Gurúe la ciudad del te. Recorriendo Mozambique en 20 días (5 parte)
Viajando, recorriendo y conociendo Mozambique a la aventura en 20 días con transporte público
Gurúe
4 de agosto
Gurúe es una de las ciudades más hermosas que he conocido
Ha sido muy duro llegar aquí, quizás demasiado duro. Ahora me encuentro en la misión del Padre Hilario que es italiano. Fundó su misión hace muchos años. Estos días, se encuentra cuidando a su madre anciana en Italia.
Estoy sentada en una silla observando el maravilloso y exuberante jardín rebosante de vegetación, palmeras, flores de todos los colores, plantas de enormes dimensiones, mariposas, libélulas de colores y sobre todo, tierra roja que me recuerda a los caminos de Bohicon en la República de Benin.
El lugar es magnífico. Nos rodean enormes montañas llenas plantaciones de te. El contraste entre la vegetación verde con la tierra roja es absolutamente fantástico.
La misión del padre Hilario admite huespedes y es encantadora
Tiene un ambiente familiar y acogedor. Siento fascinación por las misiones católicas africanas desde mi infancia.
El cuarto que tenemos es muy básico. Tiene una cama, un crucifijo, una mesa y un baño muy sencillo. Las ventanas tienen protección para los mosquitos. La cama no tiene mosquitera pero todo esta limpio e impecable como suele pasar en los sitios donde hay monjas y misioneros.
Vamos a ver plantaciones de te. Las mujeres recorren las plantaciones con grandes canastos a la espalda. Me gustaría poder ver alguna fábrica de la época colonial.
En Gurúe, el transporte es en motos, no hay taxis
En esta maravillosa ciudad vive un obispo católico español que se llama Francisco Ledesma. Nos acercamos a su casa, para conocerle pero nos informa su secretario que se encuentra viajando por las comunidades. Hablamos con él por teléfono.
En dos motos recorremos las plantaciones de te
El paisaje es fabuloso. Tiene una belleza singular. Intentamos entrar en alguna fábrica de te. A la entrada nos recibe “el tonto” de turno que nos pide acreditación, pura burocrácia africana. Es una pena porque hubiera sido muy interesante ver una fabrica de la época colonial todavía funcionando.
Coincidimos con una pareja de Girona, trotamundos como nosotros en el bar de la pensión Grurúe que es como la taberna de la plaza de un pueblo donde todo el mundo para y cuenta lo que ha hecho en el día.
Ellos vienen desde Maputo haciendo el viaje al revés que nosotros. Dicen estar agotados de las chapas, han viajado sentados horas y horas en bidones. Este país es complicadisimo para desplazarse en chapa. Hoy salen para Illa de Mozambique. Se ponen en carretera a las dos y media de la madrugada.
Gurúe es una ciudad preciosa. No es grande pero está muy poblada. El paisaje es soberbio.
El rio Likongo pasa por la ciudad
No es un rio muy caudaloso. La mujeres aprovechan el río para lavar la ropa. Los niños se bañan y juegan.
Todos bajan al rio para su aseo personal que se va llenando a la caída de la tarde. Gurúe es muy bullicioso, en todos lados hay gente que va de un lado a otro. Grupos de chicos y chicas uniformados salen de las escuelas de secundaria. Madres con sus niños, vendedoras que vuelven tras la jornada a casa, algunos hombres ociosos mirando a la nada, etc.
También se percibe mucha pobreza, miseria y penuria.
Hay muchas madres adolescentes de unos 14 años o quizás menos con crios a las espaldas
La mayoría de la población es musulmana lo que supone que cada hombre tiene tres o cuatro mujeres. Esto explica que haya niños por todas partes, la mayoría harapientos y desnutridos.
Nos ha costado mucho llegar a Gurúe pero es una verdadera recompensa para el viajero que llega extenuado. Esta ciudad no puede ser más bella.
Los blancos se reunen siempre en el bar restaurante de la Pensión Gurúe que regenta un austriaco. Todos paran por allí, cooperantes, ong, viajeros, etc.
Paulo, el chico de Oporto ocupa la habitación contigua a la nuestra en la misión del padre Hilario. Por el bar de la Pensión se deja caer también cada día, Mario, un portugues que lleva 30 años en esta ciudad y que se ha hecho musulman. Paulo dice que Mario tiene mujer en Portugal e hijos pero que ya ha tomado la tercera mujer mozambiqueña como esposa. A la segunda la repudió porque tuvo un hijo preto (negro) y no mulato.
La poligamia esta muy extendida en Mozambique como en tantos lugares de África
Es una de las razones y origen de la mala atención a los niños. Un padre no puede ocuparse de todos los hijos que tiene con tres o cuatro mujeres.
La tarde para pasear los barrios de esta maravillosa ciudad, perderse por sus callejas, observando y charlando con la gente.
Tras la cena, nos sentamos a la puerta de uno de los barracones de la misión del Padre Hilario para disfrutar de una botella de vino que teniamos guardada, respirando la noche, dentro del recinto de la misión, un momento lleno de paz, saboreando este momento único en un sitio exclusivo y singular.
La misión del padre Hilario
5 de agosto
Hemos desayunado en la misión del padre Hilario. Hace un día precioso y nos acompañan varías personas en el pequeño almorço. La mesa es larga para que todo el mundo quepa. Cecilia es el alma de la misión, gestiona la limpieza, organización y logística.
Durante las primeras horas del día, se respira mucho trasiego. Hay mucha gente. La misión tiene talleres donde se aprende un oficio, hay alumnos, profesores por todas partes, varias mujeres entran a vender sus productos, algún viajero despistado como nosotros.
La misión del padre Hilario es una pequeña ciudad, un lugar único. Soy muy afortunada de poder estar en un lugar tan irrepetible.
La Casa dos Novos
Vamos a acercarnos a la Casa dos Novos. Esta situada en medio de un bosque de eucaliptos, en lo alto de las plantaciones de te. Nos lleva Faruk, un chico que hemos conocido. Tiene unos 20 años y dice que es cantante y que va a hacer un videoclip.
La ascensión a la Casa dos Novos dura dos horas y media entre plantaciones de te. Es fantástico. Según ascendemos por la montaña, nos cruzamos con la gente que trabaja el te. El camino es duro porque hace mucho calor. Son las diez de la mañana y ya aprieta el sol. El paisaje es extraordinario.
Tengo miedo porque en la guerra civil que azotó Mozambique durante quince años, Gurúe se convirtió en uno de los más sangrientos campos de batalla. La zona pasó a ser de alto riesgo para la población civil porque fue sembrada de minas anti persona.
Faruk nos cuenta que hasta hace poco habia pelotones de gente desminando el terreno. Ahora se cree que la zona está limpia porque hace tiempo que no hay una desgracia. Cada vez que doy un paso pienso que voy a saltar por los aires. Faruk dice que durante la guerra, la gente huía montaña arriba como conejos para esconderse de la Renano. Seguimos subiendo y el ascenso va pesando. Tiene la tremenda recompensa de un paisaje inigualable.
Faruk es encantador. Le pregunto cuantos hermanos tiene. Nos dice que su madre es mozambiqueña y que su padre era egipcio, mercader y muerto de diabetes.
Su madre tuvo cuatro hijos con su padre, sin embargo, éste tuvo más mujeres y más hijos. Insisto, preguntándole, me contesta que le resulta imposible saber cuantos hermanos tiene, calcula que unos cuarenta porque su padre donde paraba, dejaba un hijo, La conversación le incomoda y cambio de tema.
Esta es el África, promiscua y generosa en crianças. Si un hombre tiene cerca de 40 hijos como es posible cuidarlos y encargarse responsablemente de ellos
La Casa de los Novos esta derruida pero la caminata ha merecido la pena.
En la pensión Gurúe hacemos la parada para charlar con la gente que se deja caer por allí. Vamos a dar un paseo con Paulo.
Es ingeniero, hijo de bodegueros de Oporto de la zona del Dao portugues. Es encantador, afable, cordial, listo y de conversación interesante. Nos muestra los alrededores de Gurue.
Perseguimos en su pickup al sol de un atardecer bellisimo, Los atardeceres más bellos duran escasos segundos. En su coche vamos siguiendo al sol por carretera por delante evitando que se esconda.
Las capibaras, un manjar entre los mozambiqueños
Paulo se va parando a hablar con los agricultores que están haciendo fogatas para que las capibaras salgan de sus madrigueras. Son enormes roedores del tamaño de un pequeño cerdo, consideradas un manjar en muchos lugares de este continente.
Los fuegos intencionados están por todas partes. Una de las razones es renovar el campo pero la principal es que las capibaras salgan de su escondrijo.
Paulo dice que la gente tiene hambre y que come ratas. Hay muchas ratas por estos parajes, se ven al cruzar de noche la carretera. La gente se come las ratas como parte del menú del día.
Las devoran a la plancha, abiertas en canal con pelos y piel. Nosotros habíamos visto en las canteras de Abeakuta (Nigeria) como los niños trabajadores tenían de menú del día ratas abiertas en canal a la plancha.
Nos vamos al mercado a ver como venden las capibaras
A la vuelta vamos al mercado a buscar algún puesto de capibaras muertas. Se venden como cualquier otra carne.
Cenamos en la pensión Gurúe con Paulo e intercambiamos correos y teléfonos para cuando vayamos a Oporto. Ya tenemos gestionada la salida para mañana.
https://elviajero.elpais.com/elviajero/2016/03/16/actualidad/1458132095_396877.html
Nos vamos hacia Quirimane
6 de agosto
Caía, Río Zambeze
Que suerte hemos tenido. Hay salida fácil para Caia, un pequeño pueblo donde el río Zambeze pasa majestuoso. La chapa salía a las cuatro de la madrugada. Sin embargo, anoche se nos ocurrió ponernos en un cruce de dos carreteras donde pasan los coches que van a Quirimane, en la ruta de Caía.
Preguntando en una gasolinera del cruce, una trabajadora muy espabilada, al reposar un 4*4 nos hizo el apaño a Quirimane. El apaño es una americana que se hospeda en nuestra misión, nos va a acercar a Caia, así, sin más. Que felicidad ir en un coche bueno, sin el suplicio del madrugón en ayunas, como reyes, en cinco o seis hojitas.
En chapa hubieran sido diez como mínimo y con mucha suerte
Nos recoge a las seis de la mañana en la mision. Se llama Tracy. Es una ingeniera agrónoma de Texas, casada con un miembro del cuerpo diplomático de la embajada americana. Vive en Maputo.
Lleva en Mozambique unos cuantos años. El viaje está resultando fantástico, muy cómodo. Llegamos a Caia a las doce de la mañana.
Es cierto que resulta arriesgado ponerte a las cuatro de la madrugada, de noche cerrada, a parar cualquier coche que vaya para Quirimane pero en este país, viajar en chapa es tan agotador y desesperante que nos subimos a lo que haga falta con tal de evitar el martirio.
Tracy nos ha traído a un pequeño resort que ella conocía en Caía frente al río Zambeze. Es un lugar fantástico. El río Zambeze es espectacular. Es el río más importante del país y el tercero más largo de África. Atraviesa siete países y en Mozambique recorre 820 kilómetros antes de desembocar en el océano Índico.
El resort se llama Cua’cua Lodge.
Tenemos una pequeña cabaña en un alto desde la que se puede observar una pequeña parte del río. El Zambeze es inmenso y se abre en varios brazos. Unos búfalos se acercan a la orilla a beber. En otra parte del río hay rebaños de vacas pastando. La cabaña tiene una pequeña terraza desde donde podemos ver pasar la tarde.
En el restaurante del resort hemos encargado la cena.
Voy a tomar, tal cual dice la carta “espeto de cocodrilo”
Ya había probado cocodrilo en Gabon, en Cape Town, celebrando el cumpleaños de mi amiga Engracia y en algún otro lugar. Su sabor me había gustado. Me parece una mezcla entre pollo con textura de bacalao o pescado. Ahora le voy a dar otra oportunidad. Pregunto si hay cocodrilos en esta parte del río y me dicen que está repleto.
Los taxis son motos o bicis en Caía. Cruzamos en dos motos el río Zambeze. Nuestro resort esta lejos de la ciudad a cinco o seis kilómetros. El Zambeze es enorme, tardamos unos diez minutos en atravesar el puente. Me he quedado muda.
Siempre he sentido fascinación por los ríos africanos
Conozco el río Congo que separa Kinshasa de Brazaville. Conozco el río Niger que discurre por varios países y atraviesa Nigeria. También he visto el río Senegal, el río Casamance y muchos ríos menos conocidos pero muy hermosos. Todos son bellisimos. Sin duda, el río Congo es el grande de los grandes, bárbaro, fiero, atroz, salvaje, brutal e infinito. El Zambeze es un río que me deja sin respiración.
Voy a acercarme a la farmacia a por una pomada antibiótica. Tengo una rozadura en el pie y en este continente no hay que andarse con tonterias, lo mejor es no tener heridas. La farmacia está cerrada. Nos dicen que abren a las cuatro. A las cinco todavía estamos esperando. Esto es África.
Venimos dando un paseo desde la ciudad hacia el Zambeze para lograr ver un atardecer mágico sobre el puente del río
No hemos llegado a tiempo. El puente es tan larguísimo y el atardecer tan mágico pero tan corto que solo hemos llegado a poder verlo en uno de sus brazos.
Volvemos al resort andando con paso rápido porque la noche cae de repente. No pasa ninguna moto taxi para acercarnos y es arriesgado ir caminando de noche. Llegamos casi con noche cerrada sin linterna. El resort está lejos, tengo miedo a toparme con un búfalo. Los hemos visto y escuchado esta tarde merodeando el resort.
La cabaña es una preciosidad perfecta para apurar unas copas de vino escuchando la noche. Uno de los mayores placeres de África es “escuchar la noche”, llena de sonidos inexplicables, desconocidos, indescifrables, misteriosos, únicos, mágicos, enigmáticos y ocultos.
Mañana vamos a Beira, la tercera ciudad del país, todavía no sabemos como ir
En Beira durante el último mes hubo ocho linchamientos
queremos husmear y meter las narices para ver que se cuece por allí. Ajustician a los rateros. Es una práctica extendida en África, la justicia popular, tomarse la justicia por tu mano, ejecutar al ladrón, sin embargo, en Beira alcanza unos niveles muy peligrosos.
Al ladrón le introducen en varias ruedas de camión y le prenden fuego rociándole con gasolina para que arda como una tea. La policia mira para otro lado. Vamos a ver que nos cuentan por allí.
Hemos contratado dos motos para que vengan a buscarnos a las cuatro de la madrugada a nuestro resort
Todavía no sabemos como ir a Beira. En chapa es inhumano, tenemos la idea de parar un coche haciendo dedo.
Me da miedo detener un coche de madrugada y subirme a un vehículo con desconocidos. Siempre nos ha salido bien pero hasta que un día te subas al coche equivocado.
Veremos si las dos motos vienen a buscarnos, me apuesto lo que sea a que no se presentan.
7 de agosto
Caía – Beira
Por increíble que parezca, los dos chicos vienen a buscarnos a las cuatro de la mañana. No nos han dejado colgados. Nos vamos a Beira, en dos motos con nuestra maleta roja.
Atravesamos de nuevo, el inmenso rio Zambeze. Es de noche cerrada, no veo nada pero siento la inmensidad de sus aguas. Tengo miedo porque mi moto se balancea, la veo inestable y me da pánico caerme.
Utilizar motos para desplazarse es algo muy extendido en este continente
En dos ocasiones casi nos cuesta la vida o quizás algo peor. Nos juramos varias veces no volver a coger ninguna moto más para desplazarnos.
El primer incidente fue en Mina, una ciudad del norte de Nigeria. Ibamos en dos motos, Xaquín en la primera con su conductor y yo en otra detrás. De repente al subir un terraplén, volcó hacia atrás, cayendo motocicleta y conductor encima de él.
Fue un momento de mucha angustia. Volvimos a coger mil motos.
En Zaria, norte de Nigeria, unos años después, cogimos otra moto de noche y sin luces como suelen hacerse las cosas en Nigeria. Al cruzarnos con un coche derrapamos sin llegar a caernos. Pienso en la suerte que he tenido y en los momentos peligrosos que hemos ido sorteando por este continente.
Al final, vamos a coger una chapa y a probar suerte de nuevo. Hay quien dice que a Beira son de seis a ocho horas de viaje agobiante pero coger un coche desconocido en mitad de la noche es jugar a la ruleta rusa.
Nos juran y perjuran en la chapa que vamos directos a Beira, sin parar y que no vamos a cambiar de chapa como pelotas de ping pong. La idea nos tranquiliza.
Cogemos y pagamos tres asientos para ir más cómodos. Pronto comienza la discusión. Esto es África y quieren meter a una persona en el asiento de más que hemos pagado. La discusión sigue. La chapa no se pone en marcha.
Prosigue el debate cada vez más bravo. Por el momento estamos callados pero seguimos sin salir. Sabemos de antemano que es una guerra perdida y que a pesar de pagar tres plazas, van a meter a toda la gente que puedan. Nos damos por vencidos y comienzan a ocupar nuestra plaza. C est l’Afrique.
Comienza el viaje a Beira
Tras cinco o seis horas de viaje, la chapa se para en un pueblucho y nos comunican que hasta aquí hemos llegado. Hay que cambiar de chapa. El viaje ha acabado. Perdemos el dinero que hemos pagado hasta Beira.
La gente dejada en la estacada protesta cada vez más fuerte. Acaba viniendo la policia, esposando al conductor de la chapa. Se inicia un debate muy acalorado con el conductor esposado, discusión kafkiana. Conseguimos que nos devuelvan parte del dinero a todos los viajeros.
Estamos colgados a doscientos kilómetros de Beira
Nos situamos en un cruce haciendo dedo. Para un 4*4 en cuanto ve a dos blanquitos arrastrando una vieja maleta roja. Resulta ser un portugues que dice que ya nos vio hace unos días en el aeropuerto de Maputo. Que casualidad. Nos subimos a su coche.
Es un empresario portugués. Lleva toda la vida en Mozambique. Es ingeniero agrónomo. Nos dice que vive aquí desde hace dieciséis años y que su familia sigue en Lisboa. Debe ser un empresario muy potente porque mientras nos acercamos a Beira, nos va enseñando vacas, madera, cultivos de todo tipo, almacenes, etc que son de él.
Tiene una conversación muy amena, hablamos de la situación del país. Como él no va hasta Beira, nos deja en manos de su lugarteniente o chofer para que nos acerque a nuestro destino.
El hotel que hemos elegido no nos gusta. Por el camino vemos una guest house al borde del mar. Nos quedamos aquí. Vamos a conocer esta ciudad que es la tercera del país. Se encuentra en el Índico. Es una ciudad bonita, llena de casas coloniales portuguesas viejas, desvencijadas pero que dan a la ciudad un aire muy decadente
Leo en un periódico local que han desaparecido cinco albinos en el norte del país, en la provincia de Nampula, en los últimos cuatro meses
El episodio fue abortado por la polícia en Nampula donde siete malechores entre congoleños y mozambiqueños trataban de negociar la venta de un albino raptado en la provincia de Niassa.
Cuando la polícia le liberó ya le habían cortado el cabello, Iba a ser vendido por 1.000.000 de meticais. Los secuestradores dicen que sólo iban a vender su cabello por un millón pero otras fuentes dicen que un empresario local había comprado su cuerpo porque con sus órganos hacen fetichismo y amuletos.
Se considera que las partes del cuerpo de un albino sin melanina dan suerte y las personas que las llevan se vuelven ricas
Recuerdo la historia que nos contaron Rafa y Etna sobre un potente empresario de chapas de la región de Pemba que se enriqueció rápidamente con el negocio de las chapas.
Sus vecinos empezaron a rumorear o a extender que debía su buena suerte a que un hechicero le había aconsejado o sugerido acostarse con su madre para tener éxito en los negocios.
Descubrimos un lugar muy especial para cenar que nos ha recomendado un periodista mozambiqueño que acabamos de conocer. Trabaja en el Diario de Mozambique. El restaurante se encuentra frente al mar y tiene mucho sabor. El día acaba saboreando un pescado y apurando un buena botella de vino sudafricano.
8 de agosto
Beira
Xaquín quiere recorrer los peores barrios de esta ciudad. Hay linchamientos de personas y quiere rastrear y conocer sobre el terreno que es lo que está pasando.
En la guest house, el chico de la recepción es de Manga, uno de los barrios implicados en linchamientos de personas. Son asaltantes que roban con catanas las casas y la población esta harta de lo poco que actúan las fuerzas de seguridad.
Los ladrones entran y salen de la cárcel por la misma puerta en el día. Así que han decidido tomarse la justicia por su mano.
Llevan casi una decena de ajusticiamientos documentados en dos meses pero se habla de muchos mas
Le acompañamos a su casa en el barrio de Manga. Es un chico raro, desconfiado. Nos hace muchas preguntas que discretamente evadimos. Este país es muy complicado.
Nos acompaña paseando por su barrio. Vamos a su casa. Es pobre aunque no es de paja y adobe. Esta a medio construir. Es una chabola miserable pero de cemento. A la puerta sentado su hermano. Se parece a él. Tiene cierto aire hindú. Tendrá unos diecinueve o veinte años.
Nos presenta a su esposa que se está haciendo trenzas con la vecina en la puerta de casa viendo pasar la mañana, viendo pasar la vida. Recorremos el barrio viendo la pobreza y miseria extrema. De este barrio, salen los delincuentes que luego son linchados en esta ciudad tan peculiar.
En el barrio hay un cine singular
Es una pequeña choza con la programación colgada a la puerta. En el interior los que han pagado ven la película y fuera, un montón de mirones por si pillan algo.
El barrio no está asfaltado. Las aguas están contaminadas. Huele a agua estancada por todos lados. El barrio es muy pobre y miserable pero la gente es amable. Cuando entro en algún suburbio de miseria extrema, siento pudor y miedo. Pronto mi recelo se va evaporando. Los niños siempre me piden fotos.
Ahora vamos a acercarnos a un suburbio mucho peor que es Munhafa. En este otro barrio, nuestro acompañante está muy tenso. Le pregunto si hay algún peligro, escurridizo no dice ni que si ni que no. Atravesamos el barrio con rapidez.
Es muy pobre, extremadamente misero. Ni Soweto ni Alexandra, los suburbios de Johanesburgo eran tan pobres. Este lugar es paupérrimo.
En Beira nos trasladamos en unos mototaxis que se llaman choperas
La tarde la dedicamos a cambiar impresiones con Alberto, periodista del Diario de Mozambique en la redacción de su periódico. Es joven, encantador, dulce, amable, se muestra contento y satisfecho de encontrarse con un colega español. Intercambian contactos.
El día ha pasado. Esta ciudad es bellísima además, cada hora del día no ha podido ser más interesante.
Cenamos en 2*1, un restaurante fantástico que nos ha recomendado Alberto, el periodista mozambiqueño, un bacalao portugués magnífico. Mañana tenemos un día muy intenso. Lo primero que queremos hacer es ir a misa en uno de estos suburbios para que el sacerdote nos cuente su opinión sobre los linchamientos de personas.
9 de agosto
Beira
El día amanece radiante con mucho sol y cielo azul. Anoche hubo una boda en la guest house que tiene un coqueto restaurante en la parte de arriba. Nos dejamos caer por el bodorrio, y como siempre en África fue fantástico. Nadie se extraña de verte. Les parece una deferencia que compartas tu tiempo con ellos.
En las bodas africanas, la gente se viste con la misma tela como en las comparsas de carnaval
Los invitados compran metros y metros de tejido y todos van uniformados. Las telas distinguen a los invitados del novio y la novia.
La boda se ha prolongado hasta las cinco de la mañana. Tenemos tanto sueño y acabamos tan agotados del día que me dormiría en la pista de baile. Me hubiera quedado más tiempo disfrutando de sus danzas tribales. Las llevan tan dentro que surgen en cualquier evento, bodas, misas, fiestas, funerales, etc.
En Nigeria, los invitados también se visten con las mismas telas pero lo más curioso es que los matrimonios que asisten de invitados van exactamente igual vestidos, como si fueran hermanitos. Las diferentes telas hacen que vayas distinguiendo distintas parejas.
Un bautismo en el mar
Me asomo a la ventana del hotel y en la playa advierto que hay varias personas bautizándose como si estuvieran en el río Jordan. Pertenecen a una de las cientos de sectas de todo tipo y religión que fluyen por este continente aprovechándose de la ignorancia y la miseria de la gente.
Nos acercamos a una misa católica de Munafa, uno de los más sórdidos, pobres y míseros barrios de Beira. El lugar de donde proceden los linchados. A ver que cuenta el cura.
La iglesia esta a reventar. La misa ya esta comenzada. Pido permiso para hacer alguna foto. La gente es muy amable. Uno de los que dirigen el cotarro y a los fieles me indica que si puedo hacer fotos.
Llevo una falda pantalón no muy corta. Rápidamente me acercan una capulana, pañuelo o falda hasta los pies que llevan aquí las mujeres para que me la ponga, mientras me muevo por el interior de la iglesia.
Soy muy respetuosa con todas las ideologías y creencias religiosas
Me pongo mi capulana y ya no ofendo al personal. Empiezo a hacer fotos. Al principio me da mucha verguénza pero domino el miedo, olvido mi timidez y me lanzo como una posesa a fotografiar todo lo que veo.
Durante la misa, ameniza un fantástico coro de música tribal con tambores y directora de orquesta. Es soberbio. En África todo es irrepetible. Una simple misa católica de domingo se convierte en un espectáculo mágico.
A la salida, hablamos con el cura que nos cuenta la situación del barrio. Nos da su opinión sobre los linchamientos y como poner remedio a este escarnio popular tan dramático.
Hay que solucionar la salida de mañana en un maxibombo o bus que vaya a Vilanculos
Después de la misa, hablamos a la puerta de su chabola con el secretario del barrio de Musafa para que nos cuente algo sobre los linchamientos. Tiene setenta años y es amable. Nos cuenta la situación.
Comemos con Alberto, volviendo a recorrer los barrios con este chico de mirada soñadora. Queremos hablar con la policía de barrio o comunitaria que son los que velan y cuidan que no pase nada en el barrio. Al principio son reacios a hablar y menos a hacerse fotos pero unos minutos más tarde, tras romper la desconfianza, empiezan a contar y a dejarse fotografiar.
Nos despedimos de Alberto. Es un buen colega, un buen periodista, un lujo conocerle. Tenemos que gestionar nuestra salida para mañana.
Nos vamos a Vilanculos
Nos quedan mil quinientos kilómetros a Maputo. El avión nos sale muy caro. Hubiera sido una alternativa para evitar coger chapas renunciando así, a ver el archipiélago de Bazaruto.
Vamos a bajar en maxibombo que son los autobuses suicidas rojos, el terror de las carreteras. Van como torpedos, creyéndose verdaderos formulas 1, ocupando la calzada y les importa un pimiento los coches y chapas que se encuentran de frente.
Me había prometido no coger un maxibombo ni muerta pero las chapas han acabado con mi resistencia africana y sólo tengo una opción, el maxibombo.
En la estación gestionamos los billetes para las tres y media de esta madrugada.
Una hora inhumana para un viaje inhumano
No quedan asientos delanteros. El maxibombo lleva también asientos en los pasillos dejándote encerrada en una jaula, sin aire y sin espacio. Mañana intentaremos conseguir a toda costa unos asientos delanteros.
Mañana partimos a Vilanculos en el Archipiélago de Bazaruto. Nos han dicho que bellisimo.
(Continúa en Bazaruto, un archipiélago de ensueño, recorriendo Mozambique en 20 días, 6 parte)
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