Angola, seis mil kilómetros en una pickup
Angola en pocas palabras
Angola tiene casi 2.000 kilómetros de costa, la mayor parte inexplorada, con las playas más increíbles que he visto.
De la floresta tropical al desierto pasando por sabanas, montañas, playas y paisajes siempre magníficos. Tiene una docena de parques, con un total de 82.000km cuadrados aunque fauna y flora están en periodo de recuperación debido a la larga y cruenta guerra que vivió este país.
Angola es un territorio virgen por descubrir para los aventureros viajeros, personas, naturaleza, cultura, etc. Esta permitido hacer campismo en la mayor parte del país (la mejor manera de descubrirlo). Si no eres tan aventurero, saliendo de la capital, Luanda, te vas a encontrar maravillosos resorts por todo el país, en los enclaves más alucinantes aunque muchas veces sea difícil llegar hasta ellos.
El clima de Angola es inmejorable.
Pero lo mejor que tiene Angola es el angolano
Un tipo acogedor y hospitalario, de buen talante, con amplia sonrisa y un fantástico sentido del humor que hacen de tu viaje, algo agradable. Una gente deseosa de agradar prestando su mano al viajero. En tres viajes recorriendo este país, no me he encontrado ni al primer angolano con un mal gesto.
África tiene paisajes, atardeceres inolvidables pero Angola se encuentra a la cabeza de ellos. Siempre te queda algo por conocer. Este país es un coloso de 18 provincias, siempre falta tiempo para llegar a todas.
¿Que más tiene Angola que no tengan otros países de África?
Una pasado y una cultura increíbles que hacen las delicias de los apasionados de la historia. Encontrar los vestigios de ese pasado, desde las tumbas de los primeros reyes congoleños, las primeras iglesias coloniales, los asentamientos de los portugueses y los restos de su sangrienta guerra que todavía permanecen esparcidos por gran parte del país.
¿Por qué viajar a Angola?
Por el continúo cambio de paisajes que quitan el hipo, desiertos, playas, bosques, atardeceres, sabana, trópico. Un gigante lleno de contrastes.
La Angola rural es otro de los grandes alicientes
Todavía existe una Angola ancestral suspendida en el tiempo, que sigue con las mismas tradiciones, costumbres, ritos y ceremonias de hace 500 años. Aquí no ha llegado el turismo ni la civilización. Todavía hay kimbos o poblados aislados que viven como hace cientos y cientos de años. No hay turismo, la gente no está resabiada explicando con toda la paciencia del mundo su manera de vivir.
En tres viajes a Angola no he tenido ninguna situación de violencia ni de miedo salvo la de perderme en el desierto (los GPS fuera de las ciudades no funcionan) o pinchar una rueda. He salido a cenar caminando y volviendo tranquilamente de noche al hotel sin ningún problema llevando el pasaporte y el dinero encima.
El concepto de tribu
Pero lo más conmovedor de África y sobre todo de Angola es el concepto de tribu. Un angolano solo, no es nadie pero juntos son imbatibles. Este concepto de tribu hace que en cuanto tienes un problema, salga gente de debajo de las piedras para echar una mano, empujar el coche o cambiar la batería. Si detienes la pickup para recoger a una o dos personas, se subirán muchos más. Un verdadero tesoro africano.
Viajar a Angola en pickup a tu aire y a la aventura también tiene su parte negativa. Recorrer 300 kilómetros se pueden convertir en tres horas o en diez. Hay que diferenciar entre lo que los angolanos llaman una estrada (carretera asfaltada) o una picada (camino de tierra). Las carreteras que el año pasado estaban en buen estado, hoy te encuentras profundos socavones donde se hunde el coche. Los camiones obsesionados también por evitar los baches, se te echan literalmente encima, lo que convierte cada etapa del viaje en duras y estresantes jornadas.
Las picadas (la mayor parte del país) no están asfaltadas, llenas de hoyos y baches. Antes de ponerse en marcha para hacer un tramo del viaje, es importante preguntar a la gente local por donde ir mejor, evitando las picadas aunque se tengan que hacer más kilómetros.
El año pasado tenía una visión equivocada sobre las carreteras en Angola. Estaban aparentemente en buen estado pero durante este viaje, mi percepción ha cambiado completamente, observo un importante deterioro en la mayor parte de ellas.
Si vas a recorrer el país en coche debes echar gran parte del presupuesto en él. Necesitas un coche que no te deje tirado. Las playas y los maravillosos paisajes de este país a veces no están al alcance de la mano y hay que conducir en condiciones complicadas.
El combustible es barato en Angola pero hay desabastecimiento de las gasolineras
A pesar de ser el segundo productor de África de oro negro o petróleo, es frecuente encontrarte con gasolineras con un cártel de “no hay gasoleo”. Tampoco hay una gasolinera en cada esquina. No dejes de repostar donde veas una por muy lleno que lleves el depósito. Además, es imprescindible hacerte con un bidón para una emergencia.
Pero quizás, lo peor de Angola sea la pobreza y la miseria con la que se encuentra el viajero. Hay contrastes sangrantes sobre todo en Luanda. La imagen de niños echándose la mano a la boca pidiendo comida o rebuscando entre los contenedores de la ciudad es habitual. Es imposible ayudar a todo el mundo y más difícil acostumbrarse. La Angola rural es diferente, es muy pobre pero siempre hay algún terreno para cultivar.
Las minas antipersona, un grave problema de la Angola rural del sur del país
La consecuencia más inhumana de la guerra de Angola fue la terrible devastación que las minas antipersonas hicieron y continúan haciendo. Aunque grandes áreas han sido desminadas y se sigue desminado todavía quedan zonas sin desminar sobre todo al sur del país.
Tras la cruenta guerra de Angola gran parte del país quedó minado
La gente local de Angola conoce exactamente donde quedan minas y donde no. Lo mejor es ser precavido y preguntar sobre todo en el sur del país.
Algunas anotaciones sobre la historia de Angola
Durante el siglo VI, varios pueblos bantú venidos del norte ocuparon gran parte del territorio de Angola. Algunos siglos más tarde ya existían varios reinos, el mayor de los cuales, era el reino del Congo donde circulaban monedas (eran conchas) como medio de pago con un adelantado sistema de tributos.
En 1482, Diego Cao, fue el primer europeo en navegar el río Congo.
El soberano del reino N’dongo, mas al sur usaba el título de N’Gola que daría nombre al país.
En 1575, los portugueses establecen una factoría en Luanda con el nombre de “San Pablo de Luanda”. Se instalaron primero en la Illa, después ocuparon el área donde hoy se sitúa el Fuerte de San Miguel y después toda la Bahía de Luanda.
Los negocios les fueron viento en popa, sobre todo el de los esclavos que llevaban a Brasil.
Tras la independencia de Brasil, en 1822, comienza el final del lucrativo comercio de esclavos, comenzando la exploración sistemática al interior por parte de franceses e ingleses que obliga a convocar una conferencia internacional en Berlín (1884-1885) quedando definidas las fronteras de Angola.
Poco después de consumarse la independencia de las colonias portuguesas de África en 1975, Angola se internó en una larga y violenta guerra civil involucrada en la Guerra Fría, en la que Estados Unidos y sus aliados, a la cabeza del bloque capitalista, se disputaban el control de distintas zonas del mundo con la URSS y sus aliados, que lideraban el bloque comunista.
La Guerra Civil Angoleña es uno de los escenarios más complicados de comprender en la historia contemporánea de África por la multiplicidad de actores e intereses que se vieron envueltos.
Angola, como otras colonias portuguesas, alcanzó la independencia inesperadamente tras la Revolución de los Claveles que derrocó al dictador portugués António de Oliveira Salazar en Lisboa en 1974. No obstante, las tres guerrillas que lucharon por la independencia (MPLA, FNLA y UNITA) seguían compitiendo entre sí por el poder por razones étnicas y políticas.
António Agostinho Neto fue el primer presidente de Angola.
La inestabilidad provocada por el vacío de poder de la atropellada independencia dio pie a que estos tres frentes se siguieran enfrentando entre sí con sus distintos aliados.
Además en 1975 la dinámica de la ‘guerra fría’ supuso la intervención inmediata en el conflicto de la URSS y los Estados Unidos, a través de sus respectivos aliados geográficos (Cuba por parte de la URSS, Sudáfrica por parte de los Estados Unidos).
No hay que olvidar que Angola es un país con diamantes, petróleo, pesca…etc, cuya abundancia a veces es también causa de su destrucción. Y así en 1975 la guerra de independencia se transformó súbitamente en una guerra civil brutal y cruenta, que durante décadas ensangrentó a varias generaciones de angoleños e hipotecó el futuro del país durante varios años.
La intervención militar extranjera empezó a disminuir hacía 1988, tras la Batalla de Cuito Cuanavale, en la que la UNITA y Sudáfrica atacaron las bases del MPLA combatiendo contra sus aliados cubanos. Tanto Cuba como Sudáfrica y Angola firmaron acuerdos de paz y no intervención con los Acuerdos de Nueva York.
A pesar de ello, los pequeños e inestables periodos de paz no terminaron con la Guerra Civil Angoleña, que culminó en el 2002, tras la muerte de Jonas Savimbi (militar angoleño, fundador de UNITA) en febrero de 2002 a manos de tropas enemigas. Hasta entonces, incluso con el fin de la Guerra Fría en 1991, las intervenciones militares y de inteligencia tanto de Estados Unidos como de Europa del Este y Rusia no pararon.
El conflicto, que duró 27 años, llamó la atención de varios países alrededor del mundo, que de forma más discreta se involucraron a través de relaciones humanitarias, de negocios, militares o diplomáticas. La guerra dejó una profunda cicatriz en la historia de Angola, que hasta la fecha padece los estragos sociales, políticos y económicos de su pasado reciente.
Madrid Luanda, 8 de agosto
Vuelo a Casablanca feliz. Casablanca y este vuelo de Air Maroc me llevan a África y por tercera vez a Angola donde encuentro la libertad, donde dejo atrás ataduras y responsabilidades, la vida anodina de un estado de bienestar que no me interesa demasiado.
Vuelo a África donde mis ojos se hacen enormes, grandes como centellas para no perderme nada. África que me lo enseño todo, África que me hizo conocer lo que es la libertad y donde respiro de verdad.
El aeropuerto de Casablanca es un importante centro neurálgico de viajes a África. Air Maroc cubre la ruta a gran parte de los países africanos, Gambia, Senegal, Nigeria, Camerún, etc. Es el aeropuerto de transito de cientos de miles de africanos que vuelan desde toda Europa a sus países de origen. Los aviones a Casablanca llegan desde París, Roma, Madrid, Londres, etc, y en el aeropuerto de Casablanca se forma el mismo embudo agosto tras agosto.
Multitud de viajeros (la mayoría africanos) tienen que pasar por el control de seguridad pero la mayor parte de las veces, te encuentras con listillos, jetas y caraduras que con todo el descaro del mundo y cara de no haber roto un plato, se te cuelan delante de tus narices aprovechando cualquier despiste. Los guardas de seguridad marroquíes ante tanto descontrol solo pueden lanzar cuatro gritos amenazando al personal. Los empujones y los improperios comienzan con peligro de avalancha y los europeos que esperamos nuestras conexiones no nos queda otra que o unirnos a las protestas o aceptarlas con humor que es lo más práctico pensando, “ya tenemos la africanada del día”.
Un vuelo sin incidencias con retraso y escala en Congo Brazaville.
Luanda, 9 de agosto
Tres semanas por delante es una nueva oportunidad para seguir conociendo este coloso que es Angola. Las expectativas son enormes, lo que luego se pueda hacer ya se vera. En África todo es cambiante y en un viaje de este tipo nada está escrito salvo la recogida del coche en el aeropuerto y el abrazo a Joaquín, nuestro conductor y amigo angolano del pasado año.
En principio, nuestro plan sería conducir hasta Soyo (ciudad frontera con el Congo Kinshasa) y allí coger un ferry (sale todos los lunes) a la Cabinda (una provincia de Angola dentro del Congo), estar unos días por la Cabinda y luego dar el salto al Congo pero no habíamos contado con que el rent a car no nos deja sacar la pickup de Angola.
Joaquín nos espera en el aeropuerto de Luanda con la pickup preparada pendiente tan solo de nuestra firma con una sonrisa de oreja a oreja.
Joaquín fue nuestro driver el año pasado durante los días que estuvimos en Luanda. Es un tipo fantástico, el ejemplo del carácter angolano, serio, amable, acogedor, listo, resolutivo y ahora amigo. Joaquín va a conducir hoy.
Lo primero acercarnos a la Autoridad Portuaria en Luanda para sacar los billetes de barco a la Cabinda. El trayecto en ferry desde Soyo es de tres horas y desde Luanda trece. Nuestros billetes de ida y vuelta y de la pickup (al cambio nos sale por 45 euros). La moneda se ha devaluado todavía más este año. Hemos comido los tres en el pequeño restaurante al aire libre detrás del Museo Natural de Historia al lado de nuestro hotel “Casas de Luanda”
Doña Laura que regenta “Casas de Luanda” y donde siempre dormimos en Luanda nos ha recibido como siempre llena de gratitud.
Comprar música angolana para llevar durante este viaje que nos llevará muchos km de estradas y picadas es una prioridad. En la tienda de música ya nos conocen del año pasado.
Nos despedimos de Joaquin, nuestro amigo y tras una buena ducha, nos escapamos a la illa do Cabo a cenar peixe en nuestro restaurante de siempre. Elegimos un lenguado para estrenarnos, acompañado de un vino del Alenteio. Un premio al cansancio de tantas horas de viaje. Mañana a primera hora, nos pondremos en ruta hacía Soyo, ni idea donde dormiremos, aquí todo es una incógnita. Tampoco hay muchas posibilidades turísticas en este país.
Siempre descubro cosas nuevas aún siendo la tercera vez que recorro Angola
Si viajas a Angola tienes que tener en cuenta varias cosas
Lo más importante es tener un coche robusto. En cuanto dejas lo que aquí llaman estradas, te metes en picadas o pistas llenas de socavones. Evitar a toda costa las picadas o caminos de tierra o grava (a veces resulta inevitable para alcanzar determinados parajes). Imprescindible llevar un bidón con carburante (no cuesta mucho) con 10 o 20 litros de gasoil o gasolina porque Angola, además, tiene un problema de desabastecimiento de combustible en las gasolineras. Algo muy habitual. El Congo Kinshasa hace frontera y hay contrabando. La gente es muy pobre, lo que en Angola cuesta diez dólares, en el Congo se vende por 150, por eso la gente se dedica a desabastecer gasolineras.
Soyo, 10 de agosto
El viaje a Soyo no se ha dado mal con parada en N’Zeto a comer. Primera sorpresa, el coche no arranca. En dos minutos ya teníamos un mecánico trajinando, parece que no hace contacto la batería. Ha solucionado el problema con una chapa de una lata de coca cola, así es África.
En dos horas llegamos a Soyo donde todavía no sabemos si habrá sitio para dormir.
Soyo es una ciudad fronteriza con plataformas petrolíferas. La ciudad apenas tiene oferta hotelera y mucha demanda por parte de los trabajadores de las plataformas que ocupan los cuatro hoteles de la ciudad con largas estancias.
El campamento Kimwica donde ya estuvimos el año pasado, es precioso pero solo hay habitación para mañana. Así que ha tenido que intervenir nuestro amigo Joaquín desde Luanda, entre angolanos se entienden y Joaquín para eso, es un crack.
Al final, nos dan un bungalow (menos mal, ya casi es de noche y esta ciudad frontera con Congo es complicada). Su restaurante tiene un ambientazo fantástico. Desde aquí casi puedes tocar el gran río Congo. Un vino portugués y una corvina con legumbres al estilo de Portugal es un regalo de la vida mientras observas la gran bola de fuego esconderse entre las palmeras del campamento.
Soyo, 11 de agosto
Casi es de noche a la orilla del gran río. En el “Beia Vista Club”, un restaurante con música junto al río Congo hay una gran mesa llena de chinos (imagen frecuente en África) que devoran su cena. Hoy es domingo, no trabajan y pasan el día como pueden.
La sensación de estar junto al gran río no puede compararse a nada. Es la felicidad absoluta. La música angolana suena por todas partes y el río se llena con las luces de las villages.
Estamos en Soyo, la desembocadura del gran río Congo en el Atlántico, los manglares dividen la ciudad, el río se ramifica en cientos de ríos que surcan esta maravillosa ciudad.
El mejor plan de domingo en África es ir a una misa africana. La iglesia de Pinda es una de las más antigua de Angola. Se encuentra junto al río Congo. Los portugueses remontaron el río fundando su primer asentamiento en un lugar inmejorable.
Como era de esperar la iglesia está hasta arriba. El sacerdote resulta ser un tipo campechano y guasón. El personal no ha parado de reírse durante todo el sermón. Ha sido muy emocionante escuchar al coro cantar y bailar al son de los tambores. África es incomparable a nada. Estas maravillosas sorpresas aparecen cuando menos te lo esperas.
Viajar a África a la aventura significa no hacer demasiados planes ni tener proyectos preconcebidos porque siempre se van a torcer, aún los más inamovibles.
Después de haber comprado en Luanda, los billetes del ferry con rumbo a la Cabinda (Congo angolano), el barco se ha roto y no puede llevar coches, el ferry que lo sustituye solo lleva personas.
Cuando hemos ido al puerto para registrar el coche tal y como nos habían aconsejado, el guardia de seguridad nos suelta a bocajarro que no hay barco para llevar coches señalándonos con desidia, el parking del puerto lleno de automóviles (dice que algunos llevan un mes esperando que arreglen el ferry) ¿Quéeeeeee?. Estamos bloqueados, no entendemos nada. Autoridad Portuaria de Luanda nos vende los billetes sin decirnos que el ferry está roto y no navega. Esto es la caña de España.
¿Y ahora que? ¿nos vamos mañana en el barco sin el coche? ¿lo dejamos en el puerto? ¿lo podremos sacar a la vuelta de la Cabinda o lo tendrán bloqueado con alguna excusa burocrática? ¿alquilamos un coche en la Cabinda para ir al Congo?. Demasiadas preguntas sin respuesta.
Este viaje lo habíamos diseñado para ir a la Cabinda y cruzar a Congo. Tenemos visado de Congo que nos ha costado un ojo de la cara y parte del otro y ahora nos dicen que no podemos subir el coche al barco. Hay que tomar una decisión.
La africanada de hoy nos va a salir cara y va a dar una vuelta de rosca a nuestro viaje.
Volvemos a cenar en el restaurante junto al río Congo, un lugar maravilloso donde es imposible cenar mejor. Se me ha ocurrido pedir corvina y me traen una fuente con una rodaja que debe pesar mas de un kilo y que además, esta increíblemente deliciosa. Me cuesta recordar algún pescado en mi vida que me haya sabido más exquisito. Con una botella del vino del DAO se nos ha pasado la pena de no poder ir al Congo.
Hay varías opciones pero como no tenemos ninguna clara, nos vamos mañana a Malanje donde se encuentran las espectaculares cataratas Kalendula, las más importantes de África después de las Victoria.