde la erosión ha formado unas estructuras increíbles bordeando un lago que se secó en el año 2014 y que era la fuente de alimento de las comunidades que viven por aquí. Las formaciones son fantásticas. El lago vuelve a tener algo de agua y muchos flamencos. Es un lugar inolvidable.

LOS ARCOS NAMIBE  Desierto ANGOLA

En la época colonial Tombwa se llamaba Porto Alexandre. Su actual nombre proviene del nombre que le dan los locales a la planta Welwitschia mirabilis, endémica del Desierto del Namib, donde está ubicada la ciudad.

MUJERES LIMPIANDO PESCADO EN TOMWA ANGOLA

Tombwa es una pintoresca ciudad con un ambiente increíble de pescadores. Toda la villa es mar y pesca, barcazas, mercado, vendedores, secaderos de pescado, actividades artesanales, redes, etc. Infinitas lojas o tiendas donde se vende de todo o casi todo, muchísima gente, barbacoas callejeras y olor a pescado por todas partes.

NIÑOS LLEVANDO UNA BARCA EN TOMWA ANGOLA

Una pasada de ciudad. He querido acercarme al final de la estrada o carretera donde acaba la ciudad y empieza el desierto, solo arena, solo la nada. Es sobrecogedor.

FINAL DE LA CARRETERA EN TOMBwA Y DESIERTO DE NAMIB ANGOLA

La visita a Tombwa ha merecido la pena. Nos volvemos a Namibe.

Esta mañana de nuevo la batería no arrancó. Luis, el tío de Moana, blanco, angolano y heredero de generaciones de portugueses (sus bisabuelos fueron los primeros colonos que llegaron a Tombwa en 1840) aunque están enterrados en Lubango.

IGLESIA PARROQUILA DE LUBANGO ANGOLA 1885

Nos ha echado un capote con las pinzas para cargar la batería de coche a coche. Luis es uno de los dueños del lodge. Tiene unas heridas terroríficas en las piernas y nos cuenta con todo lujo de detalles que le ha picado una formiga llamada “Fogo em brasa”

Es una hormiga que te pica y se mete en el cuerpo, subiendo por las extremidades y dando la cara en forma de terribles ampollas que hacen arder la piel, de ahí su nombre. Son muy difíciles de curar. Dice que en Namibe no hay remedio para sus ampollas y que tiene que ir hasta Lubango (a 150 km) por si alguna pomada pudiera curarle. No se explica como le ha picado. La hormiga del desierto tiene dos tenazas en la cabeza para facilitar la picadura. Luis no se dio cuenta pero piensa que fue al ponerse un zapato en la casa que tiene en el desierto que suele estar más sucia. Ya solo pienso en donde pongo el pie.

Al final, hemos tenido que cambiar la batería del coche. De momento no da problemas.

Al llegar al lodge, nos dice Moana que no podemos dormir en el bungalow (con lo maravilloso que es) porque el mar esta noche volverá a hacer de las suyas. Así que nos reubican en un bungalow de piedra alejado del océano. No queda otra, hay luna llena y mareas vivas muy fuertes. Nos vamos a cenar a Namibe.

PRIMERA NOCHE DE MAREAS VIVAS LODGE NAMIBE ANGOLA

El paseo marítimo de Namibe o la Marginal donde se ubica el restaurante “Club Naútico” está muy afectado por las mareas vivas con enormes piedras que ha traído el mar. Los destrozos son tremendos.

A nuestro lado, escuchamos hablar en castellano, algo muy difícil en Angola, son una pareja de españoles que viajan en transporte público. Me han recordado mucho a nosotros hace unos años cuando recorríamos África en autobús. Aunque es agotador me dan envidia porque es una forma increíble de recorrer un país africano.

El Club Naútico (el año pasado, cenamos de muerte) nos ha desencantado. Los dueños portugueses se han largado y el restaurante ya no es el mismo. Hemos tenido que esperar más de una hora para que saliera nuestra cena.

El mar cada vez está más bravo. Me alegra no estar encima del océano como anoche porque hoy no está el horno para bollos. con estas olas, podríamos aparecer en Brasil.

Martes 20 de agosto (Namibe-Lubango)

El océano no ha llegado esta noche a nuestro bungalow pero los desastres por las mareas vivas han sido terribles. El bar ha desaparecido aún siendo tan grande como un bungalow de madera. “Is gone” decía Moana. Los lugareños recuerdan que en no ha pasado esto desde hace mas de trece años y nos tiene que pasar a nosotros en las dos noches que hemos dormido aquí.

Nos vamos a Lubango

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